Preparación de las tierras de cultivo

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Para la siembra o la plantación de los distintos cultivos se requieren una serie de operaciones que se describen a grandes rasgos a continuación:

– Arar, irauli. Limpieza de la tierra o desbroce (uzkaldu en Uhartehiri-BN) para eliminar restos de la cosecha anterior, con remoción de la misma mediante arados, goldiak, tirados por vacas o bueyes o de la yunta precedida de una caballería como refuerzo en terrenos más difíciles, además de grada, aria, layas o azadas y hoy mediante tractor. En cuanto a arados, goldiak, que siguen el modelo romano evolucionado, ha habido cambios muy sensibles desde 1900 a cuando se van generalizando los modernos: goldenabarra (1906-1914), así llamado porque además de la reja tenía una cuchilla llamada nabarra, ambas de hierro, al que siguió el xarrua, también de hierro, para labores más profundas, tirado por bueyes; ferdia arado francés de vertedera (1906-1920) de una o dos manceras; brabanta, arado brabán de doble vertedera giratorio, de uso desde 1930 a la década de1960 en que se imponen los tractores. A su trabajo de labrado se le llamaba maquinar en el área media y meridional y era de fabricación local. El surco que abre el arado se llama ildua y, por derivación, un golde es una superficie de 100 x 28 m (la capaz de ser roturada en una jornada con ayuda de un arado tirado por vacas). Las fincas se labraban dependiendo de su anchura o inclinación: si eran estrechas y alargadas se araban a lo largo; si eran anchas y llanas en cualquier sentido; si estaban en pendiente en sentido inverso a esta.

– Desmenuzar o destripar la tierra (destormar, desterronar, destormonar), con un simple montón de zarzales atado con una soga primero, luego con narria o grada (aria, ahia, basarria con dientes curvos y ejes giratorios)[1] o con mazas de madera o rodillo de piedra (alperra) e incluso de madera (bonbila, bonbilla) en tierras altas, y en bajas con tabla (ohola) (a su acción en Fitero-N le llaman tablear) o varas entretejidas (hesija o hesia) sobre las que se depositaban piedras para mejorar su acción con el peso, e incluso usando rodillos combinados como en Gipuzkoa y modernamente con gradas rotativas. En Sara (L) a esta operación la llaman harrotu (remover), seguida de la de allanar (arratu, lurra txeakatzeko) el terreno. Los objetivos que se persiguen son alisar la tierra para distribuir mejor la semilla[2] y oxigenar el terreno antes de la siembra.

Estercolando. Legorreta (G), 1985. Fuente: La Salleko Euskal Idazleen Elkartea. Euskal Herria, I, colección de diapositivas. Bilbao: 1985, p. 241.

– Seleccionar y desinfectar la semilla (en el caso del cereal). Para lo primero se escogía la mejor semilla y la más granada, que se pasaba por un harnero para separar los granos muertos. Para lo segundo, en el caso del trigo, se impregnaba con cal, azufre o sulfato disueltos en agua, y la semilla era volteada con palas de madera[3].

– Sembrar, gereiñ, echando la semilla a voleo en el caso del cereal o poniéndola a mano en sitios previamente señalados (maíz, alubia) o en surcos hechos al efecto con marcadoras, markak, y separados unos de otros en distancia variable (para el cereal unos seis pasos), lo que exigía dar varias rejas o aradas a la tierra antes de proceder a la siembra[4]. Hacia 1914 se introdujeron las primeras máquinas sembradoras, de tipo industrial. Mediante marcas y sembradoras el campo quedaba cruzado. En Sara (L) a depositar la semilla le llaman hazia sartu. Después de distribuida la semilla se cubría con tierra pasándole por encima de nuevo la grada (trapa y su acción trapear en Valderejo-A), movida por vacas o caballería, o rellenando con tierra los hoyos donde se había depositado la semilla de la alubia y del maíz mediante una paleta o la azada.

– Abonar. El fiemo animal y las basuras formadas durante el invierno eran recogidas y amontonadas hasta que a principios de mayo se esparcían en las piezas destinadas a la siembra del maíz con la ayuda del bieldo (fuxina en Vasconia continental) de cuatro dientes, operación que en Sara (L) llaman ongarria eman (echarle basura al terreno), también en septiembre antes de la siembra del nabo, seguido de nueva remoción de la tierra mediante grada para pulverizarla. Los campos de trigo se abonaban con el estiércol recogido en los establos como preparación para la siembra, entre septiembre y noviembre. Antes de su dispersión se repartía en montones espaciados unos 5 m entre si y a continuación se extendía con un bieldo (operación que en Valderejo-A se conocía como es-manar). Los abonos minerales o fertilizantes comenzaron a generalizarse hacia 1930 (fósforo, nitrógeno y potasa, en este orden) y antes de la mecanización se lanzaban con la mano a voleo, después se encargaron de hacerlo máquinas abonadoras. En Hondarribia (G) acostumbraban abonar los campos de cultivo dos veces al año, primero con estiércol seco y después con estiércol líquido.

– Escardar, jorratu, para eliminar las malas hierbas, empleando escardadores en forma de azadillas, escoplos o ganchos de hierro holgazanes, dotados de una pequeña hoja curva, afilada al exterior y perpendicular al mango, suplementada con un palo corto. Actualmente la escarda se realiza por métodos totalmente mecánicos con calderas acopladas al tractor encargadas de pulverizar herbicidas líquidos mezclados con agua, procedimiento que también se usa para la aplicación de productos fitosanitarios (pesticidas) contra diversas plagas. En la zona media y ribera de Vasconia se han combatido las plagas de parásitos, y aún se hace, con agua fermentada de ortigas, obtenida tras remojar en ella un manojo de ortigas durante ocho días, colar el conjunto y emplear en la fumigación el agua resultante, muy repugnante por su mal olor. La escarda y las siguientes labores se abordarán en capítulos posteriores.

– Regar. Para los cultivos de regadío es necesaria una labor suplementaria consistente en la colocación de un entramado de tubos y aspersores que se lleva a cabo cuando el crecimiento de la planta todavía no está muy avanzado, allá por el mes de junio, con el fin de iniciar el riego. La época de riego abarca desde los meses de junio a septiembre en los casos de época muy seca aunque dicha necesidad dependerá de las precipitaciones naturales. Tradicionalmente se ha asegurado el riego mediante canalizaciones con compuertas, balsas, pozos o sistemas manuales.

