Cultivo de hierba en el área mediterránea
Una parte del área geográfica estudiada en este Atlas posee condiciones climáticas tales que en ella no crece la hierba espontáneamente, entendida como las asociaciones de gramíneas propias del área de influencia oceánica que tienden a crecer formando una cobertura continua. Entre uno y otro extremo existe un espacio de transición donde los pastos están presentes pero no con la vitalidad de la vertiente cantábrica y con una composición de especies distinta. También conviene tener presente que en la zona más cerealista aparecen pastos espontáneos si nos elevamos en altura, de ahí que hayan sido zonas de pastoreo algunas de las cumbres de esta parte del territorio.
En Abezia (A), en el límite con la vertiente atlántica, lo habitual era sembrar cereal y también menucias. En estos terrenos solo se dejaban para hierba las cabeceras y los ribazos, donde la tierra producía menos por ser poco profunda.
En Berganzo (A) la existencia de prados era casi nula a excepción de las zonas para pastos que había en las zonas montañosas como Toloño, Arbina y Rosaria. En ellas la hierba crecía de forma natural y no se realizaba ninguna operación sobre la misma ya que con el estiércol que generaba el ganado y las condiciones climáticas de la zona se regeneraba fácilmente.
En Treviño (A) había terrenos sembrados de forraje para el ganado en los términos de Imiruri, Arrieta y Pangua, delimitados por pastor eléctrico. Una vez que se cosechaba una finca también se metía en ella el ganado. Existían además pastizales naturales en el monte que igualmente estaban vallados.
En Bernedo (A) la hierba se iba segando según la consumía el ganado. Se sembraba para este fin una sola finca. En los años 1970 se hicieron silos para almacenar hierba aprovechando una campaña promocionada desde la Diputación, pero apenas se usaron y terminaron sirviendo para guardar la leña.
En Argandoña (A) han desaparecido totalmente cultivos tradicionales como el lino, la alholva o la arveja y se han reservado algunas parcelas para alfalfa y hierba destinadas a la alimentación del ganado. Estos prados de hierba se dan en mayor medida cuanto más nos aproximamos al norte de la Llanada Alavesa, en los valles de Zigoitia, Barrundia, Asparrena, etc. La hierba, tras adquirir una cierta altura, se siega con segadora mecánica y después se voltea con una máquina especial tirada por el tractor. Por último se empaca en fardos rectangulares o con forma cilíndrica. En otros casos con la hierba se forman grandes bolas que se envuelven con plástico negro, es decir, se ensila. Algunos agricultores siembran hierba y la empacan o ensilan para luego venderla a otros ganaderos, muchas veces grandes instalaciones ubicadas en otras comarcas.
En Valderejo (A) hasta los años sesenta del pasado siglo XX se recolectaba la hierba que crecía espontáneamente en los ribazos y en pequeños espacios existentes entre las fincas de labranza; estos últimos eran abonados con estiércol. En la actualidad se dedican algunos espacios más amplios en el pueblo de Lalastra. El resto del Valle, a excepción de las fincas destinadas a la agricultura en este pueblo, fue convertido en herbales y pastos en los comienzos de la década de los años sesenta del pasado siglo.
La primera labor era la del abonado de los prados con estiércol. Una vez que la hierba alcanzaba un tamaño adecuado y antes de que se secase se procedía a su siega. Inicialmente se hacía con guadaña pero en los años cincuenta se comenzaron a adquirir máquinas segadoras que se empleaban en los terrenos de mayor superficie.
Una vez segada se dejaba en la finca para que fuera secándose. Durante ese período de tiempo se le iba dando vuelta con un horcón hasta su total secado, entonces se recogía en montones con un rastrillo, procediéndose a continuación a su acarreo para almacenarla en las cabañas o en la parte alta de las casas.
En Valderejo a partir de los años setenta, al imponerse la mecanización de las tareas agrícolas, el cultivo de la hierba ha sufrido un cambio cuantitativo y cualitativo, sumándole la cría de ganado vacuno y ovino en semiestabulación.
Una vez segadas las fincas la hierba permanece en ellas durante unos días en hileras, siendo removida periódicamente con un apero arrastrado por un tractor hasta conseguir su secado. Seguidamente mediante una enfardadora o empacadora la hierba es compactada en fardos atados con hilo de alambre. También se enrolla y cubre con plástico negro para ensilarla.
Finalmente es transportada hasta su lugar de almacenamiento en cabañas o en casas deshabitadas.
En la zona más meridional el pasto para el ganado estaba formado por especies vegetales muy diversas y a la vez distintas de las típicas gramíneas de la zona norteña.
En Moreda (A) no ha habido zonas de prados donde se siembre o crezca espontáneamente la hierba con destino a pasto para el ganado. El ganado, cuando lo había, pastaba por las tierras de rastrojo, laderas, montes y eríos alimentándose de todo tipo de hierbas que crecieran: pajillas, lastón, melgas, aleznas, etc. No se tiene memoria de que ningún ganadero haya sembrado hierba en una finca para que comiera el ganado.
Los pastos eran públicos y se componían de terrenos comunales públicos y de las piezas de labrantíos, barbechos y rastrojos de cereal propias de los vecinos.
En Ribera Alta (A) la dedicación mayoritaria ha sido agrícola, por esa razón, aducen los informantes, no había necesidad de prados. Solamente en los pueblos situados en las laderas de la sierra de Arcamo recuerdan cómo alguna vez sembraron una mezcla de alholva y avena para dar al ganado. Se segaba en verde, se dejaba orear un tiempo y luego se guardaba en el pajar. De todos modos nunca se ha segado hierba de los prados.
En Pipaón (A) hasta 1960-70 se aprovechaba para el ganado toda la hierba que crecía en las orillas de los caminos y en los ribazos. Se subastaba en el ayuntamiento o bien este autorizaba el corte de determinado número de sacos de hierba por vecino. Las hierbas de los prados no se sembraban, crecían espontáneamente y si no eran de propiedad particular las segaba el primero que llegaba; si bien no crecían en abundancia ya que el ganado pastaba en ellas de continuo.
En San Martín de Unx (N) en las parcelas comunales no se siembra hierba, se utiliza la que sale espontáneamente, que solo riega la lluvia. Es la llamada broza, que arde extraordinariamente al secarse y que constituye el alimento del ganado menudo. Tampoco se siega aunque en casos se desbroza una superficie con la hoz.
En Obanos (N) la hierba tampoco ha sido algo característico de esta zona ya que hubiera requerido una humedad y condiciones que de forma natural no se han dado. En campos ecológicos de viña y frutales siembran reigrás y lo cortan un par de veces. La siembra se realiza sin mover la tierra pero hay que aportar agua para que se desarrolle. En estas fincas cuando llueve se puede entrar a trabajar, pero no cuando se ha movido la tierra.
En Valtierra (N) no se han mantenido prados por regla general. Los rebaños tenían su asiento en las zonas esteparias y de matorral de la Bardena. Para el ganado de labor y el de casa, corral, etc., tenían los piensos de cereales, el alfalfa, la paja, la patata, verduras, etc. El alfalfa era el único producto que les requería los cuidados de un cultivo: abono, riego, siega y recogida, almacenándolo en heniles y pajares para el invierno.