Máquinas en sociedad y de propiedad colectiva

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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En tiempos pasados, cuando comenzó la mecanización de la agricultura fue más frecuente que hoy día el adquirir maquinaria entre varias personas o colectividades para afrontar la carestía de los equipos. Después, según fueron mejorando las condiciones económicas de la gente y también debido a que las máquinas las precisaban todos a un tiempo, esa forma de compra se fue desvaneciendo y cada uno compraba lo que necesitaba. Hoy día es más frecuente la contratación de los servicios que se necesitan a quienes los ofrecen pagando a cambio una cantidad.

En Argandoña (A) señalan que en los inicios de la mecanización, durante la primera mitad del siglo XX, se generalizó la compra de máquinas en común, dado el elevado precio y su restringido uso para labores concretas. Las primeras sociedades de agricultores, o incluso de concejos enteros, aparecieron a raíz del uso de las trilladoras. Posteriormente, estas sociedades nacieron para la adquisición de otras máquinas más modernas como segadoras, cosechadoras, etc. Estas asociaciones podían ser simples acuerdos verbales entre dos o pocos más agricultores. En otros casos se crearon sociedades cooperativas con un mayor abanico de actividades agrícolas en común, si bien hoy día se dan en menor medida. Existen algunas de pocos agricultores, tanto para adquirir pequeñas máquinas de mínimo uso: rastras, gradas, rulos, sizer, cultivadores, etc., como para grandes cosechadoras de cereal o de patatas.

Un nuevo servicio común para los agricultores, fruto de la mecanización, es la construcción en todos los pueblos de básculas para vehículos de carga. Se trata de grandes plataformas a ras de suelo que funcionan con un sistema automático de peso cuya maquinaria se cubre con una caseta cerrada con llave. De esta llave se hacen copias que se reparten entre todos los agricultores del mismo pueblo. Otro servicio común de reciente aparición es la disposición de playas o superficies de cemento donde depositar la remolacha en el período transitorio desde su extracción hasta su transporte a la Azucarera.

Las cooperativas agrícolas han disminuido y han sido sustituidas por sociedades de agricultores para la defensa de los intereses del sector. Respecto al uso de maquinaria en común, cada vez son menos los casos de adquisición de aperos entre varios agricultores. Muchos de ellos, si no desean comprar una máquina específica, alquilan los servicios de otros agricultores para que les hagan la labor que necesitan. Sin embargo, todos los agricultores, grandes o pequeños, poseen en propiedad individual: tractores, remolques, arados, rastras, sembradoras de cereal, etc. Los agricultores patateros tienen la máquina de arrancar patatas y máquinas para envasarlas: tolva, seleccionadoras, cintas transportadoras, pesadoras, etc.

En Apodaka (A) la junta administrativa adquirió en su día una trilladora y un tractor Ferguson con su arado, y pocos años más tarde otro tractor y otra trilladora. Las trilladoras eran de la firma Ajuria y las movían con los tractores. Los primeros años, las máquinas eran conducidas por un tractorista al que se le pagaban las horas de trabajo que había apuntado. La maquinaria agrícola funcionaba como cooperativa. Este sistema desapareció cuando los vecinos comenzaron a comprar tractores y cosechadoras individuales. La antigua maquinaria se vendió a subasta.

En Abezia (A) ha sido práctica habitual comprar maquinaria (trilladora, criba, etc.) entre varios vecinos del pueblo. Los informantes dicen que se trata de una fórmula idónea para rentabilizar una inversión y reconocen las ventajas del sistema. Sin embargo, al mismo tiempo creen que este tipo de prácticas son fuente de problemas entre los vecinos que no se ponen de acuerdo sobre el calendario de uso y otros aspectos.

En Bernedo (A) cuando comenzó la eclosión de la maquinaria agrícola, entre algunos vecinos formaron sociedad para poder comprar las maquinas de precios excesivos. En otros pueblos, como Obecuri y Bajauri (A), era el mismo concejo quien las adquiría para el uso de todos los vecinos. El momento de realizar las labores a los que les tocaba los últimos resultaban perjudicados. Con el paso del tiempo se han dejado estas soluciones y cada vecino se ha ido comprando su propia maquinaria. El desarrollo del cultivo de la patata favoreció esta salida y se fueron arrinconando otros cultivos menos rentables. Se han mecanizado para la patata, y para la recolección del cereal vienen con sus máquinas cosechadoras los agricultores de las comarcas vecinas de Navarra y La Rioja. Se ajustan en un precio y además de cómodo les resulta económico, al no tener que hacer esa costosa inversión. Para cuando madura el cereal en la Montaña Alavesa, en Navarra y La Rioja ya han terminado la recolección.