– Recolectar con sus secuelas de limpieza, en su caso desgrane, transporte, almacenamiento, etc. Para ello se ha servido el agricultor del uso de simples herramientas de trabajo si bien se ha producido la sustitución progresiva del procedimiento manual por el mecánico, con una maquinaria cada vez más especializada y compleja.

El área mediterránea

En Abezia (A) las labores en fincas, raínes y heredades siguen estos pasos:

Abonar. El abonado con estiércol de las fincas se lleva a cabo antes de maquinar, en octubre y con luna menguante. En todo caso, al sembrar el trigo se echa nitrógeno para quitar el hondón (grano negro). En la huerta se vierte ceniza, estiércol y la basura que se genera en casa.

Arar o maquinar. En el caso de la avena, lo normal es arar entre octubre y la mitad de noviembre (por san Martín). Con otros cereales como el trigo o la cebada suele ararse en noviembre o diciembre. En cuanto a la cebada, lo corriente era proceder a estas labores en febrero o marzo.

Si el hondón es de patata, antes de sembrar se pasa la grada, para mover la tierra. En el caso de la alubia o la patata, lo normal es pasar la narrea o el rotavátor para romper los torrones antes de sembrar.

Rastrear. A continuación se suele rastrear o pasar el rotavátor para dejar mullida la tierra.

Sembrar. Para sembrar a voleo es preciso marcenar, es decir, hacer marcenes. Se trata de una operación consistente en poner marcas con paja y, más habitualmente, con ramas de avellano, para saber por dónde se ha echado la simiente a la hora de simentar. Lógicamente, el tamaño de los caminos que se van marcando depende de la largura del brazo del hombre que va a sembrar; sin embargo, suelen seguir los surcos que deja el maquinado (tres metros, poco más o menos). Los niños suelen ser los encargados de colocar las marcas. Los informantes recuerdan que las consecuencias de una deficiente simentada eran muy evidentes.

Arando con brabán en Armentia (Vitoria-A), 1959. Fuente: Santiago Arina y Albizu: (obra fotográfica 1956-1978). Vitoria-Gasteiz: Archivo Municipal de Vitoria-Gasteiz, 2000, p. 84.

Trapear. Pasar la trapa para cubrir la simiente.

Narrear, rastrear o pasar el rotavátor. A veces es necesario pasar la nárrea, el rotavátor o rastrear para romper torrones y dejar mullida la tierra.

En Apodaka (A) se maquinaba con los bueyes si había llovido previamente. En noviembre, dividían la pieza marcándola con montones de paja, que llaman márcenas. El labrador con una cesta de castaño caminaba por medio de la márcena y esparcía la simiente y después el abono. Luego con los bueyes o la caballería lo tapaba pasando la narrea.

Si terminaban pronto de sembrar el temprano (el cereal) preparaban la tierra para el tardío: remolacha, patatas, etc., así la tierra se ponía esponjosa. Antes de salir con el brabán lo hacían con el aladro. Para sembrar el cereal, primero esparcían la semilla y luego pasaban el aladro tapando la simiente. El brabán se empezó a usar a primeros del siglo XX.

En la actualidad para el cereal se labra con los tractores en septiembre. Cuando hay buen tempero se siembra el trigo con las sembradoras, y en enero o febrero las cebadas, avenas y el trigo tardío.

En Argandoña (A) las labores son las siguientes:

Roturación. El inicio de un nuevo ciclo para un cultivo comienza con la preparación del terreno. Hay que arar la tierra, lo que se llama labrar o maquinar. En ocasiones, después de la cosecha del cereal, si el terreno está muy seco se pasa una rastra o una grada de discos para levantar superficialmente la capa de tierra. Si el terreno lo permite se pasa directamente el arado polisurco realizando una labor de arada profunda que no se modificará hasta momentos antes de la siembra, dos o más meses después. Esta última labor también sirve cuando el terreno ha estado sin cultivo durante un año o más.

Cuando las piezas elegidas para sembrar el cereal han estado ocupadas con cultivos tardíos de patatas o remolachas hay que esperar a los meses de noviembre, diciembre e incluso enero para preparar el terreno y seguidamente sembrar. La patata se recoge en los meses de septiembre y octubre mientras que la remolacha se cosecha en noviembre y diciembre. Esto retrasa algo las labores de siembra pero como el cultivo es alterno la tierra tiene tiempo de recuperarse.

Cuando la siembra es de patatas, remolacha u otros cultivos alternativos (girasol, leguminosas, etc.), el terreno arado tras el cereal o el barbecho reposa más tiempo, hasta la primavera, momento en que se lleva a cabo la siembra de los citados cultivos, llamados tardíos.

Mecanización de la siembra. La siembra del cereal hoy día se realiza con máquinas sembradoras que portan los tractores. Son máquinas cada vez más sofisticadas que pueden cargar más de 400 kilogramos de grano y que depositan la semilla en un número de entre 20 y 30 hileras cubriendo prácticamente la totalidad de la superficie sin distanciarse entre ellas más de 10 centímetros. El agricultor adquiere la semilla en sacos de 40 kilos que va cargando a mano en la tolva de la sembradora. Si las piezas están alejadas, se acerca un remolque con los sacos de grano que necesita y cuando la tolva se vacía se rellena en la misma pieza volcando a mano saco por saco. Si la pieza está cerca de casa, el tractor hace continuos viajes desde el almacén a la pieza cada vez que se vacía la tolva.

Las sembradoras son iguales para el trigo, la cebada, la avena o incluso algunas legumbres como los guisantes, mientras que para las alubias, el maíz, el girasol o la remolacha se utiliza una máquina sembradora específica, ya que las semillas no caen en la tierra en hilera continua si no que lo hacen guardando mayor separación entre ellas. La patata, al ser una semilla más voluminosa, necesita una sembradora distinta. La semilla de patata es del tamaño de un huevo y cuando supera esas dimensiones se parte por la mitad sirviendo igualmente cada trozo como semilla. La siembra de la patata se realiza tras la preparación de la tierra en caballones. Estos son líneas de tierra que se consiguen con una máquina llamada acaballonador o fresadora que pulveriza la tierra, a modo de rotavátor, y la deja en filas altas que alternan con hondonadas. La sembradora de patatas lo hace en varios surcos a la vez utilizando una o dos tolvas y abre cada caballón para introducir la semilla de patata y cubrirla de nuevo.

En Berganzo (A) se empezaba con una primera labor que se hacía con un aladro y consistía en una roturación superficial de la tierra, en ir arañándola sin profundizar. Luego se maquinaba con una máquina de dos rejas, sin embargo muchas veces no se podía porque se entorcaba por lo que había que pasar de nuevo el aladro.

