Al burro seguido. Asto-astoka. A correcalles
La siguiente modalidad de salto constituye en cierto modo una transición entre los juegos en que sólo interviene un burro y aquéllos en los que participa un equipo de niños agachados. Está muy extendida geográficamente y en muchos lugares en los que se practica es conocida como « (Al) burro seguido» (Laguardia, Maestu, Mendiola, Narvaja, Salcedo, Salinas, Salvatierra-A, Bilbao, Galdames-B, Beasain-G, Obanos-N). Se desarrolla en grupo y consiste básicamente en brincar por encima del resto de compañeros, que dispuestos con la espalda doblada hacen de burros, y a su vez ser saltado por todos ellos.
Además de este nombre recibe otros muchos: «Burrico seguido» en Izarra (A) o simplemente « (Al) burro» (Mendiola-A, Eugi, Artajona-N); «Astoka» (Elgoibar, Elosua-G); «Asto-astoka» (Zeanuri-B); «Saltar el burro» (Pipaón-A); «Salto del burro» (Apodaca-A); «Salto del potro» (Moreda-A); «Burro corrido» (Vitoria-A, Galdames-B); «Primoka» (Altzai-Ip), «Saltomatxin» (Garagarza-Arrasate-G), «A saltagatos» (Lezaun-N); «Correcalles» (Aoiz y Eugi-N); «Curricalles» en Murchante (N) donde también se denomina «Al cero carreta»; «Pasacalles» (Aria-N); «El correcaminos» (San Martín de Unx-N); «Al cero» en Carranza (B) y «Al cero a lo seguido» en Durango y Amorebieta-Etxano (B); «Pasaje-montaje» (Apellániz-A); «María subiré» (Amézaga de Zuya-A); «A la bandolera» (Bernedo-A); «El quita y pon» (Allo-N); e incluso según algunos informantes de Salinas de Añana (A), «Chorro-borro».
En Portugalete (B) se considera juego de niños, aunque de vez en cuando también toman parte niñas. Lo mismo ocurre en Beasain (G), Bernedo (A) y otras localidades. En Lezaun (N) lo practicaban ambos sexos hasta los doce anos aproximadamente y una de sus variantes, sólo los chicos, incluso hasta los catorce o quince. En Durango (B) y Elosua (G) se tiene por juego de niños y niñas, pero por separado, y en Elgoibar (G) participaban tanto chicos como chicas. En Aoiz (N) desde principios de siglo, que es cuando comenzaron a jugarlo, hasta mediados de la década de los cincuenta, fue exclusivo de muchachos; sin embargo, a partir de entonces se comenzó a practicar por chicas y también conjuntamente. En Bermeo (B) se considera exclusivo de niños.
En esta actividad pueden participar todos los que lo deseen siendo el número mínimo, claro está, de dos, si bien cuantos más jueguen más entretenido resulta. En Elosua (G), en cambio, intervenían media docena de chicos o chicas y cuando el número de participantes era de doce, el juego río recibía el nombre de «Astoka», a burros, sino que pasaba a llamarse «Amabi saltoka», a doce saltos.
Su desarrollo implica un desplazamiento. Así, en Murchante (N), un grupo de muetes solía recorrer de esta forma rápida y briosa las calles y plazas del pueblo. Lo mismo hacían en Aoiz (N). De ahí el nombre de «Curricalles» o «Corre-calles» que recibía respectivamente en las dos localidades mencionadas. En San Martín de Unx (N), al salir de la escuela y en el trayecto hasta la plaza, los chicos se ponían en fila en posición de burro y el último en llegar saltaba el primero. En Carranza (B) recuerdan que también se aplicaban a esta tarea de camino a la escuela o al volver de ella. En Elgoibar (G) en cambio, saltaban formando círculo. Por último resaltar que carece de estacionalidad (Aoiz, Lezaun-N).
El juego se puede iniciar de dos formas diferentes, bien partiendo de un único niño agachado y saltando todos los demás sobre él o bien dispuestos todos de burros y siendo uno solo el iniciador.
