Los elementos del juego
Para este juego se necesita una superficie plana, mesa o piedra. En Alboniga (Bermeo-B) se denominaba errijje, así si jugaban sobre una mesa y una taba caía al suelo, es decir, fuera del erri, esta tirada no era válida y se repetía tras recolocar la taba en la mesa.
Se emplean tabas (huesos astrágalos) de cordero, aunque también se juega con las de carnero o cabra, apreciadas por resultar más duras y brillantes que las de cordero que se estropean antes por ser su hueso de consistencia blanda. Hay que acompañarse de una pelota pequeña, canica de barro o de cristal. En ocasiones estas canicas tenían vetas de distintos colores. En San Román de San Millán (A) la bolita de cristal con la que se jugaba recibía el nombre de cucurro. En Bernedo (A) a la canica denominan pitón. En Bermeo, Durango (B) y Lezaun (N) utilizaban las canicas que tenían de tapón las botellas de gaseosa. En esta última localidad llamaban tanto a la canica y también a una pequeña piedra redonda que hacía sus veces. En Ribera Alta y Valdegovía (A), utilizaban como canica curabachas, agallas de roble, y también en algunas zonas rurales del Duranguesado (B) donde se les llamaba kukusagarrak. En Zerain (G) la pelota la hacían las propias niñas o se sustituía por una taba. También utilizaban una taba si no disponían de canica en Beasain (G) y en Sangüesa (N). En Elosua (G) la pelota la hacían con hilo de lana que lo tapaban con un trapo y lo cosían para rematarlo. También en Izurdiaga (N) hacían las pelotas con hilo de lana. En Monreal (N) y en Elosua (G) a falta de canicas, las patatas pequeñas hacían sus veces. En la década de los setenta se han utilizado tabas y pelota de plástico.
En Moreda (A), según testimonios de personas mayores, las chicas obtenían sus tabas de las sartenadas o ranchos, o de los cocidos de carne con garbanzos. Después para jugar con ellas las limpiaban bien para luego lijarlas o aguzarlas en una piedra fina que tienen junto a la fuente pública del pueblo. En Artajona (N) las niñas conseguían las tabas pidiéndolas en las casas que compraban carneros. Las limpiaban, churrustían, y alisaban los costados para que tuvieran mayor estabilidad y pudieran quedarse más fácil. También en Sangüesa y Viana (N) alisaban las caras pequeñas de las tabas para que parasen mejor.
En Allo (N) las propias niñas se encargaban de limpiarlas y pulirlas mojándolas con agua y frotándolas contra una piedra. En Zerain (G) se proveían de tabas en las matanzas caseras de ovejas o de corderos y las limpiaban raspándolas a conciencia. En Izurdiaga (N) para que las tabas se considerasen aptas para el juego debían sufrir un proceso de limpieza consistente en cocerlas, quitarles los restos de carne y sumergirlas en lejía, una vez secas se pulían con una piedra para eliminar irregularidades. También en Garde y en Izal (N) las hervían para eliminar el sarro y después las raspaban con piedras para que quedasen lisas. En San Martín de Unx (N) las preparaban con agua y tierra, rascándolas sobre una piedra y lavándolas. En Obanos (N) se frotaban sobre una piedra arenisca mojándolas previamente con saliva con lo cual se alisaban.
Ha sido práctica común pintar las tabas tal como se ha recogido entre otras localidades en Aramaio, Bernedo, Moreda (A); Berastegi, Bidegoian (G); Allo y Viana (N). Para ello se usa desde esmalte de uñas a pintura, tal como se ha constatado en Pipaón (A), Durango, Galdames (B), Beasain y Hondarribia (G), pasando por anilina o tintes de flores, como en Pipaón (A). Incluso dicen que las hacían cocer junto con el cocido de alubias con lo que adquirían un tono pardo (Oleta-A). Muchas niñas pintaban las tabas para que fueran más bonitas o para distinguirlas de las de sus compañeras (San Martín de Unx-N). En Garde (N) la técnica era muy curiosa ya que al no disponer de pinturas envolvían las tabas húmedas en papeles de colores de los caramelos, hasta conseguir que se colorearan. En Izurdiaga (N) las teñían con anilina de colores. En Sangüesa (N) una informante aseguró que se sacaba sangre de un dedo pinchándose con un alfiler para pintar las tabas. Las tabas así como la canica o pelota se llevaban en una bolsita de tela.