La cucaña
Otro juego propio de la celebración de ciertas festividades, al menos en algunas de las localidades encuestadas, es la cucaña. Básicamente consiste en trepar por un palo de varios metros de altura cuya superficie se embadurna con una sustancia que la hace resbaladiza, de tal modo que el que logra ascender hasta su extremo obtiene un premio. Este entretenimiento es más propio de jóvenes y adolescentes que de niños.
En Subijana (A), el día de San Pedro, fiesta del pueblo, se preparaba colocando en el centro del río un poste cubierto de grasa en cuya punta se ataba un pollo. Los jóvenes intentaban alcanzarlo trepando, cosa harto difícil de conseguir, por lo que la mayoría caía al agua.
También en Salinas de Allana (A), antes de la guerra civil, era típico clavar una cucaña bien untada de cera o sebo y con un gallo, dinero u otro regalo en su punto más alto.
En Portugalete (B) se coloca un poste de madera de unos cinco o seis metros inclinado y ligeramente elevado sobre la horizontal de manera que sobresalga la mayor parte sobre el agua, bien desde el propio muelle o desde una embarcación. Su superficie se enseba y en su extremo se ata una pequeña banderola. Los chavales tratan de alcanzarla caminando sobre él, de manera que los que resbalan van de cabeza al mar.
En Sangüesa (N) las cucañas se colocaban en dos posiciones. En la llamada Plaza del Prado, verticalmente con una bandera en la punta; en la presa del río Aragón, horizontales de modo que los que resbalaban cayesen al agua. Este entretenimiento se abandonó en la década de los cuarenta.