Compra de abonos. Ongarriak

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Hasta principios del siglo XX el abono orgánico era el más corriente y el más apreciado. Por una parte estaba el abono producido por los animales de trabajo –bueyes y vacas, asnos, caballos, mulos– formado por la mezcla de sus deyecciones con paja y helecho, conocido en euskera como satsa u ongarria. La fermentación se completaba en los estercoleros o femarales, situados bien en la cuadra o en el corral de la casa o en la larraña, ya en las afueras del pueblo, junto a las eras, sobre todo, o en las orillas de los caminos o en las lindes de algunos campos, y en los corrales del campo, con frecuencia de propiedad y distribución municipal.

En algunos pueblos de la Ribera se aprovechaban con igual intención el limo extraído de la limpieza de las acequias, al que se llamaba cargadizo, cargadal y cargajal. Por otro, el estiércol del ganado lanar –“Pues de nada sirve tener ganado de reja si no hay estiércol, y para tenerlo es indispensable poseer rebaños de ganado lanar” se lee en un informe de Erraúl (Valle de Yerri) de 1887– de manera que la venta de abono se había convertido en un buen negocio (femateros eran quienes se dedicaban a este menester).

De un tiempo a esta parte, como consecuencia de la gran reducción del ganado doméstico y la casi desaparición de cuadras y corrales, se recurre a los abonos minerales, pesticidas, herbicidas, etc. que se adquieren en el mercado. Hay una conciencia bastante extendida por parte de los labradores de que aunque se han visto abocados a utilizarlos, contaminan gravemente la tierra.

En Navarra se ha consignado que los fertilizantes químicos fueron difundidos desde el Servicio Agrícola de la Diputación Foral, cooperativas agrarias y casas comerciales que los vendían, coincidiendo con la expansión de la nueva maquinaria. Esta sustitución fue en sentido inverso al crecimiento del parque de tractores que originó la disminución del ganado de labor, en particular del caballar, considerado abono caliente (como el de la oveja y cabra) y de calidad superior a la de los estiércoles fríos como los de vaca y cerdo[1].

En Viana (N) señalan que los abonos minerales comenzaron a utilizarse a partir de los años 1940, pues hasta entonces solamente empleaban los orgánicos, los fiemos, los llamados en general basura. Los más utilizados fueron los sulfatos, nitratos de Chile y potasas, llamados en general minerales, que se traían de la estación del tren de Lodosa, de Logroño y de Bilbao. Los vendían personas particulares que disponían de un almacén. A partir de los años 1970 se echa a las fincas mucho abono mineral, pues al no darle descanso a la tierra por cultivarse todos los años se empobrecen extraordinariamente, llegándose a utilizar 20 kilos por robada (la robada equivale a 8 áreas y 98 centiáreas). Asimismo, la labor de escarda con azadonillo para quitar las malas hierbas, ababoles, aleznas, cardos, etc. de los sembrados de cereal ha desaparecido por el uso de herbicidas. Con estos productos fitosanitarios se limpian de hierbas especialmente las viñas. Señalan los informantes que “ahora la tierra está envenenada, pues ya no se ven por el campo ni saltamontes”.

Nitrato de Chile, de los primeros fertilizantes comercializados. Fuente: Segundo Oar-Arteta (folleto), Grupos Etniker Euskalerria.

En Moreda (A) los abonos minerales se adquieren en Viana y en Oyón. Algunos pocos labradores acostumbran de vez en cuando echar, especialmente a las viñas, ciemo de granjas y de corrales de ovejas que compran a ganaderos y pastores. Recientemente, algunos viticultores traen en camiones estiércol de gallinas de Navarra.

En Abadiño (B) el abono utilizado en los cultivos normalmente es el estiércol, satsa, producido en el mismo caserío. Los que no disponen de ganado hacen tratos con algún vecino o conocido para que les suministre la cantidad que necesitan. Los abonos minerales se compran en tiendas. En el Valle de Roncal (Ustárroz, Isaba y Urzainqui) (N) los datos recogidos son similares. En Zamudio (B) los abonos minerales se adquieren en el sindicato. En AmorebietaEtxano (B) precisan que los abonos minerales comenzaron a utilizarse en los años 1960.

En Ajangiz (B) el estiércol con el que se abonaban las huertas era del propio caserío hasta que casi se ha quitado el ganado. Luego algunas casas que tenían excedentes se lo daban a quienes carecían, pero ahora se compra. Además, se echan abonos minerales granulados directamente en la tierra en todas las heredades antes de proceder a la siembra, sea patata, pimiento, tomate, etc. También, al menos una vez, hay que sulfatar las plantas mediante una máquina sulfatadora en la que se ha mezclado el abono antiparasitario con agua. Así, por ejemplo, si cuando las vainas están en flor aparece el pulgón, hay que sulfatarlas para que las plantas adquieran vigor, merdeldu, pues si no se perjudican.

