Cultivo actual de la vid en la vertiente mediterránea

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Hasta aquí la descripción de la viticultura tradicional. Para comprobar los cambios operados en los procedimientos seguidos hoy día por los labradores en este sector de la producción, lo conveniente es completar la visión de conjunto informando sobre las prácticas seguidas actualmente en la Rioja Alavesa, y en concreto en la localidad de Moreda (A)[1], donde el vino es el principal sostén de la economía local, como regularmente se encarga de recordar la celebración de la Fiesta de la Vendimia.

Moreda es un importante foco productivo de vino acogido a la Denominación de Origen Calificada Rioja. Por proximidad a Laguardia, los viticultores moredanos siguen los consejos de La Casa del Vino de esta localidad, que es uno de los tres laboratorios oficiales de la denominación[2], que recomienda tener en cuenta los siguientes criterios a la hora de plantar una viña:

1. Elección de la finca a plantar: altitud, orientación, pendiente, vientos dominantes, etc. 2. Trazar los aspectos técnicos más adecuados de la plantación: orientación de líneas, marco de calles, sistema de formación y conducción de la cepa: vaso, espaldera, etc. 3. Preparación del terreno: desfonde, despedregamiento. 4. Análisis de la tierra. 5. Abonar. 6. Desinfectar con nematicidas. 7. Elección de planta certificada de calidad. 8. Elección de variedades tintas autorizadas y clones de calidad.

Preparación del terreno

El realizar bien las labores en la preparación de las tierras para plantar viñedo hace que las vides tengan una mayor longevidad de hasta 40 o 50 años. Las piezas en donde se va a plantar (anteriormente sembradas de cereal) son desfondadas o labradas en seco por tractores de gran potencia que arrastran brabanes bisurcos. En el desfonde se abre y se voltea la tierra, se profundiza en el suelo hasta 60 u 80 cm. Diez robadas de terreno (una hectárea) se labran en una jornada de ocho horas.

Las ventajas del laboreo profundo son el romper los bancos de lastra o piedras que haya, airear la tierra y eliminar raíces, hierbas, etc. Esta labor se practica también con el fin de allanar la finca para trabajarla mejor y facilitar el drenaje del agua en los terrenos en pendiente.

A veces, antes del desfonde, si los terrenos presentan cuestas, marcueros[3], desniveles u otras irregularidades es preciso el desmontar, quitar desniveles o allanar las fincas con maquinaria potente como palas, camiones, etc., que lleven las piedras y tierra de una parte a otras.

Tras la labra y desfonde es preciso extraer las piedras. Si son grandes se sacan con una pala retro (de doble cazo, ancho por un lado y estrecho por el otro) o giratoria. Si hay muchas piedras se sacan con la despedregadora, máquina que es arrastrada por un potente tractor. La despedregadora coge las piedras que se encuentran en la superficie junto con arena. Una cinta las sube y mediante una cribadora la tierra es devuelta a la finca quedándose en la tolva las piedras. Una vez llena esta, las piedras se vacían en un yeco, monte, agujeros hechos en la propia finca, o en camiones o remolques para su traslado.

Muchos agricultores sacan ellos mismos las piedras con el tractor y el sacapiedras (cajón de hierro que cuelga de la parte trasera del vehículo). Primero se colocan en montones y luego a mano se cargan en el cajón sacapiedras. Una vez fuera de la finca, en yeco o monte, se descargan accionando una palanca que pinga el cajón cayendo las piedras al suelo.

Frente a los agricultores mayores, que han labrado sus fincas con los ganchos[4] a la hora de prepararlas para plantar viña, están los jóvenes que prefieren contratar a potentes tractores de hasta 285 caballos para que desfonden las fincas. Utilizan estos tractores brabanes vertederas monosurcos.

A la hora de trabajar hacen los surcos rectos, es la mejor forma de laborar. Si la finca es irregular, primero sacan las esquinas y luego los surcos grandes. Por regla general donde más piedras salen es en las cabeceras de las piezas. Además de en las cabezadas también aparecen piedras en marcueros y en donde hay vetas y bancos de piedra.

Durante el desfonde el tractor va abriendo surcos de un lado para otro y vuelta. Con el fin de que las piedras que se descubren no acaben enterradas o tapadas en la siguiente vuelta del tractor diversos peones (gitanos, paquistaníes, etc.) se ponen a lo largo del surco y van echando las piedras arriba de la tierra.

Otras labores que se realizan en una finca al plantar la viña son el darle manos con el cultivador, rastra o rotavátor de forma superficial, se destormona con el rulo y con el rotavátor[5] se hace tierra fina.

Análisis de tierras

Cuando las tierras están bien preparadas se las analiza con el fin de ver qué patrón o portainjerto es el más adecuado para ese terreno y realizar un abonado a fondo que corrija la pobreza o deficiencia de minerales del suelo. Para el abonado se sigue la fórmula de mil a dos mil kilos de superfosfato por hectárea, mil kilos de potasa y cuarenta mil kilos de estiércol o basura.

Para el análisis de tierra es preciso coger muestras de tierra por distintas zonas de la finca y a distintos niveles o profundidades, especialmente donde van a estar las raíces. La superficie del suelo no se analiza.

Según los resultados de la composición sabremos cuáles son los tipos de portainjertos más idóneos para esos terrenos. La tierra se introduce en frascos. Las zonas de donde se toman las muestras suelen ser la cabecera de la finca, la zona central y el hondón, y otras partes que presenten visualmente composiciones distintas (arcillosas-rojas, tierra fuerte, calizas, etc.). Los frascos de tierra se llevan a la Casa del Vino de Laguardia (A). Tras obtener los resultados del análisis de la tierra en un laboratorio, un técnico llama al agricultor y le explica los resultados de dicho análisis asesorándole sobre el patrón de vid más adecuado para plantar y sobre las necesidades de abono que necesita el terreno.

El factor que más se tiene en cuenta en las tierras de Rioja Alavesa es el grado de caliza de los terrenos. No obstante, lo que se analiza son las cualidades físicas y químicas del terreno: textura, suelos ligeros y pesados; densidad; pH, que los suelos tengan un grado de alcalinidad en torno a siete; conductividad, sales; humus, materia orgánica; caliza activa, y minerales, fósforo, potasa, magnesio, etc.

Arranque de viñedo viejo y replantación

La preparación de tierras que anteriormente han sido de viñedo, almendrucares y olivares resulta muy costosa. Primeramente, hay que arrancar los árboles (olivos y almendros) y arbustos (cepas viejas). Para ello se utiliza una pala o el tractor con una cadena o estrinque. Algunos arrancan también el viñedo viejo con el tractor y una rastra pasando por encima de las cepas y tronzándolas.

Arrancado el arbolado o viñedo, algunos labradores prefieren esperar unos años para plantar la viña, hasta siete. Durante este tiempo siembran la pieza de cereal o la dejan como barbecho y luego la plantan sin más, labrándola o desfondándola, sacando las piedras y realizando los demás procesos ya contemplados.

Los que prefieren plantarla pronto, al año, la desinfectan de antemano con sulfuro de carbono. La máquina de un tractor lo introduce en el subsuelo en forma de líquido y una vez enterrado se volatiliza en gas, debiendo permanecer dos meses sellada (sin tocar) la tierra y otros dos meses aireada. De esta manera se matan los nematodos transmisores de virosis que haya en el subsuelo de la viña vieja. La época mejor para la desinfección es la primavera o el otoño (hay mejores condiciones de humedad, tempero[6] y temperaturas del suelo en torno a los 15 °C). En estas circunstancias los nematodos son más vulnerables.

Otros agricultores prefieren labrar con los ganchos unidos al tractor, que es una manera diferente de desfondar o abrir surcos en el suelo rompiendo piedras y de desgarrar los terrenos. Con este método muchas piedras se quedan debajo sin salir. No da tanto trabajo como el de desfondar con tractor y brabán. Quienes labran con el gancho cruzan la finca, primero por un lado y luego por el otro. Seguidamente, se despedrega con el remolque o cajón sacapiedras. La despedregadora se utiliza menos, dicen que saca mucha tierra y coge muchos tormones.

Variedades de vides

Las variedades autorizadas en la zona de Denominación Calificada Rioja son, en tintos, tempranillo, garnacha, graciano y mazuela. En blancos, viura o macabeo (para poner en cabezales de fincas), malvasía y garnacha blanca.

Para obtener estas variedades o bien se ponen vides americanas llamadas barbudas, portainjertos, o bien plantas ya injertadas que reciben el nombre de injertos.

Las clases de portainjertos, barbudas, vides americanas o patrones más utilizados en Moreda (A), son los siguientes:

41 B de millardet. Popularmente se la conoce con el nombre de chasela. Es el patrón[7] más empleado por su resistencia al suelo calizo, ya que hay que señalar que la mayoría de las tierras tienen un índice muy alto en composición de cal.

Otra de sus ventajas es que es una planta muy afín al tempranillo con el que se suele injertar. Posee gran resistencia a la sequía, pero es sensible a la filoxera, a la eutipiosis, a la yesca y al exceso de humedad. Suele venir muy cargada de uvas y su ciclo de vegetación es corto por lo que se puede producir una interrupción de la maduración.

Se planta en terrenos buenos y fértiles como vaguadas y barrancos.

Pero la ventaja más sobresaliente, como ya se ha indicado, es su gran resistencia a la caliza. Esta provoca un bloqueo del hierro limitando su asimilación y provocando la clorosis caliza. Las vides que sufren este problema se amarillean. También puede producirse clorosis en tierras ligeras poco arcillosas, con exceso de humedad y mal drenadas, o con poca espesura en la capa arable.

140 ruggieri. Patrón apropiado para suelos en ladera y contra la sequía. Apto para terrenos pobres por ser muy vigoroso, lo cual a veces provoca corrimiento de la uva cuando lía en el mes de junio. Va muy bien en desmontes y en cabezadas pobres de las fincas. Resistente a la sequía. No gusta a los injertadores por la fuerza de la savia que les arroja la púa injertada. Por eso hay que descabezar este patrón el día anterior al injerto para que pierda fuerza.

1.103 paulsen. Patrón apropiado para suelos en ladera, arcillosos y salitrosos. Resiste bien la sequía y el ataque de nematodos.

Rupestris du lot. Hoy ya no se pone, sin embargo antes era de las más empleadas en terrenos pobres y compactos.

161-49 courderc. Va muy bien en terrenos compactos, cogoteras y tierras pobres. Tiene peligro de agostamiento temprano cuando en primavera llueve mucho, produciéndose un gran desarrollo que puede provocar deshidratación. Todos los patrones son muy sensibles al exceso de humedad.

110 richter y 99 rixhter. Va bien en tierras pobres, altos, laderas, cabeceras de fincas, suelos arcillosos, tierras poco profundas, bajas en potasa… Resiste la sequía y el ataque de nematodos. Posee limitada resistencia a la caliza y a la humedad. Es un patrón bastante vigoroso, de ciclo vegetativo largo.

SO4. Portainjerto resistente a la filoxera y mediana tolerancia a suelos calizos. Al ser menos productivo hace que la maduración se adelante y sea mejor. Se planta en terrenos frescos y fértiles como vaguadas, huertas y zonas de regadío. Se suele poner y criar en espaldera por su tendencia a no mantener el tronco erguido.

La mayor parte de estos portainjertos proceden del cruce de tres especies: rupestris. Patrón vigoroso y de gran penetración; riparia. Presenta regularidad en la floración y cuajado del fruto; y berlandieri. Patrón resistente a sequía y caliza.

Los patrones más empleados en Rioja Alavesa en las últimas campañas de los años 2000 a 2002 han sido:

41 B chassela: 51.58 %
richter 110: 19.50 %
SO4: 11.59 %
Otros: ruggieri, 1103 paulsen, richter 99, 420A, 161-49C, 333 E-M, 5A MZ: 17.33 %

Labores de plantación

Se puede plantar desde la caída de la hoja de las plantas en el mes de diciembre hasta su brotación en marzo-abril. Conviene plantar lo antes posible haciendo caso al refrán que dice, al igual que en la siembra, “mientras lo temprano miente, lo tardío siempre”.

Preparadas las tierras, limpias las plantas, se comienza a plantar cuando las tierras están a tempero, antes de que las plantas comiencen a mover. Esto suele ocurrir, dependiendo del año si es húmedo o seco, en los meses de enero, febrero o marzo. En casos extremos hasta abril o primeros de mayo. Si llueve agarrarán, pero si no la plantación puede salir mal.

La tierra de la finca a plantar deberá estar suelta y seca, que no salga cortadillo ni barro.