En segundo lugar se echaba en la pieza la basura bien extendida. Esta basura se sacaba de las cuadras y estaba compuesta por el estiércol producido por cerdos, vacas y bueyes más la paja. En tercer lugar se araba y se rastreaba. El siguiente paso era ya la siembra. A la vez que se sembraba se marcenaba o se hacían marcenas (especie de calles anchas). La anchura de las mismas dependía a su vez de la anchura del brazo del que extendía la semilla en forma de abanico al ir sembrando.

Se sembraba a voleo, es decir en una mano se llevaba una cesta con la simiente y con la otra mano se cogía esta a puñados echándola sobre la tierra describiendo un abanico. Muchas veces a falta de cesta se llevaba la simiente en un saco atado en una punta y se recogía de la boca del mismo. Las mujeres a menudo echaban la simiente en el delantal o mandil agarrándolo de las dos puntas para no dejarla caer.

En Bernedo (A) la primera operación que se lleva a cabo en la pieza es labrar el terreno. Antes esta operación se realizaba con el aladro tirado por bueyes. Posteriormente se sustituyó por la vertedera y más tarde por el brabán. Hoy los tractores arrastran máquinas provistas de varias rejas. Mientras que con las máquinas anteriores labraban un solo surco, con estas nuevas consiguen hasta cinco. En el habla de estos pueblos, en lugar de labrar se utilizaba maquinar.

Una vez concluida esta operación se efectuaba la siembra a mano, llevando las semillas en una cesta colgada del brazo izquierdo y lanzando con la mano derecha la semilla a voleo al aire para que se extendiera al caer al suelo. De la misma manera se tiraba el abono industrial en las piezas. Hoy estas labores se hacen con una máquina sembradora y abonadora arrastrada por el tractor. Después de hecha la siembra se pasaba la grada o la rastra. Aquella para que entrara más en la tierra (ya que la grada removía más la tierra y rompía los terrones y brotes de hierbas) y esta para solo tapar el grano, dependiendo del tipo de tierra.

El trigo se sembraba de octubre a noviembre. La cebada en la mengua de marzo y la avena en la de enero o febrero. La siembra de las patatas se empezaba a mediados de abril. Para el cultivo de la patata, después de labrada la tierra, pasaban la rastra tirada por una caballería para igualarla. A continuación y tirado por la caballería se pasaba el marcador que dejaba tres surcos abiertos donde se depositaban a mano los cascos de las patatas que se sembraban y que se iban tapando con una azada y pisando. Una vez nacida la patata se pasaba con la caballería el cultivador que arrimaba tierra a la planta en forma de caballete. Hoy se realizan todas las operaciones con máquina y tractor.

La legumbre, como la patata, se sembraba en mayo depositando en cada hoyo cinco granos de simiente tapándolos y pisándolos para apelmazar la tierra y así facilitar su germinación. Una vez nacida la alubia, como en el caso de la patata, se le pasaba el cultivador para romper las hierbas y transcurrido un tiempo se repetía esta operación para acollar o arrimar la tierra a la planta.

En Moreda (A) tras la vendimia, a finales del mes de octubre, los labradores comienzan a labrar fincas y barbechos de cara a la siembra del cereal a primeros de noviembre. La labra se realiza con brabán y posteriormente se rastrea. Esta labor se hace en seco, nunca en mojado, pero si la tierra está excesivamente dura hay que aguardar a que llueva y cuando venga a tempero realizar la operación. Luego es bueno que llueva y que con las primeras heladas del invierno la tierra se desmenuce. Es tiempo de que la tierra se oree y oxigene.

El maquineo o labra de la tierra se hace con tractor que arrastra arado de vertedera (bisurco, trisurco y hasta de cinco rejas). Antes se hacía con caballerías y bueyes que tiraban de arados romanos, golpinos y aladros.

Cuentan que en un principio las fincas o heredades las layaban con layas que volteaban la tierra, principalmente las tierras que estaban en cuesta. Las llanas o de terrenos poco pendientes eran labradas con el arado romano o con el aladro.

El aladro, también conocido con el nombre de golpino, sustituyó al arado romano, y aquel también fue sustituido con el tiempo por el brabán.

Otro apero de labranza que fue utilizado en la labra de los campos de cereales y que fue anterior al brabán fue la vertedera. Se utilizaba para labrar los campos de cereal y los olivares.

El brabán fue un apero de labranza utilizado con caballerías para labrar la tierra. Llegó como una evolución del arado rusal. Se conoció en Moreda hacia el año 1930, fabricado en Vitoria por las empresas Ajuria y Aranzabal.

El brabán era tirado por dos ganados, pero se podían emplear hasta cuatro caballerías.

Al arar con el brabán se volvía por el mismo sitio. Tenía un pistón que servía para despistonar y dar la vuelta la hoja. También llevaba un punto para dar la profundidad que se quisiera a la labra.

Actualmente se labran las tierras con tractores y brabanes. El brabán de tractor es un apero que labra la tierra volteándola. Los hay de hasta de cinco rejas. Se emplea en aquellas épocas del año en que la tierra reúne condiciones para ser labrada, generalmente después de tiempos de lluvia en que la tierra está a tempero. Esto suele hacerse antes de la siembra de los campos, en los meses de septiembre y octubre. Tras la labra con brabán las tierras se rastrean y luego se rulan con el fin de desterronar los tormones que hayan quedado.

Labor de rastra con mula. Laguardia (A), c. 1950. Fuente: Martínez, Encarna (Recopiladora). Recuerdos de Laguardia: imágenes de un pueblo. Vitoria-Gasteiz: Diputación Foral de Álava, 1994, p. 81.

Asimismo, también se emplea un nuevo apero de labranza que es conocido con el nombre de chisel. Es parecido al cultivador o destripador, pero de mayores dimensiones. Se emplea para preparar las tierras que no necesitan labrarse de cara a su preparación para la siembra.

En la actualidad algunos agricultores practican la siembra directa, es decir, siembran los campos sin labrarlos. Primero tratan con herbicidas las fincas con el fin de eliminar las malas hierbas y semillas caídas al suelo del año anterior. Seguidamente se dan dos manos sobre el rastrojo con el destripador y se siembra el grano con una sembradora que raye la tierra. Aseguran que es mejor cultivar sin labrar.

La simentación, hasta la llegada de la maquinaria, era hecha por los labradores a mano. Depositaban la simiente en una capacilla o en un saco atado del culo a la boca, para lo cual se ponían dos piedras en los extremos y una cuerda que las uniese, y se los colgaban del hombro izquierdo. Con la mano derecha extraían a puños la simiente y la esparcían por la finca.

