Arneses y aparejos de los ganados caballar y asnal

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Con carácter general el conjunto de elementos que se pone al ganado caballar o asnal para cargarlo o montarlo se llama aparejo y la acción de llevarla a cabo se conoce como aparejar. El conjunto de arreos propios que se coloca a yeguas, caballos y machos para proporcionar seguridad y comodidad en los desplazamientos se llama montura.

A modo de introducción se aportan los datos de unas localidades que son aplicables a otras muchas. Así en Moreda (A) el ganado era utilizado a diario para ir a trabajar al campo. La montura de las caballerías era sencilla y dependía de la época del año y el tipo de trabajo. Se iba al campo montado en el animal, nunca a pelo. Asimismo la caballería servía para viajar a las localidades donde se celebrasen ferias y en especial para ir a vender o comprar a la cercana ciudad de Logroño. En Gautegiz Arteaga (B) el burro era el animal más utilizado para los múltiples menesteres de la casa sobre todo en labores como acarrear hierba, nabos, manzanas, etc. del campo o de la huerta y el transporte de grano al molino o de la vendeja al mercado. Había quienes para las mismas tareas disponían de yegua o caballo.

En Estella (N) a mediados de los años noventa se recogió de boca de un guarnicionero estellés la siguiente información referida a las caballerías. Los animales de tiro que iban en cabeza llevaban tirantes con sus correspondientes cuerdas de cáñamo y mangos de cuero (forros) para labranza y tiro; lomera que se colocaba encima del lomo del caballo, consistía en una almohadilla llena de pelo; collarón del que se hace el cuerpo en molde y se pone luego el correaje que se compone de los brazaletes, el guardapolvo que es un protector superior para evitar que le entre el agua de la lluvia por encima del collarón, y la cabezada que va debajo del bridón y que es para que no se espante la caballería con sus anteojeras.

El animal de varas, que va detrás del de tiro y sobre el que descansa el peso del carro, llevaba el sillón, que es el que aguanta el peso del carro; la sufra o correón que coge el peso del carro y va por encima del sillón; la barriguera que es una correa que pasa bajo el vientre del animal para sujetar el carro en pendientes pronunciadas; el collarón que es igual al de delante, con el armalillo que es el ramal para dominar el animal, y generalmente un morral de pienso por animal con la cebada del día.

A continuación se describen los arneses y aparejos descritos en nuestras encuestas de campo con los que se equipaba a los ganados caballar y asnal.

Albarda, baste, txalma, y manta

En Abezia, Berganzo, Moreda, Treviño y La Puebla de Arganzón, y Valderejo (A) se ha recogido que antes de colocar el aparejo se ponía sobre el lomo del animal una manta (sudador o sudadera) destinada a aliviar la presión de la carga y a enjugar el sudor. En Moreda precisan que solían estar hechas de cuadrillos.

En Viana (N) a veces para ir montado en una caballería solamente se ponía la manta sujeta por la cincha. La razón principal de colocar con carácter previo la manta se debe a que las caballerías tienen la piel delicada y se trata de evitar roces que puedan dañarles y hacerles heridas. Tanto en esta localidad como en Sangüesa (N) la albarda es una pieza de tela de lona acolchada, rellena de paja de centeno o de borra, que se ponía sobre los lomos del animal de carga para su protección.

En Argandoña (A) señalan que salvo en el caso del transporte de sacos o costales, la espalda del animal se protegía con la albarda o el baste, especie de manta de lona o cuero acolchada con paja que se ataba a la tripa de la acémila con una cincha y se sujetaba a los cuartos traseros, por debajo del rabo, con otra cincha y de este modo se evitaba el desplazamiento de la albarda hacia adelante. Otro tanto se ha consignado en Abezia, Apodaka, Berganzo, Pipaón, Treviño y La Puebla de Arganzón (A).

En Moreda (A) los albarderos fabricaban las albardas con paja de centeno por dentro y con material y tela fuerte por fuera. En esta localidad dicen que en verano únicamente le ponían al animal la manta y por encima la albarda. En Bernedo (A) señalan que la albarda o basta iba sujeta con la cicha por debajo del vientre del animal; el pretal se colocaba por delante del pecho para que no se desplazara la carga en las cuestas y la tarria debajo del rabo.

A esta última cincha también en las Encartaciones (B) la denominan tarria; en Abezia, Urkabustaiz y Zuia (A) tiracol; en Agurain, Moreda, Treviño (A) y Allo (N) retranca; en Zamudio (B) petrala; en Urduliz (B) petraiñe; en Sara (L) astaluhala y en Eugi y en Ultzama (N) astaluela. A la cincha del pecho en las Encartaciones se le conoce como cincha o barriguera; en Zuia (A) se han recogido las denominaciones de petral o pechopetral, y en Eugi y en Ultzama (N) se llama petrala.

