Rescate de símbolos religiosos

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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En varias de las poblaciones encuestadas ha sido costumbre retirar los adornos y los símbolos religiosos que ornamentan el ataúd antes de darle tierra o de introducirlo en el nicho. En ocasiones también se ha levantado la tapa del féretro y se le han quitado al cadáver objetos como el rosario o el crucifijo que se le habían colocado durante el amortajamiento.

En Otazu (A), antes de dar tierra al cadáver lo descubrían y le quitaban el crucifijo y el rosario; también las letras iniciales del nombre del difunto que tenía clavadas el ataúd[1].

En Salcedo (A) los enterradores quitaban al cadáver los objetos de algún valor como el crucifijo y el rosario y al féretro los adornos y letras, y tras clavar la tapa depositaban el ataúd en la fosa[2].

En Apodaca (A), una vez terminaban los cantos de los curas, hoy rezos, los mozos abrían la caja, quitaban el rosario y el crucifijo de las manos del difunto y se lo entregaban a la familia. Los presentes que no habían visto al difunto podían hacerlo por última vez. Volvían a cerrar el ataúd y normalmente retiraban el crucifijo de la tapa a petición de la familia.

En San Román de San Millán (A) hasta los años cuarenta, antes de dar tierra al cadáver se le quitaban los adornos al ataúd; flechas, dorados, iniciales, cruz, etc. y junto con una foto del difunto se hacía un cuadro u orla que se colocaba en algún lugar preferente de la casa.

En Amézaga de Zuya (A) suelen destapar la caja para quitar el crucifijo y el rosario de las manos del cadáver; asimismo arrancan el crucifijo y las iniciales del ataúd en el momento en que se va a enterrar y los familiares se los llevan a casa como recuerdo.

En Mendiola (A) los asistentes, familiares y vecinos sobre todo, descubren el féretro y le quitan el rosario o el crucifijo. Asimismo despegan de la caja las letras iniciales del difunto o cualquier otro ornamento que pudiera llevar. Estos objetos sirven como recuerdo del difunto. El crucifijo y el rosario se reservan para los miembros de la casa mortuoria, que suelen colgarlos en la que fue habitación del fallecido.

En Abadiano (B) se abre el ataúd y quien quiera tiene posibilidad de ver al difunto por última vez. Antes de enterrarlo se retiran todos los símbolos religiosos tanto al cadáver como al ataúd. Se dice: Lurrek ez dau onartzen gauza sakraturik (La tierra no admite objetos sagrados). Actualmente no siempre se retiran.

En Berastegi (G) el crucifijo que lleva la tapa del ataúd es retirado generalmente por un familiar que se lo lleva a casa. También en Hondarribia (G) es costumbre arrancar la cruz del féretro para dársela al familiar más íntimo, quien la conserva como recuerdo.

En Lezaun (N), antes de enterrar el ataúd se recogía el crucifijo y se soltaban las letras y los flecos de la caja si es que eran prestados; las familias pudientes, que los compraban, los retiraban igualmente. Además los parientes del difunto recibían de manos del carpintero las asas de la caja cuando las había.

En Artajona (N), antiguamente, se le quitaban a la caja la cruz y las asas. La primera para entregársela a la familia y las asas para devolvérselas al carpintero.

En Murchante (N) algunas familias también suelen recoger el crucifijo que decora la cubierta del ataúd.


 
  1. AEF, III (1923) p. 66.
  2. AEF, III (1923) p. 51.