Modalidades de juego

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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En cuanto a las formas de jugar a la trompa, la más sencilla era lanzarla al suelo para que bailara y ver cuánto duraba sin caer. También se hacían competiciones y ganaba aquél cuya trompa se mantuviera más tiempo bailando. Esta manera de jugar es común a todas las localidades encuestadas y en algunas se le conoce con un nombre específico: Busturia, Gorozika (B) y Aramaio (A) «Tronpaka»; en esta localidad alavesa también «Zibaka,»; Ezkio (G) «Zibajokua»; Elosua (G) «Erremota»; Oragarre (Ip) «Jantzarika»; Portugalete (B) «Al natural»; Artajona, Lekunberri, Monreal y Sangüesa (N) «A la trompa» y en la última localidad navarra también «Al peré».

Lanzando la trompa. Getxo (B), 1993. Fuente: Jon Elorriaga, Grupos Etniker Euskalerria.

La trompa ofrece la posibilidad de jugar de forma individual, poniendo a prueba la habilidad de cada uno, tal como ocurre cuando se tira y se recoge con la palma de la mano (Artziniega, Laguardia, Valdegovía-A; Elgoibar-G; San Martín de Unx-N). En Laguardia (A), aparte de cogerla con la mano se intenta hacerla bailar encima de una raya y en Artziniega y Valdegovía (A) hacerla saltar o lanzarla a lo alto ayudándose de la cuerda.

En la década de los veinte se recogió en Durango (B) un juego denominado «Eurak», los mismos, en el que se apuestan los mismos trompos. Cuando los dos jugadores contendientes están preparados con sus respectivos trompos, dice un tercero: «Bat, bi... , iru», y en este momento ambos lanzan sus trompos. El dueño del que ha permanecido más tiempo de pie se apodera del trompo del adversario[1].

Bailar la trompa en un círculo

Aparte de la forma de jugar descrita que era muy común se han recogido otras modalidades del juego de la trompa practicadas por los niños. Una de ellas consistía en dibujar en el suelo un círculo algo grande adonde los jugadores lanzaban sus trompas. La que no bailaba o lo hacía fuera del círculo, se metía dentro de éste y cuando otro jugador, lanzando la suya, conseguía sacar una del recinto circular, bailando la suya, pasaba a ser de su propiedad. Se ha constatado en Vitoria (A) donde se le denomina «A trompos»; Salinas de Añana (A) «Al trompo»; Durango (B) «A trompas»; Mendiola (A) «Al corro»; Lanestosa, Portugalete (B) «Raspióri»; Bermeo (B) «Trónpoka»; Beasain y Elgoibar (G) «Tronpia».

En Artziniega (A) el juego consistía simplemente en lanzar la trompa dentro de un círculo dibujado previamente en el suelo.

En San Martín de Unx (N) al lugar donde se jugaba se le llamaba corronchico. En Galdames (B) el círculo de juego era conocido como garza y se jugaba «Al rompetrompas» que consistía en que las trompas que no danzasen o no tocasen el círculo se quedaban en su interior, sirviendo de blanco a las demás. Como resultado muchas de las trompas acababan rompiéndose. Esta variante se llama en Busturia (B) «Tronpaka», en Muskiz (B) «A los mecos», en Portugalete (B) «Al piconazo» o «Al rompetrompas» y en Mendiola (A) «Al puyazo». En Plentzia (B) este juego también se conocía como «Rompetrompas» pero se trataba de tirar a romper las trompas que salían del círculo.

En Carranza (B) a esta modalidad se jugaba con los trompos y se conocía como «A matar al corro». En esta misma localidad existe otra variante denominada «A matar bailando» que consiste en lanzar la trompa contra otras que aún estén girando. Los agujeros que se hacían con el clavo de una trompa a otras se llamaban picotazos y los fragmentos de madera arrancados coscanos. En Sangüesa (N) golpear una trompa con otra era dar un ñeque.

En Garagarza-Arrasate (G) para practicar esta modalidad se usaba un trompo que no llevaba apéndice en su vértice superior y en la base en lugar de punta hierro-bola iba provisto de una púa en forma de lanceta para poder romper el trompo del adversario.

En Salvatierra (A) se practicaba en grupo otra modalidad en la que cada jugador utilizaba dos trompos, uno bueno y otro para recibir los canes. A la acción de no lograr bailar el trompo se llamaba morra. Se marcaba un círculo en el suelo y otro concéntrico en su interior. Se lanzaba el trompo desde una raya situada aproximadamente a dos metros del centro. El que situara su trompo más en el centro iniciaba el juego. El que lo hubiera dejado más alejado había de poner el suyo en el círculo central. Se lanzaba directamente sobre el trompo situado en este círculo interior y quien lograra sacarlo del mismo, ganaba un can. Si el trompo quedaba girando en la corona, se cogía con la mano, mientras estuviera bailando, y había una nueva oportunidad de lanzarlo contra el trompo para sacarlo, ganando igualmente un can si se lograba hacerlo. El trompo que quedara en el círculo menor relevaba al que hubiera estado anteriormente. Si no se lograba hacer bailar el trompo, se perdía ese turno. El juego terminaba cuando uno de los jugadores conseguía el número de canes acordado. Si el juego se hacía con monedas, que era mucho menos frecuente, ganaba el que más consiguiera y se terminaba al sacarlas todas del círculo.

