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También en Bermeo (B), a principios de siglo, un regalo muy apreciado por los niños eran las cajitas redondas que contenían dulce de membrillo y que recibían el nombre de ''birinbolak''. Cada una de estas cajas se aprovechaba a modo de rueda añadiéndole un eje de cuyo extremo se conducía. El juguete recibía igualmente la denominación de ''birinbola'' y en Zeanuri (B) ''parrantola''. | También en Bermeo (B), a principios de siglo, un regalo muy apreciado por los niños eran las cajitas redondas que contenían dulce de membrillo y que recibían el nombre de ''birinbolak''. Cada una de estas cajas se aprovechaba a modo de rueda añadiéndole un eje de cuyo extremo se conducía. El juguete recibía igualmente la denominación de ''birinbola'' y en Zeanuri (B) ''parrantola''. | ||
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En Galdames fabricaban trenes con latas de conserva. Una más alta servía de máquina y tras ella se colocaba una fila de más pequeñas unidas entre sí y a la máquina por medio de alambres. Estas últimas eran los vagones o vagonetas e iban cargados de piedras o tierra. A la máquina se le ponía una especie de manilla que se iba moviendo con la mano a medida que se tiraba del tren, dando así mayor sensación de realidad. | En Galdames fabricaban trenes con latas de conserva. Una más alta servía de máquina y tras ella se colocaba una fila de más pequeñas unidas entre sí y a la máquina por medio de alambres. Estas últimas eran los vagones o vagonetas e iban cargados de piedras o tierra. A la máquina se le ponía una especie de manilla que se iba moviendo con la mano a medida que se tiraba del tren, dando así mayor sensación de realidad. |
Revisión del 06:36 17 sep 2019
Veamos a continuación algunos de los sencillos artilugios que antaño ideaban los niños para entretenerse.
En Aramaio (A), por ejemplo, hacían carritos de madera, gurditxoak, con una caja, cuatro ruedas y una cuerda.
En Moreda (A) aprovechaban para la misma finalidad las tarteras de la cocina que estaban rotas o presentaban algún defecto y que por tanto no servían para cocinar. Se les ataba una cuerda a un asa y se llevaban arrastrando. En su interior se echaba tierra o se cargaban de piedras a modo de carro de transporte.
Recuerdan en Galdames (B) que por fiestas como Navidad, se solía llevar a las casas un dulce llamado jalea en unas cajas redondas de madera. Una vez consumido el producto, los niños las utilizaban para fabricar carritos.
También en Bermeo (B), a principios de siglo, un regalo muy apreciado por los niños eran las cajitas redondas que contenían dulce de membrillo y que recibían el nombre de birinbolak. Cada una de estas cajas se aprovechaba a modo de rueda añadiéndole un eje de cuyo extremo se conducía. El juguete recibía igualmente la denominación de birinbola y en Zeanuri (B) parrantola.
En Galdames fabricaban trenes con latas de conserva. Una más alta servía de máquina y tras ella se colocaba una fila de más pequeñas unidas entre sí y a la máquina por medio de alambres. Estas últimas eran los vagones o vagonetas e iban cargados de piedras o tierra. A la máquina se le ponía una especie de manilla que se iba moviendo con la mano a medida que se tiraba del tren, dando así mayor sensación de realidad.
En Garde (N) los niños construían barquitos aprovechando las cortezas de los pinos talados y tras decorarlos con banderas de papel jugaban con ellos en el río.
En Muskiz (B) hacían lanchas o traineras entrelazando juncos. Con ellas se competía en el bebedero o abrevadero del ganado. Se depositaban en un extremo del mismo para ver cuál flotaba mejor y llegaba antes a la otra punta, moviendo el agua con la mano. Al principio se hacía «pin pian», pero cuando se animaba la competición comenzaba a agitarse con más fuerza hasta que al final acababan todos empapados.
En Ondarroa (B) la actividad denominada «Lasto estropadak» tenía lugar en remansos de agua, en corrientes pequeñas o en canales estrechos. Cada niño colocaba allí su respectivo barco y trataba de llevarlo antes que los demás a un término señalado de antemano. Estos barquitos eran de caña, toscamente labrados con cuchillo. Debajo, a modo de quilla, se les incrustaba una hoja de afeitar o un trozo de hojalata o de cristal para que pudieran guardar el equilibrio sobre el agua. Para que avanzaran se les proveía de un palito, a modo de mástil, que a su vez contaba, como vela, con una hoja de cualquier árbol.