Al diabolo. Txabila

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Es un juego practicado preferentemente por niñas. Se precisa de una pieza llamada diábolo o diabolo, compuesta por dos conos de unos 8 cms. de altura cada uno, unidos por sus vértices por un anillo cóncavo. A este elemento en algu-

Archivo:Picture 5190.png

Fig. 171. Foto de estudio de niña con aro a principios de siglo. Pamplona (N).

nas localidades se le denomina diablo (Izurdiaga-N) y en euskera txabila (Goizueta-N). Se acompaña de dos palos de 50 cms. aproximadamente, enlazados por una cuerda de alrededor de un metro, sujeta a un extremo de cada palo.

El material empleado en los conos ha sido durante muchos anos la goma (Amézaga de Zuya, Ribera Alta-A; Durango, Galdames-B; Arrasate, Hondarribia-G, Goizueta, Izurdiaga, San Martín de Unx, Viana-N); más recientemente también se han fabricado de plástico. En Gamboa y Moreda (A) el diábolo se asemejaba a un carrete de madera, aunque más estrecho en su centro y en Amézaga de Zuya (A) dicen que tenía forma de pajarita de goma con una pieza metálica en el medio.

En Gamboa (A), Hondarribia (G) y Viana (N), antiguamente se utilizaban diábolos de madera y en Narvaja (A) los fabricaban con carretes de hilo a los que practicaban una hendidura en la parte central del eje.

El juego se basa en mantener el diábolo en equilibrio sobre la cuerda, lo cual se logra mo- viendo los palos alternativamente hacia arriba y hacia bajo para hacer que gire. Además de este movimiento se imprime a los palos otro de abertura y cierre que hace que el diábolo se traslade en la cuerda de un extremo a otro. De ordinario cada niña juega por su cuenta, aunque es frecuente hacerlo en grupos de dos o tres amigas demostrando sus habilidades sin que medie reto ni competición alguna. Era un juguete que las niñas solían recibir como regalo de Reyes.

Cuando se conseguía que girara a velocidad suficiente, se le impulsaba hacia el cielo, a la vez que se tensaba la cuerda separando los palos, con lo que se obtenía un efecto muelle que multiplicaba el impulso. El diábolo subía a diez o más metros y volvía a descender. La jugadora lo esperaba brazos en alto, con la cuerda tensa algo inclinada, intentando que el centro del carrete coincidiera con ésta y se posara, iniciando rápidamente el movimiento de los palos para mantenerlo girando y así poder seguir jugando. Otras veces, al recogerlo en la cuerda, se volvía a lanzarlo al aire sin dejarlo que rodara por la cuerda.

Una vez dominado el movimiento básico de hacer bailar al diábolo haciéndolo girar sobre sí mismo y manteniéndolo sobre la cuerda, la jugadora empieza a practicar unos ejercicios que requieren mayor habilidad y son más difíciles de ejecutar. Así en Amézaga de Zuya (A) realizaban los siguientes movimientos: dejarlo dormido (tenerlo aparentando estar quieto), pasar palillo, el afilador (hacerle recorrer el palillo), tirarlo al cielo, y una variante de esto último consistente en lanzarlo a lo alto y recogerlo habiéndole hecho dar una vuelta previamente. También en Moreda (A) se han recogido algunas modalidades como hacer girar el diábolo sobre la cuerda en posición muy inclinada o dormirlo.