III. TRATOS NORMAS Y FORMULAS INFANTILES

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Hacia los seis o siete años el niño empieza a desprenderse de la protección maternal-familiar, hasta entonces permanente. En su mundo interior comienza a operarse un cambio con la aparición de los primeros esbozos del pensamiento lógico; eso que venía a llamarse comúnmente «uso de razón», con sus múltiples manifestaciones. El mundo de fantasía da paso a una percepción más realista y el niño es capaz de establecer relaciones entre distintas ideas y formular categorías. Paralelamente se le acrecienta la conciencia de que él solo no puede satisfacer las necesidades que se le plantean e instintivamente tiende a agruparse con niños o niñas de la misma edad.

El niño participa en la creación de la sociedad infantil. Esta socialización encuentra su máxima expresión en el grupo de amigos que perdura hasta los umbrales de la pubertad.

En torno al grupo o pandilla se va a desarrollar una verdadera micro-sociedad con toda la complejidad y riqueza de matices que cabe imaginar.

Por de pronto cada grupo infantil en particular y todos ellos en general, tienen normas de convivencia rígidas y aún tajantes. Determinados individuos, sobre todo con sus proezas físicas o con sus habilidades, conquistan un liderazgo que es aceptado por todos. Para ingresar en el grupo hay que cumplir determinados requisitos y una vez que se forma parte de él se comparten secretos inviolables. La fidelidad es elemento de máxima importancia y su quebranto es causa de expulsión o ruptura del grupo.

Se establecen lugares de reunión y la aspiración máxima de una pandilla será la construcción o habilitación de la txabola como sede permanente de encuentros, lugar de confidencias y refugio los días de mal tiempo.

Inevitablemente la sociedad infantil tradicional se articula en grupos diferenciados por sexos. En esta diferenciación de grupos caben matices. En la mayoría de los pueblos rurales la separación suele ser rígida. Si un chico juega con chicas será menospreciado y considerado como afeminado, marichica, y a la inversa, la niña que opta por juegos de los niños es considerada marimutil en el área euskaldun y marichico o marimacho en la mayor parte del territorio castellanoparlan te.

En las villas y núcleos urbanos caben más a menudo determinados juegos mixtos de chicos y chicas. Pero aún en estos centros hay algunas actividades que están vedadas para el otro sexo.

En cualquier caso los niños optan por juegos cuya característica predominante es la manifestación de la fuerza en forma de saltos, carreras, persecución, lanzamientos y luchas, mientras las niñas desarrollarán sobre todo juegos más sedentarios donde se prima la habilidad en la manipulación de objetos con las manos (tabas) o con los pies (Truquemé), amén de otros juegos de movimientos rítmicos o de representaciones, así como de lenguaje.

La sociedad infantil, al igual que la de los adultos, es por tanto un cuerpo organizado. Entre sus actividades ocupan un lugar destacado fórmulas rituales como las que se recogen seguidamente.