Si la plantación no se realizara en el momento de la traída de las plantas, barbaos e injertos, estos deberán conservarse en un lugar cerrado (bodega), tapando sus raíces con arena y regándolos de vez en cuando. Lo más importante es que no se aireen. Su preparación y limpieza depende del sistema de plantación a utilizar. En el caso de que se vaya a plantar con herrón, el recorte de las raíces se realizará a 2 cm del talón de la planta. En cambio, si la plantación se lleva a cabo a hoyo, a zanja o con subsolador o rejón, deberán dejarse más largas, a 8 o 10 cm en función de la profundidad de la plantación. La planta enraizará tanto mejor cuanto mayor sea la longitud de las raíces dejadas en la limpieza, quedando dicha longitud limitada por la profundidad de plantación.

El recorte del brote se hará dejando una o dos yemas basales tanto si se trata de barbados como de injertos. A la hora de plantar la cabeza del portainjerto se dejará algo levantada de la superficie de la tierra, es decir, al aire. Si se deja muy tapada o enterrada tiene dificultades para salir. Lo mismo ocurre con los injertos, si se dejan muy enterrados se ahogan.

A través de los distintos sistemas de plantación los objetivos que se deben conseguir son:

Que las plantas queden enterradas a una altura adecuada, unos 2 cm por encima del punto de injerto. Que las raíces queden tapadas con tierra suelta y que tenga humedad suficiente para su desarrollo. Que no queden huecos entre las raíces y la tierra, lo que se conseguirá con un buen tacuñado (que la tierra quede bien prieta contra el injerto).

El siguiente paso a dar en una finca que se va a plantar es el de marcar las renques (hileras donde se plantarán las cepas) que modernamente lo hacen empresas especializadas mediante el empleo de rayo láser.

A la hora de marcar las piezas se tiene en cuenta su forma, los vientos predominantes, el nivel del suelo, etc. De tal manera que entren 2850 cepas por hectárea, como marcan los estatutos de la Denominación de Origen Calificada Rioja.

Antes, todas las fincas se plantaban al cuadro, marco real o tresbolillo, 1.5 m x 1.5 m. Hoy, sin embargo, todas se plantan a la francesa, es decir, distancia de 3 m o menos entre calles de renques y de 1 m-1.20 m entre cepas de la hilera. Esto ha cambiado porque los métodos y maquinaria con que se trabaja no son los mismos de antes. Con las viñas al cuadro se trabajaba con ganados y mulas mecánicas. Con las viñas a la francesa se laborean con tractores.

Procedimientos seguidos para plantar

Los que se emplean son los siguientes:

A herrón o barra de hierro

Consiste en clavar en la tierra un herrón (hierro pesado de 1.5 m de altura) y menearlo en vaivén para que vaya introduciéndose en el suelo y haga el agujero. El herrón es cilíndrico y en la parte inferior acaba en punta para facilitar su penetración en el suelo. La parte superior es algo más ancha con el fin de apoyar las manos y empujar con fuerza al herrón para abajo. Algunos incluso le ponen dos hierros en cruceta (sobresalen uno a cada lado) con el fin de agarrarlos con las manos y hacer fuerza.

Hecho el hoyo se saca el herrón con cuidado para que no caiga al fondo tierra de las paredes del agujero. Se introduce en él la planta con la raíz recortada y se va tapando con tierrilla seca a la vez que se tacuña con un palo con el fin de que no quede ninguna bolsa de aire o hueco entre el agujero y la planta. Finalmente, con la azada se remata la labor tapando la barbuda (barbado) con una buena pernada de tierra. Con la ayuda del tiempo y la lluvia brotará la nueva cepa en unas semanas.

A hoyo o cata

El agujero se hace o con la azada al principio y luego rematándolo con el azadón, o con un ahoyador de tractor. Este sistema es quizás el mejor para la planta pero es el más costoso. Luego se introduce la planta y se tapa cubriéndola con una pernada o montón de tierra.

A barra de agua con atomizador

Se trata en este caso de una barra de hierro a la que se incorpora un sistema de tubo y llave acoplado a una cuba con bomba a presión (generalmente se emplea el atomizador para el tratamiento del viñedo) que lleva el tractor y con el que se añade una cierta cantidad de agua en el momento de introducir la planta. Algunos colocan un inyector de agua en donde se pone la manguera de la pistola. El inyector por dentro está hueco y el agua sale a presión. En realidad, este método es un herrón con agua que tiene la ventaja añadida del agua que se mete a la planta y una mayor rapidez en la plantación, y el inconveniente de que se creen bolsas de aire que provoquen el fracaso de la plantación.

Si al plantar salen piedras, estas se apartan en la renque donde no estorben y otro día se retiran con el cajón sacapiedras.

A vertedera

Consiste en abrir una zanja con el tractor, bien con un arado que la abre de una vez, o bien pasándolo dos veces en sentido opuesto. La plantación se hace bastante rápida y la tierra queda bien movida para que las raíces puedan desarrollarse.

Con subsolador o rejón

Consiste en un punzón o gancho en la parte central que va abriendo una zanja o surco en donde a cierta distancia se van metiendo las plantas. Al subsolador o ganchos se le quitan los dos laterales y se le deja solo el central. Al central se le acoplan unas rejas laterales que abren un surco de 15 o 20 cm de anchura, en el cual se introduce la planta quedando enterrada. De la parte trasera del rejón se cuelga un palo de metro y poco, dependiendo de la distancia a que se quieran poner las vides, con un trapo rojo colgado de su punta. Según va avanzando el tractor, cuando el trapo rojo llega a la última planta hincada es señal para que el labrador introduzca otra planta por las chapas del rejón, y así sucesivamente hasta que se termine de plantar la renque.

La tierra que tapa las raíces suele ser tierra suelta y la plantación puede quedar terminada si se le acoplan al rejón unas rejas o discos que vayan tapando las plantas. Este sistema, después de muchos años de experiencia, se ha visto que es el más rápido y económico. Las plantas adquieren un desarrollo rápido por encontrarse la tierra suelta y el suelo desfondado.

Algunos emplean el subsolador para abrir la zanja o surco y luego introducen las plantas con un aparato al que llaman espada. Colocan la planta en este aparato manual y la introducen en la tierra movida por el rejón. Es un método fácil y rápido[8].

Con estos sistemas es muy importante el tacuñar las plantas. Como no se puede hacer con un palo, un agricultor las va pisando con los pies según va caminando por la zanja. Luego otro con una azada las va tapando y poniendo pernada (montón de tierrra).

Con máquina plantadora

Aunque las hay de muchos modelos, las más usuales consisten en un apero que, acoplado a la toma de fuerza del tractor, lleva unas rejas que abren un surco, y una cinta que gira y lleva una serie de pinzas en las que se colocan las plantas. Estas pinzas se abren antes de colocar las plantas y en el momento de caer estas al surco en el que quedan plantadas. Unas rejas posteriores cierran el surco.

Cuidados de la plantación

Entre las labores propias de la plantación cabe destacar por su importancia el tacuñado de la tierra que rodea la planta, disminuyendo con ello el riesgo de helada en las raíces y asegurando un buen contacto suelo-planta.

En terrenos donde se prevean daños por el gusano del suelo (malduerme), que se come las yemas de la viña por la noche, se aplican insecticidas en granos pequeños, especialmente cuando son injertos.

Si la plantación se hace tarde, una vez pasados los riesgos de las heladas, puede ser conveniente no tapar la planta, o sea, dejar al descubierto la parte de sarmiento por donde va a brotar (esta práctica se realiza siempre que las plantas sean injertos, si son barbudas no). Hay que tomar la precaución de parafinar el trozo que queda al descubierto, a fin de preservarlo de la desecación. Para ello se introduce la planta en un recipiente con parafina líquida. Se recubre unos 10 cm. Este sistema es útil en terrenos arcillosos, en donde la tierra forma una costra que impide la salida de los brotes y sobre todo en la planta injertada, con lo que se evita también el ataque de los gusanos del suelo y la labor de desbarbado.

Según sean los gustos de los labradores, varían mucho los marcos de plantación, los sistemas de conducción y de poda, la calidad del terreno, el porte y vigor de las variedades, etc. En Rioja Alavesa, en 2004, se plantaron unos 3000 pies (plantas) por hectárea, con una anchura de calle de 2.80 a 3 metros y 1.10 a 1.25 m en la línea o renque. Como no se pueden cruzar las labores (arar por segunda vez el campo en sentido transversal a la primera arada) y para evitar las malas hierbas se utilizan herbicidas y arados intercepas[9]. Y, si no, el agricultor con un azadón a mano tiene que ir quitando las hierbas al pique (desde cada lado).

Labrando las viñas. Moreda (A), 2016. Fuente: José Ángel Chasco, Grupos Etniker Euskalerria.

Una vez hecha la plantación, bien de barbudas (barbados) o de injertos, es preciso realizar un buen mantenimiento durante el primer año. Este consiste básicamente en pasar el cultivador o rotavátor por las calles entre renques para eliminar hierba y que la tierra esté ahuecada para que asimile mejor la lluvia que pueda caer. Los herbicidas no se pueden utilizar en una viña hasta el cuarto año de plantación. La función del abonado de plantación o de fondo es constituir una reserva de elementos fertilizantes en el suelo, que sean aprovechables por las futuras raíces de la cepa.

El tipo de abono y cantidad que es aconsejable echar será:

De materia orgánica 40 000-50 000 kg/hectárea de estiércol de oveja bien curado.

De fósforo 1000 a 2000 kg/hectárea de superfosfato del 18 %.

De potasio 1000 kg/hectárea de sulfato potásico del 50 %.

Todo esto dependerá de los resultados del análisis de tierras que se haya efectuado previamente a la plantación.

Posteriormente, en cuanto al abono de mantenimiento, se recomienda echar a la tierra entre 600-700 kg/hectárea del abono complejo 9-18-27, cuya riqueza, según la numeración, es nitrógeno-fósforo-potasio en esos porcentajes. Aunque lo habitual es que los labradores echen un saco de 50 kg por robada (mil metros), lo que supone por hectárea 500 kg.

Injerto

Época

De ordinario la vid puede injertarse por varios sistemas distintos: por el de yema o púa de lado en septiembre; por el de hendidura a púa doble o sencilla en marzo, o por el inglés en la misma época.

Lo normal es que se injerte al año de haber plantado la viña con portainjertos o barbudas americanas ya descritas en el punto anterior. El mejor tiempo va de febrero a mayo, en plena primavera. Las cepas o barbudas durante el invierno están muertas o en letargo y la savia les comienza a aflorar a partir de mediados del mes de febrero.

Conviene también que la tierra esté suelta a tempero para que se puedan tapar sin barro. En caso contrario las púas se pueden malograr.

En el mes de febrero es cuando comienza la savia de la planta a mover y subir, entra en vida y por tanto es el momento ideal para comenzar a realizar la labor de injertación.

Antes, hasta san José (19 de marzo) no se comenzaba a injertar. Hoy se comienza desde finales de enero, cuando el almendro florece es señal de que la savia en las plantas comienza a mover. Dicen que es mejor que la púa espere a que venga la savia del portainjerto.

Se puede injertar hasta mayo, mes a partir del cual la piel de las barbudas americanas comienza a deshuecarse cuando se le practican los cortes. Cuando esto comienza a suceder ya no se debe injertar.

El sistema de yema o púa de lado se practica en septiembre. Este tipo de injerto no es recomendable y prácticamente nadie lo realiza.

Selección y elaboración de púas

La púas se dejan del año anterior, de los sarmientos de la variedad tempranillo que hayan dado buenas uvas. Para ello en verano, mes de septiembre, se hace un ojeo de las cepas mejores, que tengan buena parra, uvas y que no tengan enfermedad de yesca ni les haya atacado el mildiu, oídio-ceniza u otras enfermedades. Estas cepas buenas se marcan con una cuerda u otro tipo de señal que permita reconocerlas cuando en el invierno se les hayan caído las hojas.

Poco antes de comenzar a injertar, en marzo, se eligen los sarmientos mejores y más apropiados en el momento de la poda. En pequeñas gavillas, bien atados, se llevan a la bodega o cueva de la casa y se guardan en sitio fresco y húmedo. Las gavillas se tapan con sacos y de vez en cuando se les echa agua. En la bodega están en sitio cerrado donde no les dé el aire. Para ello se tapan huecos y rendijas de las puertas e incluso el respiradero de la bodega.

Algunos cogen los sarmientos para hacer las púas de sus propias viñas, otros de bodegas o firmas del sector vinícola reconocidas e incluso de viveristas con púas ya clonadas, entre las que hay que destacar los clones certificados RJ-51 y RJ-78.

Tres días antes de injertar se sacan las gavillas de la bodega y se comienza a hacer las púas con unas tijerillas. Se hacen púas de muy distintos calibres o grosores para que el injertador elija y aproveche la más idónea con respecto a la madera y grosor del portainjerto.

Se procura hacer las púas cortas. Se dejan dos ojos o yemas en cada una. Se corta en la parte superior dejando muy poco espacio entre el corte y el ojo. La parte inferior se deja más larga, teniendo presente que luego el injertador tendrá que hacer el corte en bisel y quitarle madera.

