XIV. MANO DE OBRA Y FUERZA EMPLEADA EN LA AGRICULTURA

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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En la encuesta de la localidad alavesa de Bernedo se describen las labores más frecuentes del mundo rural y los útiles de los que se servían para ello: escardar se hacia a mano con la azada. También con la azada rozaban la hierba y sacaban las patatas. La hoz y la guadaña servían para segar la mies; con la guadaña se segaba más cantidad, con la hoz quedaba mejor segado. Con ambas herramientas se cortaban la alfalfa y demás forrajes verdes. Con el rastrillo se recogía lo segado por la guadaña o se pasaba por la pieza después de segada, recogiendo lo que se desperdigaba. El rastro, de distinta configuración que el rastrillo, servía en la era para recoger y amontonar la parva. Las horcas y bieldos de madera completaban esa labor en la era. Las horcas servían además para cargar en el carro los haces o gavillotes. Además había bieldos de hierro para recoger la basura o las patatas en los almacenes. Acabada la recolección de cereales, se recogían en el monte las hojas caídas de los árboles y se bajaban a casa en carros para camas de los ganados. Otro tanto se hacía con los helechos para las camas de los cerdos. Otra tarea doméstica consistía en picar la foguera y bajarla a casa para cocer la comida y calentar la casa. También había que sacar tiempo para cocer carboneras en el monte. El carbón se cargaba en la caballería para llevarlo a los pueblos de Rioja intercambiándolo por pan, vino y aceite. La patata daba otros trabajos durante el invierno seleccionándola en las bordas para quitar las estropeadas o dárselas al ganado como pienso.

En Berganzo (A) en las labores de labranza se utilizaban el aladro, el brabán y la rastra. Para la siembra se servían del cultivador y el marcador. En la recolección de los cereales se valían de la gavilladora, la guadañadora y la atadora. El carro con la caja forrada con tableros, estacas o barreras se utilizaba para transportar la cosecha a casa, al almacén o a la era para la trilla.

Trabajando con la grada de discos. Argandoña (A), 2003. Fuente: Juan José Galdos, Grupos Etniker Euskalerria.

En Moreda (A) el agricultor aplica la fuerza de brazos y manos directamente sobre los siguientes aperos y herramientas: azada y zadones para cavar y edrar, tijeras para podar la vid, serruchos para podar olivos, tijeras y corquetes para cortar la uva, cestos para llevar la uva y olivas, las propias manos para sacar piedras o mover y transportar los sacos de abono.

La fuerza bruta, como se conoce al esfuerzo y trabajo con las manos, cada vez se realiza menos. De esta manera, son recuerdo del pasado el uso de las layas para voltear la tierra, el cavar viñas y olivares, el manejo del arado romano, aladro-golpino, brabán, vertedera, grada y rastro en los labrantíos, el uso del forcate en viñas y olivares, la siega de las mieses con las hoces, el traslado de los haces en carros y galera, el empleo en las eras de trillar del bieldo, horca, horquillo, llegadera, pala de aventar, trillo, la subida al hombro de los sacos de trigo y cebada hasta los altos de las casas, y otras labores similares.

Directamente, agarrados con las manos y movidos por la fuerza de los brazos, se utilizan actualmente las siguientes herramientas: azada-morisca, zadones y zadillas para remover la tierra, hoces para quitar hierbas y matorrales de las orillas de las fincas y de los regajos, hacha para hacer leña, serrucho para podar olivos, tijera de podar para cortar sarmientos, herrón para hacer agujeros y plantar vides, tijeras y corquetes para cortar la uva. Colgados de la espalda, como si se tratase de una mochila, se lleva la azufradora y sulfatadora para proceder al tratamiento de cepas y olivos. Colgado del cuello va el cesto con el que se recogen las olivas. Y en las manos se llevan los cuévanos de plástico en donde se echa la uva recién cortada para trasladarla hasta el sacauvas o al remolque.

En Valderejo (A) aplicaban la fuerza humana directamente en el trabajo utilizando las manos, con la azada, el bieldo, el rastrillo, cestos, guadañas, hoz, layas, etc. En Pipaón (A) el dato recogido es similar.

En Abadiño (B) señalan que la mayor parte de las herramientas se utilizaban de forma manual: igitaia, la hoz; eskuarea, el rastrillo; sardea, el bieldo; atxurra, la azada; korainea, la guadaña; laia, la laya..., pero había máquinas y fuerza animal que ayudaban en este esfuerzo.

En Améscoa (N) se ha consignado que a principios del siglo XX la mayor parte de la energía empleada en la agricultura era humana, pues incluso en las labores que se servían de animales, era necesario un esfuerzo humano complementario. El esfuerzo que el hombre desarrollaba en el manejo de los aperos era considerable y el que exigían la azada y la hoz era penoso y durísimo.

En las investigaciones de campo también aparecen mencionadas la energía hidráulica utilizada para mover molinos (Treviño, La Puebla de Arganzón y Berganzo-A; Hondarribia-G), las bombas para extraer el agua de los pozos y la energía eléctrica para las ordeñadoras mecánicas, estas últimas introducidas en los años setenta del siglo XX.

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En primer lugar describiremos la fuerza humana empleada en las labores agrícolas, con un apartado específico para los obreros contratados temporalmente, y a continuación las prendas que se utilizan para trabajar en dichas faenas. La segunda parte está específicamente dedicada a la fuerza animal.