La postura que debe tomar cada burro varía además ligeramente según las poblaciones. Normalmente permanece con las piernas rectas o ligeramente flexionadas y la espalda encorvada ofreciéndola como apoyo. En Amézaga de Zuya (A) y Lezama (B) con la cabeza entre las piernas. En Bermeo doblado, makurtute, metiendo la cabeza contra el vientre. En Durango (B) y Elosua (G) con las manos apoyadas en las rodillas y en Beasain (G) en éstas o en los tobillos. En Apellániz (A) agachados en el suelo y en Lezaun (N) formando el cuerpo un ángulo recto con las piernas. En esta última localidad navarra, los chicos de mayor edad jugaban inclinando sólo la cabeza, por lo que debían pasar sobre los hombros y no sobre la espalda.
En la mayoría de las localidades en que se ha recogido este juego, inicialmente sólo se agacha uno de los niños para hacer de burro. Los demás se disponen en fila. El primero de la misma, si es necesario tras tomar carrerilla, salta apoyando las manos sobre la espalda del burro y con las piernas separadas para no golpearle. A continuación se aleja una cierta distancia y se inclina adoptando la misma postura que él. El segundo de la cola pasa por encima de estos dos y después se agacha. Así hasta que no queda nadie por intentarlo. Entonces el niño que permanecía inclinado desde el principio se incorpora y comienza a saltar sobre los demás. Le sigue el segundo de los agachados, es decir, el que inició la primera tanda. Y así se continúa, teniendo en cuenta que el juego no tiene fin y que sólo se concluye cuando los participantes se aburren o cansan.
Esta diversión apenas muestra variaciones. En Portugalete (B) los niños la inician saltando sin un turno preestablecido. En Elosua (G) si el saltador se caía o se tropezaba perdía y quedaba excluido del juego. Actualmente en Murchante (N) los más jóvenes, al efectuar el ejercicio, enuncian marcas de coches, colores o cualquier retahíla de cosas que le venga en gana al líder.
En Apellániz (A), Carranza, Lezama (B) y Beasain (G) se ha recogido un procedimiento de iniciarlo ligeramente distinto al anterior. Todos los niños situados en fila y a una distancia prudencial unos de otros se inclinan haciendo de burros, menos uno que salta por encima de ellos. Cuando acaba de pasar sobre todos, se inclina también. Entre tanto, el primero de la hilera de los agachados, sobre el que ya había saltado, brinca a su vez sobre los demás mientras aún sigue haciéndolo el primero. Detrás de él va otro y así todos.
Se le imprime a veces gran velocidad, empezando cada jugador a pasar sobre los otros en cuanto ha sido superado por el último, por lo que coinciden saltando casi la mitad de los participantes.
En ocasiones, los chiquillos de Lezama (B) lo complican colocándose un niño sobre otro de modo que el saltador deba redoblar su esfuerzo.
En Aria (N) tras saltar el primer niño sobre todos los agachados se inclinaba también, pero menos que los anteriores. A medida que saltaban unos sobre otros y volvían a hacer de burros se iban incorporando cada vez más hasta que en la última vuelta llegaban a estar casi de pie. Hoy en día se ha sustituido por la forma más común en la que los agachados no varían la altura durante el juego.
En Beasain (G) los más habilidosos, según ejecutaban el salto, propinaban al burro con el talón una coz en las nalgas.
En Vitoria (A) practicaban dos modalidades: una idéntica a la descrita en primer lugar y la otra similar a esta última, pero con la peculiaridad de que los niños empezaban a jugar tumbados en el suelo. El último de la fila se levantaba y saltaba sobre sus compañeros. Cuando lo había hecho sobre todos se colocaba seguido, pero a gatas, para incrementar ligeramente la dificultad. A medida que los demás brincaban sobre él iban adoptando la misma postura y a cada tanda de saltos se incorporaban un poco más hasta que terminaban colocándose totalmente de pie. Entonces los más pequeños que eran incapaces de superar esta altura, se retiraban del juego.
Esta pequeña diferencia en el inicio del juego no parece mostrar una correlación geográfica o de otra naturaleza y tampoco afecta a su desarrollo posterior ya que una vez están en acción todos los participantes es de todo punto imposible saber cómo comenzó. Además no siempre se inicia de uno de estos dos modos. En Salcedo (A), por ejemplo, eran cuatro o cinco chavales los que inicialmente se disponían agachados uno cada dos metros y cruzados en su posición, unos mirando a un lado y otros al otro. Los demás iban saltando y se ponían de burro para que a su vez los demás saltaran sobre ellos.