Los animales domésticos
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Perros y gatos
Otro pasatiempo era perseguir perros y gatos, sobre todo a los primeros. Se preparaba un buen número de latas y botes vacíos atados a una cuerda y tras echar mano a un perro se le ataban al rabo. Al liberar al animal, éste huía armando una escandalera ante el regocijo de los niños. Algunos informantes comentan que a los canes, para que se acercasen, les engañaban ofreciéndoles pedazos de pan. En Valdegovía# represaliaban por este procedimiento a los perros agresivos y a aquéllos cuyos dueños habían realizado alguna acción contra los chicos. En Muskiz (B) escarmentaban así a los que seguían a las hembras en celo, con el fin de asustarlos y de que no volviesen a molestar.
Los niños de Artziniega (A) cogían de vez en cuando un chucho y le introducían una guindilla por el ano para ver cómo caminaba arrastrando los cuartos traseros por el suelo.
En Viana (N) jugaban «a encorrer los perros». Una cuadrilla de chicos armados con palos se distribuía por las calles de manera que a los abundantes perros que siempre deambulaban por ellas les cerraran la salida. No resultaba tan fácil pegarles pues pronto se escabullían, pero los chavales se divertían haciéndoles correr.
En Lekunberri (N) hacían «encierros». Un grupo de chicos y chicas comenzaban a correr delante de un perro y si éste les seguía, simulaban los encierros de Pamplona.
En Galdames (B) se juntaban dos grupos de chavales, cada uno con un perro, normalmente callejero, que tenían en común y los enfrentaban con el único fm de pasar el rato.
Los gatos también han sufrido las diabluras de los chiquillos. Los informantes de Barakaldo# y Sangüesa (N) comentan que ocasionalmente jugaban a arrojarlos al agua y en algunos pueblos alaveses les ataban cáscaras de nuez en las patas.
En Ezkio (G) a esta actividad la denominaban jocosamente katua perrau, herrar el gato. Se atrapaba uno y se le ponían en las garras medias cáscaras de nuez, intxaur-azal batzuk, llenas de pez, bikea, cogida de algún odre, zahagi. Después se le soltaba herrado de esta guisa en el tejado de la casa.
En Plentzia (B) se entretenían cazándolos a anzuelo, para lo cual utilizaban sobras de pescado como carnada. Al día siguiente los liberaban o los mataban a pedradas.
En Barakaldo (B) los capturaban colocando un tronco grueso y otro delgado en el suelo, inclinados y apoyados en el extremo superior a modo de puente. Debajo dejaban restos de pescado. Cuando se acercaba un gato a comer el cebo, los niños desde su escondite tiraban de una cuerda atada al palo delgado para que el grueso cayese sobre el animal.
Ordeñar cabras
En Viana (N) muchas casas tenían cabra. Un cabrero pagado por el municipio las sacaba todos los días en rebaño a pastar. Partían de un punto fijo, en el extremo del pueblo, a donde había que acudir de mañana para conducirlas y de nuevo a recogerlas cuando las retornaba. A veces volvían a casa solas y entonces los niños aprovechaban para encorrerlas e incluso para ordeñarlas. Había algunas que topaban, es decir, que acometían con los cuernos obligando a correr.
En San Martín de Unx (N) a esta misma diversión se le llamaba «A coger cabras». Cuando el cabrero regresaba con los animales al .pueblo y quedaban sueltos por las calles, unos mocetes los sujetaban por los cuernos mientras que otros trataban de ordeñarlos.
En Moreda (A) recuerdan que había dos bandas o cuadrillas de niños. Era costumbre que ambas tuviesen sendas casetas de ladrillo y barro junto al río, donde pasaban reunidas el tiempo libre. Para guardarlas era tradicional criar cachorros de perro que se alimentaban con leche de cabra. El rebaño de la villa, que lo constituía la cabaña caprina propiedad de los vecinos del lugar, regresaba al anochecer sin que el pastor estuviera obligado a conducir las cabras hasta sus respectivas casas. Este último trayecto que realizaban los animales solos era la ocasión que aprovechaban los chicos de cada cuadrilla para ordeñarlos y tener así algo que dar de comer a los perrillos. Este proceder ha estado vigente hasta hace pocos años en que desapareció el rebaño de Moreda.