XXIV. SALUD Y RELIGIÓN POPULAR

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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La salud ha sido siempre el bien más preciado de la vida; la enfermedad, por el contrario, lesiona su disfrute o amenaza la pervivencia. Las creencias religiosas cristianas sostienen y profesan que Dios es el origen de la vida y que, en consecuencia, de su designio depende la preservación de la salud y la curación de las enfermedades. En esta convicción se fundamentan las prácticas religiosas, las oraciones, las promesas y las peregrinaciones que hacen los aquejados para que remita la enfermedad y se recupere la salud.

Votos y promesas

Acudir a un santo o santa “especialista” en la curación de un determinado mal corporal o bien peregrinar para obtener la salud a un santuario presidido generalmente por la Virgen María ha sido una práctica muy arraigada en el catolicismo popular.

Para pedir la intercesión del cielo en caso de enfermedad o de peligro se ha recurrido tradicionalmente al voto o promesa. Esta promesa entraña siempre dos acciones: una costosa como es el peregrinar hasta el santuario o ermita donde se venera la Virgen o el santo invocado y otra consistente en una ofrenda, oparia[1], de luces o de limosnas cuyo significado es poner al enfermo bajo la protección del santo. “Lo hemos ofrecido a la Virgen del Puy”; con esta expresión se formulaba el voto en Améscoa (N). “Opatuta daukat San Antoniori Urkiolara oiñez joatea” (Tengo prometido a San Antonio ir andando hasta su santuario de Urkiola) se dice en Zeanuri-B en caso de promesa.

El voto lo hace el propio enfermo y, más frecuentemente, un pariente o familiar muy vinculado a él. La intensidad de la petición tenía su expresión en el modo de llevar a cabo la peregrinación al santuario: a pie, descalzo o de rodillas.

Las ofrendas más comunes han sido tradicionalmente aceite para la lámpara votiva, cirios, velas y flores para colocarlas ante la imagen santa, monedas que se depositan en cepillos y encargos de celebrar misas en el santuario mediante estipendios.

En caso de obtener la curación se entregaba un testimonio de que el voto había sido oído y se había recuperado la salud; este objeto venía a ser el exvoto. Muchos de los santuarios y ermitas que se mencionarán luego han conservado hasta los años setenta del siglo pasado una capilla o un lugar del templo destinado a exponer exvotos tales como muletas, aparatos ortopédicos, prótesis, vasijas o inscripciones en mármol o mensajes enmarcados en los que se expresaba el agradecimiento al santo por la salud recuperada.

Promesa de llevar hábito religioso

Para impetrar la curación de un familiar enfermo, un hijo o el marido, se recurrió en tiempos pasados, sobre todo en medios urbanos, a la promesa de vestir un hábito durante algún tiempo. Esta promesa se hacía también para que el niño esperado “viniera con bien” o para dar gracias por haberlo tenido. Si bien la promesa la formulaba la madre o la abuela, en ocasiones, era la hija o la nieta beneficiaria del favor la que tenía que llevarla a su cumplimiento cuando llegara a la mayoría de edad. El hábito se vestía normalmente durante un año; pocas veces la promesa alcanzaba a vestirlo durante toda la vida. Durante el tiempo que duraba la promesa las solteras que vestían hábito se abstenían de acudir al baile.

El hábito era un vestido corriente, confeccionado generalmente por la modista local. Cubría las piernas; era de manga larga, sin escotes ni adornos y llevaba un cordón o un ceñidor de cuero en la cintura. El color se adecuaba al hábito de la orden religiosa o cofradía a cuyo santo o advocación se había hecho la promesa. Algunos hábitos se completaban con la insignia o el distintivo de la Virgen o del santo correspondiente. En ciertos casos se llevaba únicamente el cordón del hábito (Apodaca-A; Durango-B).

Este hábito por promesa no se vestía cuando se estaban haciendo las labores domésticas pero las informantes de Nabarniz (B) anotan que durante estas ocupaciones había quien llevaba el cordón ceñido a la cintura por el interior de la ropa. En Astigarraga (G) indican que el uso del hábito se generalizó en tiempo de la guerra entre las mujeres de todas las edades; añaden que eran más proclives a hacer estas promesas las mujeres del centro urbano o de casas próximas a él que aquellas que habitaban en caseríos alejados. En Obanos (N) se constata que algunas mujeres vistieron el hábito durante toda su vida y que hacia los años sesenta algunos maridos se opusieron a que sus mujeres hicieran tal voto.