Con la llegada del tractor se las ingeniaron para poner un cajón delante con piñón y un agujero para que cayera el grano. También llevaba otro piñón una de las ruedas delanteras y otro una de las traseras. Los piñones iban unidos por una especie de cadena larga como si se tratase de la de las bicicletas.

Los informantes han conocido máquinas sembradoras y abonadoras a la vez que llevaban dos cajones: uno para simiente y el otro para abono. Caían la simiente y el abono hasta la reja para seguidamente ser enterrados.

En Pipaón (A) tras el primitivo arado (aladro) se pasaba la grada pero en la mayoría de los casos era la rastra con la que se rompían los terrones para dejar suelta y llana la tierra. En 1920-25 se introdujo el brabán, máquina que revolucionó el campo al permitir realizar abundante trabajo por su fácil manejo. En 1960-65 apareció el tractor, con parecido mecanismo al brabán pero con más rejas y desapareció definitivamente la pareja de bueyes.

Para toda siembra, lo primero es preparar la tierra con antelación y buen tempero. Se labra la tierra y se abona con el abono indicado para la siembra que se quiera realizar, se echa la simiente y se tapa, rastreando la superficie con la rastra.

En Ribera Alta (A) una vez pasado el verano, al comienzo del otoño, había que esperar a que lloviera para que la tierra adquiriera el grado de humedad suficiente que le permitiera al agricultor introducir el arado. Hay que recordar que estamos hablando de tierras arcillosas que se endurecen mucho con la falta de agua.

Antaño, cuando se utilizaba el estiércol para abonar, hacia septiembre había que distribuirlo por las fincas para que se pudriera y hacia octubre, por el Pilar, si había humedad suficiente, se araba o se volteaba la tierra, quedando la basura enterrada. No obstante, desde 1935-45 no se ha utilizado estiércol sino abonos químicos.

Como se ha dicho, hacia el Pilar, si había llovido y la tierra había alcanzado el grado de humedad adecuado, se comenzaba a arar. Desde 1935 no se ha utilizado el arado romano sino el arado con vertederas. Al principio lo arrastraban los bueyes pero hacia la década de los sesenta del siglo XX comenzaron a llegar los tractores y rápidamente los agricultores se desprendieron de los animales. A medida que aumentaba la potencia de los tractores se incrementaba el número de vertederas de los arados: del trisurco se pasó al cuatrisurco e incluso hoy en día al pentasurco.

Después de arar había que abonar. Se compraba por separado superfosfato, potasa y amoniaco. El agricultor mezclaba los tres productos en la cabaña de su vivienda y abonaba los campos, labor que hacía a mano. Aparece entonces la expresión marcenadera, utilizada por los agricultores de la zona y que indica el ancho de finca que se ha abonado. Dependiendo de la longitud del brazo del agricultor abarcaba mayor o menor espacio de finca al abonar. Por eso el tamaño de las marcenaderas era siempre distinto y resultaba directamente proporcional a la longitud de brazo del que la realizaba. Cuando un agricultor había abonado un largo de la finca, había hecho una marcenadera; dos largos, dos marcenaderas y así sucesivamente.

Después de arar y abonar había que esperar a las primeras heladas de noviembre. Una vez que la tierra había estado helada, generalmente en la primera quincena de noviembre, se procedía a trapear. Esta labor se realizaba con la trapa y tenía como finalidad dejar la tierra fina y suelta, sin apelmazar, “como la ceniza” se decía. Trapear se hacía en sentido contrario a arar.

Una vez concluida la labor de trapear se procedía a sembrar. Al principio a mano y después con máquina sembradora. Se realizaba en el mismo sentido que el arado, al contrario que el trapeado anterior. Después de sembrar se volvía a trapear para enterrar un poquito la semilla.

A modo de referencia, el agricultor que realizaba la labor de sembrar a mano utilizaba una medida llamada media fanega. La llenaba de semilla y sabía que lo tenía que distribuir en una extensión de media fanega.

Todo lo expuesto es relativo al cereal. Con respecto a los cultivos de regadío, es decir, la patata y la remolacha, hay que señalar algunas diferencias. En principio la tierra se trabajaba de la misma manera que para sembrar cereal: arar, abonar y trapear. Pero la patata se siembra hacia la primera quincena de marzo y la remolacha hacia la segunda, por ello desde finales de noviembre en que se trapeaba la finca había tiempo suficiente para que se llenase de malas hierbas por lo que para eliminarlas e igualar la tierra había que pasar la grada.

Antes de sembrar la remolacha había que dejar la tierra muy fina, sin terrones, totalmente igualada y uniforme. Conseguirlo suponía un gran esfuerzo por parte del labrador. Había veces en que se pasaba la trapa con un tablón detrás para igualar aún más la tierra. Una vez logrado, se procedía a sembrar con máquina sembradora.

Con respecto a la patata el proceso es el mismo que para la remolacha: arar, abonar, trapear y pasar la grada para eliminar las malas hierbas y profundizar un poco más en la tierra, solo que las fincas en las que se va a sembrar patata requieren una tierra bien desmenuzada y ahuecada. Para conseguirlo, en los últimos cuarenta años se trabajan con el rotavátor.

En Agurain (A) las fincas en las que se va a sembrar el cereal tardío o las patatas se maquinan por primera vez en el mes de septiembre y cuando llega el momento de la siembra, se maquinan de nuevo o solamente se remueven con el estrepador, dependiendo de las hierbas que hayan nacido. Donde se piensa sembrar cereal temprano solamente se maquina antes de sembrar. Tanto en lo temprano como en lo tardío se rastrea antes o en el momento de sembrar. Normalmente se suele trabajar la tierra con el rotavátor con la finalidad de desmenuzarla y dejarla en buenas condiciones.

Las semillas de cereales se siembran actualmente por medio de máquinas sembradoras especiales colocadas en la parte delantera del tractor, la semilla es tapada por la rastria que se coloca en la trasera. Para la siembra de patatas y remolachas existen unas máquinas especiales que realizan toda la labor y son arrastradas por un tractor.

Labrando con arado polisurco. Argandoña (A), 2003. Fuente: Juan José Galdos, Grupos Etniker Euskalerria.

