La aceptación de las normas. Arauak
Durante la infancia el niño aprende sobre todo a conducirse según unas reglas. Los juegos se suelen iniciar mediante un sorteo durante el que se reparten los papeles o se establece el orden de participación. La primera lección que debe tener en cuenta es aceptar su suerte.
Además los juegos están reglamentados. Sus normas suelen adquirir gran complejidad y contemplan todas las situaciones posibles.
Estas reglas son aceptadas por todos. Se suelen introducir variantes acordadas en grupo que no suelen afectar a lo nuclear del juego. Algunas de estas variantes pueden quedar como permanentes en el grupo o lugar y ser transmitidas a la siguiente generación. De ahí las diferencias que dentro de un mismo juego se observan de un barrio a otro barrio, de un pueblo a otro pueblo o de una comarca a otra.
Los juegos con reglas son «el juego» por excelencia en el mundo infantil. Ponen en funcionamiento todos los recursos de la personalidad y se valen de los objetos más variados para su ejecución. Pueden utilizar como instrumentos desde el más rudimentario, como un pellejo de naranja, hasta otros más elaborados como un iturri. Otras veces no necesitan de instrumento alguno. Hay juegos para grandes espacios o para espacios reducidos, para buen tiempo y para días lluviosos. Algunos son de habilidad, otros de fuerza. Otros reúnen las dos cualidades. Los hay de azar, de lenguaje, rituales y mágicos, de adivinación, de escondite e intelectuales.
Los juegos infantiles tienen sus reglas definidas que se conservan en la memoria del niño y que son transmitidas oralmente.
Comúnmente, cuando uno de los participantes cree que se ha violado alguna de dichas reglas muestra su desacuerdo gritando: «arrenuncio».