En nuestras encuestas de campo se han registrado las siguientes variedades de hábitos:

Hábito de la Virgen de los Dolores (“Dolorosa” o “La Soledad”); negro con cuello blanco y correa negra; (Agurain-A; Durango, Nabarniz, Orozko-B; Astigarraga, Beasain, Oñati-G; Aoiz, Lezaun, San Martín de Unx, Sangüesa, Viana-N).

Hábito de la Virgen del Carmen; marrón con cordón blanco, negro o marrón. (Agurain, Amézaga de Zuya, Pipaón, Valdegovía-A; Durango, Orozko-B; Astigarraga, Beasain, Oñati-G; Allo, Améscoa, Sangüesa, San Martín de Unx, Lezaun, Obanos, Tiebas, Viana-N).

Hábito de la Virgen Milagrosa; azul cielo, con cordón blanco o azul cielo (Durango-B; Aoiz, Sangüesa-N).

Hábito de la Inmaculada Concepción (“Purísima”); azul cielo con cordón blanco (Pipaón-A; Oñati-G; Amescoa, Lezaun, Tiebas, Sangüesa-N).

Hábito de Ntra. Sra. del Pilar; morado con cíngulo blanco (San Martín de Unx, Sangüesa-N).

Hábito de Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro; azul marino con cordón azul y rojo (Pipaón-A, Arraioz-N).

Hábito de San Antonio de Padua; jaspeado entre blanco y gris (de color gris con rayitas), cuello de seda blanco y cíngulo blanco de cinco nudos. (Moreda-A, Lezaun, San Martin de Unx, Viana-N).

Hábito de San Francisco; marrón con cíngulo blanco (Moreda, Valdegovía-A, Durango-B; Sangüesa-N).

Hábito de Santa Rita; negro con cinturón de cuero negro. (Agurain, Amézaga de Zuya-A; Durango-B; Allo, Aoiz, Tiebas-N).

Hábitos de El Nazareno; de color morado (Astigarraga-G); de San Juan morado (Nabarniz-B); de la Pasión negro con la insignia “Jesus Passio” (Orozko-B).

También se ha constatado la costumbre de llevar hábito en cumplimiento de promesas (Berganzo-A; Hondarribia-G; Zerain-G; Goizueta-N).

Peregrinaciones por voto a santuarios

El recurso a los santos en demanda de salud ha tenido diversas fases a lo largo del siglo XX según se constata en nuestras encuestas. La costumbre de recurrir a los votos o promesas y a las peregrinaciones a santuarios con el fin de obtener la salud fue frecuente hasta mediados del siglo pasado; actualmente son los mas ancianos los que recurren a ellas (Beasain-G; Murchante-N).

Los informantes de Mendiola (A) anotan por su parte que el incremento de la fama de los grandes santuarios como Lourdes en Francia o Fátima en Portugal ha ido en detrimento de otros lugares de peregrinación más cercanos como San Víctor de Gauna (A), San Antolín de Urbina (A) o San Antonio de Urkiola (B) que son cada vez menos visitados.

Esta tendencia es apuntada también por otros informantes. En Eugi (N) se cumplen las promesas hechas para la curación de un enfermo subiendo a pie hasta Orreaga (Roncesvalles) en un camino de tres horas y media o también acudiendo a la ermita del Santo Cristo de Burdindogi en la cercana localidad de Iragi (N). En Aoiz (N) sigue siendo costumbre subir andando a Roncesvalles o bajar al Santuario de Javier siguiendo el curso del río Irati. En ambas localidades dicen que en los últimos tiempos algunos acuden en peregrinación al Santuario de Lourdes.

Imagen milagrosa de Ntra. Sra. de Roncesvalles (N). Fuente: Baleztena, Dolores; Astiz, Miguel Ángel. Romerías navarras. Pamplona: Regino Bescansa, 1944.

