La lotería
Este juego es un modesto precedente del actual bingo. Para practicarlo se utilizaban unas tablillas o cartones numerados y unos tacos o bolitas de madera con un número grabado. Las tablillas se repartían entre los participantes y a continuación uno de ellos extraía bolas a la vez que cantaba sus números. Dependiendo de la cantidad de tablillas repartidas, un número podía ser de un sólo jugador o de varios por lo que al primero en gritar «¡yo!» o «¡mío!» se le adjudicaba el número cantado. Cuando alguno de los niños completaba su tablilla ganaba la partida. Este juego también se practicaba conjuntamente con adultos o entre éstos exclusivamente y ya se conocía por los años treinta.
El juego de «La lotería» era muy practicado en muchas casas de Garde (N) durante el invierno, cerca del fogón. A las fichas se las denominaba teruelos y la forma de cantar que estaba en función de los números seguidos que cada participante iba completando era la siguiente: dos «ambo», tres «terno», cuatro «cuarto» y cinco «quina».
En Lezaun (N) los chicos y chicas jugaban generalmente con algunas mujeres. Cuando se sacaban los teruelos no se cantaba directamente el número que indicaban sino que muchos de ellos tenían su nombre particular, así:
— El 1: «El único remedio pa quitar la Gaguera a los gatos».
— El 2: «La patita el perro».
— El 12: «Mediodía».
— El 13: «Carasucia».
— El 14: «Cagatorcido».
— El 15: «La niña bonita».
— El 22: «Las monjas de rodillas».
— El 24: «Mozo de Ugar».
En Obanos (N) determinados números también tenían su apodo. En Monreal (N) jugaban con diez o doce cartones similares a los actuales del bingo. Uno de los jugadores cantaba los números en alto y el resto los señalaba en el cartón. No había bolas. Este juego era muy común. Se comercializó en los años cuarenta y constaba de cartones y fichas (Durango-B). Tanto la lotería como el parchís solían pedirse a los Reyes Magos.