Vejigas. Puxikak
Esta víscera interesa a los niños en cuanto que pueden preparar con ella un juguete. Hoy en día ya no se utiliza, pero en tiempos pasados venía a cumplir una misión similar a la que desempeñan los globos en la actualidad.
En Aldude, Donibane Garazi y Ezterentzubi (Ip) se la conoce por un término onomatopéyico: turruputuna. Como la vejiga no tenía una utilidad culinaria se dejaba de lado. Inmediatamente se inflaba y el orificio era cerrado y anudado mediante un bramante. Después se sujetaba al extremo de un pequeño bastón flexible, generalmente una rama de mimbre, y se dejaba secar durante unos días hasta que adquiriese un aspecto apergaminado y tirante.
Preparada de este modo, el arma que se obtenía tenía el aspecto de un mangual de los que se servían los guerreros de la Edad Media. Pero a diferencia de esta arma temible, la vejiga se podía lanzar contra la cabeza de cualquiera sin ningún peligro. El ruido sordo y repetido que producía la vejiga al rebotar y girar en el extremo de su cuerda está en el origen de su nombre turruputun.
Este juguete hacía su aparición a principios de cada año durante el periodo de fiestas de Carnaval. Entre risas y gritos las batallas de turruputun producían un jaleo infernal, hasta que un día terminaba por reventar.
En Zerain (G) se conocía por mazkurie y al igual que en las anteriores localidades de Iparralde tras inflarla y atarla, se sujetaba a un palo largo y se regalaba a los niños para que jugasen con ella.
En Abadiano (B) estas txerri puxikak se utilizaban unas veces como balones y en otras ocasiones se llenaban de agua y se lanzaban contra los compañeros para empaparlos.
En Bermeo (B) la vejiga, pusikie, de animales como las vacas se conseguía en el matadero y servía para juegos de persecución y de ataque entre los niños. Estas pusicas, como se les llamaba hablando en castellano, eran las mismas que, al igual que en el resto de las localidades, portaban los cabezudos cuando hacían su aparición en las fiestas para perseguir y golpear a los niños.