Arrendamiento de comunales
En el Valle de Elorz (N) en todos los pueblos existen los llamados quiñones o parcelas comunes. Los vecinos que lo deseen tienen derecho a trabajarlos, mediante el pago de una contribución durante dos años de permanencia. Estas parcelas son por lo general muy fértiles, excepto las situadas en los cerros y laderas que se van quedando incultos.
En Argandoña (A) las tierras comunales en zonas de cultivo se explotan a renta por los vecinos de cada pueblo.
En Abezia y en Berganzo (A) hay tierras comunales de monte que se arriendan por determinado número de años a uno o varios vecinos para que estos las exploten una vez roturadas.
En Ribera Alta (A) los roturos o roturas son fincas propiedad del pueblo o de la junta administrativa, próximas al monte y que por su situación tienen menos profundidad. Cada seis años se subastan entre los vecinos del pueblo para que se los quede el mejor postor. En estas tierras se siembran cereales o leguminosas, no son aptas para patata ni para remolacha. La extensión de roturos varía mucho de un pueblo a otro.
En Treviño y La Puebla de Arganzón (A) los roturos, que son tierras comuneras, se arrendaban por un período de diez años. Hoy no queda ninguno cultivado.
En Cárcar (N) hasta la década de 1990 las parcelas del comunal se repartían a través de un sorteo entre las familias que lo solicitaban. A estas parcelas se les denominaba suertes, en ellas se sembraba en régimen de año y vez.
En Obanos (N), el disfrute de los huertos del comunal hoy día es por ocho años y se hacen tantas parcelas como solicitantes. Últimamente se constatan algunos cambios. Según señala un informante en 2002 casi queda desierta alguna de las parcelas de huerto (12-14 parcelas), sin embargo en 2010 ha vuelto a crecer la demanda. También corresponde al municipio el arriendo de las tierras particulares de secano cuando se levantan las cosechas.
En Ugar (N) las parcelas de los terrenos comunales son subastadas por el concejo aunque actualmente hay una cooperativa agraria.