Pago en especie o en metálico. Época de pago
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Es anterior el pago en especie al pago en dinero, si bien, al menos como complemento de la renta en metálico, se mantuvo en el tiempo la entrega de algunos productos por parte del inquilino al propietario. El patrón o la unidad de medida utilizado comúnmente fue el cereal, y más concretamente, el trigo. En cuanto a la época de pago, de los datos recogidos se deduce que tradicionalmente se ha esperado al otoño, a que la cosecha estuviera recogida.
Forma de pago
En Bernedo (A) antiguamente los pagos se hacían en especie, generalmente en trigo, incluidos los pagos al médico, al maestro y a los pastores. En Abezia (A) por el alquiler de la labranza se ha pagado en especie (trigo), utilizando el celemín como medida. En Moreda (A) y en Améscoa (N) por el alquiler de la tierra de cereal, la renta se pagaba a un robo de trigo (22 kilos) por robada. En Berganzo (A) también hay constancia del pago de la renta en tiempos pasados en grano.
En Agurain (A) el sistema ordinario de arriendo ha sido “fanega por fanega”. En algunos pagaban en especie, los demás en metálico.
En Valderejo (A) como compensación por la explotación de las tierras que trabajaba el heredero principal y que habían correspondido por herencia a otro familiar, hacía entrega de una cantidad de la cosecha, generalmente trigo.
En Abadiño (B) como los baserritarras no solían disponer de mucho dinero en efectivo, la renta se materializaba en su equivalente en trigo. Dependiendo del caserío en cuestión el pago solía ser de 20 o 30 fanegas de trigo. Se aporta el caso del caserío Untzillaerdikoa que en una época pagaba una renta de 20 fanegas de trigo y cien pesetas. También hubo un tiempo en que, tal vez por la escasez de trigo, parte del pago se materializaba en lino.
Señalan los informantes que como los propietarios no precisaban trigo, lo convertían en dinero vendiéndoselo a las panaderías. A partir de la Guerra Civil se eliminaron los pagos en especie y se sustituyeron por dinero, aun así en muchos casos el pago se complementaba con una aportación en especie. La casa Gosentzia azpikoa pagaba una renta de 219 pesetas, dos pollas y una docena de huevos. El caserío Mendilibar Etxenagusia pagaba un alquiler de 87 duros, pero en la posguerra se les pidió que contribuyeran además con dos docenas de huevos y dos kilos de alubias. En ciertos casos, el inquilino se hacía cargo del pago de la contribución urbana.
En Lanestosa (B) en tiempos pasados la renta de ordinario se pagaba en especie, siendo el maíz el grano comúnmente empleado para ello.
En Amorebieta-Etxano (B) los inquilinos pagaban la renta en dinero y en especie; así había quien además de una cantidad en metálico contribuía con nueces, castañas y dos capones. Había propietarios que exigían que el arrendatario trabajara para ellos tres semanas en la época de la trilla o que le ayudaran en la tala de árboles. En Gautegiz Arteaga (A) el inquilino pagaba la renta en dinero, pero también entregaba al dueño un buen par de gallos y algunos de los mejores productos de la casa.
En Bedarona (B) antaño la renta solía consistir en una cantidad en metálico, cuatro carros de estiércol a lo largo del año, media fanega de alubia, un cuartal, imilaun, de maíz, una fanega de trigo y algo de todos los productos que se recolectaban. Pasado un tiempo la renta consistía en dinero, un gallo o capón y productos de la huerta, que el arrendatario llevaba a la casa del dueño. A menudo, señalan los informantes, el dueño ponía pegas a la entrega en especie y el inquilino debía volver otro día con una selección mejor de productos hortofrutícolas. Hoy en día la renta consiste en el pago de una cantidad en metálico.
En esta misma localidad costera vizcaína había caseríos que daban sus praderas en alquiler para pasto de ganado o para segar a cambio de una renta anual en metálico. Otros las cedían con la única contraprestación de mantenerlas limpias e incluso había quienes se resarcían en una combinación de especie y dinero. Hoy día muchas praderas se dejan en alquiler o a cambio de mantenerlas limpias.
