Los cromos
El ejemplo más claro de coleccionismo es el de los cromos. En Gamboa (A) tienen constancia de que se inició a finales de los años cincuenta y principios de los sesenta. En Sangüesa (N) algo antes, en la década de los cuarenta.
En Galdames (B) se les denomina santos. En esta localidad guardan la designación de cromos para los papelitos estampados con dibujos de colores que se emplean en un juego, que se describe en otro apartado de esta publicación, en que los participantes tratan de voltearlos golpeándolos con la mano.
Los cromos se adquieren en tiendas o se obtienen de regalo en determinados productos, sobre todo alimentarios y golosinas. Ha sido habitual encontrarlos en tabletas de chocolate y aún lo es en chicles.
Desde su aparición, los cromos se han reunido en colecciones de temas variados como animales, cuentos infantiles, historietas, películas, personajes famosos, coches, etc. Actualmente proliferan los temas deportivos concernientes a futbolistas, ciclistas o jugadores de baloncesto. Para los más pequeños suelen estar basados en personajes televisivos de dibujos animados.
Una vez adquiridos se comprueba cuáles faltan y cuáles están repetidos. Estos últimos, los repes, sirven para realizar intercambios con otros chiquillos a fin de completar la colección. Los niños ordinariamente saben de memoria qué cromos les faltan y si no, llevan anotados sus números correspondientes en un papel o libreta.
Como en las colecciones, sobre todo a medida que se van completando, hay cromos que son difíciles de obtener y otros en cambio se repiten a menudo, el valor de cada uno es diferente, por lo que los interesados en un canje suelen negociar para llegar a un acuerdo sobre el intercambio.
Los cromos se pegan en álbunes o álbumes especialmente comercializados para tal fin por la misma empresa que lanza aquéllos al mercado.
En la actualidad las colecciones referentes a temas que se hallan de moda se suceden con gran celeridad. La consecuencia es que se suelen retirar sin dar tiempo a los niños a completarlas.