En Valderejo (A) dicen que para el transporte de mercancías o personas se les colocaba a las caballerías la albarda, denominada aparejo. Los aparejos tenían sendos estribos, uno a cada lado del animal, para que el jinete introdujera los pies. Generalmente estaban fabricados en madera y con forma de cazoleta si bien los hubo de hierro de tamaño más reducido.

En el Valle de Carranza (B) como montura de carga, tradicionalmente, se ha utilizado la albarda, que se compraba. Sobre ella se transportaban las talegas de grano al molino, las cacharras con la leche, los sacos de pienso, etc.

Aparejando el burro. Carranza (B), 1998. Fuente: Miguel Sabino Díaz, Grupos Etniker Euskalerria.

En San Martín de Unx (N) la montura habitual de los machos era la albarda o trozo grande de terliz o lona almohadillada con paja de centeno y lana por delante. El albardón era la prenda semejante que se ponía al burro debajo de la zalma o estructura de madera en forma de tijera. Para ir montado en burro, bastaba con colocarle en los lomos una manta con la alforja, si se partía hacia la huerta.

En Améscoa (N) las monturas usadas para los animales de carga han sido la albarda y el baste, y para montar la silla también la albarda. Las albardas se compraban en las guarnicerías de Estella pero en Larraona las fabricaban las mujeres de la localidad. Empleaban como aderezo la paja de centeno apretada entre dos telas de lino que se almohadillaban con una serie de costuras. La tela era la más fuerte y burda de la que se hacían con lino, la hilada con los morros (la estopa más ordinaria), le decían terliz. Bastes y sillas se compraban en las guarnicerías de Estella.

En Abadiño (B) antes de ponerle otros aparejos al burro, en primer lugar sobre el lomo se ponía un saco fino, sobre él la albarda, txalmie. Se ataba alrededor de la panza del burro con unas cuerdas de cáñamo o con telas fuertes, txintxie, que terminaban en una soga con la que se ataban sobre el lomo y alrededor del rabo. En Amorebieta-Etxano (B) al burro y al caballo se les ponía un saco y encima la montura, zapia, para que pudiera acomodarse la persona.

En Gautegiz Arteaga (B) encima del lomo al animal se le colocaba la albarda, txalmie, que se fabricaba en casa con tela rellena de paja, dándole la forma del lomo del animal. La albarda que se compraba se llamaba pastie, baste, y tenía intercaladas tiras de madera y resultaba mejor para ponerle al burro las cestas. Tanto en la citada localidad como en Nabarniz (B) las albardas antiguas tenían el forro de tela de colchón, relleno de paja; las adquiridas en el mercado eran más elegantes, disponían de forro de manta por debajo. En Ajangiz y en Ajuria (B) al burro se le colocaba primero un saco delgado, zaku fiñe, y sobre él la albarda, txalmie. En Izal (N) para designar la albarda se ha consignado la denominación baste y en Urduliz y Zeanuri (B) bastea.

En Berastegi (G) se ha constatado la utilización de la albarda, que si se adquiere en los comercios del ramo se conoce como baste. En Hondarribia (G) para colocar la carga sobre el caballo se ponía el baste, pasta; denominación esta consignada también en Larraun (N).

En Pipaón (A) sobre la albarda, para determinadas cargas, se le sujetaba la jalma. En Berganzo (A) la jalma se le colocaba al animal para cargar leña o mies; llevaba unas sogas para poder atarla. En Elosua (G) para transportar cargas, sobre la albarda se ponía la jalma, txalma, que es un armazón de madera en forma de escalera. Txalma es denominación consignada también en Eugi (N).

En Elosua (G), la albarda, bastia, antaño se fabricaba en casa rellenando de paja un saco grande y cosiéndolo. Como sujeción por debajo de la panza se le ataba una cincha, txintxia, que en tiempos pasados también era de elaboración doméstica, hecha con cuerdas de esparto. Se cortaban las cuerdas de unos 70 cm y se cosían transversalmente hasta que quedaran de unos 8 centímetros de ancho. En Beasain (G) se ha consignado la denominación arbalda. En Ezkio (G) la albarda se conoce como txalmea o astopastie; la silla de montar, zela, denominación esta última que también se ha registrado en Arraioz (N).

Aparejos para el asno y la yegua. Beasain (G). Fuente: José Zufiaurre, Grupos Etniker Euskalerria.

