Complementos del yugo
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Sogueo, gurtedea
En el Valle de Carranza (B) se ha consignado que la unión del carro al yugo y por lo tanto a la pareja se realizaba mediante una pieza llamada suyero, sudiero o sobeo, elaborada con correas de cuero entrelazadas que formaban una especie de 8 que se pasaba por el hueco central del yugo, el puente, de tal modo que los dos aros del ocho quedasen dispuestos boca abajo. A través de ellos se introducía el extremo del tirón hasta topar con la cabilla fija. Una vez introducido se insertaba la otra cabilla, la más cercana al extremo del varal, de modo que así los dos aros del suyero quedasen atrapados entre ambas cabillas, garantizando de este modo la sujeción del carro.
El suyero resultaba una pieza clave, ya que debía ser resistente para soportar el arrastre de grandes cargas y a la vez contar con la suficiente elasticidad como para que el yugo uncido a la pareja pudiese tener un movimiento de rótula respecto del tirón del carro, algo crucial al moverse en terrenos irregulares o cuando los bueyes debían realizar desplazamientos laterales.
La cabilla móvil o delantera debía introducirse de modo que quedase fija pero no apretada por si se diese un caso de emergencia en que había que liberar a los bueyes si corrían peligro de matarse o resultar heridos. Como contrapartida se podía ir aflojando poco a poco, a medida que la pareja caminaba, hasta salirse y si estaba ascendiendo por una pendiente, el carro escapaba hacia atrás. Para evitar que se saliese se sujetaba con una tira de cuero, la correa de las cabillas.
La unión mediante el suyero no solo tenía lugar con el carro de bueyes sino también con aperos que contasen con un componente equivalente al tirón, como era el caso del varal del arado. Como este último apero había que moverlo continuamente, desgastaba prematuramente el suyero, así que se confeccionaba uno a partir de una vara de roble que se retorcía repetidamente y se denominaba barzón. El barzón se hacía más largo que el suyero, de este modo colgaba por debajo de este, que estaba fijado al puente del yugo, evitando desgastarlo. Cuando la superficie de tierra que había que preparar en una casa era extensa retiraban el suyero al yugo e instalaban el barzón.
Pero no todos los aperos se arrastraban mediante tirón, algunos eran desplazados con una cadena que recibía el nombre de cadena de puntear. Era larga, recia, con buenos eslabones y en el extremo anterior contaba con una pieza de madera para poder engancharla a la pareja que recibía el nombre de cabezón. Para unir la cadena al cabezón se le hacía a este un rebaje en el extremo opuesto a las cabillas de tal modo que quedase a modo de una U. En el otro extremo de la cadena había una pieza metálica con forma de gancho que permitía atarla al objeto del que había que tirar.
Mediante la cadena con el cabezón se movían aperos como el rastro, el brabán o la narra de cargar hierba seca. Pero además de para estas labores la cadena de puntear se empleaba para ayudar a otra pareja en un trabajo. Se punteaba o echaba una punta no solo a una pareja que tirase de un carro cargado sino también en otras situaciones, como cuando se arrastraba una narra excesivamente cargada o ascendiendo una pendiente acusada, cuando se maquinaba una tierra que estaba muy dura o se llevaba un pesado trillo para desmenuzarla y sobre todo cuando había que arrastrar troncos. La longitud de la cadena variaba en función de para qué labor se utilizase, para arrastrar aperos era más corta mientras que para mover madera debía ser lo suficientemente larga.
La pareja que punteaba a otra se ponía por delante de ella, se tomaba la cadena que colgaba del cabezón y se pasaba por debajo del cabezón de la segunda pareja o del tirón si lo que estaba arrastrando era el carro. Nunca se enganchaba al yugo de la segunda pareja porque al tirar de él la que punteaba lo partía.
En ocasiones se punteaba con una yegua o un burro. Para ello se le colocaba un collarón del que partían dos cadenas, una a cada lado del animal, los extremos de las mismas se fijaban a una madera alargada situada tras la caballería y dispuesta perpendicularmente que recibía el nombre de balancín y de cuya parte central partía la cadena que se unía al tirón de la pareja.
