A las cuatro posiciones

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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La postura habitual para jugar a tabas es sentarse de costado sobre un banco o hacerlo en el suelo con los pies cruzados a lo indio. No hay límite en el número de participantes y puede también jugarse en solitario. Cada jugadora tiene un número igual de tabas. Suelen ser seis, a veces ocho o doce.

En Obanos (N) el orden de intervención se establecía diciendo: «a más carnes», o «a más huesos...» Se tiraban las tabas y la niña que sacase mayor número de tabas en la posición elegida, empezaba; a partir de ella se seguía el sentido de las agujas del reloj.

El orden en el que hay que poner las caras de las tabas está determinado por la modalidad del juego del que se trate, y varía de unas poblaciones a otras tal como hemos dejado constatado en los cuadros 1 y 2.

El juego más extendido y más común consiste en ir colocando las tabas en las cuatro posiciones que se corresponden con las cuatro caras. Una niña empieza el juego echando las tabas, previamente mezcladas y revueltas entre las manos, sobre la superficie plana en la que se va a jugar. A continuación lanza la canica hacia arriba la cual habrá de ser recogida en el aire, sin dejar que caiga. Si se juega con pelota, hay veces en que se permite un bote antes de cogerla. Mientras la canica o pelota estén en el aire la jugadora debe coger al menos una taba que presente la posición de su cara en la forma correcta. Al mismo tiempo debe procurar volver del lado adecuado las tabas que se encuentren en cualquiera de las otras tres posiciones, ya que el juego consiste en recoger todas las tabas después de ser vuelta su cara correspondiente del lado correcto.

Sólo puede lanzarse la pelota un máximo de tantas veces como tabas haya sobre la mesa; se exceptúa el caso en el que al echar las tabas al comienzo del juego no quede ninguna con la cara deseada hacia arriba, y para darle la vuelta a alguna, se permite entonces lanzar la canica una vez, sin que haya que recoger taba alguna. En Lezaun (N) cuando el tanto (canica) parecía iba a golpear el cuerpo de la jugadora, ésta podía decir «pido ropa mía,» en cuyo caso se le permitía volver a lanzarlo. En Monreal (N), a la vez que se tiraba la bolita se iban cogiendo con la mano derecha de una en una las tabas que estaban de cara y se guardaban en la izquierda. Se podía hacer esto mismo con las otras posiciones de la taba: culo, hueso y carne.

Se pierde cuando se falla en coger la canica o cuando no se consigue tener taba alguna preparada para ser cogida en la posición requerida. Cuando se han recogido todas las tabas de una cara se repite el juego con las tabas en otra posición y así hasta completar los cuatro lados diferentes. Unas veces lo que se jugaba era únicamente el proclamarse ganadora, otras las propias tabas (Artajona-N).

A tabas. Zeanuri (B), 1993. Fuente: Ander Manterola, Grupos Etniker Euskalerria.

En Carranza (B) se ha recogido el juego común de las cuatro posiciones de la siguiente manera: Las cuatro diferentes superficies de la taba reciben los nombres de cara, culo, ele y zapato. Juegan cuatro niñas en dos parejas. Utilizan para jugar una canica y varias tabas, de cuatro a doce. Se dona y quien inicia el juego recoge todas las tabas, las agita entre sus manos y las arroja al suelo. A partir de este momento debe conseguir que todas las tabas que no hayan quedado con la cara apropiada hacia arriba lo estén. Para ello arroja la canica al aire, y antes de que caiga y la vuelva a recoger, toma una taba en la mano y a la vez da la vuelta a otra de modo que quede con la cara hacia arriba. Si la canica cae al suelo o no consigue poner la taba en la posición correcta, pierde. Si lo logra continúa jugando hasta que todas tengan la cara hacia arriba. Después recoge de nuevo las tabas, las agita, las vuelve a arrojar y prosigue el juego, pero en esta ocasión intentando que queden en culo, después en ele y por último en zapato.

