Juegos de voltear monedas en el suelo

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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En San Martín de Unx (N) uno de estos juegos se conocía como «Dinero al hoyo». Se hacía un agujero en la tierra y en él se depositaban monedas de 10 cts. Después, y desde una distancia prudencial, los jugadores arrojaban otras hacia el mismo. Aquél que dejaba más próxima la suya tenía preferencia para lanzarla con fuerza hacia el hoyo tratando de voltear las que había en él. Se quedaba con las que conseguía dar vuelta y si no lo lograba con ninguna, su moneda quedaba prisionera en el hueco y a continuación pasaba a tirar el segundo, o sea, el que en el lanzamiento inicial se había acercado más después del primero.

«La patruska» fue un juego practicado en Romanzado y Urraul Bajo (N). Los jugadores ponían en el suelo un número convenido de cuatrenas apiladas y orientadas con el anverso hacia arriba. A tres o cuatro pasos trazaban una pequeña raya y desde ella tiraban con una ochena a arrimar al montón. El que más se acercaba jugaba primero. Tomaba la ochena con los dedos índice y pulgar y, desde una distancia de dos o tres centímetros, la lanzaba de canto contra el borde de la primera cuatrena de la pila. Si la moneda golpeada se daba la vuelta era para el jugador y la retiraba. Repetía la operación sobre la cuatrena siguiente y si la volteaba, sobre otra, y así sucesivamente. En cuanto fallaba pasaba a probar suerte el segundo y se continuaba de esta forma hasta agotar las monedas. El golpe podía ser suave o fuerte y la distancia mayor o menor, a gusto del jugador, pero siempre desprendiendo la ochena de los dedos. A los primeros golpes las cuatrenas caían por el suelo y en él se las seguía golpeando para voltearlas.

En Allo (N) un juego muy antiguo en el que participaban más las chicas que los chicos era el conocido como «A volverlas». Se hacía un montoncito de monedas, tantas como jugadoras, puestas una encima de otra y con el anverso hacia arriba. A continuación las chicas lanzaban otra pero haciéndola rebotar antes contra una pared próxima. Después volvían a tirar en función del orden de aproximación al montón. La primera arrojaba su moneda y si acertaba a las de la pila, se llevaba las que al caer mostraban la cruz. Si fallaba pasaba a probar suerte la siguiente.