En Uhartehiri (BN) la montura del caballo se llama zela y la del asno basta. Los hombres montan sobre estos animales a horcajadas, ixtapeka; las mujeres, sentadas, jarririk.

En Sara (L) el aparejo del mulo consiste en una suerte de almohadilla de lana forrada con tela burda llamada basta. Es más gruesa y más alta que la del asno. El aparejo del asno se llama xalma; también está hecho con lana, si bien es más sencillo que el del mulo. Consiste en una suerte de almohadilla de lana, forrada con gruesa tela, basteada y enmarcada con listones o armazón de madera. Para sujetar estos aparejos al cuerpo del animal sirven tres correas: xintxa, cincha; astaluhala, correa del trasero; y la correa que pasa delante de los codillos. Las denominaciones xalma para la montura del burro y basta como albarda para las yeguas se han consignado también en Arraioz (N).

En el Valle de Roncal (Ustárroz, Isaba y Urzainqui-N) la montura de los caballos se llamaba basta o baste, estaba elaborada con cuero y enganches metálicos, era sencilla, sin decoración y plana. En Eugi y Ultzama (N) también se ha consignado la denominación basta. En Izurdiaga (N) el baste era una montura para colocar cargas y los cestos de mimbre, esportillas.

En Bernedo (A) el baste o basta hacía la función de la albarda. Era más reducido de tamaño y en su fabricación además de paja llevaba lana. Iba más sujeto al animal que la albarda. Estaba provisto de cuatro tacos de madera donde se ataba la carga con sogas. Disponía de unas argollas por donde pasaban las correas para conducir el bocado de las caballerías desde la trasera permitiendo la vigilancia de la carga. También en Pipaón, Treviño, Zuia (A) y las Encartaciones (B) se ha consignado la denominación basta.

En Lezaun (N) precisan que el baste llegaba de los brazos a las ancas del animal, la parte delantera se llamaba petral y la trasera, tárrea, con la cincha para atar bajo el vientre. Para rellenar de lana el baste utilizaban un hierro alargado, el bastiburrí.

En Moreda (A) el baste es cada una de las almohadillas que lleva la silla de montar o la albarda en su parte inferior, para evitar rozaduras y molestias a la caballería. Ha sido utilizado en el transporte de cargas en aquellos terrenos en que el acarreo de las mieses se hacía con ganchos por ser el terreno más pendiente y quebrado.

En Agurain (A) para el transporte a lomo con la caballería los arrieros empleaban el baste con monturas adecuadas para colocar a cada lado un pellejo con la sujeción y cabezada similares a las de las caballerías de tiro. Del mismo modo pero más sencilla se emplea para colocar la albarda o los cestos a ambos lados del baste.

En Viana y en Sangüesa (N) baste es el aparejo de madera forrado de cuero que se colocaba sobre la albarda de caballería para llevar carga, como comportas atadas a unos ganchos, etc. En Aoiz (N) el baste era de madera en forma de V y servía para transportar, sobre todo, ramajes y pequeños maderos. Uso parecido se le daba a la jalma.

Cabezada y anteojeras

En Abezia, Agurain, Berganzo, Ribera Alta, Treviño y La Puebla de Arganzón, y Urkabustaiz (A) señalan que la cabezada es la correa que se ciñe sobre la cabeza del animal para sujetar el aparejo. En Berganzo precisan que es el primer aparejo que se le coloca. En Moreda (A) indican que esta guarnición puede ser de cuero, cáñamo o seda y que sirve para afianzar el bocado. En Urkabustaiz anotan que la confeccionaban ellos mismos con cuerda, incluso el cordel solía ser de fabricación doméstica. En San Martín de Unx (N) la cabezada está formada por el conjunto de testero, morrera y sirreta. En Aoiz y en Mélida (N) para designar este elemento se ha recogido la denominación cabezana.

En Ajangiz, Ajuria y Gautegiz Arteaga (B) en la cabeza del animal se colocaba el cabezal, kabezerie, que era de cuero. En Urduliz (B) se ha consignado la denominación kabezerea.

En Viana (N) definen la cabezada como un aparejo consistente en un conjunto de correas que pasan por la frente, el morro y el cuello del animal que se cierran con una hebilla, y sirven para conducirlo. El ronzal es la cuerda que se pone a la caballería sobre la cabeza y el cuello para poder conducirla y sujetarla. Las riendas son sogas o correas alargadas para dirigir y dominar la caballería. En Hondarribia (G) se ha consignado también el término ronzal como correaje que se les pone a los animales en el morro.

