A pares o nones
En Portugalete (B) se recurre al procedimiento denominado «A pares o nones» cuando se va a desarrollar un juego en el que se enfrentan dos equipos. Los cabecillas se colocan con las manos a la espalda y tras haber elegido entre «pares» o «nones», muestran a la vez una de sus manos con los dedos que deseen estirados. Si el recuento de los mismos suma una cantidad par pierde el que pidió nones y viceversa. Entonces, el acertante procede a elegir a un componente para su equipo, pero sólo a uno; acto seguido lo hace el otro y así prosiguen alternativamente.
En Elosua, Hondarribia (G) y Monreal (N) se emplea la misma fórmula y el desarrollo del juego es idéntico.
Según J. Pérez Vidal, este juego se ha practicado también con la ayuda de piedrecillas. No se ha recogido sin embargo con el fin de efectuar el sorteo en ninguna población encuesta-da, pero sí como un juego con identidad propia. Por su interés, facilitamos la descripción que del mismo hace este autor: «Un muchacho ha de acertar si es par o impar el número de piedrecillas, bucios, pipas, etc, que otro muchacho encierra en su mano. Si no acertase, recogerá las piedrecillas del primer niño, que 'quedará libre' y repetirá la operación con otro muchacho, al par que le repite la misma pregunta '¿Pares o nones?'»[1].
F. Rodríguez Marín, en sus Cantos populares españoles aclara el origen del nombre de este juego: «Los romanos le llamaron `par impar' del modo de jugarlo. Y no es menos latina la fórmula de hoy en España, que es señal que conserva la antigüedad de los romanos, pues de preguntar un muchacho: `par est?' y responder el otro `non est', se llama hoy el juego `pares y nones', juntando la pregunta y la respuesta»[2].
En San Martín de Unx (N) para decidir «A pares» o «A nones», los jugadores se disponían en círculo ocultando sus manos detrás. Al grito de ¡ya! las mostraban con los dedos que quisieran estirados. Se sumaba a continuación el número de los mismos y la cantidad obtenida se rifaba al que le tocase: por ejemplo, suponiendo que fuera doce, al que le recaía este número se libraba.