Según se van cortando las púas se echan dentro de un cuévano o cesto con agua para que permanezcan a remojo, al menos durante tres días. En caso de que lleven en agua muchos días por no poderse injertar por mal tiempo o tierra mojada, es necesario cambiar el agua a los cuévanos, ya que sobre la superficie del agua vieja se crea una espuma grasienta que las hace resbaladizas e inservibles. Para evitar esto, simplemente se tira el agua mohosa y se les pone otra nueva. Cada cuatro días se les cambiará el agua y así estarán servibles durante veinte días. Para cuando transcurra este tiempo el suelo ya se habrá oreado y es seguro que habrá días en que no llueva y se pueda injertar.

Formas de injertar

Como se ha explicado, la necesidad de injertar se debe al peligro que acecha por la acción del insecto de la filoxera que ataca las raíces de las vides autóctonas. Para evitar este mal se plantan vides o patrones americanos de reconocido prestigio que son inmunes a la plaga. No obstante, transcurrido un año, estos portainjertos se descabezan y son injertados con púas procedentes de sarmientos de vides autóctonas como el tempranillo, garnacha, mazuela, graciano o viura. De esta forma logramos tener una planta formada por un portainjerto americano, resistente a la filoxera, y por otro autóctono del gusto y preferencia locales.

Las formas de injertar son muchas, dependen del ingenio y pericia del injertador. Las más habituales son el sistema de cuña (muy poco practicado últimamente) y el injerto de pata de cabra o inglés, que es el más practicado.

A injertar se va en cuadrilla, cinco o seis personas con la inclusión del propietario de la finca. Este suele llevar los cuévanos con las púas, la rafia para atar los injertos en forma de madeja y las azadas pertinentes para que los peones o familiares ayudantes abran o tapen las plantas.

Encabezan la cuadrilla dos personas que azada en mano van descubriendo las barbudas por debajo del nudo. Deben tener cuidado de no golpear la piel de las plantas ni cortarlas, ya que si no tendrán que profundizar más para descubrirlas. Asimismo, deberán hacer base alrededor de la planta para que el injertador trabaje cómodamente en el lugar.

Tras estos cavadores-descubridores de plantas va el injertador con un cubo lleno de púas y una navajilla especial, algo curvada, para realizar los cortes oportunos al injerto o púa y al patrón o portainjerto. Si el injertador decide realizar el sistema de cuña, hoy en día inusual, da un corte profundo en el centro al portainjerto y a la púa dos cortes por debajo del segundo ojo de forma biselada o forma de cuña. Es recomendable que los grosores de tronco del portainjerto e injerto sean semejantes. A continuación el injertador clava e introduce la púa en el patrón por donde ha dado el corte hasta que hace tope. Ya solo falta que el atador que le pisa los talones ate ambos con una rafia. Si el injertador decide practicar el injerto inglés, que es el más aconsejable y por ello habitual, los cortes a dar a patrón e injerto son diferentes. Este tipo de injerto se conoce más con el nombre de pata de cabra que con el de inglés, siendo la primera denominación más popular que la segunda, de carácter más técnico. Aquí el patrón y la púa también tienen que ser de parecido grosor. El patrón debe ser desmochado por debajo del nudo pero tres o cuatro dedos por encima del terreno con el fin de poder meter mejor la púa y atarla. Al portainjerto se le practica un corte lateral separándole la piel y luego se le da otro más profundo hacia el centro o médula del sarmiento. Y a la púa de dos yemas u ojos se le da un corte a ras de la piel en forma de bisel, por lo que se corta también un trozo de madera, y otro corte en el centro del biselado hasta la médula. Luego el injertador procede a encajar las partes y apretarlas. El contacto entre patrón e injerto a través de la piel y la cañada del sarmiento es mayor y, por tanto, más beneficioso.

El siguiente al injertador es el atador que porta una madeja de rafia colgada en el cinturón. La rafia es una especie de cuerda ancha y fuerte, fibra resistente y flexible. Se compra en tiendas de cestería y viene en largas madejas que es necesario recortar con las dimensiones apropiadas. El atador las suele cortar colocándoselas en el brazo y dándole una largura desde la mano hasta el codo. Se corta con las tijeras de podar. Cada vez que necesita atar una planta ya injertada coge un hilo de rafia del cinturón o de la boca (puede llevar a veces unas cuantas entre dientes) y la enrosca con la mano izquierda sobre el lugar del injerto para luego con la ayuda de la derecha terminar la operación de atado con un nudo simple que lo apriete.

Finaliza la comitiva de injertar el tapador de las plantas y púas. Este con la azada y sumo cuidado debe ir echando tierra alrededor del injerto poniéndole pernada hasta que lo cubra. Debe tener cuidado de no echar ni tormones ni piedras. Coloca el montoncillo con tierra fina y con cuidado de no tocar la púa, ya que si la mueve recién puesta se puede perder el injerto. Encima de la pernada, antes de rematarla, es aconsejable echar un veneno en forma de polvo granulado que hará de insecticida contra las gardamas y otros bichos, especialmente contra el voraz malduerme que puede comer los brotes. La labor del injertador y atador es una tarea muy especializada suponiendo para el agricultor un gran desembolso en jornales, ya que el injertador cobra la jornada a 150 euros y el atador a 100[10].

El injertador suele decir: “Donde quiera que fueres, haz lo que vieres”, adaptándose a las formas de trabajar de los distintos pueblos por donde pasa. En Moreda (A) ha habido algún injertador bueno que además de injertar viñas en el pueblo lo ha hecho por Labraza, Barriobusto (A) y otros lugares. A Moreda han venido injertadores desde Viana (N), donde abundan. Últimamente ya casi nadie injerta, pues el labrador prefiere emplear plantas ya injertadas en los viveros que usar barbudas que luego tenga que injertar. No obstante, en esta zona de tierras calizas y de veranos secos da mejor resultado el poner barbudas y al año injertarlas. En donde hay regadío prefieren más los injertos, ya que tienen la posibilidad de regarlos varias veces en verano.

Mantenimiento de los injertos

A la finca injertada se la trata como a la plantada, pero con un poco más de esmero. Durante el año se le dan con el tractor y cultivador o rotavátor varias manos para quitar la hierba y dejar la tierra más permeable y esponjosa a la lluvia. Hay que tener cuidado de no tocar los montones o pernadas que los tapan con el fin de no mover las púas. Esta práctica se realiza en las calles. En las renques se quita la hierba con la azada a mano, injerto tras injerto. Además de quitar la hierba se les echa tierra (se les coloca una buena base) para que estén más protegidas frente al viento para evitar que siendo tan jóvenes el aire las bambolee y rompa. Los herbicidas no se pueden emplear en viñas jóvenes hasta que estas no tengan por lo menos cuatro años. Si se hace antes tiene que ser con dosis muy bajas.

El tiempo y la lluvia hacen brotar los ojos o yemas de los injertos en los meses de calor (junio y julio). Para san Bernabé, el 11 de junio, uno de los santos patronos de Logroño, comienzan a salir los primeros injertos. Pueden brotar el primero, segundo o los dos ojos a la vez. En la poda del siguiente invierno se dejará el ojo que más valga, generalmente el de arriba o primero.

Además de los ojos o yemas de la púa suelen brotar otros que nacen por debajo del injerto, en alguno de los muchos nudos del portainjerto, sobre todo si se han deshojado o limpiado mal las plantas. Es preciso desenterrarlos con la azada y arrancarlos bien con la mano si están blandos, o cortarlos con unas tijerillas si se hallan duros. Esto se hace con el fin de que no se apoderen de la planta, de lo contrario los brotes de los ojos no se fortalecen ni progresan y son precisamente los que tienen que crecer y respetarse.

Los brotes nacidos por debajo del injerto reciben el nombre de contrainjertos, filibusteros o bravos. La proliferación de una mayor cantidad de contrainjertos depende de varias circunstancias, como si el año es lluvioso (entonces salen más que si es seco), si la uva es blanca como la viura (en este caso echan más bravos que las variedades tintas). Los injertos salen en el mes de junio y para julio es conveniente darse una vuelta por la viña para cortar los posibles contrainjertos que broten.

La labor de desbarbar consiste en quitar las raíces que brotan de la unión de la púa con el portainjerto durante los dos primeros años. Al menos durante el primer año es obligatorio e imprescindible hacerlo, ya que, de lo contrario, las raíces crecen por la zona injertada y la planta para abajo, y, al no tener profundidad, muere quedando solo como planta la púa, sobre todo si viene el año un poco seco.

A la hora de desbarbar, algunos, para descubrir las plantas y quitarles toda la tierra posible, emplean el tractor con el cultivador y una chapilla en uno de sus brazos que ayude en la operación. Otros prefieren emplear un antiguo apero de ganado llamado querpis[11] e incluso también la vertedera. El apero hay que arrimarlo todo lo posible a la planta pero sin tocarla. A continuación, con una azada, se descubre la planta hasta el injerto y con una navajilla o tijera se cortan las barbas o raíces que tuviera. De esta manera se quedan las verdaderas raíces de la planta haciendo su función de alimentación a un metro de profundidad. Luego se tapa lo descubierto y se le coloca pernada o un montón de tierra. Algunos antes de tapar la planta le suelen echar un puñado de abono con la mano.

Las viñas tardan cuatro años en entrar a producir al cien por cien de su cosecha. En resumen los cuatro primeros años de la viña acontecerían de la siguiente manera:

1º. Plantar. 2º. Injertar. 3º. Poda: 50 % producción y 4º. Poda: 100 % producción.

Poda

Poda seca o de invierno

“Quien poda en enero o febrero tendrá buen año uvero”, sentencia el refrán popular en esta zona de la Rioja Alavesa. Y “en abril poda el ruin”. Con estos dichos populares estamos viendo que la época principal de la poda es el invierno, durante los meses de diciembre, enero, febrero y primera mitad del mes de marzo.

Las herramientas o útiles empleados en la poda de las cepas en invierno ha variado bastante en las últimas décadas. Las tijeras de una sola mano ya no se utilizan. Ahora se emplean las tijeras dobles, de dos manos en forma de V. También, entre este último modelo de tijeras la transformación ha sido notable. Las tijeras de hierro y mango de madera sin amortiguador de goma en medio tampoco se utilizan. Hoy día se emplea la tijera francesa de mangos más largos y menos pesada. Se usa con las dos manos y llevan taco de goma amortiguador de los golpescortes que se dan a los sarmientos.

Sin embargo, en la actualidad, hay muchos labradores que ya no podan manualmente las vides. Primero, antes de entrar el invierno, a comienzos de diciembre recortan los sarmientos a una misma altura que facilite posteriormente la poda y esto lo hacen ayudándose del tractor y de una máquina que se llama prepodadora[12]. Se conduce el tractor por la calle y la máquina prepodadora, movida por el cardán del tractor, se introduce por la renque de cepas que va cortando y triturando los sarmientos a la altura que se quiera. De esta manera el sarmiento se queda pequeño con cuatro o cinco ojos y se facilita y aligera su poda manual posterior.

Prepodadora. Obanos (N), 2011. Fuente: M.ª Amor Beguiristain, Grupos Etniker Euskalerria.

A la hora de podar otros agricultores prefieren las tijeras eléctricas accionadas con una sola mano como si fuese una pistola gracias a una pequeña batería eléctrica que llevan acoplada. Cada vez que hay que cortar un sarmiento se aprieta un disparador que pone el corte en funcionamiento y parte el sarmiento. Necesitan un mantenimiento de limpieza, engrase y recarga de batería todos los días. La ventaja que tienen, además de la rapidez con que se poda, es la de poder entrar en las viñas aunque estén llenas de barro y humedad. Su mayor inconveniente es el elevado precio que tienen en torno a los 1500 euros frente a los 50 euros que vale una tijera de mano tradicional[13].

Quienes poseen mucha viña y necesitan contratar peones para podarla, prefieren llevar el tractor con un compresor que mediante unas largas gomas transmite energía a unas pistolas que accionan los podadores para cortar los sarmientos. Con este sistema pueden ir hasta seis peones podando viña. Se evita el llevar peso a la espalda como ocurre con el sistema de poda manual de batería eléctrica y la labor de poda se aligera mucho. La manguera o cable que une a la pistola-tijera y el compresor suele ser largo, de unos 80 m, y se recoge automáticamente. El inconveniente que tiene este sistema es que si llueve o hay barro el tractor no puede entrar a la viña, pues deforma el suelo con su peso y puede quedar atascado. Es mejor podar cuando la tierra está seca, bien oreada y esto en pleno invierno por humedad y nieves es muy difícil que se cumpla.

