Procedimientos de sorteo mediante fórmulas
Para practicar este método de selección tampoco se precisa ningún objeto. Los participantes en el juego se disponen en corro y uno de ellos se encarga de recitar las correspondientes estrofas o números. Antes de iniciar el sorteo, este niño suele sacudir la mano en el aire y después va señalando por turno a sus compañeros, incluyéndose él mismo y haciendo coincidir cada jugador con una sílaba o palabra. A veces les toca el pecho o simplemente les señala con el dedo. El niño al que le corresponde la última palabra se libra o bien debe quedarse, pararla o pagarla, dependiendo de lo que se haya decidido de antemano. Por ejemplo, si se desea realizar un sorteo rápido, el primero en el que recae la última sílaba de la estrofa es el que se queda. De lo contrario se libra, continuándose con el sorteo hasta que son eliminados todos menos uno.
Este procedimiento de elección, además de por el término habitual de sortear, se conoce como donar (Carranza-B, Apellániz, Gamboa, Salinas de Añana, Salvatierra-A), rifar (Laguardia, San Román de San Millán-A, Artajona-N) o echar el don-dín (Allo-N). En Sangüesa (N), el echar a suertes por cualquier procedimiento, no sólo por éste, para determinar quién se quedaba o se libraba, se llamaba lanciar.
En algunas poblaciones el encargado de efectuar el sorteo se dispone en el centro del corro y por lo tanto no se señala a sí mismo. En Allo (N), puestos los participantes en círculo, el encargado de «echar el don-dín» comenzaba declamando hasta que otro decía «¡basta!». Entonces, con una mano continuaba señalando alternativamente y por turno rotatorio a cada uno de los jugadores.
En Laguardia (A) una forma de rifar consiste simplemente en decir: «pim, pam, fuera». Se repite tres veces la fórmula y al que le recae el final sale fuera. Por ejemplo, si se disponen a practicar un juego para el que son necesarios dos equipos, los representantes o jefes de ambos bandos se encargan de la elección. El primero repite la frase en tres ocasiones y el niño al que le toque se tiene que ir con él. El segundo hace lo propio y así hasta formar las dos cuadrillas.
En Elgoibar (G) los niños comienzan diciendo frases como éstas: «pido rifar», «el que me quite la palabra es un ladrón» o «chinita libre», refiriéndose a que queda libre el que efectúa el sorteo. En Artajona (N), los pequeños suelen recabar la misión de elegir avisando: «yo rifo, el que me lo quite la para, con una torta en la cara y una patada en el culo».
Duny Pétré ha constatado en Baja Navarra (Ip) un peculiar procedimiento de efectuar el sorteo. El grupo de chicos que quiere jugar se reúne en un círculo juntando codo con codo. El que dirige el sorteo, que también forma parte del grupo, presenta su boina vuelta hacia arriba. Cada uno de los participantes engancha su índice en la badana de la boina tirando ligeramente para que ésta se mantenga horizontal. El niño encargado del sorteo comienza entonces a recitar una fórmula de eliminación. A cada palabra o sílaba pronunciada, según las necesidades del ritmo, toca con la mano que le queda libre un dedo índice diferente, comenzando por el suyo y siguiendo de derecha a izquierda. El chiquillo señalado a la vez que articula la última palabra se retira del corro. El sorteador comienza de nuevo y procede del mismo modo, incluso cuando se elimina él mismo. Así hasta que queda uno sólo, que será el que deba dirigir o quedarse durante el juego acordado.
En la época en que se utilizaban estas fórmulas las chicas estaban separadas de los chicos e incluso jugaban en patios de recreo diferentes. Además no solían usar boina por lo que para efectuar el sorteo se juntaban en círculo y la que dirigía el juego procedía a recitar una fórmula. Al pronunciar cada palabra tocaba el pecho de sus compañeras comenzando por el suyo y siguiendo la ronda. También tenían el recurso de pedirle prestada una boina a un compañero.
A continuación se ofrece una recopilación de fórmulas, una buena parte de las cuales han sido relatadas por informantes de avanzada edad, por lo que actualmente no son conocidas ni empleadas por los niños. Otras, en cambio, conservan plena vigencia.
Como se podrá observar, existen juegos que tienen sus propias fórmulas de selección. Por otra parte, algunas, sobre todo las empleadas por los niños pequeños, son muy simples.