Trujal de Tomás Laguardia

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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El río Zampeo discurre muy cerca del trujal por el oeste. Este trujal ya se hallaba operativo en el siglo XVII, siendo el nombre del último dueño el que ha permanecido para denominarlo. El trujal formaba parte de una de las haciendas más ricas de la villa de Moreda. Según un informante local, cuando la familia repartió la herencia dio el mismo valor al trujal que a su blasonada casa señorial con todas las huertas y eras.

Los alorines

Eran departamentos o recintos de piedra situados en el cuarto de la prensa, junto al acceso en forma de arco de medio punto que lo comunica con el molino. En los alorines[1] se recogían las olivas que los moredanos traían a moler a dicho trujal. Las olivas eran transportadas en las caballerías hasta su interior. Existían varios alorines y cada vecino echaba sus olivas en uno determinado.

El trujalero mayor

Era el encargado o persona de confianza del amo del trujal para dirigir el trabajo de la campaña de la oliva. Los vecinos de Moreda que llevaban sus olivas a moler ayudaban en lo que ordenase hacer.

El molino

Según se entra al trujal, el primer departamento con que uno se encuentra es el de la prensa. El molino se halla en una segunda habitación que comunica con la anterior a través de una antigua puerta de arco de medio punto, probablemente del siglo XVI.

Escondidos entre la tierra del suelo del molino se observan vestigios de antiguos materiales del molino como piedras de plataforma semicirculares, rulos, etc. Asimismo, son curiosas las escaleras existentes en esta habitación que comunican a través de una puerta con otra situada a nivel inferior donde se guardaban las pilas de almacenaje del aceite. Las escaleras han sido construidas aprovechando antiguos restos de piedras de moler.

La fuerza motriz del molino era una mula o macho a pelo, sin aparejos. A veces se le tapaban los ojos para que no viera y diera incontables vueltas en círculo como si se tratase de una noria. Cada vecino llevaba su propio macho o ganado cuando le tocaba moler sus olivas. Si el cliente no disponía de caballería, se la ponía a disposición el amo del trujal cobrándole cierta cantidad por el servicio.

El molino estaba formado por una plataforma de mampostería cubierta por una solera o muela de hierro colado en forma circular. Esta solera disponía sobre su superficie de una especie de redajillos donde las olivas se introducían para que al molerlas con el rulo no se escurriesen o resbalasen. En la periferia o perímetro de la plataforma existía un redajo o regacho sobre el cual caía la pasta de la oliva molida. La mayor parte del molino era obra de albañilería.

Encima de la plataforma, sujetos a un eje vertical que partía del centro de esta hasta una viga del techo, iban dos rulos de hierro y la tramoya también de hierro donde se echaban las olivas que eran distribuidas a través de una trampilla sobre la plataforma para que los rulos las moliesen. La tramoya o cajón de hierro donde se echaban las olivas iba sujeta al eje vertical girando alrededor del molino por delante de los rulos. La tramoya poseía en la parte superior una ruedecilla que hacía que cayera más o menos oliva. Los rulos estaban unidos al eje vertical con abrazaderas. Asimismo una barra de hierro horizontal atravesaba el interior de los rulos que unía por un lado a la abrazadera con el eje vertical y por el otro (exterior) iba enganchado a los ganchos del balancín. De este partían dos tirantes que iban uncidos al collarón de la caballería.

La oliva molturada era llevada con gamellas[2] hasta los capachos de la prensa. En la pared de la izquierda había una pila de piedra donde se echaba la oliva sobrante de la molienda y en la pared de la derecha una curiosa ventana con una cruz inscrita y la repisa inclinada hacia el interior del molino.

Este molino ha estado funcionando hasta principios de la década 1960, moliendo los últimos años solamente las olivas de la familia propietaria.

La prensa de husillos

Aunque el techo del trujal conserva restos del antiguo sistema de prensado mediante viga, los moredanos solo han conocido en este trujal el sistema de prensado mediante dos husos.

La prensa está formada por una gran estructura de piedra monumental. Una madera enormemente gruesa, colocada transversalmente en la parte superior de lado a lado, sujeta dos husillos a modo de tornillos que suben y bajan cuando se acciona el sistema de prensado mediante torno.

Se la denomina prensa de capilla por el lugar donde está ubicada dentro de la almazara, inserta en una gran estructura de piedra con esta forma.

En el suelo de la prensa, medio metro más elevado que el del resto de la habitación, hay dos tremis de hierro (antiguamente existieron de piedra), uno por cada husillo. Sobre los tremis de hierro se ponían los pies de capachos (en torno a 20 unidades) y sobre estos iban los marranos (maderos) necesarios hasta alcanzar los husos. Cada vez que se procedía al prensado se armaban dos pies, tantos como husillos.