En Améscoa (N) las promesas hechas en casos de enfermedad se cumplían visitando el Santuario de la Virgen del Puy; a principios del siglo XX se acudía hasta Luquin donde está la basílica de Ntra. Sra. de los Remedios; ambos santuarios se encuentran dentro de la Merindad de Estella.

En Murchante (N) van a la Virgen de los Milagros en Agreda (Soria); antaño se iba andando en peregrinación. Se le pedía principalmente por la salud aunque también se rezaba por otras necesidades. Así mismo se peregrina a Santiago de Compostela por razón de una promesa.

En Allo (N) las generaciones anteriores recurrían espontáneamente a los votos a fin de curar aquellas enfermedades que la medicina no podía resolver. Con frecuencia se recurría al Santo Cristo de las Aguas en cuya capilla se conservan exvotos de personas agradecidas. Algunos iban al Santuario del Pilar de Zaragoza y hay quienes han acudido en peregrinación a los Santuarios de Lourdes y de Fátima.

En Obanos (N) se ha acudido en cumplimiento de promesa al Santuario de la Virgen de Ujué; otra de las promesas consistía en ir andando desde Sangüesa al Santuario de Javier. Hay informantes que señalan tener mucha fe en las virtudes curativas del agua recogida en las fuentes del Santuario de Lourdes.

Desde Tiebas (N) se peregrina al Santuario de Javier recorriendo a pie el tramo del camino desde Sangüesa. También se iba al Santuario de Ntra. Sra. de Ujué; se salía de víspera al mediodía, se hacía noche en Olleta para llegar al santuario al día siguiente. Por promesa el camino se recorría andando. También desde Sangüesa se acudía al Santuario de Ujué por razón de promesa.

En Viana (N) durante siglos se ha acudido al antiguo Santuario de San Juan del Ramo, hasta que quedó en ruinas. También se hacen votos y promesas a la Virgen de Cuevas cuya ermita dista dos kilómetros; allí bajan andando desde la ciudad y hacen ofrendas de velas, flores o limosnas de dinero. En el pasado, tras el camarín de la imagen colocaban exvotos tales que trenzas de pelo, muletas, etc.

Un cuadro similar ofrecen las localidades encuestadas de Álava. Hasta hace unas décadas se recurría a un santuario próximo en cumplimiento de las promesas hechas para obtener la salud; hoy en día las peregrinaciones se dirigen preferentemente a los grandes santuarios.

Desde Moreda antaño acudía todo el pueblo en peregrinación a la Virgen de Cuevas junto a Viana (N) portando los pendones parroquiales, la imagen de Santa María de Moreda y las reliquias de las patronas de la Villa Santas Nunilo y Alodia. Por razón de estas mismas santas se acudía al Monasterio de Leire (N) donde se les rinde un culto particular. Con todo, era el Santuario de la Virgen de Codés, situado en el vecino municipio navarro de Torralba del Río (N), a donde se peregrinaba más frecuentemente en cumplimiento de promesas hechas en casos de enfermedad. Hay también quien ha peregrinado hasta el Santuario de Estibaliz (A).

En Bernedo (A) lo mismo que en Navarrete (A) se iba a la ermita próxima de Ntra. Sra. de Okon para implorar ayuda en las enfermedades. Hasta los años setenta su sacristía estaba llena de exvotos por las gracias concedidas; de las paredes colgaban trenzas de pelo, muletas, escayolas y otros objetos. Hoy solamente queda un cuadro al óleo que testimonia el agradecimiento a la Virgen por la curación de un enfermo.

Beso de reliquia en el Santuario de Ntra. Sra. de Okon. Bernedo (A), 1988. Fuente: José Antonio González Salazar, Grupos Etniker Euskalerria.

En Agurain (A) los votos más comunes para lograr la curación de una enfermedad consistían en ir en peregrinación, en grupo o individualmente, a los santuarios de Santa Teodosia, situado entre el valle de Arana e Iturrieta, a Ntra. Sra. de Estibaliz y a San Víctor de Gauna. Asimismo se iba a santuarios más alejados como los de Ntra. Sra. de Aranzazu y San Antonio de Urkiola. En la propia localidad se acudía a la capilla de Ntra. Sra. del Carmen y más antiguamente a la ermita de Santo Domingo de la Calzada situada en la localidad próxima de Munain. Recientemente se peregrina a Lourdes con el mismo fin. También de Berganzo (A) han peregrinado a Lourdes y mas frecuentemente al cercano santuario de la Virgen del Campo.