La poda de la vid en invierno, cuando la cepa duerme entre la caída de la hoja y el desborre (hinchazón y brote de las yemas u ojos de los pulgares) de primavera, debe acompasarse al ritmo de fructificación de cada variedad: viura, tempranillo, garnacha, mazuela, graciano, etc. La vid fructifica en los sarmientos que han crecido en los ojos de los sarmientos del año anterior. De esta manera en la uva negra la fructificación tiene lugar en los dos primeros ojos o yemas aparte del borrón u ojo ciego. Se debe practicar una poda corta. Sin embargo, en las variedades blancas se debe realizar una poda más larga, ya que la fructificación suele tener lugar en la tercera y cuarta yema u ojo.

A las cepas jóvenes no es conveniente dejarles mucha carga, sino ir formándoles bien los pulgares en forma de vaso mediante la poda. Si no se las descarga de ramaje darán más uva pero de grano menor, menos dulce y calidad peor.

Para realizar una mejor formación de las cepas en forma de vaso, desde que se plantan e injertan, es mejor dejarles un pulgar con tres ojos o yemas el primer año o dos de dos si son fuertes, el segundo año dos pulgares con cuatro ojos en total y el tercer año tres o cuatro pulgares con dos ojos cada pulgar.

Los pulgares que se dejan son los más fuertes y nuevos, quitando los viejos que ya han dado fruto el año anterior. También, a la hora de podar se tienen en cuenta otros detalles como que los pulgares estén orientados hacia la renque y no salgan hacia las calles y estorben o puedan ser rotos por el paso de la maquinaria. Deben estar separados y alrededor de la cepa dándole la forma de vaso. Por el interior las cepas se dejan libres y abiertas.

Cuando en cada pulgar se dejan dos ojos o yemas se procura que estas sean visibles. Por debajo se queda la ciega que solo brotará en caso de que alguna de las otras dos fracase por heladas u otros infortunios. Por tanto, la poda en cada pulgar se realiza a dos ojos o yemas más el ciego o de unión del sarmiento con la cepa o brazo.

Una vez criada la cepa, se le deja el número de pulgares o sarmientos que se considere más apropiado según sea la valía de la vid. No se pueden dejar por cepa más de seis pulgares de a dos ojos o yemas cada uno con un total de doce ojos. Dependiendo del año o edad de la vid y de su vigor se le dejan más o menos pulgares, lo normal son tres o cuatro que hagan seis u ocho yemas. Si la cepa es vieja y buena se le pueden dejar hasta cinco pulgares. Rara es la cepa a la que se le dejen seis, el máximo autorizado por la Denominación de Origen Calificada Rioja.

Sacando sarmientos. Moreda (A), 2004. Fuente: José Ángel Chasco, Grupos Etniker Euskalerria.

También es muy útil el llevar además de las clásicas tijeras de podar un serrucho con el que cortar brazos, cepas u otros elementos leñosos más gruesos que difícilmente podríamos cortarlos con unas tijeras.

La poda temprana de la vid para retardar su brotación es practicada muy ocasionalmente. Señalan los informantes que si las vides se podan pronto en el mes de noviembre, cuando todavía conservan parte de la hoja, se consigue retrasar la brotación de las cepas durante el mes de abril. Se retrasa el nacimiento o brotación en unos cuantos días, de una semana a dos.

Explican que podándolas con hoja la savia no puede retornar al tronco de la cepa. Y que al quitarles savia o fuerza les cuesta más brotar en la primavera. Esta práctica de poda no es aconsejable realizarla todos los años. Algunos acostumbran practicarla cada tres años.

Cuando en las viñas viejas hay faltas salteadas en algunas renques se sigue practicando el acodo, que ya se ha descrito anteriormente.

Hoy la tendencia entre los agricultores es la de emparrar tanto las viñas viejas que fueron heredadas de sus padres como las nuevas que vayan a plantarse. Esta práctica nueva tiene más ventajas que inconvenientes. Entre las primeras destacar un mayor rendimiento y calidad del fruto, facilita el laboreo del suelo y los tratamientos fitosanitarios de las plantas, mejor aireación, soleamiento y salubridad de las plantas y frutos (les ataca menos la botritis y podredumbre de la uva), disminución del riesgo de heladas al estar más levantadas del suelo que las cepas en vaso, facilita la recolección o vendimia del fruto que incluso se puede mecanizar con vendimiadoras, etc. Y entre los segundos tenemos un mayor coste de inversión en materiales como hierros, postes y alambres, mayor carestía de la mano de obra, exigencia de plantar en suelos fértiles y húmedos, acortamiento de la vida de la planta, afectación mayor de la sequía, y colocación de sistemas de riego, entre otros.

El sistema de emparramiento también es conocido con otros nombres como sistema de espaldera, conducción en cordón, empalizada, etc.

La inversión en un viñedo a emparrar es muy grande, pudiendo llegar a costar hasta 5000 euros por hectárea[14]. Es preciso hincar tutores que sujeten y tensen los alambres a lo largo de la renque. Como tutores se emplean postes de madera tratados o hierros que se colocan a cierta distancia unos de otros a lo largo de la renque. Tres alambres galvanizados, distantes medio metro unos de otros y el primero del suelo, forman la empalizada en donde trepan y se sujetan los sarmientos de las vides con sus hojas y frutos.

La vid en el emparrado va creciendo poco a poco, año tras año. El primer año se deja el sarmiento que suba a medio metro del suelo, hasta el primero de los alambres. Se le pone guía y ata para que no se tuerza ni rompa.

Al año siguiente se le deja crecer hasta el segundo alambre situado a medio metro del primero. Y al tercer año se hace lo mismo hasta que alcanza la altura que queramos darle, en torno al metro y medio. Tanto la guía como los brazos de la planta se atan y sujetan a los alambres. Luego los ojos o nietos se conducen para los lados sujetando el sarmiento. Se suelen dejar, una vez criada, tres pulgares por planta a cada lado que a dos ojos cada uno hacen doce yemas como máximo. Aunque dicen que es mejor podar un solo ojo más el ciego. En primavera, cuando crecen, se meten las puntas entre los alambres para que no se caigan a las renques anchas por donde pasa el tractor.

Tras la poda, otra de las labores que se suele hacer es la de sarmentar. Aunque esta tarea cada vez está cayendo más en desuso debido a que hoy se prepodan más las viñas y el sarmiento resultante de la poda es menor y más corto, por lo que no se necesita recogerlo ya que en la primavera se suelen moler con el rotavátor.

Hoy con las viñas plantadas a la francesa (en espaldera o emparradas) esta labor se hace mecánicamente. Primero a la hora de podar hay que tener cuidado de echar los sarmientos cortados al ancho de la calle, para que de esta manera cuando pase el tractor con el apero del sacasarmientos los recoja y saque fuera de la parcela[15].

La poda de los injertos conviene que sea tardía, entrado el mes de marzo, con el fin de evitar que las heladas tempranas de abril les afecte. El injerto joven se suele helar más fácilmente que la cepa debido a que al ser más débil y delgado brota antes, la savia les hace mover antes. Esto en parte se evita podándolos lo más tardíamente posible, antes de que entren en vegetación.

Poda primaveral o en verde

La poda en verde de la vid se considera que es tan necesaria como la seca o de invierno. La época en que se aplica es la primavera, entre los meses de mayo y junio. La poda en verde, escarda o espervura, nombres por los que se conoce esta labor, se realiza cepa por cepa quitando con las manos el forraje y brotes que salen del tronco de la vid y no se corresponden con las yemas u ojos de los pulgares dejados durante la poda en seco del invierno. Se quitan los brotes que no tienen uvas o sean pequeños, los que estén helados, comidos por la araña roja o presenten otras deficiencias.

Las espervuras o forrajes tiernos, arrancados con las manos, se tiran sobre la tierra de las calles. El sol las seca a las pocas horas y con el cultivador o rotavátor se muelen posteriormente.

Espervura o escarda. Moreda (A), 2015. Fuente: José Ángel Chasco, Grupos Etniker Euskalerria.

También, si la cepa no presenta ninguna anomalía, se escardan o espervuran aquellos brotes con uvas que no se correspondan con los pulgares dejados durante la poda en seco de invierno. Una cepa con demasiado follaje va en detrimento de las uvas.

Echan más brotes y follaje las cepas de tempranillo o de uvas negras que las de viura o de uvas blancas. También, cuanto más viejas son las cepas más follaje arrojan y cuesta más el quitárselos.

La labor de escardar es muy costosa y se hace manualmente, por lo que es preciso que muchos agricultores recurran a peones para realizar este trabajo. Además hay que realizarla en breve período de tiempo, ya que si no brotes y follaje se endurecen.

Despuntado

Durante la primavera y verano los sarmientos de la vid crecen mucho. Es necesario en varias ocasiones despuntarlos, es decir, cortarles las puntas con el fin de acortarlos y frenar su desarrollo de cara a que el aire, viento o maquinaria los pueda romper.

Los primeros despuntes de los sarmientos se hacen a primeros del mes de junio, para san Bernabé, día 11. Luego, entre una semana o dos, dependiendo del desarrollo vegetativo de la planta (humedad y calor aceleran el crecimiento, y sequía y frío lo frenan) se va despuntando en los meses de junio, julio y agosto. Tras estos meses la planta se deja que se quede como esté. El emparrado ni se despunta. Cuantas menos heridas se haga a las vides mejor. Además, si se despuntan mucho pierden grado las uvas. En caso de sequía prolongada el sarmiento y parra de las cepas sirven de alimento a la planta y los racimos de uva. De la parra chupan y se mantienen, por eso conviene que esté larga y despuntar lo menos posible.

La forma o sistema de despuntar cuando son pequeños los sarmientos, en el mes de junio, es realizarla a mano. Como las puntas de los sarmientos están tiernas se rompen fácilmente con los dedos. Otros emplean en el despunte un palo, una hoz (aunque resulta peligrosa por su punta aguzada y el corte) o una espada. El uso de esta última herramienta está en auge. Es fácil de manejar y no tiene peligro, carece de punta y su corte no está afilado como ocurre con hoces y cuchillos. La espada en la empuñadura lleva un cordón para sujetarla a la mano para que con los movimientos a diestro y siniestro no se escape de la mano. Mas si la parra está crecida en los meses de julio y agosto se despunta con tractor y despuntadora[16].

La labor de despuntar repercute en las cepas, tiene sus ventajas e inconvenientes. A ser posible se recomienda despuntar lo menos posible.

Los injertos y viñas jóvenes son los primeros que hay que despuntar, a finales de mayo o primeros de junio, con el fin de que el aire no los bambolee y se puedan romper. Sabido es que estas plantas son las más tiernas y por tanto las más frágiles ante un aire o fuerte viento. También, si durante el invierno se han producido heladas, los pámpanos de las cepas están peor soldados y corren el peligro de romperse con mayor facilidad ante cualquier golpe de aire.

El despunte en los injertos y plantas jóvenes sirve para vigorizar y fomentar el grosor del sarmiento. Estas vides jóvenes necesitan ser tutoradas con un palo o hierro y si no colocarles una buena pernada de tierra.

Entre las ventajas del despunte tenemos que en la liación del fruto se produce un menor corrimiento, interrumpe la corriente de savia tendiendo a aprovechar mejor las reservas, facilita el paso de maquinaria en labores de ahuecar tierra, quitar hierba y realización de tratamientos fitosanitarios, mejora la insolación y aireación de las plantas, el aire rompe menos pámpanos, atacan menos las enfermedades como el mildiu que comienza por las puntas, etc.

El mayor inconveniente, según los entendidos, es que si se despuntan mucho afecta al grado alcohólico y maduración de la uva, es decir, a la calidad posterior del vino. Si el año va seco no conviene despuntarlas, ya que durante el verano planta y uvas se verán obligadas a comer o chupar de la vegetación de la planta. También, para que tengan un mejor agostamiento o vejez después del verano, el que las vides tengan buen desarrollo favorece el proceso de maduración y retarda su agostamiento, ya que si este se produce prematuramente la planta no tendrá donde comer o alimentarse y, por tanto, las uvas no madurarían.

Desniete

Esta labor unos la practican y otros no, ya que tiene sus ventajas e inconvenientes. Se realiza en los meses de junio y julio, antes de la floración, y consiste en quitar los nietos a los sarmientos, es decir, los brotes que salen entre las hojas de los pámpanos. No se quitan todos, sino algunos, según criterio del viticultor. Se suelen quitar los del centro, entreclarar (uno sí, otro no) para que penetre al interior de la cepa la luz del sol, el aire y los productos que se echan en los tratamientos.

El desniete dicen que aumenta el tamaño y peso de la uva, esta engorda más, pero quita grado, dulzor y en caso de que apedree, el daño es mayor al encontrarse la cepa más desprotegida por falta de vegetación.

De hacerse el desniete tiene que ser pronto, en junio o primeros de julio. Si se hace tarde se desangra la cepa. Además, en caso de sequía no conviene quitarle mucha parra a la vid, ya que los sarmientos, hojas y nietos sirven de sustento a cepas y alimento para las uvas.