Esta modalidad de juego se ha constatado en Amézaga de Zuya, Apellániz, Aramaio, Artziniega, Gamboa, Mendiola, Moreda, Murguía, Pipaón, San Román de San Millán (A); Abadiano, Bermeo, Durango, Galdames, Lanestosa, Lezama, Muskiz, Orozko, Portugalete, Zeanuri (B); Beasain, Berastegi, Bidegoian, Elosua, Hondarribia, Telleriarte, Zerain (G); Aoiz, Allo, Arraioz, Izurdiaga, Garde, Goizueta, Monreal y Lezaun (N).

De ordinario el juego de las tabas era acompañado por unas letrillas que se semirecitaban o semientonaban y servían tanto para el juego descrito de «A las cuatro posiciones» como para otras modalidades o para ciertas fases del juego.

En Coleta (A) se semientonaba: «A sakes una / a sakes dos / a sakes tres...» Así hasta 11. Si se jugaba con seis tabas, se echaban dos veces. Una vez puestas las tabas en todas las posiciones posibles y para finalizar el juego se cantaba:

En este juego
y en el otro
en el que pasó
y en el que vendrá
y a las dos
a la ponpoliñera.
En Narvaja (A), la letra decía: «Una, saca, / dos, saca, / tres, saca,... / seis saca». En la siguiente posición: «Una, pon, / dos, pon, / etc.». En la consecutiva: «Una, cucu, / dos, cucu, / etc.» Después: «Una, carne, / dos, carne, / etc.»

Otra variante del juego en esta misma localidad consistía en cantar: «A primeras, / a segundas, / a terceras, / a cuartas». Al mismo tiempo que se cantaba se exclamaba: «pido, que te vuelvas», en cada una de las cuatro operaciones. La mecánica del juego en esta modalidad era la común descrita para el juego de las cuatro posiciones.

En Apellániz (A) se va dando la vuelta a las sacas, poniéndolas en la cara que diga la canción: «Sacas una, / sacas dos, / sacas tres,... / sacas seis». Se prosigue: «Pones una / pones dos, / etc.» Después: «Cucus una, / etc.» A continuación: «Carnes una, / etc.» Al terminar deben recogerse con las dos manos, al mismo tiempo que la bola, las seis sacas que están en el suelo. La letra anterior sigue así:

Saca y pon,
para María de Antón;
cucu y carne,
para la Virgen del Carmen.
Pasa, pasa,
Nicolasa,
por las puertas
de mi casa.
Una gallinita embobada
puso huevos de la nada;
puso uno, puso dos,
puso tres, puso cuatro,
puso cinco, puso seis,
puso siete, puso ocho,
arrúgate niña en este bizcocho.
Vino el tapa,
que todo lo tapa;
vino el tapón,
que todo lo tapó.
Con el tús, tús,
de la buena suerte.
Amén Jesús.

José Iñigo Irigoyen[1] recogió en Álava en la década de los cuarenta, sin consignar la localidad, la siguiente canción para el juego de tabas:

La gallina,
la pavana
pone huevos
a manadas:
pone uno, pone dos,
pone tres, pone cuatro,
pone cinco, pone seis,
pone siete, pone ocho,
pan cocho,
carne asada
bien guisada,
con hojitas de laurel.
Esta pita
redondita
va muy alta.

En Zeanuri (B) según se iban recogiendo las tabas en cada una de las posiciones, contando hasta diez, se tatareaba: «Saka y es una, / saka y es dos, etc.»; «Pones una, / pones dos, etc.»; «Rulo y es una, / kulo y es dos, etc.»; «Pitantza y es una, / pitantza y es dos, etc.»[2]

En Salvatierra (A), la que empieza el juego coge las tabas entre las dos manos, las revuelve y las echa para jugar; aquellas tabas que queden en situación de cucu y carne pueden ser cogidas por las jugadoras contrarias, siempre que lo hicieran antes de ser echada la bola al aire, y las devuelven cuando la jugadora, tras haber puesto las tabas restantes en su debida forma haya cogido todas ellas. Siempre tiene que haber una taba en la postura correspondiente, en caso contrario se perdería el juego. Cuando las jugadoras que han retirado las tabas las devuelven al juego, si al echarlas quedan en forma contraria, la que está jugando, lanzada la bola al aire y, antes de recogerla, debe poner alguna en la correcta postura, pues de no ser así, pierde el juego. Este finaliza cuando se han cogido todas las tabas en las cuatro posiciones.

