Las muñecas. Panpinak
Para la fabricación artesanal de las muñecas se han empleado diversos materiales cuya naturaleza ha variado con los tiempos, siendo predominante la tela.
La elaboración de muñecas de trapo ha estado muy difundida y en una época constituyó la única posibilidad de disponer de este tipo de juguete. La calidad de cada una dependía fundamentalmente de los materiales utilizados y de la destreza manual de la niña encargada de coserla. A menudo era ayudada por su madre o hermanas mayores sobre todo si por su edad no era capaz de fabricarla sola.
Para la elaboración de las muñecas de trapo en Ribera Alta (A) empleaban lana, trapos viejos y pinturas de colores. Se hacía una pelotita con la lana de algún calcetín viejo, se colocaba la misma en el centro de un trapo, se rodeaba con él y luego se ataba una cuerda de manera que la pelota fuera la cabeza y el resto del trapo que quedaba colgando, el cuerpo de la muñeca. Después se le dibujaban todos los rasgos de una cara.
En Lezaun (N) el cuerpo y la cabeza se hacían con dos trozos de trapo cosidos y rellenos del mismo material. La nariz, los ojos y la boca se marcaban con unas puntadas. Para hacerle los brazos se cruzaba un palito en la unión de la cabeza y el tronco y se cosía. Este palito podía ser forrado a su vez con tela. Posteriormente los brazos pasaron a hacerse también de tela y cosidos al cuerpo.
En Zerain (G) preparaban la cabeza con tela de color claro y al cuerpo le procuraban dar forma alargada. Con hebras de lana se simulaba el pelo, y los ojos, la nariz y la boca se pintaban con carbón vegetal. Después, con otros trozos de tela, les hacían vestidos y capas para cubrirlas.
En Salinas de Añana (A) una vez hecho el muñeco de trapo le cosían los ojos con hilo negro, la boca con hilo rojo y la nariz con amarillo.
En Galdames (B) utilizaban de relleno trapos, lana, «caloca o calzas de borona», esto es, brácteas de mazorcas, paja, etc. El pelo lo confeccionaban con lana.
En Aezkoa (N) las muñecas de trapo o panpinak se elaboraban con trapos viejos y una patata por cara.
En Aramaio (A), para las muñecas, muñekiek, empleaban tela negra en los ojos y lana e hilo en el pelo.
En Garde (N) las hacían por un procedimiento más primitivo. Colocaban dos palos en cruz para formar el cuerpo, y para la cabeza preparaban un patrón con tela y lo rellenaban de paja. Luego le cosían dos botones a modo de ojos y con lana le hacían el pelo. Los vestidos dependían del gusto de cada niña.
En algunas localidades las muñecas de trapo tenían un cierto carácter de improvisación. En Izurdiaga (N) se retorcía un trapo grande y cuadrado de modo que las esquinas formaban los brazos, la cabeza y la falda. En San Martín de Unx (N), donde recibían el nombre de popiñas, también las hacían doblando un trapo y en Lekunberri (N) enrollando una toalla. En esta última localidad las preparaban además con un palo forrado o tapado con un trapo.
Las muñecas se han fabricado además de con trapos con materiales más precarios. Así, en San Román de San Millán (A), donde antaño eran de trapo y cartón, en algunas casas pobres, se hacían con una patata alargada o una remolacha a la que se le daba forma y se vestía con trapos.
En Zerain (G) el modelo más antiguo consistía en un tronco de madera no muy grueso de unos 35 cm. de largo con dos ramas naturales o clavadas a unos 10 cm. de una de las puntas. Con un trozo de tela se le hacía un manto al que se cosía en el borde una puntilla. Con él se cubría el tronco, que se llevaba reclinado en el brazo. En Elosua (G), también aprovechaban un madero de los utilizados para encender el horno, al que envolvían con una toalla o un trapo.