En Sara (L) se llama urtudea o urterea a una gruesa argolla hecha con tiras de piel de vaca trenzadas. Su forma es de un doble aro o de un 8 que, doblado por el centro, pende del agujero central del yugo de suerte que ambos aros queden uno frente al otro, formando prácticamente uno solo. En este se introducían el extremo libre de la lanza del carro, el del arado y el del mundoinordea. Este último es un madero prismático que mide poco más de medio metro de largo, provisto de un orificio en cada extremo. Uno de estos orificios servía para enganchar la cadena por la que se tiraba de un tronco, de una grada, etc., que se trataba de mover o transportar. El otro era para la clavija que le permitía engancharlo en la argolla que pende del yugo.
En Donazaharre (BN) el yugo de trabajo ordinario disponía de un anillo de hierro, mundoina, para que pasara la extremidad del timón. En la montaña, en su lugar, llevaba un anillo trenzado de cuero que era más flexible y amortiguaba los golpes.
En Bera (N) el suplemento hecho de correas que se coloca pendiente del agujero central del yugo se llama urtedia, en él se introduce la lanza del carro, pertika. Para que esta quede bien sujeta se emplean unos pequeños trozos de madera de acebo, gorostia, a los que llaman kabillak, que en ocasiones van forrados con chapa de metal. En Arraioz (N) este elemento de cuero se denomina uztedia.
En Beasain (G) gurtera es el elemento hecho con tiras estrechas de cuero trenzadas, que semeja un 8 doblado por la mitad. Sirve de unión entre el yugo y la pértiga del arado o del carro. En Elgoibar (G) para la pieza en forma de 8 se ha recogido la denominación urteria, en la que se enganchaba el eje del carro, pertikia.
En Elosua (G) burtera es un aro de cuero que se coloca en el orificio del tiro. En Telleriarte (G) el orificio que se encuentra en medio del yugo se llama gurtere-zuloa, de aquí cuelga la correa del carro, gurtedea. Esta consiste en un anillo de doble vuelta hecho con piel de vaca. Mediante una clavija llamada leakoa o kabilla se sujeta al círculo de la correa el varal, gurpetika, que es el timón del carro. El varal, lardaia, tiene 2.3 m de largo; el término lardaia se ha consignado también en Arraioz (N). En Hondarribia (G) se ha recogido la denominación kurtegia para designar al nudo de cuero que se colocaba bajo el yugo por donde se hacía pasar el varal o pertika. En Urduliz (B) se ha registrado la voz gurtedea.
En Bedarona (B) el yugo cuenta con unos extremos externos y un agujero central que sirve para enganchar al yugo una argolla trenzada con tiras de cuero, burteria, en forma de un 8 doblado. Se hace la trenza y le queda un agujero para meter la lanza, partika, de los instrumentos o del carro. La punta de lanza del carro tiene en su extremo una clavija de hierro, zirgilea, por donde se engancha la argolla y se sujeta a ella mediante un pasador de madera, laakue, que se introduce en uno de los varios orificios de la lanza. Se une de la misma manera cuando se trata de aperos que disponen de lanza, como nabarra, lauhortza, bostortza, markadora y alperrarria.
No ocurre así con los instrumentos que no disponen de lanza como el arado, goldea, que en la parte posterior tiene una clavija de hierro donde se coloca una cadena que llega al yugo. En el extremo de la cadena se pone un palo de madera, nardakie, que se introduce en la argolla de cuero del yugo y se sujeta con un pasador de madera, laakue. Area, burdinarea y frantses-burdinarea tienen en la parte posterior una argolla de hierro movible a la que se le coloca una cadena para unirla al yugo igual que el arado.
En Gautegiz Arteaga (B) el yugo lleva un collar, burtedie, que se hace con correas donde se introduce el varal del carro, partikie. La piel para hacer este collar se ablandaba teniéndola sumergida en leche cruda. Durante y después de la Guerra Civil se llegaron a fabricar collares con neumáticos. En las pruebas de bueyes este collar lo hacen con cuerda en el momento, para después soltarlo con facilidad. La pértiga pequeña se denomina nardekie, se fabricaba de roble. La pértiga mayor, la larga, se llama nardeije. En Ajangiz y en Ajuria (B) también se ha recogido la denominación burtedie para el collar del yugo, en el que se introducía el varal del carro, partikie, que luego se sujetaba mediante un pasador, larakoa.
En Améscoa (N) nardako o nardeka llamaban a un timón corto al que iba acoplado una cadena de hierro de gruesos eslabones. Se servían de él para arrastrar troncos con la pareja de bueyes.