De cada huso partía un madero o palanca en dirección al torno, siendo más corto el de la izquierda que el de la derecha por tener el primero que hacer menos recorrido hasta hacer tope con la pared izquierda de la prensa. Estos maderos o palancas se unían con una cadena que tenía en sus extremos unas argollas que se introducían en dichos maderos. De la palanca izquierda, la más corta, partía una cadena de unos 5 m de larga que estaba enganchada al torno.

La prensa posee varios barrotes o postes de hierro que sujetan y refuerzan su gran mole de piedra.

El torno estaba asentado sobre unos maderos o plataforma de tablas, sujeto al suelo y al techo mediante unos tornillos y tuercas. Del centro del torno, a la altura del hombro de una persona, salían dos manivelas para accionar su funcionamiento. Lo hacían dos hombres en sentido contrario la una de la otra. Cuando se accionaban las manivelas o manillas del torno, la cadena de las palancas de los husos se enroscaba o enrollaba en el propio torno, atrayendo las palancas hacia la pared izquierda de la prensa a la vez que los husillos bajaban presionando al pie de capachos. De esta forma se realizaba la labor propia del prensado. Y cuando se enroscaba en el torno toda la cadena y la palanca izquierda del huso hacía tope con la pared de la prensa se volvía de nuevo el sistema al principio. Esta labor se realizaba al menos 15 veces por cada pie de capachos.

En otro trujal sito también en Moreda, el sistema de prensado por medio de husos era similar al descrito, salvo en el torno que para ponerlo en funcionamiento tenía cuatro palos en forma de cruz horizontal a la altura de los hombros de una persona y debía ser accionado por cuatro hombres, no por dos como en el caso descrito.

Cuando se procedía al prensado del pie de capachos ya armado, primero se apretaba el huso a mano hasta sujetar bien la estructura formada por el tremis, capachos, marranos y husillos. Seguidamente, por medio de dos hombres se seguía apretando a mano desde las palancas que salían de los husillos. Y, finalmente, se prensaba con el torno.

Al apretar con el torno, este disponía de un gato situado entre el mismo torno y las manivelas. El gato era una especie de rueda dentada con una chapilla en la parte superior que se iba metiendo en los dientes según se iba accionando el torno. La finalidad era que al apretar el torno, este no se volviera para atrás desenroscándose la cadena. Cuando la cadena se había enroscado totalmente haciendo tope las palancas con la prensa, se levantaba la chapilla del gato y se volvía de nuevo al principio. Esta tarea, como se ha señalado, había que hacerla por lo menos 15 veces por cada pie armado que se prensaba. De vez en cuando se descansaba.

A la hora de desarmar el pie de capachos ya prensado, primero se cambiaba el cuarterón, pieza de hierro, del huso. Luego se tiraba a mano de las palancas de los husos sin utilizar el torno, del cual previamente se desenganchaba la cadena. Y finalmente, se subían a mano los husos dándoles vueltas en sentido contrario al del prensado. Los husos para su accionamiento tenían unos posamanos o agarraderas.

Por cada jornada de trabajo solían prensarse ocho pies de capachos, cuatro por cada husillo.

Los infiernillos

El agua sangrada de las tinas iba a parar a los infiernillos, depósitos enormes de piedra bajo tierra. El aceite que quedaba en los infiernillos era para el amo. Este aceite se recogía con el plato y el agua marchaba a través de un desagüe al río Zampeo.

Las pilas

Eran unos depósitos de piedra de gran tamaño donde se almacenaba el aceite. Su capacidad sobrepasaba las 30 cántaras. Se encontraban colocadas en la habitación o cuarto más profundo e interior del trujal, en el que se hallaba a continuación del molino.

Transporte y conservación doméstica

Los vecinos de Moreda que molían las olivas en este trujal llevaban el aceite a sus casas en pellejos u odres de cabra que eran cueros cosidos y empegados hechos con la finalidad de contener vino o aceite. Se portaban o bien al hombro o en caballerías. Si se llevaban en caballerías se utilizaban para este fin las pedreras, artolas o angarillas de madera propias para el transporte de objetos sobre ganados.

Una vez en casa, el aceite de los pellejos se vertía por la boca a las tinajas, vasijas grandes de barro en donde se almacenaba y guardaba. Su forma era de vaso, más ancho por el centro que por el fondo y la boca. Las tinajas se solían almacenar en los altos de las casas.

Reforma posterior

Tras cesar su actividad agrícola en la década 1960, el lugar fue transformado por su propietario en merendero y espacio de recreo familiar. Se le colocó una cubierta nueva con tres luceras y embaldosado de cerámica en el suelo. En la estancia se ofrecen expuestas algunas de las piezas del trujal conservadas: rulos, solera, pilas, herramientas, tinajas, aceitera, llaves, cerrajas, etc.


 
  1. Algorines según el DRAE.
  2. Recipientes de madera parecidos a las artesas de dar de comer a los animales del establo.