Denominaciones castellanas y descripciones

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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En Bernedo (A) llecos son las fincas que se quedan sin cultivar para dejarlas descansar o se ha abandonado su cultivo por poco rentable. Hoy con los abonos químicos no se deja descansar ninguna tierra. En Abezia (A) con el mismo significado se ha consignado la expresión tierras llecas. En Pipaón (A) también señalan que hay mucho terreno lleco, por ser tierras altas y con muchas trabas (piedras). En Obanos (N), igualmente, los campos incultos se denominan llecos, si bien señalan que el terreno improductivo hoy prácticamente ha desaparecido. En Muez (Valle de Guesálaz) y Ugar (Valle de Yerri) el nombre de lieco se aplicaba a las piezas en barbecho. En Aoiz (N) los liecos son las reparticiones iguales que de un terreno sin cultivar se hacen entre los vecinos, y borte es la vegetación que sale en él, derivada o no de su antiguo uso. En Apodaka (A) a las tierras incultas les llaman larras.

En Bernedo (A) dejar en barbecho una pieza consistía en que después de labrarla no se sembraba para que perdiera las malas semillas y recuperara fecundidad en un año de descanso. Los llecos y barbechos siempre eran tierras delgadas y pobres. Las tierras profundas y fértiles se sembraban anualmente, alternando los cultivos de cereal un año y de patata al siguiente. En Pipaón (A) anotan que se dejan en barbecho tierras que son pobres, incapaces de fructificar todos los años.

La cebada –dicen los informantes de Bernedo (A)– se sembraba para limpiarla tierra de forma que permitiera volver a sembrar cereal de otra especie. En las tierras pobres se sembraban menuncias (yeros, alholvas, arvejas, etc.) porque enriquecían la tierra para otros cultivos posteriores y no cansaban la tierra[1]. Los cereales que menos cansaban la tierra eran la cebada y la avena.

En Aoiz (N) hay tierras que no se cultivan, que se dejan en barbecho, a veces para aprovechamiento del ganado, y que se dice que son de faitío. Se llama ermar a la acción de dejar abandonado un terreno. Hay tierras incultas que permanecen cubiertas por bosque o chaparros, y otras que se cultivaron y se abandonaron, si bien son muy escasas por esta zona, apenas algunas pequeñas viñas cercanas a la localidad. También en el Valle de Orba (N) se ha recogido la voz faitío para designar el campo dejado de cultivar por empobrecimiento de la tierra o disminución de su espesor, generalmente en pendientes muy pronunciadas[2].

Faitíos de Sánsoain (Leoz-N), 1977. Fuente: Cruchaga y Purroy, José de. La vida en el Valle de Orba. Pamplona: 1977, p. 131.

En Abezia (A) aportan la denominación de pieza o finca que es la tierra de cultivo de frutales, cereales o hierba. También se ha consignado en Argandoña (A) donde definen las piezas como las tierras de cultivo repartidas entre diferentes propietarios, que se delimitan por medio de mojones.

En Abezia se han recogido otras denominaciones. Así heredad es el conjunto de tierras de varios vecinos que están próximas. Tienen parecida calidad y en todas ellas se cultiva lo mismo de forma que la recolección se efectúe también en la misma época. Este hecho permite abrir a la vez las tierras al pasto del ganado. Solían decir: “Ya se ha abierto la heredad”. En Ametzaga recuerdan otra expresión que, según señalan, llegó de la mano de un agricultor procedente del Valle de Ayala: “Se ha abierto el pavo roto”. Término es el nombre con el que se conoce cada finca o heredad. Tierras incultas son las de escasa calidad, con un suelo accidentado, con peñas o con mala tierra, etc., cuyo cultivo no resulta rentable. Aguantíos son las tierras que se inundan en invierno, donde solo crecen juncos, por lo que no se pueden utilizar para la siembra.

Ran, rain o rein es como se conoce a la finca más próxima a la casa o, en todo caso, a la situada en el núcleo urbano del pueblo. Huerta o huerto es un trozo de rain con buena tierra y con agua en las proximidades lo que permite regar el cultivo con baldes o en surcos. Su extensión suele ser de alrededor de media fanega.

Prado es la parcela de terreno que se dedica a hierba del país, es decir, que crece sin siembra. Primero se siega y, una vez cortada la hierba, se lleva el ganado a pastar. Normalmente son las tierras que no sirven para otros cultivos. La escasez de terreno, sin embargo, obliga a aprovechar todas las tierras, incluso las malas, para cultivar. Los informantes indican que para zona de pastos apenas solían dejarse los ribazos de las fincas. Labrantíos son los prados que nunca han sido sembrados. Se siegan y la hierba que se recoge es para los bueyes. Campa es el suelo “limpio” del monte, es decir, sin árboles.

