Heredades predominantemente abiertas
En Ajangiz (B), antiguamente todas las heredades y prados estaban abiertos. A comienzos de los años 1970 los caseríos comenzaron a disponer de un reducido rebaño de ovejas que se echaba a pastar a un prado cercado; se produjo el cambio de vacas de leche a vacas de carne que se tenían pastando en el campo en vez de estabuladas. En ambos casos se requería que los prados estuvieran cercados para impedir que los animales salieran de los recintos y proteger de este modo los labrantíos y las huertas. Tiempo después algunos caseríos también adquirieron yeguas y caballos con los que hay que obrar del mismo modo. Los primeros cerramientos, zerraduriek, se hicieron con estacas de acacia[1], colocadas a un metro o metro y medio de distancia entre sí, con varias filas de alambre de espino. Si se trataba de ovejas el cierre debía de hacerse con red porque las ubres de la ovejas y ellas mismas pueden resultar dañadas con el espino.
En Urduliz (B) algunos pastizales, los menos, estaban cercados. Los cerrados se hacían con estacas y alambre de pincho. Para acceder a ellos había pasos, erromarak, formados por dos estacas verticales donde encajan varias horizontales. A veces también se cercaban con arbustos.
En Zamudio (B) las cepas de las uvas servían para separar algunas parcelas. Si los prados donde pasta el ganado se encuentra cerca de tierras de labranza, los prados se cercan con alambrada para que el ganado no entre en las tierras de cultivo. También los árboles frutales sirven para separar parcelas.
En Donazaharre (BN) no había muros de piedra entre las propiedades pero había setos, sasiak, o cierres de alambre, zerradurak.
En Aoiz (N) los vallados se ponían y se ponen principalmente en las zonas de pasto donde permanece el ganado. Se levantan hincando estacas de madera en el suelo, a una distancia de uno o dos metros entre sí, haciendo el cerramiento con alambre de pinchos y pocas veces de red. Las zonas cercadas reciben el nombre de landas. Los muros de piedra se reservan para huertos o pequeñas parcelas, situados en las inmediaciones o en el núcleo de las poblaciones. En la toponimia ha quedado registrado el nombre de espil o espila (prado cerca de la casa), en el Valle de Arce / Arrieta y Villanueva o Valle de Lónguida / Ezcay y Olaverri.
En Abezia (A) señalan que no había cercados como hoy día y que, una vez concluida la cosecha, se permitía al ganado pastar libremente en los prados. Los vecinos de Ametzaga (A) recuerdan que solo había dos cerrados propiedad del pueblo, adonde los vecinos solían enviar una vaca o una pareja de bueyes.
En Ribera Alta (A) las fincas nunca han estado cercadas con muros de piedra. En las laderas de la sierra de Arcamo todavía se pueden observar muros de piedra, llamados portillos, cuya función era impedir la salida del ganado.
En Moreda (A) las fincas o piezas, sean del cultivo que sean, no suelen estar cercadas ni valladas. Los muros o paredes de piedras existen en fincas que pegan a caminos y que se encuentran a distinto nivel de estos con el fin de sujetar la tierra. También los hay en mayor abundancia en los huertos de regadío.
En Obanos (N) no ha existido costumbre de vallar ni de proteger los campos ya que la ganadería ha sido escasa. Tampoco en Berganzo (A) ni en Cárcar (N) se cercaban las huertas ni las fincas.
En el Valle de Roncal (N) (Ustárroz, Isaba y Urzainqui) las propiedades privadas no se cercaban a excepción de las huertas y las pequeñas parcelas de siembra denominadas allurkoak. Si se vallaban era con palos de boj y sierga o con setos de boj. Estos límites son llamados margin, igual nombre que dan los pastores a los límites de los campos en las Bardenas.
En Valtierra (N) señalan los informantes que no han sido partidarios de cercas y vallados, ni siquiera en las huertas con frutales, verduras y hortalizas. Los caminos y accesos a las propiedades están bien realizados y mantenidos, al igual que los ríos y ramales que permiten el regadío.
- ↑ En realidad no se trata de una acacia a pesar de que popularmente se designe así (o como alcacia, arkazi o alkazi en euskera) sino de la robinia o falsa acacia, cuyo nombre científico es Robinia pseudoacacia.