Antes de la siembra se abonan las tierras con estiércol animal ya sea de ovejas, vacas o de caballos, algunos incluso con estiércol de las granjas de gallinas y pollos, aunque el último está poco extendido por el fuerte olor que desprende y porque hay pocas granjas avícolas en los alrededores; además, abono bastante completo de fosfato, nitrato y potasa, extendido por medio de máquinas abonadoras.

En Iruña de Oca (A) terminada la recolección de las cosechas y si ha llovido lo suficiente para que las semillas caídas germinen y las malas hierbas nazcan, se dan labores de grada o estirpador con el objeto de que se sequen. A continuación se labran las tierras con la profundidad suficiente para que los restos de rastrojos vayan repudriéndose y quede el terreno listo para la siembra.

Hasta mediados del siglo XX aproximadamente, estas operaciones se hacían con el arado o aladro, cuyo varal podía ser de hierro o de madera, y después con el brabán, tirado por bueyes o caballerías. En cada casa había como mínimo dos parejas de bueyes.

En la zona de Montevite se llevaban dos parejas, una de vacas por delante y la de bueyes por detrás. Una finca de unas cinco fanegas requería cinco días para labrarla.

Una vez que había buen tempero, ya caídas las primeras lluvias del mes de septiembre, se empezaba a labrar la tierra, continuando en octubre y noviembre.

En Treviño y La Puebla de Arganzón (A) la tierra se labraba (araba o maquinaba) con arados o aladros tirados por bueyes o caballerías. El aladro era de hierro, en algunos incluso hasta el varal, siendo utilizado en tierras donde se encontraban lastras, pues los de varal de madera se solían partir por la unión con el hierro. Estos arados no profundizaban apenas y los empleaban en las piezas de fuerte pendiente, donde los bueyes no podían subir con el brabán.

A principios del siglo XX se empezaron a comprar los arados brabán de las firmas Ajuria, S.A. y Aranzabal, S.A. Fue la máquina que revolucionó el campo, eran tirados por bueyes o mulas, profundizaban en la tierra y le daban la vuelta. Los había de varios tamaños, numerándolos del nº 0 al nº 2.

En La Puebla de Arganzón y pueblos cercanos tenían los mayores arados y eran tirados por dos parejas de bueyes o una pareja de bueyes y una caballería. Hasta que desaparecieron los bueyes se ha labrado la tierra con estas máquinas.

Si las lluvias aparecían a últimos de septiembre y la tierra tenía buen tempero, empezaban a labrarla. Por el mes de octubre o noviembre sembraban el cereal, antes a voleo y después con máquina. Con la rastra tapaban el grano. Las tierras maquinadas tenían que ser rastreadas previamente con rastras conducidas por bueyes o caballerías. Estos aperos eran de madera con unos hierros que destorronaban la tierra dejándola suave. Si no se pasaban, muchos cultivos no se podían sembrar.

Los primeros tractores que se compraron en el Condado eran de ruedas de hierro y tenían que darle la vuelta a mano a la máquina que llevaban atrás. A mediados de los años cincuenta compraron los primeros tractores con ruedas de goma y arados de volterete manuales que abrían un solo surco.

En muchos casos, después de que habían realizado el trabajo con el tractor pasaban la rastra con bueyes. A partir de los sesenta se pasó a labrar con los bisurcos automáticos y más tarde aparecieron los de tres y cuatro vertederas.

Después de labrar la tierra, cuando está oreada, se pasa el rotavátor, máquina acoplada al tractor que desmenuza la tierra, dejándola “como ceniza”. Esto se utiliza para la patata, remolacha, etc.

Cuando se labraba con animales había temporadas en que bien la mujer o los hijos les solían llevar la comida a las piezas. Si en alguna casa no había varones, las mujeres también iban a labrar la tierra. Los hijos e hijas, para los catorce años ya empezaban a ir con la pareja de bueyes a realizar esta labor.

En algunas casas del Condado solían tener parejas de mulos y les ponían un yugo especial. Los mulos son más ligeros y hacen la labor antes.

En Valderejo (A) la tierra se preparaba convenientemente antes de proceder a la siembra. Previamente a su arado las fincas se abonaban con el estiércol recogido en los establos. Desde estos se transportaba en carro a los campos y allí se depositaba en montones espaciados unos cinco metros entre sí. A continuación se extendía con un bieldo, operación conocida como es-manar.

Seguidamente se procedía a labrar la finca, trabajo que se realizó con el arado romano hasta los años cuarenta del siglo XX o con el brabán (máquina) a partir de esos años; ambos eran tirados por bueyes. A partir de 1965 el labrado de las fincas se pasó a realizar con tractor que arrastraba un arado bisurco o trisurco.

Las fincas se labraban atendiendo a su anchura e inclinación: Si eran estrechas y alargadas se araban a lo largo; si eran anchas y llanas en cualquier sentido; si estaban en pendiente en sentido inverso a esta.

Para sembrar los cereales y menucias, después de labrar la finca se procedía a sementar. Previamente marcaban unas calles, márcenes, mediante unas ramas que se clavaban en el suelo y que servían como referencia al sembrador. Este, provisto de una cesta que colgaba de su brazo y en la que estaba depositada la semilla, iba tomando con la otra mano puñados de ella y abriendo los dedos a la vez que hacía movimientos de derecha a izquierda, dejaba salir el grano para que cayera uniformemente sobre la tierra. Normalmente se desplazaba por la parte derecha de la marcen y regresaba cubriendo la otra mitad. Esta forma de sembrar se denominaba a voleo.

Una vez completada la finca se procedía a trapear, labor así conocida por el apero que se empleaba: la trapa. Era arrastrada por una caballería y cuando existían muchos terrones, sobre este apero se acostumbraba colocar un peso que podía ser una piedra o bien la propia persona que manejaba a la caballería. El apero se enlazaba con el animal con unos ramales que se anclaban en un extremo en el apero mediante un gancho existente en el balancín y en el otro en un collarón colocado en el cuello de la caballería.

En Aoiz (N) se han conocido dos modos de laboreo agrícola previo a la siembra: uno que suponía el trabajo manual directo con empleo de pequeñas herramientas (azada, pala, rastrillo) y el más habitual con la ayuda de animales y grandes aperos primero y tracción mecánica después.

La preparación de la tierra para la siembra se debía hacer en el mes de octubre pues “si te descuidabas para san Martín, se aguaba”. Una vez labrada la tierra con el brabán o arada con arado se alisaba la superficie con la rastra y a veces la zaranda y se depositaba la semilla; en el caso de las grandes superficies (cereal de secano o forrajeras) primero a voleo y después con la máquina sembradora. En el caso de las patatas, alubias y la remolacha, se hacía de manera directa depositando la semilla con la mano en los surcos que se habían practicado de lado a lado del campo con una herramienta llamada punzón. Esta misma se empleaba en la plantación de las vides.