En Moreda (A) se han comprado y disfrutado en sociedad tractores y algunos aperos, como sacasarmientos, prepodadoras, abonadoras y otros de uso muy concreto y limitado en el tiempo. Al comienzo de la mecanización del campo este fenómeno asociativo se dio más que en la actualidad. Agricultores amigos o familiares se asociaban para la adquisición de maquinaria que exigiera un desembolso grande. Conforme comenzaron a marchar mejor económicamente cada uno se compró su propio tractor y maquinaria. Además, cada vez los agricultores comenzaron a tener mayores propiedades de fincas cultivadas y en especial de viñedos, lo que hacía necesario que cada uno tuviera su propia infraestructura de máquinas y de aperos.

Hoy en día tienen maquinaria común entre hermanos que trabajan la misma propiedad familiar agrícola. O también, labradores amigos cuya utilización de aperos sea muy ocasional, caso de prepodadoras, sacasarmientos u otros aperos que se emplean durante el año en muy raras o pocas ocasiones. Todavía queda alguna cosechadora de propiedad y uso compartido entre varios labradores que con el paso del tiempo tiende a desaparecer. Hoy ya vienen cosechadoras de fuera que recolectan el cereal a los agricultores llevándoles a tanto la robada cosechada. En Agurain (A) se ha consignado que para la cosecha se contrata a particulares con cosechadora propia, sobre todo navarros, que acuden cada año en el verano.

En Moreda (A) la única propiedad colectiva que subsiste hoy es la de su almazara o trujal de molienda de olivas para la obtención de aceite, llamada La Equidad, de la que son socios todos los labradores y vecinos de la localidad. Fundado en el año 1948, en 2002 se han rehecho las instalaciones y sustituido la maquinaria de molturación. Por diciembre se recogen las olivas, se llevan a moler al trujal de aceite y dependiendo de la oliva entregada, los socios reciben un tanto por ciento de aceite en el año nuevo que viene a ser de unos 23 litros por cada 100 kilos de oliva. La molienda se paga a lo que toquen los gastos de molturación por kilo de aceituna.

Otra de las sociedades que hubo en común entre muchos moredanos fue la Cooperativa. Se creó en el año 1962 y poseía un terreno en donde se trillaba. Los bienes de esta sociedad fueron una trilladora, un tractor y un brabán. Tras unas décadas en funcionamiento, la sociedad se deshizo al comprar cada particular maquinaria e independizarse. Mientras estuvo en funcionamiento, cada socio en verano llevaba las mieses que hubiera segado y las trillaba en dicha cooperativa.

En Pipaón (A) en el siglo XX los servicios principales comunes al pueblo eran: el molino, limpiadora de grano, tractor, trilladora... Poco a poco se pasó a que cada vecino tuviera en propiedad las máquinas que le eran necesarias y así no tener que depender y guardar turno para servirse de ellas.

En Berganzo (A) la maquinaria agrícola pertenecía a vecinos del pueblo. Para realizar ciertas tareas se contrataba a personas de otros lugares, por ejemplo, a segadores y picapedreros procedentes de La Rioja.

En Ribera Alta (A), hoy día, concretamente en Lasierra, cinco o seis labradores comparten la propiedad de una cosechadora de cereal cuyo valor oscilará en torno a los 120 000 euros. Dichos agricultores constituyeron una CUMA (Comunidad de Usuarios de Maquinaria Agrícola) para poder adquirir la máquina beneficiándose de las ayudas económicas que para estos casos otorga el Gobierno Vasco junto con la Diputación Foral de Álava. También se ayudan mutuamente en la época de la cosecha.

Exposición de maquinaria en Urkiola (B), años 1970. Fuente: Archivo Histórico Eclesiástico de Bizkaia (Fondo Santuario de Urkiola).

