Juegos con alfileres y palillos
Utilizando los alfileres[1] como instrumento de juego se trata básicamente de hacerse con los de los demás participantes observando unas normas o reglas que difieren poco de unas localidades a otras. Eran practicados primordialmente por las niñas que valoraban los alfileres según sus características. Así en Allo (N) los de cabeza negra valían el doble que los de cabeza blanca. En Amézaga de Zuya (A) eran muy apreciados los cocotones, de cabeza de cristal de agua. En Murchante (N) se usaban alfileres de cabeza gruesa y de diferentes colores.
Los alfileres se guardaban en unos alfileteros o acericos que los confeccionaban las propias niñas. En Allo se conservaban hincados en unas petacas realizadas con papel de colorines o de periódico. Se hacían dos tiras de varias capas de papel que se iban doblando y plegando entre sí, poniendo una en sentido vertical y la otra en sentido horizontal hasta quedar sueltas dos solapas que se enlazaban finalmente dentro de los dobles. Así, resultaba un grueso cuadrado de papel en el que se alojaban las agujas. Había otras petacas con forma de triángulo, que además de ser más difíciles de preparar, su capacidad era menor.
En San Martín de Unx (N) los niños se servían de unos cuadros que hacían con papel, cortando unas tiras de 30 cm. de longitud y 8 cm. de anchura aproximadamente. A una de estas tiras se le doblaban dos solapas de unos 2 cm. de anchura hacia adentro. A la otra, tan solo se le doblaba una. Cada tira debía doblarse en cuatro partes iguales, para guardar la proporción entre ellas, ya que debían liarse. La envoltura debía hacerse así: se toma el extremo de la segunda tira y se hace encajar bajo la solapa de la otra; se pasa por detrás la segunda tira y se dobla; se da otro doblez para tapar la solapa de la primera tira, que queda debajo; con la primera tira se da dos dobleces sobre la segunda, fajándola; la solapa del extremo de la primera tira se encaja en el pliegue con el que coincide; al quedar el extremo de la segunda tira libre, se hace encajar su solapa con el pliegue restante; así resulta un cuadro bien grueso, en cuyas aristas se irán metiendo las agujas del juego.
Petacas similares se han confeccionado en Aramaio, Laguardia, Salvatierra (A) y Viana (N). En algunas localidades alavesas y navarras (Amézaga de Zuya, Salvatierra, Viana) esta bolsita recibe el nombre de perilla. En Murchante (N) la llamaban puchín, cuchín o alfiletero.
Entre los juegos de alfileres hay unos en los que la primacía corresponde a la habilidad de las manos pues se trata de ir empujándolos para montarlos sobre otros y se practican sobre una superficie lisa. Un segundo grupo de juegos consiste en arrojar una piedra u otro objeto sobre un montón de tierra o arena en el que están escondidos los alfileres intentando descubrirlos, en ocasiones probando acertar la posición en que aparecen. Finalmente existe un tercer grupo en que se lanzan los propios alfileres, agujas o palillos al suelo separándolos y cogiéndolos sin mover ni tocar los otros.
Estos juegos estuvieron en boga en la primera mitad de siglo y las personas encuestadas señalan que han ido cayendo en desuso en los últimos años.
A montar alfileres. Orrazka
Al polvete
Agujas al montón
A esconder alfileres
Al monto
A los palillos
- ↑ Otros juegos de alfileres: vide capítulo Juegos de Adivinar.