En Zamudio (B) los inquilinos, además del pago de la renta estipulada, debían ayudar al dueño a realizar ciertas tareas en sus tierras tales como cortar las vides, realizar plantaciones o entresacas de pinos o darle una parte del pasto. También se ha solido entregar un saco de 40/50 kilos de alubias, pero más adelante pasó a hacerse el pago en metálico.
En Bera (N) a algunas casas importantes que poseían varios caseríos y tierras, los inquilinos pagaban parte de la renta en metálico, más dos capones. Era costumbre que los amos les obsequiaran con un bacalao a los inquilinos. A menudo un casero con poca tierra se comprometía a roturar un terreno de otro más rico o del ayuntamiento. En caso de aceptación, tenía derecho a disfrutar de él gratuitamente durante cinco años, al cabo de los cuales debía comenzar a pagar el arriendo o abandonarlo.
En algunas localidades guipuzconas antiguamente el propietario recibía la renta del inquilino en dinero o en especie o en una combinación de ambas formas de pago; en Semana Santa le entregaba un cordero o un par de gallinas por san Juan.
En Beasain (G), en tiempos pasados, algunos pagaban la renta en dinero, pero la mayoría lo hacía en fanegas de trigo. Los caseríos de dimensión normal entregaban hasta 48 fanegas, lo que supone algo más de dos mil kilogramos de trigo. Después también se han utilizado fórmulas mixtas como la entrega de una cantidad en metálico y un par de buenos capones. Desde que a principios de los años cincuenta se dejó de cosechar el trigo, la renta de los caseríos se paga en dinero efectivo.
En Elgoibar (G) hasta mediados del siglo XX en que se dejó de sembrar trigo en la localidad, fue normal que los pagos de renta que el inquilino hacía al propietario fueran en trigo, más unos capones por Navidad. También en Mendaro (G) el pago ordinario de la renta se hacía en trigo, hasta que a partir de mediados de los cuarenta pasó a hacerse en metálico.
En Telleriarte (G) antaño la mayor parte de la renta se pagaba en trigo, se completaba con la entrega de capones por Navidad, y un gallo, huevos, miel, manzanas y productos de la huerta en otras festividades. Se han conocido casos de inquilinos que por Pascua de Resurrección han solido llevarle al dueño una jarra de cuajada doméstica. Aunque hoy día el pago se hace en dinero a finales de año, perviven casos en que hay costumbre de llevar obsequios al propietario en fechas señaladas.
En San Martín de Unx (N) antiguamente, por lo regular, la renta de las fincas de secano se solía evaluar y pagar en robos de trigo u otro cereal, o bien una parte de lo recolectado en los casos de aparcería. En los años 1970 había quienes preferían hacerlo con dinero (“si era buen pagador”).
En Valtierra (N) los que tenían tierras alquiladas pagaban en especie al recoger las cosechas. En el Valle de Elorz (N) el pago unas veces era en dinero al finalizar el año y otras en especie al término de la recolección, en septiembre. En el Valle de Roncal (Ustárroz, Isaba y Urzainqui-N) el alquiler se ha pagado con dinero, anteriormente también con otro tipo de prestaciones, mediante acuerdo de las partes.
En Viana (N) a veces se pagaba al amo de las tierras una renta en especie, por ejemplo un robo o robo y medio de trigo por robada después de recoger la cosecha. En otras ocasiones se pagaba al amo una renta por cultivar las tierras. La contribución municipal siempre la pagaba el amo. Normalmente, los olivares no se arriendan por la poca producción, pero sí las huertas. El arrendatario estaba obligado a llevar al amo la verdura y fruta a su misma casa; en otros casos, el amo arrendador podía recogerlas él mismo directamente de su huerta. Respecto a las parcelas municipales asignadas a los vecinos más necesitados, estos, al no poderlas cultivar directamente, por falta de medios, las arrendaban a otros propietarios por un determinado pago en dinero. A veces, si en la parcela había árboles, se reservaban la fruta.
En Agurain (A) quienes tienen arrendadas sus tierras perciben una renta anual convenida, que se paga en metálico. En Abezia, Ribera Alta (A) y Berastegi (G) lo más común ha sido el pago en metálico.