Actualmente muchos labradores consideran que no es rentable adquirir una máquina cosechadora y cuando les llega el momento de la recolección, contratan un maquinista que se desplaza hasta la zona con su cosechadora. Entre todos ellos le abonan el alojamiento y la manutención. Aparte, cada uno le paga las fanegas que le haya cosechado, hoy día a 1200 euros por fanega más el gasoil consumido. También en estos casos, los labradores que han contratado al maquinista, se ayudan entre sí para agilizar la labor y acabar lo antes posible, debido a que una tormenta puede arruinar la cosecha y a que al maquinista hay que pagarle la manutención y el alojamiento. Todavía quedan labradores que tienen su propia máquina cosechadora y realizan la labor sin la ayuda de terceros.

Hay una sociedad formada por varios productores de alubia pinta alavesa. Se trata de 12 productores de Ribera Alta (A) que hace pocos años constituyeron una SAT (Sociedad Agraria de Transformación). Las instalaciones donde realizan el proceso de selección y envasado del producto se encuentran en el pueblo de Anúcita. La semilla que utilizan la seleccionan en Arkaute y una vez sembrada, la propia sociedad controla todo el proceso de trazabilidad del producto. Para dichos productores la alubia constituye un tipo de agricultura alternativa a la tradicional que siguen realizando. Muchos de ellos compatibilizan la producción de alubia con la agricultura tradicional y con el trabajo en una empresa.

En el Valle de Valderejo (A) se ha consignado que teniendo en cuenta el alto valor de la maquinaria, el reducido número de habitantes del Valle, el escaso poder adquisitivo de los vecinos, y lo limitado y fragmentado del espacio cultivable, la maquinaria, hasta mediados de los años 1960, se adquiría en comunidad. En 1956 los vecinos de Villamardones adquirieron la primera máquina, una trilladora, que se pagó con lo obtenido en una subasta de arbolado. También en este pueblo se compró un molino eléctrico para sustituir al hidráulico. En fechas posteriores fueron apareciendo trilladoras y molinos eléctricos en las otras poblaciones, la mayoría de ellos adquiridos en comunidad y alguno para uso privado.

En Abadiño (B) cuando aparecieron las máquinas para limpiar el trigo (separar grano y paja), resultaban muy caras, por lo que las compraban o alquilaban entre varios vecinos y la propia labor también la realizaban conjuntamente (auzolanien). Cada día se hacía el trabajo correspondiente a un caserío. Más tarde, cuando aparecieron las máquinas ventiladoras (que ayudaban a separar el grano y el polvo) actuaron de igual manera.

En Amorebieta-Etxano (B) en ocasiones dos vecinos se ponían de acuerdo para comprar una máquina desgranadora de trigo, una segadora o un arado grande, golda neusixe. Pero lo que en principio podía ser bueno, terminaba con frecuencia en discusión y distanciamiento entre los socios. Hacia 1960 varios propietarios de Boroa, Etxano y alguno del núcleo urbano adquirieron en sociedad una trilladora. Luego como consecuencia de la disminución de la siembra de trigo y maíz en sus tierras, la solían alquilar a personas de territorios limítrofes hasta que la vendieron.

En Telleriarte (G) quienes pueden tienen su propio tractor, pero se conocen casos de tractores adquiridos a medias entre dos labradores. La trilladora de Brinkola se compró en sociedad y la alquilaban a los caseríos de Telleriarte.

En Beasain, Berastegi, Elgoibar y Hondarribia (G) no se han conocido molinos ni máquinas adquiridas en sociedad entre varios caseríos. En Berastegi hay máquinas segadoras y empaquetadoras de hierba de propiedad particular que se alquilan pagando equis euros por metro cuadrado de corte de hierba y por el empaquetado de un fardo de hierba. Lo mismo sucede con la recogida del heno en rollos cilíndricos y después envueltos en plástico. En Hondarribia se han dado casos de asociaciones de vecinos cuando han necesitado ponerse de acuerdo para explotar un manantial y hacer el correspondiente depósito de agua, o en los casos de ganar tierras al río.

En Hondarribia, hoy día, gracias a la sociedad Behemendi, entre trece municipios han adquirido determinados instrumentos de labranza, elementos para hacer bolas de paja y similares. El casero pone el tractor y se le presta el apero que necesite, pero señalan los informantes que a veces surgen problemas para ponerse de acuerdo en el uso porque varios los solicitan en la misma jornada.

En Cárcar (N) en el año 1912 se fundó la Caja Rural que funcionaba como una cooperativa de préstamo para los agricultores. Este hecho permitió que un número cada vez mayor de labradores pudiera adquirir abonos. Como contrapartida a la Caja Rural en la que los socios eran agricultores con bastante tierra, en 1920 se creó el Centro Obrero.