El tener desnietadas las viñas facilita los trabajos de poda de invierno y la recolección de uva durante la vendimia. En los tratamientos conviene quitar más bien los que están encima de las uvas. A las viñas pobres es mejor no quitarles nada. A los injertos, para que se fortalezcan y no los rompa el aire, conviene tanto despuntarlos como desnietarlos, de esta manera el viento los atraviesa mejor y el forraje no hace de muro de contención. El desniete se efectúa más por el centro e interior de las plantas que por encima. Arriba se dejan los nietos para que la planta suba y crezca, es mejor retirar los que están junto a las uvas para que estas se aireen, les dé el sol y sean debidamente tratadas con los distintos productos fitosanitarios que se echen a las vides.

Por regla general no se desnieta todo parejo, sino aquellas viñas o cepas que desarrollan más y están muy tupidas de vegetación: viñas de barrancos o junto a los ríos, cepas de hondonadas o criadas en tierra muy fértil, vides viejas, etc. Dicen que una viña desnietada en la época de floración lía mejor y produce un mejor cuajamiento del fruto.

Deshojamiento

Apenas se realiza. Si se hace, este se aplica en dos épocas: una antes de la floración, en juniojulio, y la otra en agosto o septiembre de cara a la vendimia. Solo se quitan hojas de aquellas cepas que estén muy tupidas con el fin de que la aireación, insolación y tratamientos de las vides mejore. La botritis o podredumbre de la uva afecta menos si estas prácticas se han hecho con esmero.

Con el deshojamiento hay que tener mucho cuidado para que no se produzca un desequilibrio vegetativo de la planta. Es mejor quitar las hojas que dan al norte o por donde sale el sol a las mañanas que las del sur y oeste por donde más calienta a la tarde y se pone. Solo hay que quitar la hojarasca imprescindible ya que la uva en verano y en tiempo de sequía come y chupa de la planta (sarmientos y hojas).

Aclareo de racimos

Cuando las cepas tienen excesiva carga es bueno quitar racimos con el fin de que los que se quedan maduren mejor y den mayor grado. Esta labor se comienza a practicar sobre todo en el emparrado que produce más uvas que las cepas criadas en vaso.

También, se quita la racima superior de los sarmientos para que las uvas de abajo engorden más y la maduración sea más correcta.

Abonado y riego

La finalidad del abonado de las viñas es mantener la fertilidad de la tierra. Antes se abonaba con el ciemo (estiércol) procedente de las cuadras de los animales, pero como hoy día ya no existen se recurre a los fertilizantes químicos. Los de origen orgánico no se emplean.

Algunos siguen echando el abono a mano, los menos, y la mayoría lo echa mecánicamente con el tractor y abonadora. Los que lo hacen manualmente emplean capacillas, calderos o sacos para llevar el abono. El sistema más empleado es el del saco de yute o tela. Se confecciona atando con unas piedrillas pequeñas tanto una esquina del culo (fondo) del saco como una parte de la boca que quedan unidas por una soga o maroma para poder llevarlo colgado del hombro. Dentro del saco se echan diez o quince kilos de abono mineral y se cuelga al hombro izquierdo. Con la mano derecha se van sacando puñados de abono y se arroja sobre renques y calles del viñedo. A puño lleno, más o menos, por cepa. Se arroja esparciéndolo a voleo.

Mecánicamente hay dos tipos de abonadoras: la de voleo, igual que la de cereal y la de rejón de nueva creación. La primera esparce el abono al aire y la segunda lo entierra. Estas abonadoras van suspendidas en la parte trasera del tractor (de los brazos laterales y del tercer punto) y se accionan mediante el cardán o fuerza tractora del tractor.

Las abonadoras se componen de una especie de tolva en forma de embudo de chapa o plástico que es donde se echan o vacían los sacos de abono. La bélez o capacidad de las tolvas de abono para viñas varía de 100 kg a 600 kg o más.

La tolva lleva una palanca hidráulica para su cierre y abertura, y un regulador manual numerado para dar el grado preciso de abertura. Accionado el cardán, este mueve un dispositivo en forma de hélice que esparce el abono según baja a la parte del hondón de la abonadora y lo arroja al exterior. Unas lo hacen tirando el abono por todas partes y otras a un tubo que se mueve exclusivamente en un ángulo de la anchura de la calle de la viña.

Las abonadoras de rejón son parecidas a las de voleo, pero en vez de echar el abono al aire lo introducen en la tierra a través de unos hierros o rejones. Estas suelen llevar dos rejones y meten el grano por lo ancho de las calles.

Si se abona a voleo se procura hacerlo antes de que los ojos de los pulgares se embotonen y broten las yemas con el fin de no golpearlos cuando la abonadora esparza el abono que sale con muchísima fuerza, como perdigones disparados por una escopeta. Pero, si se abona con abonadora de rejón esto no importa. Por eso algunos con estas abonadoras de rejón lo echan más tarde. A voleo se aguanta más, aunque se pierde el abono de las orillas. A rejón se aprovecha el abono al cien por cien.

Como se ha explicado, la época mejor para echar el abono es la primavera, en el mes de marzo. Esto se hace con el fin de aprovechar mejor las lluvias que puedan caer a partir de estas fechas. De esta manera la planta podrá aprovechar mejor los minerales disueltos cuando se encuentre en plena floración durante el mes de junio. Hay que tener mucho cuidado a la hora de echar el abono, ya que si se hace a destiempo se puede ver alterado el funcionamiento orgánico de la planta que lleve a esta a producir un corrimiento del racimo y una mala liación.

Para los abonos ricos en potasio conviene seguir el procedimiento de enterrarlos durante el otoño, después de la vendimia. El potasio tarda más tiempo en deshacerse y echándolo en noviembre se aprovechan las aguas del invierno. Para cuando la planta despierta en primavera el potasio está disuelto y en condiciones de ser asimilado por las cepas. Los nitratos actuales dicen que también tardan más tiempo en disolverse, por eso es bueno echarlos en marzo. Más tarde no, porque de no hacerse así la planta no los podría asimilar cuando los necesitase en el mes de junio durante la floración, incluso podría producir un desequilibrio en las vides que ocasionaran que sus racimos se corriesen al ver alterado su proceso orgánico de nutrición.

Hay muchas clases de abonos:

Ciemo de caballería y de ovejas, que lo echan unos pocos debido a su escasez, cada cinco o diez años.

Abonos minerales, especialmente los complejos que llevan tres numeraciones indicando su riqueza proporcional en nitrógeno, fósforo y potasio.

Abonos florales que se echan disueltos en agua durante el verano con el fin de conservar la parra de las cepas y que la uva alcance un mayor grado.

Vitaminas y aminoácidos.

Avicompost de aves, etc.

En general, se utilizan los abonos que llevan las siguientes unidades en su composición:

30-40 unidades de nitrógeno
60-80 unidades de fósforo
90-120 unidades de potasio

Recomiendan emplear 25 toneladas de estiércol por hectárea cada cuatro años. El nitrógeno da vigor y producción a las cepas. El fósforo desarrolla las hojas. Y la potasa hace crecer a la planta y concentra una mayor cantidad de azúcar en el fruto.

Aconsejan como buena proporción echar un saco por robada. Cincuenta kilos por mil metros cuadrados o, lo que es lo mismo, 500 kg (diez sacos) por hectárea. Otros echan menos, como 30 kg por robada de abono complejo de potasio de la numeración 9-18-27 (eurofértil) un año, y al siguiente cambian a la proporción 4-6-12 echando de 40-50 kilos por robada. Este abono complejo tiene más humus o materia orgánica.

Dicen que es bueno cambiar de abono todos los años. Un año lo echan rico en potasio y otro rico en materia orgánica. Es bueno el abonar las plantas todos los años, no obstante si la planta está fuerte y vigorosa se puede dejar un año sin abonar, ya que las plantas pueden llegar a correrse durante la floración y dar como resultado una mala liación y cuajado del fruto.

La variedad tempranillo es difícil que se corra, sin embargo en la garnacha es más frecuente el que se produzca este fenómeno.

También, hay labradores que tienen la costumbre de abonar un año sí, otro no. Estos argumentan que el exceso de abono produce corrimiento del racimo. Y otros prefieren abonar todos los años echando la mitad. No obstante, el criterio predominante es el de abonar anualmente en la proporción indicada de un saco de abono mineral por robada.

La Casa del Vino de Laguardia (A) aconseja emplear abonos en la proporción de 1-1-3 o 1-1-4 para obtener rendimientos de 6500 kilos/hectárea en uvas tintas.

Cantidad de abono anual recomendada:

Nitrógeno (restricción) 40-50
Fósforo (moderación) 30-60
Potasio (intensificación) 120-60

Estiércol 10-15 tm/hectárea, cada tres o cuatro años. El año que se echa estiércol se disminuye proporcionalmente la cantidad a echar de abono mineral.

Cantidad de abono de fondo, previo a la implantación de un terreno de viña de la variedad tempranillo injertada sobre vid chasela 41B:

Superfosfato de cal 18 % 1000 kg/hectárea
Sulfato potásico 50 % 1100 kg/hectárea
Cloruro potásico 60 % 925 kg/hectárea
Estiércol bien curado a aplicar antes del desfonde 50-60 t/hectárea

El abono se aplicará con abonadora localizadora en calles alternas, cambiando cada año, o con abonadora centrífuga enterrando el abono con una labor posterior. En los injertos o viñas jóvenes se echará la mitad de la dosis y se irá aumentando hasta llegar al cien por cien al cuarto año.

Recomiendan que las plantas en flor no se traten ni abonen hasta que hayan limpiado (terminada su floración). Ni siquiera remover la tierra con el tractor.

Hoy día no existen viñas en regadío, aunque se espera que sí las haya en un plazo razonable, ya que se están construyendo las infraestructuras de un proyecto de regadío para toda la comarca de la Rioja Alavesa y la Sonsierra Riojana en la margen izquierda del río Ebro.

Algunos pocos agricultores han regado tomando agua de las presas antiguas de Santa Eufemia, el Arenal y las Arquillas. El sistema de riego ha sido el tradicional de a manta (“guiar el agua todo parejo a inundar toda la viña”), surtiéndose de los redajos provenientes de las presas o de los pozos de los ríos para elevarla a motor.

La intención actual, ante la llegada del futuro regadío, es regar mediante el sistema de goteo o de pajaritos por aspersión. Por goteo mediante tubos de plástico que discurren a lo largo de las renques de cepas y a la altura de estas gotean el agua a través de perforaciones practicadas en ellos. En el segundo caso, a través de aspersores que lanzan el agua como si estuviera lloviendo de forma natural.

De los dos sistemas modernos de riego, el que más se emplea es el de goteo por su menor gasto en consumo de agua y la precisión de acercar el líquido al mismo tallo de la cepa, aunque dicen que la planta se desarrolla más por el lado en que le llega el riego. El sistema de aspersión consume más agua y echa la misma como si estuviera lloviendo lo que al mojar la planta, en condiciones de calor picante, puede favorecer que las vides se infecten del hongo del mildeo (mildiu). La infraestructura del de aspersión también es más costosa en tubos y aspersores.

Cuando se han presentado veranos de fuerte sequía y altas temperaturas algunos agricultores han llegado a regar las cepas, particularmente aquellas con jóvenes injertos y barbudas, mediante atomizadores y remolques cisternas traídos ex profeso.

El Reglamento de la Denominación de Origen Calificada Rioja solo se permite el riego de los viñedos durante los meses de invierno y primavera. En el verano, finales de julio o primeros de agosto se prohíbe expresamente el regarlas, porque un exceso de agua afectaría a la calidad de las uvas: el grano coge más peso pero pierde en dulzor y graduación alcohólica.

Labra y cava

La vid durante el invierno-primavera, mientras las plantas no hayan entrado en vegetación, necesita que se le hagan labores en profundidad con el fin de airear las raíces y que el agua de lluvia le cale y se retenga mejor.

Pero a partir de la entrada en vegetación de la vid, primavera-verano, las labores realizadas con el tractor bien con cultivador o bien con rotavátor deben realizarse más superficialmente, simplemente para eliminar la hierba que tengan y ahuecar la tierra para que esté más receptiva a las lluvias y acoger mejor los minerales de la tierra. En verano, época de fuertes calores y escasez de lluvias, a la vid no se le debe molestar con el cultivador. Solamente, si echan mucha hierba dar una mano superficial con el rotavátor a primera hora de la mañana para eliminarla. Ya que conviene mantener a la viña limpia de toda hierba adventicia durante su período vegetativo.

Hoy, el labrador apenas coge la azada y azadón para quitar hierbas de las viñas. Generalmente, se combaten y eliminan con venenos y herbicidas. Pero algunos viticultores sí que todavía cogen el azadón y recorren cepa a cepa por renque quitando las malas hierbas que encuentran. También, se emplea la azada para echar tierra al tronco de las cepas y ponerles una buena pernada especialmente a las jóvenes para evitar el que el aire las pueda romper.

