Diferencia entre revisiones de «Agujas al monton»
(Página creada con «Se jugaba en Artajona (N) y era practicado preferentemente por niñas. Cada participante ponía dentro de un montoncito de tierra un número determinado de alfileres. Despu...») |
|||
Línea 1: | Línea 1: | ||
− | Se jugaba en Artajona (N) y era practicado preferentemente por niñas. Cada participante ponía dentro de un montoncito de tierra un número determinado de alfileres. Después, colocadas a una cierta distancia, tiraban con una piedra tratando de dejar al descubierto el mayor número posible de ellos. Cada jugadora recogía los que habían quedado a la vista, pero no podía tocar la tierra con las manos. A veces se valían de otros alfileres para sacar los descubiertos y algunas empleaban astutamente agujas imantadas | + | Se jugaba en Artajona (N) y era practicado preferentemente por niñas. Cada participante ponía dentro de un montoncito de tierra un número determinado de alfileres. Después, colocadas a una cierta distancia, tiraban con una piedra tratando de dejar al descubierto el mayor número posible de ellos. Cada jugadora recogía los que habían quedado a la vista, pero no podía tocar la tierra con las manos. A veces se valían de otros alfileres para sacar los descubiertos y algunas empleaban astutamente agujas imantadas. |
− | |||
− | |||
− | |||
− | |||
− | |||
− | |||
− | |||
En San Martín de Améscoa (N) el desarrollo del juego era similar. Colocaban los alfileres en un montoncito de polvo y los que por efecto del golpe quedaban descubiertos total o parcialmente pasaban a ser propiedad del lanzador de la piedra. | En San Martín de Améscoa (N) el desarrollo del juego era similar. Colocaban los alfileres en un montoncito de polvo y los que por efecto del golpe quedaban descubiertos total o parcialmente pasaban a ser propiedad del lanzador de la piedra. |
Revisión actual del 07:38 22 may 2019
Se jugaba en Artajona (N) y era practicado preferentemente por niñas. Cada participante ponía dentro de un montoncito de tierra un número determinado de alfileres. Después, colocadas a una cierta distancia, tiraban con una piedra tratando de dejar al descubierto el mayor número posible de ellos. Cada jugadora recogía los que habían quedado a la vista, pero no podía tocar la tierra con las manos. A veces se valían de otros alfileres para sacar los descubiertos y algunas empleaban astutamente agujas imantadas.
En San Martín de Améscoa (N) el desarrollo del juego era similar. Colocaban los alfileres en un montoncito de polvo y los que por efecto del golpe quedaban descubiertos total o parcialmente pasaban a ser propiedad del lanzador de la piedra.