En Valdegovia (A) se hace promesa de acudir a un santuario a cambio de la curación; desde antiguo estos santuarios fueron el de la Virgen de Valpuesta (Burgos) y el de Ntra. Sra. de Angosto remodelado por los PP. Pasionistas a primeros del siglo XX. También se acude al santuario de San Felicísimo en Deusto (B) regentado por los mismos religiosos de la Congregación de la Pasión que están al cuidado del santuario de Angosto.

De Apodaca (A) acudían en peregrinación, en ocasiones andando y otras veces en caballería, a los santuarios de Ntra. Sra. de Angosto, San Antonio de Urkiola y Ntra. Sra. de Aranzazu; en los últimos años van también a Lourdes.

En el Valle de Carranza (B) el voto se hacía “ofreciendo a la Virgen del Buen Suceso, para que le remediara la enfermedad”. Su santuario está dentro de los límites del valle; había quienes subían hasta allí descalzos desde los barrios donde residían; otros acudían de rodillas desde el inicio del camino de acceso o rodeaban de este modo el santuario. También recorrían el interior del templo llevando una vela encendida. Fuera del valle se ha acudido al Santuario de la Bien Aparecida en la comarca vecina de Transmiera (Cantabria); a San Pedro de Zariquete en Zalla (B) y a los santuarios de San Felicísimo en Deusto y de Ntra. Sra. de Begoña, patrona de Bizkaia. Algunos han peregrinado hasta los santuarios de Lourdes y Fátima.

En Orozko (B) el santuario más venerado es el de San Antonio de Urkiola, a quien se le pedía su intercesión en cualquier necesidad. Antaño se hacía la peregrinación andando por caminos de monte durante seis o siete horas; para ello se salía de víspera y se pernoctaba en el camino.

De Zeanuri (B) se acudía a pie a este mismo santuario en rogativa parroquial anualmente. Muchos acudían a lo largo del año solos o acompañados en cumplimiento de una promesa. El santuario conservó hasta 1970 una Capilla de Exvotos repleta de testimonios de enfermos que habían obtenido la salud por intercesión del santo.

En Nabarniz (B) en casos de grave enfermedad se hacía a San Antonio la promesa de acudir a su santuario de Urkiola si se obtenía la curación; una informante relata el cumplimiento de la promesa entregando como exvoto el corsé que llevó durante la enfermedad.

Una práctica piadosa que se llevaba a cabo en Urkiola así como en el santuario de San Miguel de Aralar fue el novenario. En cumplimiento de una promesa o para obtener del santo una gracia había quienes se hospedaban durante nueve días en alguna de las hospederías o posadas anejas al santuario. Durante este novenario acudían a los actos religiosos que tenían lugar en el templo y rezaban cada día las oraciones correspondientes a la novena al santo. El gran santuario de los Santos Antonios de Urkiola ejerce su influencia espiritual en un área dilatada que se extiende por gran parte de Bizkaia (Abadiano, Amorebieta-Etxano, Bedarona, Bermeo, Busturia, Durango, Gorozika, Nabarniz, Orozko, Zeanuri); de Álava (Agurain, Apodaca, Bernedo, Ribera Alta); de Gipuzkoa (Elosua, Bidegoian, Telleriarte). Así se constata en las localidades enc uestadas.

Procesión con los Santos Antonios de Urkiola (B), 1917. Fuente: Legarza y Astegia, Joseba I. Urkiola. Bilbao: Santuario de Urkiola, 1986.

En Durango (B) antaño la mayoría de los que subían al Santuario de Urkiola por cumplir una promesa lo hacía andando y muchos de ellos descalzos. También se recurre en demanda de salud a Ntra. Sra. del Carmen de Larrea en Amorebieta, a Andra Mari de Begoña y a San Felicísimo de Deusto. Así mismo hay quienes peregrinan al santuario de Aranzazu en Gipuzkoa y a los afamados santuarios de Lourdes y Fátima. Más recientemente algunas personas han comenzado a acudir al lugar de Unbe (Laukiniz-B) donde, según creencia de algunos, se apareció la Virgen el año 1968.