En Treviño y La Puebla de Arganzón (A) llaman pastizales a los terrenos sembrados de forraje para el ganado (Imíruri, Arrieta, Pangua), delimitados por el pastor eléctrico. Una vez que se ha cosechado la finca, estabulan el ganado. También existen pastizales naturales en el monte, que igualmente están vallados.

En San Martín de Unx (N) pieza es el terreno dedicado a cereal, según su ubicación puede llamarse por el nombre del término o del propietario. Parcela es la porción de terreno “del común del ayuntamiento”. Hierba es la parcela para pasto. Yeco es la zona sin cultivar, antes llamada faitío. Rastrojera es la pieza que ha estado sembrada y queda sobre ella el rastrojo. Barbechar es la porción de terreno “que está labrado de primavera”. Era es el terreno que servía para trillas. Viña, olivar, huerto/a, almendral, etc. se denomina a los terrenos por el cultivo. O pedazo por su pequeña superficie.

En Muez (Valle de Guesálaz) y Ugar (Valle de Yerri) las huertas se hallaban situadas bien junto a los ríos o junto a las casas. Los campos se denominaban parcelas, a no ser que tuvieran algún tipo de cultivo especial o fueran terrenos yermos. Las cholas era el nombre por el que se conocían unas piezas especialmente pequeñas de Muzqui (Guesálaz). Remasquillo es la denominación del lugar sin vegetación, cuyo suelo es de marga, malo para la siembra. Las porciones bajas y encharcadas de las piezas de cereal reciben el nombre de manantío. Como txaral se conocían los lugares con árboles pequeños.

En Cárcar (N) una figura importante de la localidad ha sido "La Corraliza". Se trata de tierras comunales, orientadas a pastos, donde se ubica un corral. Los terrenos pueden ser cultivados y, posteriormente el rastrojo utilizado como pasto. Se ha alquilado a agricultores para cereales o a ganaderos. Hoy en día existen cuatro corralizas. El uso de tres de ellas se subasta y la cuarta puede ser utilizada por cualquier ganadero.

En el Valle de Carranza (B) las tierras de cultivo eran los terrenos llanos o de escasa pendiente de cada barrio que reciben el nombre de llosas. En cada llosa tenían trozos de tierra todos los vecinos o la mayoría de los que poseían casas cerca. Estas parcelas eran de reducida superficie a consecuencia de las repetidas divisiones causadas por motivos hereditarios. Las separaciones entre unas y otras estaban formadas por un pequeño surco abierto en la tierra llamado riego, aunque a veces carecían de él.

La llosa era recorrida a menudo por uno o varios caminos o pasos que permitían el acceso a unos cuantos pedazos de tierra. Pero dado el complejo mosaico de parcelitas que la componían, la única forma de acceder a muchas de ellas era a través de otras que pertenecían a diferentes dueños. Este derecho de paso, llamado cambera, lo establecía la costumbre y siempre se realizaba por donde se causase el menor daño posible.

Los trozos de tierra que componían cada llosa eran de propiedad privada y recibían el nombre de piezas. Los más alejados solían dedicarse a pradera y se conocían como campas. Entre las llosas y las casas había unos pedazos de tierra de propiedad privada, llamados huertas. Próximos a las casas también se encontraban otros pedazos de tierra de pequeñas dimensiones de propiedad privada, llamados huertos. De estos últimos había barrios en que apenas se conocían mientras que en otros, como Pando, abundaban.

Entre las llosas y las huertas de vez en cuando se encontraban reducidos pedazos de tierra de naturaleza comunal y abiertos, en algunos de los cuales crecía solo hierba, que en algunos barrios recibían el nombre de campizos. También se ha recogido la denominación quintana que corresponde a un terreno común poblado de árboles frutales y forestales para recreo y desahogo del barrio[3].

En la villa de Lanestosa (B) la organización de la tierra comprende huertas, cierros y piezas. Si la huerta es pequeña se denomina huerto y si su extensión es mayor, solar. Las piezas son las unidades situadas en una mies, al igual que ocurre en Carranza con las piezas de las llosas.


 
  1. Se trata de leguminosas en cuyas raíces se establecen micorrizas, simbiosis con hongos que fijan nitrógeno atmosférico y que por tanto enriquecen la tierra con este nutriente cuya escasez resulta limitante del crecimiento vegetal.
  2. José de CRUCHAGA. La vida en el Valle de Orba. Pamplona: 1977, p. 127.
  3. Julián de la LAMA. Vocabulario carranzano. Bilbao: 1955. Manuscrito.