En la Caja Rural existía una cernedora utilizada por los agricultores. El cooperativismo fue esencial para el pueblo y creció durante los decenios de 1940 y 1950. En el año 1945 se fundó la Cooperativa vinícola, posteriormente en el año 1952, la cooperativa de conservas vegetales edificó la primera fábrica de conservas moderna. Este hecho supuso la incorporación de la mano de obra femenina en las labores de embotao. La mujer compatibilizaba las labores del hogar con la ayuda en el campo y la fábrica.

En 1958 se creó el horno cooperativo, al que en determinados momentos se asoció todo el pueblo. Sigue funcionando y la condición de socio permite utilizarlo para asar, hacer pastas, etc. Aún así continuaron funcionando distintos hornos privados.

En Obanos (N) en 2005 se fundó la Cooperativa Agrícola Obanos como respuesta al canal, incapaces los agricultores de afrontar individualmente las nuevas técnicas y nueva maquinaria, con todos los gastos que suponían. Esta cooperativa integra a socios no solo de Obanos sino también de los municipios próximos: Enériz, Adiós, Muruzábal, Puente la Reina y Artazu. Hay una Junta directiva de los socios con un presidente y tres empleados fijos.

Hay otra cooperativa, la Sociedad Cooperativa Agraria Orvalaiz, a la que están afiliados todos los agricultores. Tiene distintas sedes en Ucar, Obanos, etc. En la sede de Obanos comercializa cereales, se le conoce como La Cooperativa cerealista Orvalaiz.

Hubo en tiempos, desde mediados del siglo XX, otras dos sociedades de agricultores: una, de todo el pueblo, con su cosechadora para la trilla; otra, llamada La Candelera de unos pocos propietarios. Esta última que tenía su propia trilladora, la constituyeron para evitar demorar la cosecha ya que, como tenían que aguardar el turno, a veces por una tormenta se perdía la cosecha. Además, algunos obaneses eran socios del Trujal de Puente la Reina, de la Cooperativa Vinícola Montejurra, etc.

En San Martín de Unx (N), se han adquirido en sociedad máquinas no solo mecánicas, para recoger las cosechas, sino también las elaboradoras del vino en las bodegas, como estrujadoras, prensas, básculas, motobombas, trasegadores, filtros, etc. También se han dado iniciativas en grupos de vecinos, que ponían dinero para comprar su tractor, por ejemplo.

En Valtierra (N) los molinos vecinales y las máquinas en sociedad no han tenido vigencia. Han sido, más bien, propietarios particulares los que han puesto a disposición de los usuarios los molinos, trujales, lagares y maquinarias, cobrando el alquiler correspondiente.

Las sociedades agrícolas han mantenido una vida larga con altibajos. Han destacado dos, con función de cooperativas: La Unión, que se disolvió a finales de los años 1970, y La Esperanza que no ha llegado al final del s. XX. Otra entidad con mucha fuerza ha sido el Sindicato de Riego que tiene como misión regular los derechos y obligaciones de los regantes.

En Viana (N), los labradores han sido muy independientes, no han existido propiedades colectivas de molinos, ni de trujales. El labrador siempre ha querido tener su propia maquinaria agrícola, tan solo se conoce alguna trilladora propiedad de dos o más familias.

Desde 1938 funcionó la Caja Rural-Cooperativa Agrícola con la finalidad de conceder créditos en metálico a los asociados y estimular el ahorro. En la primera mitad del siglo XX se fundaron la cooperativa de vino Santa María Magdalena y el trujal de aceite San Isidro[1]. Este tiene como objetivos elaborar aceite con la oliva de sus asociados y venderlo juntamente con sus subproductos, construir la almazara y adquirir enseres y maquinaria, fomentar el cultivo del olivo, adquirir abonos, plantas y aperos de labranza, crear o fomentar las formas de crédito y procurar el mejoramiento social y económico de los cooperadores.


 
  1. Estatutos del Trujal Cooperativo San Isidro de Viana (Navarra). Pamplona: 1947. Consta de seis capítulos y de 69 artículos. El trujal se constituyó al amparo de la Ley de Cooperación de 2 de enero de 1942 como Bodega Cooperativa del Campo con el nombre de Trujal Cooperativo San Isidro de Viana (Navarra) con el lema: “Unos por otros y Dios por todos”.