Arado subsolador o chisel. Argandoña (A), 2003. Fuente: Juan José Galdos, Grupos Etniker Euskalerria.

En Cárcar (N) para la labor de preparación de la tierra, cuando se utilizaban las caballerías los aperos empleados eran el rastro, el molón y la grada, que se enganchaban a los animales mediante el balancín y dos cadenas. Una vez introducidos los tractores se siguió empleando el molón junto con la rastra y el cultivador. Otra labor que se tenía que hacer era amugar o señalar sobre el terreno por dónde se iba a arrojar la simiente posteriormente.

La preparación de la tierra ha cambiado mucho. Con las caballerías la labor no podía ser profunda, como mucho 20 cm. Cuando la tierra estaba dura se utilizaba el molón, el rastro y la grada e incluso se rompían los tormos con una maza. La paja se enterraba para que sirviese como abono. Cuando llegaron los tractores, los brabanes trabajaban más profundo para que la tierra se airease, después se utilizaba el cultivador, la rastra, el molón y la grada. Las piedras que sacaba el brabán se amontonaban en las esquinas. Este tipo de arado desapareció y se pasó a utilizar el bisurco, el trisurco, etc. En la actualidad con cuatro tractores se siembra todo el secano.

En Muez y Ugar (N) las labores agrícolas en ambos valles cambiaron de forma radical tras la mecanización del campo y la concentración parcelaria. Antes de ambos hechos, la siembra en los campos comenzaba a mitad de septiembre y para productos como el haba seca a mitad de julio. Hay que tener en cuenta que se practicaba tanto el barbecho como la rotación de cultivos, ya que esto último era esencial para poder abastecer de forraje a los animales de tiro y los que se criaban en casa durante todo el año.

En cualquier caso, la primera labor a realizar era la preparación de la tierra para sembrar. Esto se hacía mediante arados arrastrados por bueyes o caballos (la anilla de cuerda que sujetaba el timón del arado o del carro a los yugos era llamada en Yerri trascón). Para dar la vuelta a la tierra también eran empleadas las layas de mango largo y dos dientes puntiagudos, sobre todo en las tierras de regadío, como las huertas. Sin embargo, tanto el arado como la laya fueron sustituidos por el brabán arrastrado por bueyes que cortaba la tierra y la volteaba. Labrada ya la tierra se pasaba la narria con un bastidor de madera y púas en su parte inferior. Este apero arrastrado por bueyes desmenuzaba los terrones. Con el tiempo la narria también sería sustituida, tomándole el relevo la grada, que tenía diferentes rejas metálicas y su trabajo era más efectivo en el barbecho. Con los útiles de labranza acarreados por bestias no se lograba en agosto quitar suficientemente bien las raíces de las plantas invasoras de la tierra a roturar. Posteriormente los tractores consiguieron profundizar más en el suelo y dejar la tierra más limpia. Además, como las fincas tras la concentración parcelaria eran más grandes resultaban más fáciles de trabajar. Con los arados se trabajaban por día unas tres o cuatro robadas, con los tractores su número aumentó hasta las sesenta robadas. El tractor era de propiedad privada, no se compraron en cooperativas ni por los concejos para uso comunal.

Laiariak. Zeanuri (B), 1920. Fuente: Archivo Fotográfico Labayru Fundazioa: Fondo Felipe Manterola.

Preparado el suelo en septiembre tocaba el turno de la siembra (habas, alholvas, arvejuelas, etc.) mediante el lanzamiento a voleo de las semillas acarreadas en un capazo. En ocasiones se usaban las azadas para plantar. Posteriormente llegaron las máquinas sembradoras con depósito para el grano. Una vez sembrado el terreno era el momento de pasar el molón que en un principio era de piedra y luego de cemento armado y tirado por un tractor. En cualquier caso las tierras eran abonadas.

En Izurdiaga (N) para preparar la tierra se araba con el brabán, luego se desmenuzaba con la area o arie, que se trataba de un armazón de madera con púas de hierro, se abonaba con la abonadora y se procedía a sembrar.

En Obanos (N) en las piezas de cereal en primer lugar se procede a maquinar, operación que consiste en voltear la tierra con el brabán, actualmente movido por tractor; antiguamente el brabán de vertedera era arrastrado por caballerías. Esta operación suele hacerse entre septiembre y enero para mover los rastrojos dejados tras la recolección, y en primavera. Después se pasa la rastra para deshacer los tormos (dicen que es muy bueno que entre el hielo a los tormos o tormones). Esta operación tiene lugar en primavera cuando se ha secado un poco la tierra. Antes del verano se pasa el cultivador, especie de arado con unos muelles que van cerniendo la tierra y al mismo tiempo cortan las hierbas gracias a unas rejas de 15 cm de profundidad. Antes de la siembra suele desmenuzarse la tierra con el molón si está con algún tormón y seca, pero si hay mucha humedad se pasa la rastra. Cuando la tierra ya está bien desmenuzada es el momento de sembrar, en octubre. Esta operación se realiza con la sembradora, máquina que tiene una reja que va abriendo el surco, deja la simiente en él y con una tabla la cubre de tierra. A la vez se aprovecha para fosfatar.

Trabajo en familia en Zunharreta (Z). Fuente: Duvert, Michel; Decha, Bernard; Labat, Claude. Jean Baratçabal raconte… Bayonne: Association Lauburu, 1998, p. 259.

Antes se solía quemar el rastrojo y extender la ceniza. Creían que era bueno porque desinfectaba.

En algunos casos se está introduciendo la siembra directa, sin mover la tierra.

En San Martín de Unx (N) las operaciones que se realizan en las piezas como preparación para la siembra de cereales son las siguientes (la información es de 1978):

Maquinar, que consiste en dar profundidad a la tierra volteándola con el brabán vertedera, tirado con el tractor. Con esta operación se levantan unos 40 cm de tierra. Recibe dos nombres según la época en que se aplique: barbechar si es en primavera, o rastrojear si es entre septiembre y febrero.

Rastrar para igualar la tierra y deshacer los tolmos, operación que se realiza con la rastra y el tractor. Se rastra el terreno en primavera, enseguida de barbechar, cuando el campo tiene cara por arriba, es decir, tiene la superficie superior seca.

