Fabricación de pelotas
En tiempos pasados las pelotas del tamaño de las utilizadas en el frontón se fabricaban en casa con cierta frecuencia ya que los niños carecían de las de cuero. Normalmente utilizaban un núcleo central de goma u otro material elástico para que botasen, después se recubría con lana o trapos y por último se fijaban estos materiales cosiéndolos o envolviéndolos con esparadrapo e incluso con cuero. Todas las operaciones eran realizadas por los niños aunque a veces recibían ayuda de los adultos, sobre todo en la última fase del cosido.
En Durango (B) partían de un núcleo elástico, potroa, en torno al cual se arrollaban hilos, lanas y trapos en la proporción ajustada para hacer una pelota más viva o más blanda. Después se recubría con tiras de cuero, recortadas sobre plantillas de papel y cosidas a mano.
En Ribera Alta (A) se tomaba un trozo de corcho o de neumático que se enrollaba fuertemente hasta formar una pequeña bola y se recubría con lana vieja, dándole forma esférica y apretándola lo más posible. Cuando se consideraba que ya estaba terminado el cuerpo de la pelota, se cosía el cabo para que no se desmadejase y luego se pespunteaba el resto con idéntica finalidad.
En Mendiola (A) las niñas las hacían de lana. Los niños las fabricaban con una pelota de goma envuelta con lana y posteriormente forrada con cuero cosido con hilo fuerte. En Moreda (A) con un gomón, hilo o lana, cosidas y forradas con esparadrapo y engrasadas con sebo. En Salvatierra (A) el núcleo era igualmente de goma, envuelto con lana hasta conseguir el tamaño deseado. Las buenas pelotas se forraban con cuero por el botero o el guarnicionero. En Artajona (N) se hacían poniendo en el interior un bolo o pelota pequeña de goma que botara mucho. Se envolvía con lana o trapos y por último se cosía. También en Izal (N) se hacían con hilo de lana que arrollaban sobre un pequeño armazón de goma.
En Valdegovía (A) se fabricaban con goma, lana, brea y esparadrapo. La mejor época para su elaboración era el verano ya que con el calor «sudaban» las carreteras pudiéndose recoger la brea que luego se disponía en la parte más interna de la pelota para endurecerla y evitar que botase mucho. Después se cubría con la goma, por encima con la lana y, si se consideraba que había salido bien, se forraba con esparadrapo para que durase más tiempo.
En Portugalete (B) se hacían pelotas de trapo, de papel y de lana. Las de trapo se elaboraban con trozos de tela que se iban enrollando sobre sí mismos dándoles forma esférica para después ser rematados con tela cosida. Las pelotas de papel se preparaban con papeles bien apretados y luego forrados con cinta aislante o esparadrapo. Las de lana se confeccionaban del mismo modo que un ovillo pero apretando constantemente los hilos. Después se envolvían con tela o cinta adhesiva. En otras ocasiones la lana se enrollaba sobre una pelota de goma maciza, de este modo botaba más.
En Lezaun (N) se cogía un pelotón que se forraba de trapo y por encima de éste se ponía una capa de lana de algún calcetín viejo. Después la madre solía encargarse de pespuntearla formando hexágonos con hilo de color distinto al de la lana utilizada, confiriendo así consistencia a la pelota. Para hacer el pelotón se utilizaba el de alguna pelota de cuero estropeada, al cual se denominaba «pelotón de intestino gato». Se hacía también con gomas de ligas o de neumáticos de bicicletas y más raramente con mocoborro, un hongo muy blando.
En Salinas de Añana (A) se utilizaba como núcleo unas hierbas que recibían el nombre de gomas de caracol, o en su lugar unas tripas que antes se habían pedido a los carniceros y que tras cortarlas en tiras se habían dejado secar al sol, o también unas gomas recogidas en cualquier parte. Después se forraba con lana o algodón, se cubría con un trapo o un esparadrapo y se daban unas cuantas vueltas para que no se desarmase. Luego, si se tenía algo de dinero, se podía llevar al zapatero para que la forrara.
En Lekunberri (N) se fabricaban con kixki, popularmente conocido como tripas de gato. Con este material, forrado de lana, se hacían pelotas que botaban muy bien.
En Elosua (G) utilizaban la membrana interdigital de las alas del murciélago para fabricar el núcleo. Luego se envolvía con lino o lana y al final se forraba con tela que se cosía.
En Elgoibar (G) empleaban las láminas de una seta a la que denominan isua: Juntando sus láminas, que son pegajosas, y exprimiéndolas bien soltaban un jugo y quedaban adheridas formando una pequeña bola; a continuación se cubría con lana de oveja, artilane, o con hilo de lino. También se hacían de este otro modo: Se envolvía un pedazo de corcho con algodón y todo ello se arrollaba con lana dejándolo lo más apretado posible. Una vez hecha la pelota al gusto de cada uno, se remataba cosiéndola para que la lana no se soltase.
En Garde (N) se han fabricado con diferentes materiales a lo largo del siglo. La más antigua se hacía formando una pasta llamada moco de cabra con productos gelatinosos junto con hierbas del monte. Después se cocía, se secaba y se forraba con hilo. Por último, la superficie se cosía con punto de festón. Posteriormente la pasta fue sustituida por trapos comprimidos y más tardíamente por gomas elásticas apretadas.
Lo que en Aoiz (N) se forraba con lana era una piedra. Después, para que no se desmadejase, se sujetaba con esparadrapo y por último se forraba con un trozo de cuero comprado que se cosía con liza. A veces, en sustitución de la piedra utilizaban una bola de goma.
En Muskiz (B) el núcleo lo constituía un pedazo de madera circular del tamaño de una moneda de veinticinco pesetas que visto de perfil tenía forma elipsoidal. Este núcleo se arrollaba con tiras de tripa secas hasta formar una bola del tamaño de una nuez; se llamaba «potro de tripa de gallina» y era el mejor que se conocía. A partir de aquí se seguía liando un hilo de lana o de algodón hasta que alcanzaba el tamaño adecuado. Se sabía con precisión cuál era éste cuando envolviendo la pelota con la mano, entre el dedo pulgar y el corazón quedara un espacio en el que cupiesen dos dedos. Por último se forraba con cuero o badana recortado en dos piezas con forma de ocho. Estas se cosían con una puntada que se llamaba «punto pelota» que no dejaba reborde y así evitaba hacerse daño en la mano. Para su conservación se frotaba con manteca de caballo o sebo.