Juegos de deslizarse. Labainderia
Con anterioridad a la generalización de los toboganes en parques públicos y áreas recreativas para niños, la afición a deslizarse se satisfacía en cualquier terreno inclinado aun a costa de estropear los propios pantalones y a pesar de las regañinas que siempre aguardaban al regresar a casa.
Este entretenimiento se denominaba en Garde (N) «A tirristrar», «A chirristrarse» en Obanos (N) y «A forristrar» en Artajona (N). En Narvaja (A) «A resbalarse», en Moreda (A) «A los patines», en Galdames (B) se conocía como «El escurridizo», en Murchante (N) «Al esbarizaculos», en Allo (N) recibía la designación, más particular, de «Patinar por el ribazo», y en Elosua (G) «Labainderia».
Era un juego propio del periodo estival y exclusivo de niños, aunque no faltaban chicas atrevidas que se animaban a practicarlo.
En Moreda, al igual que en las demás localidades, consistía en deslizarse por una pendiente apoyando el trasero en el suelo o bien en cuclillas resbalándose con los pies. En ocasiones se sentaban sobre plásticos. Además regaban con agua, e incluso con su propia orina, la tierra de la rampa a fin de facilitar el deslizamiento.
Los chicos de Artajona recorrían las afueras del pueblo eligiendo las ezpuendas o ribazos más idóneos y altos. De no perdurar los forristorios de años anteriores se abrían nuevos surcos con piedras y después se echaba agua. Los más decididos comenzaban a deslizarse en cuclillas sobre los dos pies, uno delante del otro, hasta que lograban domar el cauce y dejar el forristorio listo para su utilización. Para deslizarse, los jugadores se disponían en fila y cuando el cauce se secaba, vertían más agua u orinaban desde la parte más alta.
En Galdames (B) se hacía también una especie de canal en terrenos con algo de pendiente. Echaban agua y se resbalaban agachados, colocando un pie delante del otro a modo de patín.
En Allo (N), varias generaciones de muchachos frecuentaron un mismo ribazo que bajaba hasta la carretera de Estella. Llegó a estar tan apisonado por el uso que el deslizamiento resultaba sumamente fácil.
En Narvaja (A) preparaban con agua una superficie resbaladiza en las eras de las casas. También aprovechaban algún desnivel del terreno. No se permitía deslizarse a los que calzaban botas con clavos o tachuelas, pues arañaban la superficie lisa de la pista haciéndola impracticable.
En Eugi (N) un grupo de muchachos elegía una pendiente con hierba, la mojaban con agua y agachándose hasta apoyarse sobre los pies y disponiéndolos uno por delante del otro, se deslizaban por ella.
En Garde (N) fue un juego muy típico hasta los años sesenta. Subían al monte y para resbalarse por los terrenos se sentaban sobre ramas de boj.
Otro entretenimiento consiste en colocarse en la parte más alta de un prado y apoyando la cabeza sobre la hierba, dar volteretas hasta bajar al fondo de la cuesta. Quien lo logra en el menor tiempo es el ganador. En Lezama (B) a este jueguecillo se le conoce como bolatiñak egin. En Zerain (G) y Goizueta (N) llaman a este entretenimiento zilipurdika[1]. Si las vueltas las dan de costado en Zerain se denomina itzulipurdika.
Los niños encuentran cuando nieva otra ocasión idónea para jugar a deslizarse. Sin necesidad de grandes preparativos previos y ayudados de trineos apropiados, o ante su inexistencia, que es lo habitual, con todo tipo de lonas, tablas, cajas y mejor plásticos, se deslizan raudos sobre la nieve sin tener siquiera que buscar pendientes acusadas.
En Lezaun (N) recuerdan que cuando caían fuertes heladas se acudía a la Balsa Grande a patinar. Se tanteaba la dureza del hielo y después se jugaba sobre él, cruzando la balsa de lado a lado.
- ↑ En Lezaun (N) denom inan “hacer chilimpurdis” al juego que se describe en el capítulo Juegos y canciones para la primera edad, consistente en que un adulto dé una voltereta a un niño pequeño.