Las pocas viñas que quedan plantadas al cuadro se trabajan con los monocultores o mulas mecánicas. El labrador las lleva y maneja a mano. Las mulas mecánicas portan cuchillas de rotavátor para mover y desmenuzar la tierra. Primero se da una mano a lo largo de las renques y luego se cruza. Para darle mano el terreno tiene que estar a tempero. Los meses de marzoabril son buenos para realizar estas labores. Si sale humedad es mejor dejar que la tierra se oree simplemente con el aire y luego darle una mano en seco con rotavátor. Si se mueve tarde la tierra es preferible pasarle primero el cultivador y luego el rotavátor (este apero elimina mejor la hierba).

Hoy, no obstante, la casi totalidad de las viñas están plantadas a la francesa, es decir, en renques separadas por calles de hasta casi tres metros que es por donde pasa el tractor para hacer las labores. Las cepas en las renques están colocadas a distancias cortas en torno a 1 m y poco más, mientras que las calles o separación entre renques poseen anchuras que van de los 2.5 m hasta los 3 m.

La forma de trabajar estas viñas es con tractor y con los aperos de labranza que llevan: cultivador con rodillo y rotavátor. Primero se pasa el cultivador o destripador, ya que profundiza y mueve la tierra mejor rasgándola. En esta época las cuchillas que lleva son de invierno en forma de púas o ganchos. Luego, en la primavera, se cambian, se le ponen las cuchillas de mariposa en forma triangular. Con estas se profundiza menos, pero se quita mejor la hierba al abarcar más terreno. Conviene pasarlo una vez al mes o cuando la tierra esté prieta y pisada después de los tratamientos, de forma que quede más mullida y hueca de cara a las lluvias, para que penetre mejor el agua.

El rotavátor se emplea más para desmenuzar los tormones (terrones de tierra), para hacer buena labor. También, mata mejor la hierba, la muele y tritura más eficazmente.

A lo largo del año se le dan a la viña diferentes manos (pasadas) para labrar, quitar la hierba, mover lo pisado a causa de los tratamientos, etc. Se comienza en marzo y se termina en agosto. En total a mano o más por mes, si se le pasa el cultivador. Si es con el rotavátor las manos duran más tiempo y se dan menos. Como mínimo, con cultivador, se dan unas cuatro manos y con rotavátor dos solamente. En la época de floración no conviene darle ninguna mano a la viña, es mejor dejarla tranquila. Tampoco se le da en época de heladas y cuando la planta haya entrado en vegetación, ya que si se levanta más la humedad la helada matutina puede ser peor. Y, asimismo, se evita pasar la máquina si hay peligro de mildeo, tras una tormenta en que pique el sol.

En el mes de septiembre ya no se da mano alguna. Pero tras la vendimia, en octubre, se acostumbra a dar una última mano para levantar lo pisado por remolques y sacaúvas con motivo de la recolección.

La práctica de cavar las viñas va desapareciendo. Hoy se echan para combatir la hierba distintas clases de venenos herbicidas, bien a mano con sulfatadoras al hombro o bien con tractor y atomizador. Esta práctica se realiza en invierno, antes de que las yemas u ojos de los pulgares se embotonen y broten.

Finalizada la vendimia, a finales del mes de octubre, se da una mano con el cultivador a todos los viñedos con el fin de tapar los aguallevaos o surcos que han hecho las aguas de las tormentas durante el verano. A su vez se ahueca la tierra pisada por los tractores y remolques.

Empleo de herbicidas

Las malas hierbas que nacen en las viñas son muchas y diversas según la época del año: grama, cardos, miollín, alernas, abreojos, ajos, cebollinos, carrigüela (corriguela en Navarra), lechoncinos (lechacinos en Navarra), lapa, zarzas, matorral, violetas, amapolas, margaritas, linojo, y otras. Todas son malas ya que se apoderan de los recursos de las cepas como es el agua y las sustancias minerales de la tierra. Además, crían insectos y otras plagas que aumentan los peligros de enfermedad de las vides. Es, por tanto, imprescindible el combatirlas.

Hay venenos de preemergencia y de posemergencia. Los primeros, también llamados residuales, se emplean para que las hierbas no nazcan. Y los segundos, también conocidos como de contacto, para que las hierbas mueran después de haber brotado. También, si la tierra y época lo aconsejan, se pueden mezclar ambos.

Conviene echar el veneno de preemergencia en invierno, en los meses de enero-febrero, con la tierra un poco mojada.

Unos labradores echan los herbicidas con sulfatadoras de mano. Caminando por la renque lo echan al hilo. Otros prefieren echarlo con el tractor y un atomizador viejo. En la parte delantera del tractor le ponen dos canillas y de esta manera de cada pasada tratan dos renques a la vez. La composición de los venenos-herbicidas por atomizador o mochila viene indicada en los prospectos de aplicación de dichos venenos.

La mejor forma de matar los cardos es en el momento en que han asomado la cabeza. Es entonces cuando baja la savia y si con la mochila se les echa veneno de contacto mueren de raíz en poco más de una semana. Si se les corta con el azadón los cardos no mueren, es como si se les podase y vuelven a nacer.

Si con el veneno-herbicida ha muerto bien la hierba o se ha evitado el que naciera, el resto del año la viña estará limpia y tan solo será necesario recorrer las renques con el azadón para dar pique a las pocas hierbas que hubieran nacido durante la primavera y verano.

Aplicando herbicida en una plantación de txakoli. Muxika (B), 2016. Fuente: Segundo Oar-Arteta, Grupos Etniker Euskalerria.

Los tipos de venenos-herbicidas empleados en el viñedo más habitualmente son:

gesatop: herbicida de preemergencia más flojo y que domina menos cantidad de hierbas. Se echa en invierno antes de que salgan las hierbas. La tierra debe estar bien limpia. También, se echa en olivares y viñas jóvenes. Dosis de 200 cc por sulfatadora de 16 litros de agua.

athado, caragard, paragard…: herbicida de preemergencia más fuerte y que domina más diversidad de hierbas. Se echa en viña vieja de más de cuatro años. A olivos y almendros no se les puede echar por lo fuerte que resulta. Dosis de 250 cc por mochila de 16 litros de agua el primer año, en el resto de años es necesario bajar la dosis hasta volver a la inicial al cabo de tres o cuatro años.

roundoup: herbicida de contacto empleado en matar cardos, matorrales y otras hierbas resistentes: grama, carrigüela, etc. La hierba muere totalmente a los quince días. Se echa en mochila o sulfatadora colocando en la boquilla una pantalla para que no afecte el veneno a otras plantas o árboles. El momento oportuno para la aplicación del herbicida es después de realizadas las labores de invierno y siempre dos o tres semanas antes de entrar la planta en vegetación, procurando que las tierras estén totalmente desmenuzadas y que contengan la humedad requerida. Para evitar dañar al viñedo, es necesario no tratar con el producto hasta pasados unos 15-20 días tras la poda y al menos el mismo período de tiempo antes de la brotación. La dosis de herbicida a emplear viene a ser de 6-8 kilos la hectárea para eliminar con garantías las malas hierbas de gramíneas y dicotiledóneas. Se echa el veneno en línea.

Tratamientos

Contra la yesca

La yesca es una enfermedad de la vid que se manifiesta en el buen tiempo, en la época de calor del verano, durante los meses de julio y agosto. Cuando el calor aprieta se van secando las hojas y con ellas el sarmiento y las uvas. A veces, el ataque de esta enfermedad es parcial y solo afecta a una parte de la cepa, pero en otras se seca toda la cepa. También, se dan casos en que después de medio secarse vuelven a brotar de nuevo las hojas y sarmientos.

No se conocen tratamientos contra esta enfermedad en estado vegetativo de la planta. Solamente, en algunos casos se trata en época invernal después de la poda.

El arseniato sódico empleado en tratamientos contra la yesca ha sido declarado cancerígeno. Es un producto muy tóxico. Para su uso se necesita carnet especial de manipulador de arseniato sódico.

Los pocos agricultores que tratan sus viñas viejas afectadas de yesca con este producto lo hacen guardando muchas precauciones. Se visten con botas y ropa que les cubre todo el cuerpo. Y el tratamiento lo hacen con sulfatadoras de 16 litros llevadas a la espalda. Hecha la mezcla van recorriendo las renques de las calles mojando muy bien toda la madera de las cepas. Esto se realiza después de que las vides han estado más de medio mes podadas y antes de que comiencen a embotonarse.

Algún que otro labrador dice que es más efectivo el señalar o marcar durante el verano las cepas que se ven afectadas de yesca y, luego en el invierno con un hacha abrirlas por la mitad o por el brazo cuya madera se haya secado introduciéndoles una piedra. Aseguran que de esta manera la cepa vuelve a tener vida.

Amarilleo de las vides

Resulta que en primavera cepas salteadas o, a veces, corros de cepas de una finca, se ponen amarillas. Responden a zonas de terrenos con mucha cal o mal drenadas en donde el agua durante el invierno se encharca. Esto produce clorosis férrica. La cal del terreno impide que las raíces de las plantas puedan tomar el mineral de hierro que hay disuelto en la tierra. Debido a esto la planta va perdiendo la función clorofílica y se va quedando amarilla hasta que se seca.

Esta enfermedad carencial de hierro se trata en la primavera echando a la parra con una sulfatadora o atomizador sulfato de hierro disuelto en agua. Se echan las manos que sean necesarias hasta que se corrija, el verdor de la parra nos lo dirá.

Otros labradores prefieren en invierno, a las cepas afectadas del año anterior, ir untando los cortes de la poda con una solución de sulfato de hierro líquido mediante una brocha y un calderillo. Para esto la poda se debe hacer pronto, a la caída de la hoja, a finales de noviembre. También, los hay quienes quieren corregir esta carencia de hierro echando más abono mineral rico en hierro, especialmente en las hondonadas o zonas en donde el agua se retiene más tiempo. El producto empleado es el sequestrene.

Oídio-ceniza

Es un parásito vegetal de los que más peligro causan a la vid junto al del mildeo. Este hongo maligno procede de América y comenzó a afectar a la Rioja Alavesa en la segunda mitad del siglo XIX.

Causa la enfermedad endémica del oídio, conocido popularmente con el nombre de ceniza. Este hongo ataca hojas, ramas y frutos. Se hace visible a través de un polvillo blanco o moho grisáceo, de ahí la denominación popular de ceniza.

Una atmósfera seca, ausente de lluvias, y con temperatura superior a 10 °C favorece el desarrollo de esta enfermedad.

Cuando los pámpanos alcanzan 20 cm en primavera conviene tratar y prevenir la vid, antes de que el hongo se desarrolle, echándole azufre en polvo. La segunda mano de azufre se echará al poco tiempo con la floración del viñedo, que es cuando más daño puede provocar el corrimiento del racimo. Estas dos manos de azufre en polvo que se echan en el mes de mayo son las mejores. En esta época del año es más efectivo y mejor el preparado en polvo que en líquido.

La cantidad de azufre gastada en esta época por hectárea viene a ser de dos sacos de 25 kg. Es azufre micronizado con una pureza del 98.5 %.

Al alcanzar el grano de uva el tamaño del guisante se da la tercera azufrada, pero en vez de hacerla en polvo se hace con líquido para evitar quemaduras y abrasamientos de las plantas y frutos. Luego se tratará de forma preventiva cada 20 días hasta echar otra mano en polvo en agosto durante el envero cuando comienza a tomar color la uva.

Los espolvoreos de azufre deben hacerse o a primera hora de la mañana o a última hora de la tarde, evitando hacerlo en las horas punta de calor para no escaldar las uvas y la parra. Hay que azufrar con el tiempo en calma, sin que ande aire, para que el azufre espolvoreado se quede mejor adherido a la planta. La temperatura idónea para el azufrado será superior a 20 °C, sin que pase de 30 °C para evitar quemaduras.

El oídeo o ceniza afecta más a la uva mazuela y viura que al resto de variedades. El tiempo seco con tardes y noches frías es propenso para que ataque la ceniza.

El azufre en polvo se echa manualmente mediante saquillos pequeños hechos con tela de sacos viejos (especie de bolsas de dos o tres kilos) o con medias. En cada cepa se da un golpe al aire con el saquillo y el azufre sale espolvoreado cubriendo toda la vid. También se emplea la azufradora manual de las de colgar a la espalda con siete u ocho kilos de azufre en polvo.

Debido al aumento de viñedos, los agricultores se ven en la necesidad de mecanizarse y hoy es ya corriente lanzar el azufre mediante la azufradora del tractor. Esta se engancha en la parte trasera del vehículo y se acciona mediante el cardán[17]. La azufradora es un recipiente que acoge de tres a seis sacos. Lleva un mando para abrir o cerrar la salida del azufre y este sale al exterior por dos mangueras que lleva en la parte inferior orientadas a izquierda y derecha. El tractor circula por una calle central y echa azufre a dos renques, a la que tiene a cada lado. También, lleva un fleje de toma de tierra por si se produjese alguna descarga eléctrica. (Se ha dado el caso de azufradoras que han comenzado a arder).

