A las estatuas. A stop
Genéricamente en estos juegos el perseguido cuenta con una fórmula que puede ser una palabra, un gesto, o simplemente detenerse y así evitar momentáneamente el acoso del perseguidor, para más adelante poder ser librado por un compañero.
Tal es el caso del juego de «Las estatuas» que en Amézaga de Zuya y Salvatierra (A) juegan de la siguiente manera: Se la queda un jugador que debe ir a dar a los restantes. Si uno de los que estaba libre y corriendo veía que le iban a dar podía quedarse quieto gritando «estatua» con lo cual no podía ser dado, pero tampoco moverse hasta que un compañero suyo pasase por debajo de sus piernas. Si todos se convertían en estatuas se quedaba en el próximo juego el primero en haber adoptado esa postura.
En Moreda (A) llaman «Stop» a un juego similar en el cual el que va a ser capturado debe pronunciar la palabra «stop» para no quedársela, aunque tiene que ponerse con los brazos en cruz y esperar a que otro jugador lo libere bien dándole la mano o bien pasando por debajo de sus piernas. Si llega el caso de que todos los jugadores menos uno han dicho «stop», el último jugador no tendrá esa oportunidad, de manera que deberá liberar a alguno de sus compañeros para no ser pillado.
También se practica de modo parecido en Mendiola (A); Muskiz, Portugalete (B) «Quieto parao»; Elgoibar (G); Obanos y Sangüesa (N). Bermeo (B) «A stop», Abadiano (B) «Abarro», y Arrasate (G) «Stop» y «Stop inglés».
En Hondarribia (G) se ha recogido el «Juego del tomate» en el que cada jugador se mueve y corre dentro de un recinto o área, y cuando el para grita: «¡tomate! », todos tienen que quedar inmóviles tal y como están; el que se mueve queda eliminado.