En Muskiz (B) para todas las necesidades se recurría a la Virgen del Socorro, cuya ermita está en la vecina localidad de Pobeña (B). También acuden en peregrinación hasta el Santuario de Begoña en la festividad del 15 de agosto; algunos recorren andando este camino de veinte kilómetros.

En Bermeo (B) se acude al santuario costero de San Juan de Gaztelugatxe situado dentro de sus límites territoriales. También se acude a los pequeños santuarios próximos (Mañuas, Parezi, etc.) y a los grandes como Lourdes y Fátima. En Lemoiz (B) se encomendaban a San Juan de Gaztelugatxe con la promesa de subir descalzos las escaleras de acceso al santuario.

En Arrasate (G) ha estado muy arraigada la promesa de peregrinar a pie al Santuario de Aranzazu y, en casos, descalzos desde Oñati pidiendo la salud; se ofrecían limosnas para la celebración de misas ante la Virgen.

En Oñati (G) siguen practicando la costumbre de subir a Aranzazu para implorar la salud; lo hacen a lo largo de todo el año a pie o en automóvil, si bien crece el número de los peregrinos durante el novenario que antecede a su festividad, el 9 de septiembre.

Anotan en Elosua (G) que la obligación de acudir a un santuario, generalmente Urkiola o Aranzazu, para cumplir una promesa por razón de enfermedad recae sobre la casa del enfermo y puede satisfacerla cualquiera de sus miembros.

En Telleriarte (G) para obtener la curación de una enfermedad grave se hacía la promesa a la Virgen de Aranzazu; se asiste a misa en su santuario y se ofrenda una limosna. También se han hecho promesas de acudir a los santuarios de Urkiola, de la Virgen de Liernia (Mutiloa) y al de Kizkitza (Itxaso) así como al Santo Cristo de Lezo.

En Beasain (G) existe todavía la costumbre de recurrir a la Virgen y a los santos para pedir la curación; hay quienes cumplen estas promesas subiendo a pie desde Oñati hasta el Santuario de Aranzazu. Cuando la promesa incluye el ofrecimiento de una misa se suele enviar lo antes posible el estipendio para su celebración aprovechando que un familiar visite el santuario.

En Bidegoian (G) los lugares más frecuentados por razón de promesa para obtener la curación son los santuarios marianos de Aranzazu y de Kizkitza, San Miguel de Aralar y San Antonio de Urkiola. Es usual subir descalzos desde Oñati al Santuario de Aranzazu; esta costumbre se mantiene y se practica en grupo. Si el enfermo está impedido para cumplir la promesa debido a su mal la puede llevar a cabo otra persona.

En Berastegi (G) las promesas se dirigen a la Virgen de Izaskun en Tolosa y a la de Aranzazu en Oñati. Anotan los informantes que la generalización del automóvil posibilita que las promesas se extiendan hasta el Santuario de Lourdes.

Desde Astigarraga (G) acuden en cumplimiento de las promesas al Santuario del Santo Cristo de Lezo así como a los Santuarios del Pilar de Zaragoza y de Lourdes.

En Hondarribia (G) se acude en petición de salud a la Virgen de Guadalupe cuyo santuario está en la ladera del vecino monte Jaizkibel. La promesa consiste en subir andando hasta el santuario; recorrer un determinado tramo de rodillas, encargar la celebración de misas y rezar el santo rosario. También se acude al Cristo de Lezo.

En el País Vasco continental los santuarios locales más frecuentados para obtener la salud han sido el de la Maidalena de Atherratze (Z) y Notre Dame de Arantza en Ainhoa (L). También se ha acudido desde pueblos de Lapurdi al Santo Cristo de Lezo (G) y en general al santuario de Notre Dame de Lourdes en Bigorre.


 
  1. José Miguel de BARANDIARAN. Voz oparia in Diccionario Ilustrado de Mitología Vasca. Obras Completas. Tomo I. Bilbao: La Gran Enciclopedia Vasca, 1972.