En Abezia (A) el yugo se sujeta con el sogueo o sobeo de cintas de cuero fuertes y sencillas que se acoplan con un cuño cruzado o sabija y que se van estirando a medida que se pasa el tiempo. El sobeo sirve para atar al yugo la lanza del carro o el timón del arado. En invierno es necesario soltarlo para darle grasa y mantenerlo en buen estado.
En Bernedo (A) en el centro del yugo estaba el agarradero para manejarlo y debajo iba el sogueo, que era un trenzado de correas de cuero donde se sujetaba la vara del carro y demás herramientas con una clavija de madera delante y otra detrás del sogueo. El sogueo se sustituiría por el arzón que era de hierro. La voz sogueo para este entrelazado de correas se ha consignado también en Apellániz (A), donde indican que la vara del carro disponía de un agujero denominado sabijero, donde se introducía un palo corto llamado sabija o tarabillo que evitaba que el varal saliera del sogueo.
En Agurain (A) por el hueco central del yugo se introducía el sogueo que eran unas tiras de cuero entrelazadas con otras más pequeñas para reforzarlas. Estaba hecho a la medida del varal del carro para que no se moviese ni vibrase. Para tirar del aladro y del brabán se utilizaba otro modelo de yugo que sustituye el sogueo de piel por otro metálico. En Treviño (A) en el sogueo se introducía el extremo del arado y se ajustaba al yugo. Para que no se moviese se colocaban delante y detrás las sabijas (clavijas) de madera que se introducían en los agujeros del arado.
En Valderejo (A) en el vano de la parte central del yugo se sujetaba el sobeo, formado por un trenzado de tiras de cuero y en cuyo centro se introducía el varal del carro, y el cabecil que era un trozo de madera redondeada al que se enganchaba una cadena y que se empleaba en el arrastre de troncos y del arado.
En las Encartaciones (B), para este aro hecho de correas de cuero trenzado, que sirve de unión del carro con el yugo mediante la introducción en él del varal o pertegal o de otros instrumentos de labores agrícolas, se han recogido las denominaciones sobeo, suyuguero, sudio y suyero.
En algunas localidades alavesas señalan que cuando el yugo es utilizado para tirar del aladro o del brabán el sogueo o sobeo solía ser metálico y también en estos casos se precisaba poner el bote (Urkabustaiz), cabecil (Valderejo) o barzón (Berganzo) que era una pieza de madera con agujeros que servía de enganche a la cadena de la máquina.
En Améscoa y en Lezaun (N) el trenzado de correas de cuero mediante el cual se engarza al yugo el timón del carro se llama trascón; en Ultzama (N), partuela. En Améscoa se conoce también una varilla redonda de hierro doblado en arco con forma de U, denominada mazpiribila, cuyos extremos cierra un palo incrustado en los orificios terminales de la U, al que se sujeta una correa de cuero. El mazpiribila sirve para enganchar la vara del arado al yugo. También se han recogido las denominaciones: trasca o guardia (Aoiz-N) que era de madera con cadena, y bardia (Lezaun y Eugi-N).
Cubierta, uztar-estalkia
En Sara (L) la cubierta del yugo recibe el nombre de uztar-estalkia. Se llama así una piel de oveja con que iba cubierto de ordinario el yugo. Se diría, por lo tanto, que los dibujos que adornaban el yugo, no habían sido hechos para ser vistos cuando este desempeñaba sus funciones. También en Bera (N) esta piel de oveja se denomina uztar-eztalkija, se sujeta con una cuerda atravesada.
Aranzadi consignó que antiguamente la melena se hacía de tiras de piel de tejón, por lo que recibieron el nombre del animal, azkonarra, contra cuyo mal de ojo se quería defender a los bueyes; también las campanillas tenían por objeto ahuyentar los maleficios. Para conducir en las bodas el carro de la novia, se ponía sobre la parte central del yugo un armazón de hierro con campanillas; de donde quizá procede el dicho “boda de muchas campanillas” para señalar una boda de gran boato[1].
En Abadiño (B) sobre las tiras de cuero con las que se ata el yugo a los cuernos se pone una piel de cordero cara vista denominada erastalgije. En Gautegiz Arteaga (B) sobre el yugo se ponía una piel de oveja, ardi-narrue, que ofrecía el aspecto de una almohada pues dentro se introducía paja, azaue. Había quienes ponían a los bueyes campanillas, txiliñek, colgadas del cuello con una correa de cuero.