En Bilbao (B) en lugar de un círculo se dibujaba un cuadrado y al juego se le llamaba «Al clavazón» y se trataba de golpear las trompas que hubieran quedado dentro del cuadrado.

En algunas localidades se han recogido otras variantes en las que se prescinde del círculo. Así en Salvatierra (A) participan dos jugadores que lanzan sus trompas, la del uno contra la del otro. Comienza uno echando el trompo adelante, lo más lejos que pueda, y el segundo sale desde el mismo punto de partida tratando de darle, procurando además que quede su trompa alejada en caso de fallar. Cuando se logra golpear la trompa del contrario se hace caldo y se gana un can. Se proclama vencedor el que obtenga más canes y podrá golpear tantas veces sobre la trompa del perdedor como canes haya conseguido. En Laguardia (A) cada jugador lanzaba su trompa contra la del otro. En Allo (N) también obraban de igual modo y a veces las tiraban con tal fuerza que muchas se agrietaban e incluso se partían.

Bailándola en la mano. Bilbao (B), 1993. Fuente: José Ignacio García Muñoz, Grupos Etniker Euskalerria.

En Hondarribia (G) se conoce una modalidad denominada «A pegar». Tras un sorteo, el que pierde es quien arroja la trompa en primer lugar y luego los demás tiran las suyas encima de la de aquél para intentar con el golpe romper la de su compañero.

Lanzar la trompa sobre monedas o chapas

Otra variante del juego de la trompa consiste en poner monedas en el interior de un círculo y después de hacer bailar la trompa en el suelo, cogerla con la mano para lanzarla contra las monedas procurando sacar del corro el mayor número de ellas. Se ha recogido en numerosas localidades: Bernedo, Moreda, Salcedo, Salinas de Añana, Salvatierra (A); Amorebieta-Etxano, Bilbao, Busturia, Durango, Galdames, Getxo, Gorozika, Portugalete (B); Hondarribia, Telleriarte (G); Izurdiaga y Viana (N)[2].

En casi ningún lugar han mencionado que recibiera un nombre específico sino alguno de los genéricos ya citados de «Tronpaka», o «A la trompa», indicándose al emprender el juego la modalidad concreta que iba a practicarse. En Carranza (B) se le llamaba «A sacar la perrica». En Bilbao se conocía además de la de monedas, una variante que se denominaba «A la garza» en que se sacaba de un cuadrado billetes de cartón de tren.

En Garagarza-Arrasate (G) para este juego se usaba un trompo, txiba, que llevaba un apéndice de madera, kankarra, en uno de sus extremos y el vértice terminaba en un hierro de punta bola.

En Lanestosa (B) los muchachos eran muy aficionados a una variante llamada «A las chapas». Los participantes trazaban una raya en el suelo y cada jugador colocaba allí una chapa. Para hacerla avanzar la iba golpeando mediante lanzamientos de trompa de modo que la púa de hierro diera adecuadamente en ella. Se proclamaba ganador el que lograse de este modo llevar primero la chapa a la pared o al final del recorrido establecido.

En Muskiz (B) este juego se denomina «A la carrera» y lo que empujan son monedas. Se marca una raya en el suelo y en ella se colocan tantas monedas como jugadores. Se hace otra raya a unos metros de distancia que es la meta. Se va tirando de uno en uno y cada cual va empujando su moneda todas las veces que pueda mientras la trompa siga bailando dándole picotonillos que consiste en coger la trompa según baila y tirarla contra la moneda para que el clavo la vaya desplazando hacia la meta. También se recurre a la papada: cuando a la trompa le quedan pocas vueltas para pararse se la coge en la palma de la mano, se le da unos movimientos de mareo y se lanza contra la moneda, pero esta vez tratando de golpearla con la madera que es con lo que más se desplaza la moneda. Si están las monedas en juego, el que primero llega a la meta se queda con todas y se reanuda el juego.

En Portugalete (B) se empujaban monedas o chapas y recibe el nombre de «Acabuco-papada». En Gorozika (B) además de jugar a lanzar txakurtxikiak (moneda de 5 cts.) también lo hacían con arandelas y nueces. En Viana (N) introducían en el círculo diez perras gordas.

En la década de los veinte era conocido con el nombre de «A caminar» un juego en el que dos participantes hacían correr, uno hacia la izquierda y otro hacia la derecha, alternativamente, una chapa o moneda. Se decía dar coreada si se pegaba a la moneda con la punta y corpadón si con el grueso de la trompa[3].


 
  1. Alejando URIGOITIA. “Folklore. Juegos infantiles” in Euskalerriaren Alde, XIX (1929) p. 247.
  2. Rosa HIERRO. “Del mundo infantil. Los juegos de los niños” in Euskalerriaren Alde, XIV (1924) pp. 133 y 134. Lo recoge con el nombre de “Al corro”.
  3. Rosa HIERRO. “Del mundo infantil. Los juegos de los niños” in Euskalerriaren Alde, XIV (1924) pp. 133 y 134.