Y los azufres líquidos se dispersan con los atomizadores y sulfatadoras manuales. Generalmente, se proyectan con el atomizador del tractor que posee capacidad para 440 l si son colgados y hasta 2000 l si son remolques. Dependiendo de la clase de azufre líquido con que tratemos las viñas, la dosis será mayor o menor. Generalmente en la mezcla se vienen a echar 50 cc por hectolitro de agua. Media botella (500 cc) para un depósito de 800 litros.

Con las sulfatadoras manuales de 16 l la proporción es de 10 cc. Se aplica a cepas sueltas o pequeños corros por donde no pasa el tractor.

Mildiu

Hongo plasmópara vitícola o parásito vegetal desconocido en La Rioja hasta mediados del siglo XIX en que vino de América. Hoy es una enfermedad endémica en la región.

Se produce cuando se dan temperaturas superiores a los 12 °C y tiempo húmedo o lluvioso superior a 10 l/m2 a la vez que caluroso. Afecta en primavera y verano. Hay riesgo de mildeo (mildiu) tras una tormenta cuando el sol pica. También, en mañanas con rocío y escarcha en tiempo de calor. O tras un pedrisco.

La mejor forma de combatir el mildeo es mediante la prevención. Por eso cuando los pámpanos han crecido 20 cm es preciso echar la primera sulfatada. Si el tiempo es desfavorable se vuelve a tratar cada 15 o 20 días de forma sistemática con el caldo bordelés, es decir, sulfato de cobre disuelto en agua.

El mildiu comienza por las puntas de los sarmientos. Se conoce en las hojas por salirles unas manchas de carácter aceitoso en el haz y pelusilla blanca en el envés. Las hojas se van secando a corros según la intensidad del ataque. El mildiu hace que a la uva se le arrugue el grano y palidezca y ablande hasta secarse.

Como medios de lucha para combatirlo se utilizan los fungicidas sistémicos. Hay que mojar bien con ellos toda la planta y racimos. Incluso tratar las dos caras de las cepas en vez de una sí otra no, que es lo que se acostumbra a hacer, aunque a la siguiente mano se cambie el orden del tratamiento.

Los fungicidas sistémicos son absorbidos por la hoja y arrastrados por la savia a todas partes de la planta. No son lavados si transcurre una hora sin llover después del tratamiento. Se emplean estos sistémicos en los meses de mayo, junio y principios de julio. Su uso abarca desde la prefloración hasta el cuajado o tamaño de los granos de uva como guisantes. No conviene que este tipo de fungicidas se empleen más de dos o tres veces, si no el mildeo acabará resistiéndose a ellos.

Los fungicidas penetrantes, como su propio nombre indica, entran en la planta solo en el punto de contacto. No son arrastrados por la savia como ocurre en el caso de los sistémicos. Tampoco son lavados por la lluvia transcurrida una hora del tratamiento. Se aplican en los meses de julio y agosto.

Como materia activa utilizada tenemos el cimoxanilo. Se emplea desde el cuajado del fruto, tamaño guisante, hasta el envero.

Los fungicidas de contacto solo se mantienen sobre la superficie de la planta, no penetran al interior. Además, son lavados por la lluvia. Son productos cúpricos y orgánicos. Se emplean desde el cuajado hasta 20 días antes de la recolección.

Calendario de tratamientos

El primer tratamiento se echa antes de la floración. En caso de haber riesgo por humedad se echa antes, aunque lo acostumbrado es comenzar a tratar cuando la parra tiene 15 cm en época de comienzos de la floración. Los primeros sulfatos en utilizar no llevan cobre.

Durante la floración conviene no aplicar sulfato, al menos hasta que limpie y cuaje el fruto. En este período es mejor echar azufre en polvo contra el oídeo o ceniza.

No obstante, el mildiu suele comenzar a atacar tras la floración, por san Juan, el 24 de junio. Ataca a los racimos retorciendo los rabillos. En verano el mildeo ataca más a las puntas de las hojas y parra en general.

En la prevención y lucha contra el mildiu se emplean fungicidas sistémicos sin cobre, ya que este componente frena el desarrollo de la planta. No conviene echar más de tres manos sistémicas y estas en plazos de 15 o 20 días. Luego se utilizan los penetrantes (llevan cobre) y al final del verano, las últimas manos, los sulfatos de contacto que llevan en su composición bastante cobre y son buenos para prevenir la botritis o podredumbre de la uva.

En esta época el cobre de los sulfatos es más eficaz, endurece la uva aunque, por otra parte, tiene el inconveniente de frenar la maduración del grano.

Los tratamientos deben aplicarse en períodos de 15 o 20 días, dependiendo del año y de la climatología. El último tratamiento (la última mano) se suele echar en el envero, hacia la festividad de san Roque, 16 de agosto.

Dicen que en esta época del mes de agosto todo el sulfato mezclado con agua que se echa se transforma en vino. El refrán dice: “Una carga de agua, una carga de vino”.

Ya nos hemos referido a los útiles, aperos y formas tradicionales de echar el sulfato al viñedo. Con el paso del tiempo las sulfatadoras mejoraron en su presentación. Hoy día se trata de un recipiente de plástico con capacidad para 16 litros de líquido. En el centro y parte superior tiene la boca de llenado con un filtro que retiene las impurezas. Y a los lados una manguera al derecho y la palanca de accionamiento al izquierdo. Con unas correas laterales el agricultor se la carga a las espaldas y la lleva sujeta mientras va echando el sulfato. Con la mano izquierda le da a la palanca y con la derecha guía la manguera del agua y sulfato en la dirección que desee para mojar la parra de la vid.

Pero como las extensiones de viñedo a tratar son enormes y las viñas están plantadas a la francesa (emparradas) con el fin de poderlas trabajar con maquinaria, los tratamientos hoy día se realizan mayormente con atomizador, bien sea suspendido en el aire o bien arrastrado tipo remolque, enganchado a un tractor. Hay atomizadores de muchas clases. Básicamente, vienen a ser recipientes de plástico duro con capacidad de líquido entre los 400 a 2000 l. En la parte superior llevan la boca y filtro de llenado. El llenado se puede hacer mediante una goma enchufada a una canilla y el bombeo de agua desde un depósito a través de una manguera y empleando como fuerza de bombeo el cardán del tractor.

Una vez en la finca se abren los alerones y canillas del atomizador que expulsa el líquido y lo expande mediante un potente ventilador que lleva en la parte posterior. Desde el tractor, mediante un dispositivo que comunica con la caja mecánica del atomizador se accionan, una vez metido el cardán, los distintos mandos y opciones que se quiera: llenado de agua, tratamiento a un solo lado o a los dos a la vez, etc. Lo habitual es que se circule con el tractor por una de las calles anchas y se trate a la vez tanto la renque de la izquierda como la de la derecha. De esta manera se trata una renque de la viña sí, otra no. Pero a la vuelta se cambia el orden de las calles. Y así sucesivamente toda la temporada, a no ser que se vea que el mildiu ataca la viña y haya que tratar las dos caras de las cepas.

A cada mano o tratamiento que se hace se procura hacerlo lo más completo posible. En el atomizador suelen mezclarse hasta tres o cuatro componentes. No obstante, cuanto más componentes se mezclen la eficacia disminuirá.

Para una mano de tratamiento del mes de junio se mezclan tres componentes: sulfato sistémico contra mildiu, azufre mojable contra oídeo y un insecticida antipolilla. Se emplean productos comerciales. En cuanto al sistémico se utiliza uno que no lleve cobre. La planta lo absorbe en media hora. La dosis es de 250 gr por 100 l de agua (0.25 gr/l). Por sulfatadora de 16 l, se echan 50 gr.

Para el azufre mojable o sistémico la dosis es de 50 cc por 100 l de agua (0.5 %). Por sulfatadora 10 cc.

Contra la polilla del racimo la dosis es de 150 cc por 100 l (1.5 %). Por sulfatadora 24 cc.

Estos tratamientos con fungicida sistémico se hacen antes o después de la floración. En plena floración no.

Si la mano o tratamiento con sulfatos penetrantes hay que realizarla en julio y agosto, la dosis de sulfato súper de cobre que se eche será de 400 gr a los 100 l. Los otros productos, azufre mojable y antipolilla, se atendrán a la misma dosis indicada.

Y si la mano se realiza con sulfato de contacto, en agosto o primeros de septiembre, la dosis será de 600 gr por 100 l de agua. El resto de productos –ahora ya solo se echa azufre mojable y potasa (no se echa insecticida)– igual que en las manos anteriores según indicaciones del prospecto que acompañe a los productos.

Durante el mes de agosto, aprovechando los tratamientos contra el mildiu y oídeo, se echa a las cepas potasio en líquido con el fin de que planta y uva ganen en azúcares de cara a obtener una mayor graduación alcohólica. Se mezcla a razón de 2.5 l de potasio por 400 l de agua. Solo se echan dos manos, una por cada cara de las cepas con intervalo de tiempo de 15 días.

Plagas

Numerosos insectos atacan las vides constituyendo una verdadera plaga. Se lucha contra ellos con insecticidas, especialmente con los organofosforados de contacto. Los insecticidas sistémicos tienen la facultad de penetrar en la corteza, hojas, sarmientos, etc., y son transportados por toda la planta por la savia. Se aplican en forma de líquido. También, se emplean insecticidas orgánicos que atacan al insecto por ingestión, contacto y asfixia.

Araña roja

Se conoce también con el nombre de acariosis. Sus daños son mayores si durante el desborre las temperaturas son bajas. Afecta más a viñas jóvenes y de la variedad tempranillo.

El tratamiento se realiza con oleofosforados (aceite) cuando las yemas están hinchadas o en punta verde; o bien con bromopropilato a partir del estado de salida de las hojas. También es efectivo echar una mano de azufre en polvo como la utilizada para combatir el oídeo y los ácaros.

Si la viña brota y se desarrolla rápidamente disminuyen los daños de las picaduras. Si el clima es adverso con frío y menor desarrollo de la viña (aspecto triste de las cepas), los tratamientos se hacen más necesarios.

Los primeros tratamientos se realizan a primeros de abril contra la araña roja y los ácaros porque si no con el tiempo frío los invasores se comen los brotes de los ojos de los pulgares y el daño producido es muy grande. La acariosis se manifiesta tras las picaduras de los insectos en las yemas u ojos de los pulgares por donde en la primavera brotan los pámpanos de las vides.

Polilla del racimo

Cuando más afectan a la vid los ataques de la polilla del racimo es en la segunda generación, a finales de junio o primeros de julio. Se suele tratar para san Fermín, 7 de julio. En caso de fuerte ataque la pérdida de cosecha será importante, sobre todo en cuanto a la calidad ya que los granos picados y con tiempo de lluvias corren el peligro de que se vean afectados por la podredumbre-botritis. El azufre en polvo que se echa para combatir la ceniza sirve para que la polilla no ponga los huevos.

La piral

Esta plaga de insectos suele aparecer a finales de junio al igual que la polilla del racimo y se trata por san Fermín. Se combate con insecticidas. En caso de que prospere el ataque, los daños aparecen en el mes de julio al observarse algunos racimos cortados por el rabillo.

Gusanos grises o malduermes

Popularmente son conocidos con el nombre de malduermes, debido a que por el día no se ven y aprovechan las noches sin dormir comiéndose los ojos o yemas de las púas injertadas. Cuando se injerta se tratan con un insecticida en forma de polvo.

La abundancia de gusanos grises se deja notar en inviernos y primaveras secas y en terrenos limpios de malas hierbas. Mordisquean las yemas de los sarmientos. Es preciso tratarlos con cebos en los atardeceres.

El cebo se compone de 1 kilo de salvado más 10 cc de anís o 10 gramos de azúcar, más un producto comercial elegido. El producto y anís se disuelven en un poco de agua y seguidamente se mezcla con salvado añadiéndole agua hasta que al apretar con la mano el cebo comience a escurrir (se necesitan 600-800 cc de agua por cada kilo de salvado).

Barrenillo

O carcoma, insecto polífago que ataca las partes leñosas de la planta, especialmente si son jóvenes o viñas en formación. Afecta a los sarmientos del año taladrando galerías.

El medio más eficaz de lucha es la destrucción mediante quema de la madera de la poda. Ataca en primavera en orificios que hacen debajo de la yema. Hay que podar estos sarmientos afectados y dejar que brote el ciego.

