El balancín o sube y baja. Gorabehera
El balancín consiste en una tabla, tablón, madero o tronco, apoyado aproximadamente por su punto medio sobre un objeto prominente que actúa de pivote. Con esta finalidad se aprovecha una piedra de buenas dimensiones, un muro de escasa altura, el caballete de aserrar leña, otro tronco o un montón de tierra.
Normalmente dos niños o niñas, y a veces más, se sientan frente a frente y a horcajadas sobre los dos extremos de la tabla. El peso debe ser equivalente a uno y otro lado del punto de apoyo para facilitar el balanceo. Puede ocurrir que a fin de equilibrarlo se siente en una punta un niño de más, si es menudo. En Elgoibar (G), cuando no consiguen distribuir los pesos, un chaval se sube al centro de la tabla y presionando alternativamente con sus pies contribuye a favorecer el balanceo. En Beasain (G) la diferencia de peso entre ambos participantes se compensaba corriendo ligeramente el punto central de apoyo de la rama.
Como ya es habitual, el juego recibe varios nombres además de balancín (Narvaja, Ribera Alta-A) y sube y baja (Durango, Portugalete-B, Laguardia-A, Garde, Murchante-N), o su equivalente euskaldun: igon da bejau (Elosua-G). En Salcedo (A) se denomina belimbión, balanceo en Laguardia (A), zamba en Obanos (N), bandeador en Sangüesa (N), bolindia en Allo (N), si bien en esta localidad llaman también así al columpio, trikute en Hondarribia (G) y txibilitabla en Obécuri (A). En Arrasate (G) se le conoce por balanceo y en euskera: balantzeta, gorabera o kukulankatie.
En Carranza (B) denominan chimbarse al movimiento repetitivo de subida y bajada que se logra con este artilugio, para diferenciarlo del generado en el columpio.
En Murchante (N), donde todos los años se construye para las fiestas una rústica y artesanal plaza de toros, una de las diversiones más concurridas en los días previos a la celebración es la de columpiarse con los maderos que van a servir para levantar la improvisada plaza. Señalan los informantes de esta población que es raro el año en que no hay algún brazo o pierna rotos.
En Sangüesa (N) era normal en las primeras décadas del siglo que hubiese muchos maderos por las calles, traídos en almadías por el río Aragón. Chicos y chicas aprovechaban los más cortos para balancearse a la vez que recitaban esta copla:
- Trampas vienen, trampas van,
- a Rocaforte van a parar.
En Apodaca (A) cantaban esto otro: «Arriba, abajo, uh, uh, sube, baja».