Época de pago
Tres o cuatro son las épocas más mencionadas en las encuestas para realizar el pago de la renta y corresponden a fechas señaladas del santoral cristiano, todas ellas una vez se ha recogido la cosecha.
En Álava predomina el día de la festividad de san Miguel, el 29 de septiembre, o en torno a dicha fecha. Así se ha constatado en Abezia (A) donde precisan además que el pago era anual, Apodaka, Argandoña, Ribera Alta, Valderejo, Bernedo (A) donde indican que es la época cercana al final de la recolección y Agurain (A) donde se ha consignado que los pagos se efectúan a finales del verano entre san Miguel y las ferias de la localidad que se celebran a primeros de octubre. También en la localidad navarra de Améscoa la fecha de pago era alrededor de san Miguel.
En Viana (N) el pago del arriendo antes solía ser inmediatamente después de la Virgen de septiembre, día 8, por haberse terminado las labores de recolección. Ahora es a convenir.
En San Martín de Unx (N) indican que se pagaba la renta después de que estuviera recogida la cosecha y en Moreda (A) unos pagan la renta a año vencido al recoger la cosecha, en tanto que otros lo hacen por adelantado, en la siembra.
En Bizkaia hay dos festividades predominantes para el pago, Todos los Santos, el 1 de noviembre, y santo Tomás, el 21 de diciembre. Así en Abadiño (B) se ha recogido que el pago del alquiler se hacía por Todos los Santos y, antiguamente, cuando se daba por terminado el alquiler, el cambio de arrendatario o la devolución al propietario se llevaba a cabo en esta misma fecha ya que era la época en que los huertos estaban vacíos, y a continuación comenzaba la siembra del trigo. En Gautegiz Arteaga (A) la costumbre antigua era que la renta se pagara Domu Santuetan, el día de Todos los Santos.
En Amorebieta-Etxano (B) la costumbre recogida señala que la renta se pagaba el día de santo Tomás. Se ha consignado alguna costumbre particular, por ejemplo los renteros del caserío Basabe iban a Etxano el día de san Esteban, el 26 de diciembre, comían en casa del propietario y le pagaban la renta. En Bedarona (B) el día de pago lo establecía el propietario, podía ser por santo Tomás u otra fecha, pero siempre antes de finalizar el año. En Zamudio (B) pagaban al dueño la renta a finales de año.
También en algunas localidades de Gipuzkoa se ha constatado que el alquiler ha solido pagarse tradicionalmente por santo Tomás, tal y como ocurre en Beasain y en Berastegi (G). En Elgoibar (G) las fechas en que normalmente solían tener lugar los pagos de la renta eran san Bartolomé, el 24 de agosto; san Miguel, el 29 de septiembre; Todos los Santos, 1 de noviembre; o Navidad.
Antiguamente en localidades guipuzcoanas la parte de la renta que se materializaba en especie tenía lugar en agosto o en septiembre una vez recogida la cosecha, y la parte en metálico por Navidad. La rescisión del contrato de inquilinato se le comunicaba al arrendatario en la víspera de san Juan (23 de junio), marcando el límite de finalización del mismo el día de san Martín (11 de noviembre).
En Bera (N) la renovación de los arrendamientos se hacía por lo general por san Juan (24 de junio) donde quedaba concertado entre amo y arrendatario si este último continuaba o no con la tierra. Si la dejaba, seguía trabajándola hasta san Martín (11 de noviembre). Si había nuevo arrendatario, el antiguo cuidaba del maíz y las cosas que se recogían antes de san Martín y el nuevo de las que se recogían después, es decir, que durante el verano trabajaban los dos en el campo, cada uno en lo que le correspondía.
En Ajangiz (B) el pago de los arrendatarios al propietario era en metálico y se efectuaba en Navidad, Gabonetan. En Lanestosa (B) se pagaba la renta en diciembre. En Pipaón (A) y en Telleriarte (G) la renta se paga en metálico, a final de año y en Apodaka (A) si no se pagaba por san Miguel, se efectuaba en enero.