Protección contra plagas
Los productos con los que se tratan los cultivos en caso de plaga de insectos o gusanos, son relativamente recientes. El empleo de plaguicidas y herbicidas elaborados con productos químicos se ha generalizado y los agricultores los adquieren en almacenes de cooperativas. Se emplean para la protección de hortalizas, viñas, olivares, almendros y árboles frutales. En el caso particular de la vid contra la araña roja, la polilla del racimo, el piral, gardamas y otros ácaros. En los olivos se combate la cochinilla de la tizne y barrenillo, y en los almendros los pulgones (Moreda-A).
En Valderejo (A) para proteger las cosechas se empleaban sobre todo los que iban destinados al trigo. Antes de su siembra la semilla era tratada con piedra Lipe o Lipi. Las enfermedades del trigo eran: tizón: se formaba un hongo en la espiga que tenía la consistencia y apariencia de polvo de ceniza de color negro. Mermaba su desarrollo. Lodón: a simple vista la espiga tenía una apariencia normal pero dentro de la cáscara el grano estaba compuesto por un polvo negro. Cuando llegaron las trilladoras este problema desapareció, ya que la potente corriente de aire que se generaba dentro de ella arrastraba los granos afectados ya que tenían poco peso.
En esta misma localidad de Valderejo al escarabajo que atacaba a la planta de la patata se le combatió inicialmente sacudiendo las ramas y recogiéndolos del suelo para luego proceder a quemarlos. En Bedarona (B) señalan que los escarabajos de la patata, patata-kokuak, se recogían con la mano a baldes y luego se quemaban.
En Gautegiz Arteaga (B) respecto del escarabajo de la patata dicen que en tiempos pasados, antes de que se introdujeran los insecticidas, se recogían de uno en uno y se depositaban en un balde para luego eliminarlos.
Los informantes de Pipaón (A) señalan que en los años 1940 abundaba el escarabajo que atacaba a la patata. A los niños de la escuela se les premiaba con diez céntimos por bote lleno de escarabajos y con quince céntimos por bote lleno de hojas de huevos. Eran destruidos en una caldera de agua hirviendo. Pero el escarabajo proliferó.
También en Apodaka (A), en la posguerra, los niños salían de la escuela acompañados del maestro con unos botes para recoger el escarabajo de la patata. Luego los ahogaban o quemaban. El ayuntamiento daba algún dinero para esta actividad.
Poco más tarde apareció como remedio el arseniato que al principio se aplicaba diluyéndolo en agua y rociándolo con una escoba. Luego se aplicó introduciéndolo en polvo y espolvoreándolo sobre las plantas. Una persona pertrechada con dos medias llenas de arseniato, una en cada mano, recorría los surcos abarcando dos en cada trayecto (Valderejo, Abezia, Apodaka, Moreda, Ribera Alta-A, Viana-N).
En Apodaka y en Iruña de Oca (A) en las orillas de las huertas se echaba y se sigue echando ceniza alrededor de los semilleros y plantaciones de lechuga para que no entren los limacos. También se emplea el producto químico Limacol que se adquiere en el comercio.
Para proteger los árboles frutales de hormigas y otros insectos que pudieran trepar a las hojas y a los frutos, sobre todo manzanos y ciruelos, es costumbre muy extendida el encalar sus troncos hasta cierta altura (Valderejo-A, Abadiño, Ajangiz, Amorebieta-Etxano, Gautegiz Arteaga, Zeanuri-B, Aoiz-N).
El topo, satorra, (azpitikoa en Zeanuri-B) es perjudicial para las hortalizas porque hacen galerías subterráneas y levantan la tierra. Para cazarlos, tanto antes como ahora, hay que vigilar atentamente el agujero por donde afloran a la superficie y en cuanto lo hacen, propinarles un buen golpe con la azada. Suelen asomarse a unas horas fijas. Lo habitual es poner veneno en el agujero, al que genéricamente se refieren como botikie, botica (Ajangiz, Ajuria-B).
En Gautegiz Arteaga (B) han consignado que los topos se alimentan de lombrices, harrak y se han recogido varios métodos para cazarlos. Antiguamente, se vigilaban al amanecer y al anochecer los agujeros por donde asomaba y con una azada se trataba de darles el golpe de gracia. Un método posterior consistió en enganchar una manguera al tubo de escape del tractor e introducirlo en el agujero poniendo en marcha el motor para acabar con el animal. También se ha practicado el cortar lombrices y mezclar los trozos con veneno para que los coman. Hoy día colocan unos alambres duros de ½ metro aproximadamente de altura clavados en el suelo y en la parte superior insertan botellas de plástico invertidas. Cuando el topo hurga en la tierra entra en contacto con el alambre, la botella tintinea, le asusta y huye. Un último procedimiento es poner junto a los sembrados unas plantas denominadas tártago (Euphorbia lathyris) que ahuyentan a los topos. Los informantes piensan que ningún método es eficaz, porque el topo sigue haciendo su labor.
En esta misma localidad hablan de unos topillos de morro alargado, también perjudiciales, conocidos como lubekuek. Otros bichos que se mueven bajo tierra que dañan la cosecha son los llamados lurtxakurrek, grillotopo o alacrán cebollero. Un informante recuerda un dicho a este propósito: “Lurtxakurre hiltzen badozu / merijendie irabazi dozu” (Si matas un grillotopo, te has ganado la merienda).
En Berastegi (G) para proteger los terrenos de la acción poderosa de los topos, satorrak, antaño se esperaba pacientemente a que afloraran a la superficie para asestarles un certero golpe con el muñón de la azada. Después, comenzaron a introducir estricnina en la topera, satorlurra. Otra forma de atraparlos es colocando cepos para topos, sator-zepoa.
En Iruña de Oca (A) anotan que al estar el suelo minado por las galerías que hacen los topos, al regar, el agua desaparece; los sembrados se levantan y aparecen montones de tierra. Para hacerlos desaparecer se recurre a la observación y a la espera de ver moverse la tierra ya que los topos la levantan siempre en horas fijas: a las 7 de la mañana y al mediodía. En ese momento se le da un fuerte golpe con la azada se le saca fuera y se le mata. Otra forma de ahuyentarlos era meter una rama de topera en el agujero; dicen que ya no volvían a aparecer.
Los informantes de Treviño y La Puebla de Arganzón (A) señalan que el topo saca la tierra dos veces al día a una hora fija y otras dos veces en horas que no son fijas. Cuando el topo mueve la tierra, si el hortelano está al acecho, le da un golpe con la azada y lo mata. Hay quien le pega un tiro con la escopeta. Otra técnica para ahuyentarlos consiste en plantar en las huertas la planta llamada estramonio que los hace desaparecer.
Los topos al realizar galerías subterráneas rompen las raíces de las plantas. Los informantes de Izurdiaga (N) señalan que generalmente el topo pega, es decir, saca la tierra afuera haciendo un montón, a la mañana o en las noches de luna llena. Cuando sucedía esto se pegaba un tiro con la escopeta en el montón.
En Viana (N) los topos ciegos y la gardama se matan con veneno.