Otros métodos de elección
A continuación se detallan varios medios de elección particulares que corresponden a una o unas pocas localidades o que son exclusivas de algunos tipos de juegos.
En Viana (N) cada participante arrojaba una moneda o una canica en dirección a una raya trazada en el suelo tratando de arrimarla lo más posible. El que conseguía dejarla más próxima era el primero en el juego. A veces se tiraba hacia la base de una pared. Hoy en día ya no se practica.
Este mismo método ha sido muy empleado en los juegos de lanzamiento de monedas, canicas y objetos similares, tal como se verá en el capítulo correspondiente a dicho tipo de juegos. En ocasiones ha llegado a constituir un entretenimiento en sí mismo y con denominación propia.
En Portugalete y Zeanuri (B) cuando se va a desarrollar un juego en el que se enfrentan dos equipos, los cabecillas de cada cuadrilla utilizan un palo para establecer el privilegio de elegir los primeros. Los dos contrincantes lo sujetan por su parte inferior cerrando la mano en torno al mismo. Después van colocando alternativamente sus manos ascendiendo por él, de modo que siempre se hallen en contacto. Al llegar a la parte superior, el jugador al que le falta palo para agarrar es el que tendrá que elegir en segundo lugar.
En Portugalete (B) también «deshojan la margarita», además de con la función bien conocida de asignar una respuesta a dos posibilidades, como procedimiento para determinar quién se la queda o quién elige. Se arrancan alternativamente los pétalos de la flor y el que quita el último se libra o bien se encarga de elegir.
Además recurren a otro método en el que para determinar quién se la queda se utiliza una cerilla encendida. Los niños que van a tomar parte en el juego se disponen en círculo y se van pasando la cerilla unos a otros hasta que se le apaga a uno o la tiene que tirar porque le quema. Algunos chiquillos suelen retenerla en sus manos más tiempo del necesario para obligar a que se quede uno determinado o para que no se complete una ronda y les vuelva a tocar a ellos.
En Salinas de Añana (A) escribían en un papel tantos números como participantes hubiese, y a uno de ellos le marcaban una cruz. Cada jugador decía un número y el que acertase el marcado, ése pagaba. En Portugalete (B) apuntan en unos trocitos de papel tantos números consecutivos como jugadores. Tras elegir cada uno su papelito, la cifra anotada sirve para establecer el orden de participación en el juego. Otras veces se hace una marca en uno de los trocitos mientras que los restantes se dejan en blanco; al que le toca éste se la queda.
Para jugar a los bolos se ha recurrido a medios de elección característicos. En Gamboa (A), por ejemplo, para elegir los equipos, dos jugadores se enfrentaban entre ellos «al mejor de dos bolas», es decir, efectuaban dos tiradas y el que obtenía mejor resultado comenzaba a elegir a los componentes de su equipo, alternando en la elección con su contrincante. Este método, propio de mozos y adultos, era imitado por los niños cuando jugaban entre ellos.
Existen varios procedimientos más de selección que se explican junto con los juegos para los que se utilizan y que por tanto se hallan repartidos en otros capítulos.