Lanzamiento de chapas metálicas, tacos de goma o piedras

De Atlas Etnográfico de Vasconia
Saltar a: navegación, buscar

En el capítulo dedicado al lanzamiento de monedas, en concreto en el punto referente al derribo de monedas de un pedestal, se han recogido varias versiones en las que el objeto con el que se lanza es una chapa metálica o una piedra plana. Estos mismos elementos, además de tacones o suelas de zapatos retocadas, aparecen relacionados con los juegos en los que se deben extraer cromos de una figura geométrica. En el apartado inmediatamente anterior también se mencionan estos objetos.

Uno de estos juegos recibía en Portugalete (B) el nombre de «A petacones» o «A chapas». Se empleaba un tacón o suela de zapato al que se le solía raspar o lijar los bordes para que se deslizase mejor; también chapas finas de metal e incluso arandelas grandes de hierro a las que se llamaban champlones. Una forma de jugar era «A taco y palmo» consistente en que los participantes, desde un punto de salida determinado, debían intentar golpear con su chapa la del contrincante. Al golpe en sí se le denominaba taco y para que la jugada resultase válida, la separación de las chapas tras el mismo no debía ser superior a un palmo medido con la mano. Cuando se perdía se solía pagar con canicas, güitos o billetes de tren. También se podía jugar de la misma forma únicamente al taco.

La versión anterior se rige por las mismas reglas que una modalidad ya descrita entre los juegos de canicas y denominada del mismo modo: «A taco y palmo».

Al igual que en Portugalete se practicaba en Durango (B) donde recibía idéntico nombre y se ejecutaba con chapas y en su defecto con tacos de goma o cantos rodados. Al final se pagaba en baturros, esto es, en tapas de cajas de cerillas. También practicaban otro entretenimiento denominado «Taco a la pilastra» consistente en golpear la chapa del contrario y desplazarla lo más lejos posible. Esta distancia se medía por ankas, pies y en función de la misma se obtenían más o menos baturros.

En Muskiz (B) un juego similar recibía idéntica designación de «Taco y palmo». Se jugaba con unas piezas denominadas tangos consistentes en un taco de goma o una chapa de hierro, bronce o plomo y en caso de no disponer de estos materiales, en una piedra plana o el tacón de un zapato.

Carrera de iturris. Getxo (B), 1993. Fuente: Jon Elorriaga, Grupos Etniker Euskalerria.

En Artajona (N) conocían una modalidad denominada «A chapas» del tipo de las de sacar piezas de un hoyo. Fue practicada principalmente por muchachos y chicos hasta mediados de este siglo y para ello utilizaban unos hierros triangulares de los trillos que era lo que denominaban chapas. Cada jugador depositaba varias en un agujero o zulo. Después, con los pies dispuestos a ambos lados del hoyo, uno a uno iban lanzando otra chapa hacia una pared intentando aproximarla al máximo. Una vez establecido el turno de participación en función del grado en que cada uno había logrado acercarla, la «picaban» en una piedra de la pared tratando de que cayera cerca del zulo. Desde el punto donde quedaba, cada jugador la tiraba con fuerza sobre las del hoyo tratando de sacar el mayor número.

Otra forma de jugar a las chapas o champlones practicada en Portugalete (B) es la denominada «Al piano». Se traza una raya en el suelo y en sus extremos se marcan otras dos pequeñas, perpendiculares a la anterior. En la mitad de la línea mayor se dibuja adosado un pequeño recuadro al que se denomina piano. Los champlones se tiran desde otra raya situada en el lado opuesto al recuadro. El que lo deja más próximo a la primera línea o sobre ella es el ganador, pero si alguno consigue introducirlo dentro del cuadro se dice que «ha hecho piano» y se le paga el doble.

Unos peculiares elementos de juego fueron ciertos objetos planos de plomo, lisos por un lado y en relieve con diferentes motivos por el otro. En Moreda (A) se llamaban precisamente plomos y el juego al que daban lugar «A los plomos». Representaban figuras de personas, soldados, payasos, barcos, etc. Se compraban en las tiendas del pueblo y también salían en los caramelos. El juego consistía en lanzarlos contra una pared con la finalidad de acercarlos al máximo. El que dejaba el suyo más cerca ganaba los de los otros jugadores.

En Abantó-Zierbena (B) se llamaban plomos o canenes. En esta localidad representaban caras de obispos, de indios, de payasos, figuras de relojes, de trompetas, etc. y solían estar pintadas con colores llamativos.

Para jugar se marcaba una raya en el suelo, denominada piano, y un rectángulo adosado en su mitad, llamado garza. Desde cierta distancia se tiraban los canenes a hacer uco, es decir, tratando de hacer puntería. Los que no entraban en el cuadro se cogían por turno todos juntos y se movían con las manos cerradas una contra otra y en hueco, a la vez que se pedía «cara o cruz» o «cara o culo». El lanzador ganaba los que quedaran en la posición pedida.