Al recoger las tabas se decía «una saca, / dos sacas, etc.», según correspondiera y al final tanto en Salvatierra como en la también localidad alavesa de San Román de San Millán se recitaba esta cantinela:

Saca y pon,
para María de Antón.
Cucu y carne,
para la Virgen del Carmen.

En Bernedo (A) se practicaba con doce tabas de cordero o con seis repitiendo, y una bola o pitón de cristal. El juego se realizaba entre cuatro o cinco, generalmente chicas, que jugaban por su cuenta. Comenzaba una y las demás esperaban a que fallara. La dificultad hacía que el turno pasara de una a otra sin que a menudo ninguna de ellas pudiera completarlo al primer intento. Cada jugadora, después de haber echado las doce tabas, tenía que ir recogiéndolas de una en una en cuatro tandas, que se correspondían con cada diferente posición de la taba. La recogida había de efectuarse después de haber lanzado al aire el pitón de cristal, y mientras permaneciera en el aire, ya que también tenía que ser recogido sin que cayera al suelo.

Había que cambiar de posición la cara de las tabas que al caer al suelo no quedara en la forma apropiada, lo cual exigía habilidad ya que había que realizarlo al tiempo que se cogía una que presentara la forma correcta y todo ello mientras el pitón estuviera en el aire. Cuando una de las participantes completaba una posición de las tabas seguía con las siguientes de la misma forma. Si se fallaba, y después de esperar a que le tocara «la renque», se seguía repitiendo la posición de las tabas en que había fallado. La primerajugadora que completara las cuatro posiciones de saca, pon, cul y carne colocaba juntas todas las tabas sobre el suelo y recitaba a la vez que marcaba la cruz tocando con las puntas de los dedos delante, atrás, a un lado y a otro del montón de las tabas:

Ito, ito, gorgorito.
— Quién te ha hecho tan bonito?
— Jesucristo.
— ¿Y con qué?
— Con la cera verdadera
cus, cus, de nuestra muerte.
Amén Jesús[3].

Al decir la última frase tenía que coger del suelo y de una vez, todas las tabas con las dos manos. Así concluía este juego. Hoy no se practica.

Otra retahíla usada por las niñas de Eugi (N) para finalizar el juego era la siguiente:

Para Dios,
para la Virgen,
para el Niño Jesús,
amén Jesús.
A turrux.

Al decir la última palabra se cogían todas las tabas y se les daba un beso.

En Garde (N), una informante mayor recuerda que cuando jugaban a las posiciones de cara, culo, chulo y pala, cantaban:

La taba, la taba
y qué rica que estaba
después bien asada
una y dos.

En Goizueta (N) al recoger todas las tabas se decía «Serafina de mi corazón». En Izurdiaga (N) las últimas cuatro tabas se recogían diciendo: «Amén Jesús».


 
  1. José IÑIGO IRIGOYEN. Folklore alavés. Vitoria, 1949, p. 88.
  2. Las tres primeras palabras de las expresiones “Saka y es una, Kulo y es una, Pitantza y es una, etc.” se cantaban unidas, acentuándose como si se tratara de una única palabra quedando átona la primera parte, así “Sakayes una, Kuloyes una, Pitantzayes una, etc.”. La denominación pitantza, de uso poco frecuente en el habla actual, es un exponente de la antigüedad del juego.
  3. Esta cantinela se ha utilizado también como fórmula de sorteo.