En Beasain (G) se llama kabestrua al cabezal de cuero que se les coloca al asno y a la yegua para poder guiarles con una cadena o cuerda. En Eugi (N) se ha recogido la denominación kapestrue a cuya brida de hierro, txantxarra, se ataba la cuerda con la que se conducía el animal.

En Obanos (N) dicen que los mulos podían llevarse con bridas y ramal que arrancaban del cabestro. El cabestro o capristo era de cuero o cuerda, encima iban las orejeras. En la localidad se ha recogido el dicho: “¡Cualquiera le pone el capristo!” en alusión a una persona de carácter que ha andado suelta, generalmente referido a una mujer. En Izurdiaga (N) en la cabeza del animal se ponía el kapristo que son las correas de las que salen las riendas.

En Abezia, Ribera Alta, Treviño y La Puebla de Arganzón (A) las anteojeras son de cuero y se colocan en la cabezada, atadas con una anilla, sobre los costados, a la altura de los ojos, y obligan al animal a mirar de frente, para que no se asuste. Solo se colocan si lleva collarón. En Moreda (A) indican que en ocasiones las anteojeras llevan grabadas, con claveteado dorado, las iniciales del dueño. En Berganzo (A) también se ha recogido el uso de las anteojeras y señalan que encima, en su caso, se colocaba la horquilla. En Urduliz (B) les denominan ojerak.

En Viana (N) anteojeras o bridón son unas piezas rectangulares de cuero, que se añadían a la cabezada del animal de tiro, y que, colocadas a ambos lados de los ojos, obligaban al animal a mirar siempre hacia delante. En Aoiz (N) el bridón es una pieza de cuero con anteojeras que se ponía a las caballerías de tiro. En Hondarribia (G) a las tapas laterales que se les pone en los ojos a las caballerías se les denomina cabestro, kabestrua.

Collerón, koilarra. Torrollo

En Agurain (A) se ha consignado la siguiente descripción de aparejar las caballerías para tiro: les atalajaban con collerón y un atalaje que se asienta encima de la espalda al que se une la retranca, que se fija introducida al rabo y finalmente la cincha que sujeta los atalajes pasando por debajo del vientre.

En Moreda (A) definen el collarón como un collar de cuero o lana, relleno de borra o paja, que se pone al cuello de las caballerías para que no les haga daño el horcate o arreo de madera o hierro, en forma de herradura, que se coloca a las caballerías encima del collarón y al que se sujetan las cuerdas o correas de tiro. Los elaborados en tela se empleaban cuando el ganado trabajaba en la trilla y los hechos de material en faenas de labrar o tirar del carro. De este arreo de ganado se enganchaban con cadenas y tirantes los aperos de labranza.

En Abezia, Ribera Alta, Urkabustaiz y Valderejo (A) han señalado que el collarón es una pieza de cuero que se coloca sobre el cuello y el contrapecho de la yegua para que tire del aparejo con el pecho y no sufra. De ahí se engancha el aparejo. En sustitución del collarón puede utilizarse una horquilla, que se engancha con correas. En Berganzo (A) se ha constatado el uso del collarón que se colocaba a las mulas para arar o engancharlas a un carro. Dicen que usaba horquilla quien no tenía dinero para adquirir collarón.

En Izurdiaga (N) al caballo o al mulo se le pone un collarón, dos tirantes y el balancín, que era una especie de lomera en donde se enganchaban el timón del arado o varas del carro.

En Bernedo (A) se ha consignado la denominación collerón donde se ataban los tirantes que iban enganchados en las herramientas. En Treviño y La Puebla de Arganzón (A) el collarón es de cuero, relleno de paja y se colocaba alrededor del cuello, a él van unidas unas correas para engancharlas al carro. En Pipaón (A) el collarón servía para enganchar el marcador, el cultivador, la rastra, etc.

En Aoiz (N) el collerón era una pieza de cuero que se colocaba en el cuello del animal y que soportaba el yugo o los aperos. De él partían los tirantes que podían ser de cadena o de cuero y pasaban horizontalmente sobre el cuerpo del animal hasta unirse en su parte trasera, debajo de la cola, y la lomera, aparejo también de cuero, que pasaba, longitudinalmente, por encima del lomo del animal, sosteniendo los tirantes para que no se cayesen. Los aperos se enganchaban en el sillín (Meoz-N). En Eugi (N) se ha constatado la denominación kollarona que se colocaba al mulo o al caballo para que pudiera tirar con más fuerza.