Las mazorcas de maíz también han sido sustituto de la muñeca convencional en Zerain. Las niñas entraban en los maizales maduros y elegían las mazorcas más bonitas y con las barbas del color que más le gustase: rubio, pelirrojo, marrón. Luego servirían de cabello de la muñeca. Se separaban de la caña y se les hacían vestidos con hojas de roble cosidas con pequeñas ramitas o espinas. Esta costumbre fue común hasta hace unos 30 años.
Otro material ha sido el cartón. En Ribera Alta (A) una muñeca de cartón consistía simplemente en un dibujo coloreado en cartón y posteriormente recortado. En Hondarribia (G), al igual que en otras localidades, también las han conocido de cartón-piedra y en Llodio (A) de caucho.
Si en la casa había alguien que supiera trabajar la madera, lo cual era bastante usual en las zonas rurales, no era raro que le hicieran a la niña una muñeca más consistente a la que se le pintaba cara, pies y manos.
En Ribera Alta (A) también aprovechaban una piedra cuya forma se asemejase lo más posible al cuerpo de un bebé. Después la forraban con ropas para simular la muñeca.
A modo de ejemplo de las variaciones que han experimentado los materiales de los que están hechas las muñecas citamos la evolución que han sufrido en Laguardia (A). A comienzos de siglo las muñecas en esta localidad eran de caucho; también se hacían de trapo, pintándoles la cabeza y los ojos. A medida que avanzó el siglo comenzaron a ser de cartón; otras tenían la cara de porcelana con rasgos orientales y el resto del cuerpo de trapo. Después se incorporaron las de cartón-piedra, pero esta variedad se añadió a las anteriores ya que no se perdió la tradicional muñeca de trapo. A mediados de siglo las niñas también confeccionaban muñecas de jaboncillo, que les daban en la farmacia.
A pesar de que durante las primeras décadas de este siglo las muñecas se fabricaban artesanalmente en las propias casas también se compraban en alguna ocasión, aunque esto dependía lógicamente del poder adquisitivo de la familia. Una informante de Hondarribia (G) nacida en 1906 recuerda que siendo niña le regalaron por su cumpleaños una muñeca preciosa, pero para su desgracia el mismo día la colocaron en la cómoda de su cuarto y le prohibieron cogerla. Tan sólo los días en que cumplía años le regalaban algún vestido para la muñeca y le permitían jugar un rato con ella.
Las niñas también preparaban cunas y camas para sus muñecas. En Apodaca (A) aprovechaban para tal finalidad la media fanega o el cuartillo, poniendo la paja de la panocha de jergón. Algún trapo o arpillera viejos hacían las veces de manta y pañales.
En Aria (N) algunas veces los padres les hacían pequeñas cunas de madera, otras eran simples cajas de cartón. En Gamboa (A) también el padre o algún otro familiar cercano que tuviese buena mano con la carpintería les hacía cunas y carritos.
En las décadas de los setenta y ochenta han ido proliferando un sinfín de muñecas de materiales plásticos que imitan la piel y el tacto de la carne humana. Disponen además de pelo sintético que las niñas pueden lavar, secar y peinar. Cada fabricante lanza sus protagonistas con nombre propio para diferenciarlas de las de la competencia, y también saca al mercado todo tipo de vestidos, trajes, armarios para guardarlos, camas y demás mobiliario, así como esquíes, bicicletas, etc. Muchas de estas imitaciones de bebés, niños o adultos pueden abrir y cerrar sus ojos, andar, llorar, hablar, cantar, orinar, etc.
A la par de las muñecas descritas también se han comercializado otras que se caracterizan por estar dibujadas en papel junto con sus vestidos, zapatos y demás accesorios. Se conocían y conocen por el nombre de recortables ya que la figura viene unida por unas pequeñas tiras a su vestimenta, en una lámina que hay que recortar. Estas tiras se doblan hacia atrás y sirven para sujetar los vestidos sobre el cuerpo del muñeco dibujado.