Cruzar o pasar el cultivador, arado con unos muelles que al pasar va cerniendo la tierra y al mismo tiempo va cortando las hierbas merced a unas rejas de 15 cm de profundidad. Debe cruzarse la pieza no más tarde de Santiago (25 de julio), cuando el viento es del norte, pues hay menos peligro de que “se queme la tierra”. De lo contrario, si se quemara, el efecto negativo lo acusarían las dos o tres cosechas posteriores. Esta operación también la lleva a cabo el tractor.

Antes de sembrar puede desmenuzarse mejor la tierra con el molón o rodillo giratorio, si está con algo de tolmo y seca; si está demasiado húmeda se pasa otra vez la rastra.

Sembrar. En este momento puede decirse que la tierra “está ya tabaco”, muy fina y oxigenada. El sembrado se hace con la sembradora, aparato que dispone de una reja que va abriendo surco y dejando la simiente en él, para a continuación cubrirla de tierra con una tabla trasera. La ocasión se aprovecha para fosfatar, pues de esta manera crecerá luego con fuerza la espiga. Algunos labradores hacen una mezcla de super-fosfato y sulfato amónico.

En Viana (N) en las tierras blancas o dedicadas a cereales una vez recogida la cosecha se quemaban los rastrojos. La operación de labrado se realizaba volteando la tierra a bastante profundidad con brabán vertedera, para airearla y esponjarla, eliminar las malas hierbas y enterrar los restos vegetales de la superficie que actuaban luego como abono orgánico. Antes del uso de los abonos minerales se esparcía el ciemo por los campos. Poco antes de la siembra se pasaba una rastra por las piezas, para estormonar, desmenuzar e igualar la tierra, por medio de una plataforma con largos clavos tirada por los ganados, ahora por el tractor. Hay quien pasa el rulo, en otras partes llamado molón, rodillo giratorio muy pesado de piedra o de metal.

En Allo (N) hasta principios del siglo XX se usaron exclusivamente dos clases de arado, el navarro y el castellano. Para su arrastre se empleaban bueyes, a veces un buey y una caballería o un burro con la ayuda de su dueño. El brabán comenzó a emplearse hacia 1906. Muchísima gente también trabajaba la tierra con azada y layas. Un buen número de jornaleros se pasaban gran parte del año y de su vida layando y cavando y no solo en el pueblo sino también fuera.

El área atlántica

En Lanestosa (B) las labores de preparación de los terrenos a cultivar a finales del siglo XIX eran cinco: sorrer, layar, abonar, sembrar con rastro e igualar la tierra con rastrillo y azada. A mediados del siglo XX lo primero que se hacía era sorrer o eliminar a azada toda la hierba mala, después pasar el arado (posteriormente reemplazado por el brabán) arrastrado por la yunta de bueyes o de vacas, labor que sustituía a la realizada anteriormente con layas y azadas; y a continuación pasar el rastro para igualar la tierra. Tras estas labores se iniciaba la siembra.

En Amorebieta (B) la primera operación para convertir un terreno en cultivable consiste en ararlo. Esto se hacía con un arado normal que raspaba un poco la hierba de la superficie. Después venía el arado a fondo, que antes de la guerra del treinta y seis se hacía frecuentemente con layas, si bien para entonces ya existían en algunos caseríos arados. Después de la guerra se extendió el arado con cuchilla y hoja giratoria; se le llamaba makiñia y trabajar con el mismo makiñetu. Dejaba unos terrones grandes que se deshacían pasando otro arado llamado nar-aria. Este tenía unas púas de hierro sujetas a un soporte de piezas de madera gruesa y sobre su superficie se ponían piedras o algún peso para que al pasarlo sobre los terrones se deshicieran mejor. Luego se araba con el arado normal, se echaba estiércol y se volvía a pasar el arado dos o tres veces. La tierra estaba preparada para la siembra y para poder trabajar con la azada.

En caso de sequía o de que la tierra estuviera dura, se usaba un rodillo de piedra, boliñeta-harrixe, para deshacer los terrones que quedaban tras el primer arado.

Había otros arados que se usaban solo para escardar: itallia, que tenía nueve púas, y zorraixe, de cinco, y los arrastraba una vaca o un buey. Contaban con dos varas laterales abombadas en medio de las cuales iba el buey o la vaca que tiraba de los mismos; esas varas se enganchan al yugo de una única cabeza. Había otro arado de tres púas para escardar llamado hiruhortza que se usaba con un burro o un mulo.

En Ajangiz y Ajuria (B) para la preparación de los terrenos donde se va a cultivar se realizan las siguientes operaciones: primero hay que pasar la grada, arietu, para quitar las hierbas, gorrittu. Luego hay que esparcir el estiércol, satsak zabaldu. A continuación hay que roturar la tierra, goldatu, con el arado o el tractor. Despúes hay que dejar que la tierra se seque. Una vez seca hay que volver a pasar la grada para igualar la tierra, “gorabeherak kendu”, y ya está lista para ser cultivada, “laborie ipini”.

En Nabarniz (B) las operaciones que se realizaban en las heredades donde se sembraba trigo eran: goldatu, labrar y luego rematar bien las esquinas a mano con la azada, “eskiñek atxurregaz hartu”, a continuación había que romper la tierra con la grada, arie. Después se sembraba el trigo para lo que se servían de unos palos para marcar el terreno. Luego había que pasar la narria, zestue.

En Nabarniz las operaciones en las tierras en que se sembraba el maíz eran parecidas a las del trigo, pero algo distintas. Se estercolaba, sastu, el terreno, se pasaba la grada, arekatu, se alisaba con la narria, zestue. Se marcaba el terreno a mano y en los agujeros preparados para ello se depositaban cuatro o cinco granos de maíz. Cuando la planta de maíz ha crecido unos 10 cm de altura, al lado de cada planta se siembra la alubia.

En Gautegiz Arteaga (B) la grada, arie, se utilizaba para suavizar la tierra. Más tarde se introdujo un tipo de arado llamado bailarinie. El arado más antiguo es heisie, si bien el informante (nacido en 1931) señala que no ha conocido labrar con él, “heisaketan neuk be ez dot ezetu”. Hay que remontarse al siglo XIX.

Más tarde se conoció el arado, goldie, con dos astas que labraba solo en una dirección y había que dar la vuelta para hacerlo en sentido contrario. En todo caso, según el informante, los instrumentos de trabajo más antiguos son arie y heisie. Después apareció el arado pequeño, golda txikije, que tendrá –señala– unos 150 años de antigüedad. Posterior es bailarinie y el arado grande, golda nagusije, que se introdujeron alrededor de los años treinta del siglo XX. Del arado grande había tres modelos: 0, 1 y 2. Cuando se araba con bueyes se utilizaba el 2. Para romper los terrones, sokilek, se valían de la narria, narra.