En Mélida (N) describen el collarón con forma semicircular, casi ovalada, abierta, hecho de tela o de material relleno de lana. Tenía dos soportes de madera, llamados costillas, que iban unidos cada uno a un zajalete para enganchar a los animales. Las costillas se unían al collarón mediante correas de material.

En Obanos (N) lo habitual han sido los collerones para mulos, tanto si se uncían a carros o galeras como si llevaban el arado o las anganillas con comportas. Unas pequeñas correas que salían del collerón, llamadas zanjaletes, servían para meter por las anillas metálicas que salían del extremo de los varales. Para llevar un carro, a la caballería había que ponerle el sillín, por encima del cual iban unas cinchas de cuero llamadas zafras. La barriguera y la baticola, cinchas también de cuero, contrarrestaban la carga. Barriguera es denominación recogida también en San Martín de Unx.

Macho ajaezado. Obanos (N), 1974. Fuente: M.ª Amor Beguiristain, Grupos Etniker Euskalerria.

En San Martín de Unx (N) cuando la caballería tiraba de un caladro o arado para la abrazadera se usaba la lomera y cuando tiraba de un carro para sujetar el sillón al lomo se utilizaba una correa grande llamada zufra o retranca.

En Viana (N) el collerón era un collar o almohadilla de cuero acolchado en forma de herradura y reforzado lateralmente con armazones de madera, las costillas, para darle más rigidez. Se colocaba sobre el cuello de las caballerías, con la abertura hacia arriba, para enganchar en él los aperos o los carros mediante dos correas con sus hebillas llamadas francalates. También se ha constatado su uso en Sangüesa (N).

En Beasain (G) koilarea es el collar que se colocaba al asno o yegua cuando se quería que trabajara en funciones de tiro, como transportar un carro o un apero. Es una combinación de almohadillado de tela y paja y de bastidor rígido de madera con sujeciones de cuero. En Elgoibar (G) al burro le colocaban un collar de cuero ocasionalmente, cuando tenía que tirar de la lera o del carro.

En Abadiño (B) al burro se le ponía un collar, koilarra, y a él se ataba el carro pequeño para el transporte de hierba u otras cargas. En Ajangiz y en Ajuria (B) al burro o al caballo se les colocaba el collar, koilarra, cuando se les uncía al carro. A tal fin el collar disponía a los lados de sendos orificios hechos con tiras de piel, hediek.

El terrollo (Abezia, Berganzo-A), torrollo (Moreda, Treviño y La Puebla de Arganzón-A), enterrollo (Valderejo-A), collera (Treviño) es una especie de collarón trenzado de centeno o, en su defecto, de saco y relleno de paja, que se coloca en el cuello del animal a la hora de la trilla y del que salían unas correas que se enganchaban al trillo. En Berganzo indican que el terrollo podía ser de cuero o de lana relleno de paja. En Viana (N) torrollo es una especie de almohadilla de cuero o lona en forma de herradura y rellena de paja para ser colocado en el cuello de la caballería y protegerlo. Es similar al collerón pero más sencillo que este. En Moreda dicen que se le colocaba al ganado cuando iba a arar, especialmente con el forcate y la vertedera.

Balancín

En Argandoña (A) la unión de rastras, gradas y trillos a los aparejos de las caballerías se consigue con el balancín que es un madero con dos anillas en sus extremos, con una se une con cadenas al yugo o collarón y con el otro se engancha el apero. En algunos casos, el balancín y las cadenas o sogas se sustituyen por el forcate que consta de dos varas de madera unidas al final para enganchar el apero.

También en Viana (N) y en Cárcar (N) describen el balancín como un instrumento de arrastre formado por un tronco de madera de sección cuadrada, con dos abrazaderas de hierro en sus extremos. Sirve para tirar de cualquier tipo de apero por un solo animal. Otro tipo de balancín lleva articulados, con unas piezas de hierro, otros dos maderos más pequeños, rematados, a su vez en ganchos, para enganchar una yunta de mulas de tiro.

En Moreda (A) son maderos a los que se enganchaban los tirantes de las caballerías que arrastran aperos de labranza tales como el brabán. Cuando se utilizaban dos ganados se necesitaban tres balancines, uno grande unido al brabán y dos pequeños de los que tiraban los ganados. El primer balancín, de tamaño superior, era conocido con el nombre de balancín de carga. En caso de que uno de los animales tuviera más fuerza que el otro se le daba a este un gancho más para compensarle.

En Abezia y Berganzo (A) señalan que el balancín se ponía solo a un buey o a una caballería. Son dos tirantes de cuero y uno tercero que sirve para enganchar en el apero de forma que el animal tire por los dos lados con la misma fuerza y sin hacerse daño.