La filoxera

Este insecto ataca las raíces de las cepas picándolas (acaban pudriéndose), por eso hoy día todas las vides que se plantan son barbaos o portainjertos americanos muy resistentes a esta plaga. Al año siguiente se injertan con una variedad autónoma como el tempranillo. Y en caso de poner injertos, estos están hechos también con patrones americanos injertados con variedades autóctonas.

Para evitar contagios, donde ha habido viñas, antes de volver a plantar, los suelos se desinfectan inyectando en ellos sulfuro de carbono que elimina insectos y parásitos que puedan hallarse entre la tierra.

Podredumbre-botritis

Suele producirse en plena madurez de la uva, en época de abundante lluvia o humedad, en barrancos y hondonadas, en fincas frondosas con cepas muy tupidas de vegetación y poco aireadas. Afecta más a granos apedreados o atacados por insectos, o a las uvas heridas y mal saneadas.

A las uvas con botritis las cubre un moho gris. Afecta más a las uvas blancas (viura) que a las negras como el tempranillo, mazuela o graciano, por ser las primeras de piel más fina y débil.

Por regla general, se suele tratar con sulfato de cobre mezclado con otros productos, disueltos en agua. Se aplican a partir de agosto. También, hay tratamiento por espolvoreo pero resulta muy costoso y es preciso que no llueva.

Para combatir la botritis hay productos sistémicos, penetrantes y de contacto. Preventivos y curativos.

Enfermedades carenciales

Están originadas por muchas causas: abonado deficiente o en exceso del terreno que altera el equilibrio nutritivo de las plantas, agotamiento de los minerales del suelo, plantación de variedades no aptas para el terreno…

El desarrollo anormal de los sarmientos, la deformación foliar, corrimiento del racimo, cosecha reducida, etc., son síntomas de que las plantas sufren algún tipo de carencia.

Carencia de nitrógeno: el nitrógeno es el principal elemento de nutrición de las plantas. Su carencia se nota en el poco desarrollo de las vides. Se corrige con fertilizantes nitrogenados.

Carencia de fósforo: provoca corrimiento del racimo, retrasa la madurez, poca producción… Se corrige con fertilizantes ricos en fósforo.

Carencia de potasio: afecta a los azúcares del fruto y, por tanto, a su falta de grado. Es aconsejable duplicar la dosis de fertilizantes en potasio. Su carencia es visible en las hojas que presentan manchas de matiz amarillentoblanco, terminando sus bordes en un matiz pardo rojizo.

Carencia de hierro: la enfermedad más corriente es la clorosis férrica que se produce cuando la tierra posee mucha cal. Esto se da en suelos húmedos de hondonadas que se quedan regados o encharcados y poseen un alto índice de cal en su composición. Son tierras mal drenadas en que las plantas no pueden asimilar el hierro debido al exceso de caliza.

Las plantas pierden parte de la clorofila, las hojas amarillean y se secan. La vegetación de la planta no puede hacer bien la fotosíntesis y no asimila correctamente los nutrientes. Es preciso echar a la vid sulfato de hierro con la sulfatadora. También, en la poda, se puede prevenir la situación untando los cortes con sulfato de hierro mediante una escobilla o brocha que se irá mojando en un caldero de agua que tenga este mineral disuelto.

Otras carencias de minerales menos frecuentes son las de magnesio, azufre, manganeso, boro, cobre, cinc…

Suministro de aminoácidos, potasio, etc.

Los aminoácidos son nutrientes que se echan a las plantas y son absorbidos por las partes verdes. Ayudan a las plantas a recomponerse y desarrollarse después de haber padecido casos de heladas o fitotoxicidades.

El potasio hace que las vides agosten mejor, resistan la sequía del verano, aumentan los azúcares del mosto y que planten cara mejor a cualquier enfermedad de la vid.

Su carencia se ve reflejada en las hojas de las uvas blancas que toman un color amarillo y en las hojas de las variedades negras que toman un color rojizo.

Esto se corrige echando dos o tres manos de pulverización de potasio entre el cuajado y envero de la uva a base de nitrato potásico 13-0-46 (1-1.5 kg por 100 l). Se aprovecha para arrojarlo conjuntamente con otros tratamientos de sulfato de cobre, azufre mojable o un insecticida antipolilla o antipiral.

Eutipiosis

Enfermedad provocada por un hongo que ataca la madera debilitando las cepas. El hongo penetra por las heridas de poda y lentamente destruye la madera.

Los primeros síntomas se notan en la brotación débil de uno de los brazos de la cepa. Las hojas presentan una coloración amarilla y la madera marrón oscura. En los años siguientes se secan y mueren.

La eutipiosis ataca a viñas viejas de 15 a 30 años. La variedad tempranillo, mayoritariamente en Rioja Alavesa, es muy sensible a esta enfermedad.

No hay otro remedio que prevenir quemando la madera del año anterior y arrancar las cepas muertas. También, regenerar las cepas serrando los brazos afectados.

Esta enfermedad de la eutipiosis es muy parecida a la descrita de la yesca. El hongo de la yesca colapsa la cepa absorbiéndole toda la humedad. Por eso es bueno quitar las uvas para que no se sequen del todo. Aunque parece que las cepas se secan, tras la vendimia en octubre algunas vuelven a echar ramilletes y hojas verdes. Es bueno señalarlas para que en la poda del invierno se poden aparte, se saquen los sarmientos afectados y se destruyan mediante quema. Las tijeras con el corte contaminan las cepas sanas, hay que tener mucho cuidado. Algunos tratan la viña vieja con arseniato sódico, producto muy peligroso y prohibido. Se procura durante el tratamiento no mojar los pulgares de la cepa, solo su tronco.

Apoplejía

Se da en vides injertadas en tierras de secano por alterarse el equilibrio entre la evaporación foliar y la absorción de agua por las raíces. También se puede deber al anacrónico sistema de injerto de púa o hendidura practicado por algunos labradores que crea madera muerta en el centro.

Se manifiesta en días calurosos de verano y en época de sequía. La planta se muere de repente como por colapso.

Como remedio práctico tenemos el de cambiar el sistema de injertación. Dejar el de hendidura (en Navarra conocido como de puga o de cabeza) y practicar el inglés o de pata de cabra. También, plantar injertos en vez de barbaos que luego hay que injertar.

Corrimiento del racimo

Se produce cuando los racimos presentan granos pequeños con granos grandes como consecuencia de una mala liación (ligación en Navarra) y cuajado del fruto.

Las causas del corrimiento son diversas: falta de equilibrio nutritivo por exceso o deficiencia en el abonado, abonado a destiempo, condiciones meteorológicas adversas como lluvias en el momento de la floración, tratamiento inadecuado con el atomizador de productos fitosanitarios, etc.

Granizo

Las tormentas de granizo causan heridas y roturas en planta y fruto. Favorecen la invasión de parásitos y ataque de insectos. Los granos golpeados se pierden y pueden causar podredumbre.

Tras el pedrisco se debe dar al viñedo una sulfatada de caldo bordelés (sulfato de cobre disuelto en agua) para que las heridas cicatricen.

Heladas

Las más frecuentes y peligrosas para la vid son las heladas tardías de primavera cuando la planta ha entrado en vegetación, las del mes de abril, especialmente por san Marcos (día 25) o san Prudencio (día 28).

Para evitar las heladas pocas cosas se pueden hacer. La poda preventiva temprana (prepoda) retrasa la entrada en vegetación hasta quince días con lo cual las vides se pueden librar de los efectos de una helada tardía. Si la helada tiene lugar a finales de abril o primeros de mayo es difícil librarse de ella. Si se produce, los pámpanos se secan y deberían ser eliminados dejando que broten los ciegos y las escardas (malas hierbas).

Las heladas son más frecuentes en viñas en vaguadas y junto a los ríos. Se producen en las noches frías y rasas, cuando se detiene el viento norte. Para que no hiele es mejor que ande algo de aire. Son peligrosos los días de luna llena. Las heladas suelen ser parciales tanto en los pagos-términos[18] como en las cepas. Unos ojos se hielan y otros no. Lo que hiela y marchita a los pámpanos es la salida de los primeros rayos de sol, en un día raso (ausente de nubes) que los quema y achicharra.

El único modo de resarcirse económicamente de las pérdidas por heladas son los seguros. No ha sido práctica común entre los agricultores contratar seguros contra catástrofes de la naturaleza (además de la helada, el pedrisco, el viento, la inundación, etc.), pero hoy día buen número de labradores aseguran sus viñedos por ser el único recurso de vida que tienen.

Golpe de calor

Ciertos daños como la aparición de manchas rojas en algunos granos y su apertura a finales de julio son atribuidos por algunos labradores a “un golpe de calor”, al subir las temperaturas hasta 38 oC o más. Otros piensan que se debe a picaduras de ácaros, o que algún producto de los que se echan a las viñas para tratarlas pudiera haberlas quemado o, quizás, debido a algún pedrisco nocturno. La parte golpeada o dañada se seca y se pierde el grano reventado.

Los golpes de calor que se producen en días aislados del verano, especialmente en los meses de julio y agosto, pueden llegar a quemar las uvas de las cepas orientadas al poniente. Por ello a la hora de tratar las viñas con azufre en polvo hay que evitar hacerlo si la temperatura del día supera los 30 oC, y no deshojar “por donde le pega el sol a la tarde”.


 
  1. Los datos se refieren a 2004.
  2. Los otros son la Estación Enológica de Haro (La Rioja) y la estación Enológica de Olite (Navarra).
  3. Morcueros o majanos: Montón de cantos sueltos que se forma en las tierras de labor o en las encrucijadas y división de términos (DRAE).
  4. Los ganchos con los que se labra la tierra o se rasga son conocidos con el nombre de subsolador. Es un apero que lleva tres ganchos en forma de triángulo, un gancho delante y en el centro y otros dos atrás en las orillas.
  5. El rotavátor es un tipo de máquina con cuchillas giratorias para labrar el suelo sin cultivar o allanar un terreno desigual.
  6. Sazón y buena disposición en que se halla la tierra para las sementeras y labores (DRAE).
  7. Planta en que se hace un injerto (DRAE).
  8. El método de la espada ha llegado a Moreda procedente de la ciudad navarra de Viana. Para plantar con este sistema es necesario primero abrir las futuras renques con un rejón que remueve la tierra y la deja hueca. Luego se procede a realizar la plantación con el instrumento de la espada, hierro en forma de T o ángulo abierto donde se introduce la planta. La forma de arriba la tiene de martillo. La planta barbuda o injerto se coloca con la raíz hacia abajo y la cabeza o brotes hacia arriba.
  9. Los arados intercepas son máquinas utilizadas para eliminar las malas hierbas que rodean las cepas y también las que nacen entre unas y otras. En la actualidad, las viñas se plantan con el sistema de emparrado y esto hace proliferar las malas hierbas entre cepa y cepa al no poder cruzar las viñas con los arados.
  10. Datos de 2004.
  11. Tipo de arado que expulsa la tierra de la cepa. Término usado en las diferentes comarcas de La Rioja.
  12. La prepodadora se compone de un marco con dos conjuntos de corte, cada uno de ellos formado por una serie de discos dentados de aluminio, y un disco afilado de acero de alta resistencia, el cual produce un corte similar al realizado por una tijera de poda. Los discos giran impulsados de forma directa por sendos motores. Un bloque hidráulico centraliza todas las funciones de la prepodadora. Un mando situado en la cabina permite la apertura de los módulos de corte a su paso por los postes en la viña. Lo discos giran a 300 vueltas por minuto.
  13. Datos de 2004.
  14. Estimación de 2004.
  15. El sacasarmientos es una especie de cultivador cerrado por los laterales y abierto con púas por la parte trasera en donde se van acumulando los sarmientos que se van arrastrando por una renque hasta que se llena. Luego con una pinza accionada mediante mando auxiliar se atrapan y con el hidráulico se levantan y sacan a un espacio vacío de la parcela. Después se suelen quemar, pues son focos de infección de enfermedades de la viña. Como salen húmedos, necesitan un tiempo de secado antes de ser incinerados, pero algunos labradores impacientes los queman junto a otros sarmientos secos, oliveñas (ramas de olivo) o cubiertas viejas de coches, lo que provoca una contaminación desaconsejable.
  16. Apero que se coloca en la parte delantera del tractor. Tiene la forma de H y se acciona con tres palancas que parten de la caja distribuidora de aceite. Esta distribuye el aceite a presión a través de unas gomas para que la máquina, dependiendo de la palanca que se accione, ensanche o estreche la despuntadora, la eleve o descienda y la accione o detenga. A cada lado lleva una columna de cuchillas, que una vez accionadas, giran como si fuesen hélices que cortan los sarmientos. A mayor número de revoluciones del motor, mayor giro, y corte de los sarmientos.
  17. Articulación mecánica que transmite un movimiento de rotación en direcciones distintas.
  18. Terreno llano en el monte. Palabra registrada como de Treviño. Vide: Gerardo LÓPEZ DE GUEREÑU. Voces alavesas. Bilbao: 1998.