Un informante nacido en 1931 dice que el arado más antiguo que él conoció era heisie, anterior a las layas. Trabajaba con dos animales uncidos, “ganadu bigaz, buztertute”. El arado disponía de una vara, partikie. Solo removía la tierra, no la volteaba, “aztertu bakarrik egiten eban, ez dautso bueltarik emoten lurreri”.

Era un artilugio que se componía de una base de madera sobre la que iba la pieza de hierro con su forma, “azpijen ola, ganien burdine, beren formiegaz”. Disponía de un agarradero y un hierro con agujeros para subir o bajar la profundidad del labrado, “burdinie zuloagaz gorago edo beherago ipintteko, sakonago edo azalago sartzeko”. Las layas se consideraban mejores porque volteaban la tierra, heisie se quedaba corto, “laije hobie, buelta emoten deutso lurreri, heisie urrije da”. Heisie se utilizó al final en las heredades para hacer zanjas por donde discurriera el agua, “azken denporan, soloari karkabak atarateko ure joan deijen”.

Siendo niño el informante conoció trabajar con layas, laietan, y él mismo ayudaba muy modestamente, como niño que era, cuando su tía labraba el terreno con layas para sembrar patata. Piensa que para los años 1940 ya se habían abandonado. El trabajo lo realizaban tres personas a la vez. Si el terreno era inclinado, para extraer los terrones, zohijek atarateko, el más fuerte se colocaba siempre en la parte de abajo.

Después apareció el arado pequeño, golda txikije, pero también se conocía mucho antes de la Guerra Civil. Volteaba la tierra y disponía vara, partikie. Tenía dos agarraderos y convivió con heisie y las layas, si bien era más moderno. Cuando se gastaba la punta de la pieza se cambiaba. Lanzaba la tierra hacia abajo.

Más tarde apareció el arado grande, golda nausije, del que como ya indicamos había tres números, el 0, el 1 y el 2. Tenía dos palas con dos puntas, “pala bi, punte bigaz”, y dos ruedas de hierro. Se introdujo hacia 1940. Tiraba los tepes hacia arriba y hacia abajo, “zohijek gorantz eta beherantz”.

Antiguamente se hacía una labor pesada llamada lurgora, que consistía en subir las tierras caídas al labrar en los terrenos inclinados.

El tractor en Arteaga se introdujo en los años 1960.

En Hondarribia (G) el proceso solía ser el siguiente: efectuar en el terreno un arado en profundidad con la máquina, antes el arado y luego el brabán, aplicando previamente y después de esta operación una capa de fertilizante, pasando la bostortza y a continuación el moto-cultor.

Pero no en todos los lugares se efectuaba este trabajo con maquinaria ya que esta exigía una mayor separación entre las plantas con la consiguiente pérdida de rendimiento de un mismo terreno.

Los informantes consideran que lo mejor para el terreno era cuando se preparaba layando ya que quedaba más esponjoso. En segundo lugar cuando se hacía con el brabán o goldea, pues el paso de los animales, el propio aparato y la persona que lo conducía producían un apelmazamiento en ciertas partes del terreno; y se piensa que es peor aún prepararlo con el tractor pues lo compacta más.

Una vez que el terreno estaba labrado con laya o con goldea, labor que se procuraba hacer antes de Navidades, se solía pasar la area para igualar o alisar la tierra y si estaba seca y tenía mucho terrón, la alperra. Después se dejaba descansar hasta febrero o marzo, en que se sembraba.

Cuando la tierra se apelmaza y adquiere tal dureza que impide la salida de las plantas se le pasa la rastra para romperla. Este proceso se hace con tiempo seco.

Besarea se utiliza para pasarla entre dos surcos de maíces o de vainas, por ejemplo, para dar aire a la tierra, esto es, esponjarla y eliminar la hierba sobrante.

Cuando la planta ha crecido un palmo se considera que es bueno añadirle un poco de estiércol como alimento adicional.

En Sara (L) en el laboreo de la tierra se distinguen cuatro operaciones; irauli, roturar; harrotu, remover; arratu, allanar; y jorratu, escardar.


 
  1. La narria era una simple plataforma de madera con púas en su parte inferior. La grada era metálica dotada de varias rejas.
  2. La tabla o atabladera en el castellano común es una mera tabla, valga la redundancia, sin púas en contraposición a la grada, que sí las tiene. Sirve para igualar la tierra después de arada.
  3. En el siglo XVIII, según información de Anes referida a Gipuzkoa, la semilla se echaba al campo mezclada con cal –para preservarla de los insectos gramíneos y otros pequeños animales de la microfauna agraria–, o mojada con agua hervida para acelerar la germinación. G. ANES. “Tradición rural y cambio en la España del siglo XVIII” in La economía española al final del Antiguo Régimen. Tomo I. Agricultura. Madrid: 1982, pp. XVII-XLV, citado por José Carlos ENRÍQUEZ; Arantza GOGEASCOECHEA “Agricultura tradicional en la vertiente norte del País Vasco: prácticas productivas y organización ecológica familiar” in Lurralde: Núm.18 (1995) pp. 245-256. Disponible en: http://www.ingeba.org/lurralde/lurranet/lur18/enriq18/18enriq.htm. Acceso: 22/04/2014.
  4. La primera se hacía en un sentido, por lo general con surcos paralelos a los lados más largos de la parcela; la segunda en sentido transversal, es decir, perpendicular a la anterior; y la tercera lo mismo que la primera u oblicua. Con este laboreo se aseguraba el mullido completo de la tierra, su oxigenación y su mezcla antes de proceder a la siembra. Lo mismo se efectuaba en las tierras de barbecho. La labor del sembrador estaba prestigiada y se reservaba a personas diestras en ella. Una vez marcado el suelo, el sembrador se persignaba y lanzaba la semilla del saco o capazo que llevaba colgado en el hombro izquierdo, a derecha e izquierda, a voleo, (a pedrada, en otros lugares) arrojando a puñados la semilla con movimientos rápidos del brazo. Para granos de cierto tamaño, como el maíz, la siembra se hacía a chorrillo (a montón en otros lugares) dejando caer una hilera de semillas a lo largo de surco. La siembra de las legumbres, por su parte, se hacía a golpe, introduciendo la semilla a mano y tapándola a continuación con la azada o azadilla. Las patatas se sembraban así con trozos de las mismas.