En Abezia (A) señalan que algo parecido a lo que ocurría con las semillas pasaba con los abonos. Antiguamente solo utilizaban estiércol, luego comenzaron a adquirir abonos minerales para mejorar la cosecha. En la comarca hay un sindicato de abonos y semillas que cuenta con socios de varios municipios y se encarga de comprar para obtener precios más ventajosos.

En Argandoña (A) los productos fitosanitarios son adquiridos en empresas agrícolas. El agricultor se surte de abonos, fungicidas, insecticidas y herbicidas en el momento de su aplicación. El proveedor le facilita la información sobre qué producto aplicar a cada cultivo, así como la marca más adecuada, las dosis y el momento más idóneo para su aplicación. En Aoiz (N) indican que se aprovisionaban de abonos en los comercios, mercados o ferias.

En Treviño (A) indican que en un principio los abonos químicos los llevaban en sacos de yute, después aparecieron los de plástico para todo tipo de abonos: minerales, nitratos de cal, potasa, amoniaco. El abono lo adquieren a granel, lo llevan y descargan en el almacén y de allí lo cargan a la tolva del tractor mediante el sinfín. La mayoría de los labradores lo compran en la Cooperativa del Condado.

En Bernedo (A) los abonos y las maquinarias proceden de empresas que tienen representantes y propagandistas que visitan las localidades y las cooperativas para vender sus productos.

En Beasain (G) los minerales para abonar los campos y los piensos para el ganado, se compraban y compran en la Cooperativa Católica del Campo, de la que eran socios todos los labradores.

En Izurdiaga (N), según se recogió en los años 1980, el abono natural empleado en invierno para las plantas era el estiércol. Los abonos artificiales eran el superfosfato o el abono complejo. La presentación de este último se hacía en sacos en forma de polvo blanco y generalmente se usaba para la hierba si bien no se podía meter el ganado a pastar hasta que lloviera y el abono penetrara en la tierra.

Establecimiento de venta de semillas y abonos. Bilbao (B). Fuente: Segundo Oar-Arteta, Grupos Etniker Euskalerria.

En Améscoa (N) abonaban con ciemo, estiércol, las piezas destinadas a patata, maíz y habas, con lo que quedaban fertilizadas aquellas piezas para el trigo que vendría después. Se consideraba excelente el excremento de las ovejas, llamado alchirria. Los abonos minerales se introdujeron en la década 1910 a 1920. Hacia 1915 comenzó a usarse el superfostato y poco después el nitrato. Hoy día se emplean toda clase de abonos minerales.

En Cárcar (N) antes de los años 1980 los abonos se adquirían en la Caja Rural, en Féculas de Lodosa y en los Comisionados, que eran los representantes de las empresas compradoras de los productos agrícolas. A partir de dicha fecha en la Agrupación Hortícola de Cárcar.

En Obanos (N) los abonos se encargaban en las fábricas de abonos que había en Pamplona y sus alrededores, pero a veces para los abonos y comida para la granja avícola se hacían pedidos fuera, incluso a Barcelona. Hoy los pedidos se canalizan a través de la Cooperativa Orvalaiz que tiene una planta especializada. En San Martín de Unx (N) se abastecen de abonos a través de la Bodega Cooperativa San Martín.

En Valtierra (N), debido en gran medida al descenso de la cabaña animal, para la compra de abonos minerales se recurre a las sociedades agrarias o a las cooperativas. Se abonan las tierras con nitratos, se evitan las malas hierbas con sulfatos y medios químicos, y las plagas se atacan con insecticidas y pesticidas. Los productos son especializados para cada cultivo. Al principio se aplicaban con escobillas, después con sulfatadoras y ahora con máquinas dosificadoras.

En Donoztiri (BN), según recogió Barandiaran en los años 1940, como abono, ongarraia, se utilizaba el fiemo. Los abonos minerales se adquirían en Baiona y su uso estaba ya generalizado. En Uhartehiri (BN) las tierras se abonaban con estiércol, ongarria, y abonos minerales, buano. En tiempos pasados se utilizaba también la cal, kusua.


 
  1. Los tractores comenzaron a difundirse en el agro navarro a partir de 1955, pasando de 1445 en 1955 a 6665 en 1970 y 10 123 en 1996. Alfredo FLORISTÁN. Geografía de Navarra. Pamplona: 1995, pp. 119-122.