En Berastegi (G) también cubrían el yugo con una piel de oveja, que al tiempo tapaba el hacha o la bota de vino, zahatoa, del boyero, itzaiña. Igual dato se ha consignado en Telleriarte (G) donde indican que bajo la piel de oveja era un buen lugar para que el boyero guardara la ropa, el hacha y la bota de vino. En Ezkio y en Getaria (G) anotan que para que la sujeción de la piel de oveja fuera buena había que atarla con crin de cola de animal, zurde-soka (Ezkio), zurdia (Getaria), preferentemente de yegua, que es larga y limpia, si bien también se han utilizado de caballo y buey. En Elgoibar (G) dicen que la piel de oveja quedaba más bonita cuanta más lana tuviese. En Hondarribia (G) encima del yugo se colocaba una piel de oveja para defensa del agua que llamaban buruko larrua.
En Apodaka (A) la cubierta que se ponía encima del yugo era de piel de oveja con la lana bien blanca. El collar, de ordinario, era una campanilla, en cambio cuando ponían el yugo de fiesta el collar era de varias campanillas de bronce. En Agurain, Bernedo y Treviño (A) sobre el yugo se colocaba la cubierta, que era una piel de oveja curtida y provista de unos cintos para sujetarla. En Agurain y Urkabustaiz (A) para esta piel se ha consignado la denominación zamarro.
En Abezia (A) la cubierta o zamarro es una pieza de piel de oveja que se coloca sobre el yugo para proteger de la lluvia a este y al sobeo. Puede tener algún adorno en los extremos. También en Valderejo (A) anotan que era en caso de lluvia cuando se ponía sobre el yugo la cubierta, que era una piel de oveja con la parte de la lana cara vista. En algunas localidades alavesas han consignado que la cubierta podía ser de piel de jabalí, de oveja lacha o merina, o de cabra.
En el Valle de Carranza (B) una vez uncidos los animales al yugo, se colocaba sobre el mismo la almohadilla, hecha con tela de saco y rellena de paja o hierba. Se sujetaba por los extremos con dos cuerdas al yugo, colocando sobre ella la melena, que era una piel de oveja sin esquilar. En las Encartaciones (B) dicen que la melena protegía el yugo de la corrosión atmosférica. En San Martín de Unx (N) el guarnicionero protegía el yugo cornal con almohadillas y melenas. En Apellániz (A) melenaera la piel blanda que se ponía al buey para que no le lastimara el yugo, y cubierta la pequeña manta de lana que se colocaba sobre el yugo.
Fronteras, zapak
En Sara (L) kopetakoa es el nombre del frontil. Está formado por varias chapas de cuero de vaca adornadas con tachuelas amarillas en toda la superficie exterior y con borlas rojas de lana o algodón en el borde inferior. Un vecino de Ibarsorobeherea los hacía con piezas de cuero; pero sin clavetearlos ni adornarlos con borlas. En Telleriarte (G), a modo de protección, al ganado se le pone el frontal, kopetakoa o zaplata. Este mismo término, kopetakoak, se ha recogido para designar los frontiles en las siguientes localidades: Astigarraga, Berastegi y Zerain (G); Bera y Larraun (N). En Elgoibar y en Hondarribia (G) las defensas que llevaban los bueyes se llaman kopetak.
En Beasain (G) describen kopetekoa como la pieza que se coloca en la frente del ganado al atarle al yugo para no lastimarle. Es de cuero y tela algo almohadillada, adornada con clavos de latón. Le cuelgan unas lanas rojas delante de los ojos del animal. En Ezkio (G) también se ha recogido el término kopetakoak y señalan que los flecos generalmente eran rojos o verdes.
En Gautegiz Arteaga (B) los frontiles se denominan zapak y según los informantes se les colocan a los bueyes o a las vacas para que hagan fuerza. Se sujetaban con las correas, hediek, dando tres vueltas al yugo y otras tres por el cuerno del animal. Los frontiles tenían unas borlas para que no se asustara el ganado, porque hay animales que son asustadizos, “kontrabista egiten dabenak”. Los frontiles disponían de unos remaches dorados y tenían a modo de dos orejas, belarriek, que quedaban al par de los cuernos para pasar por ellas las correas de cuero de sujeción. En Ajangiz, Ajuria y Fruiz (B) los frontiles se denominan zapak, de ellos colgaban unas borlas rojas. En Fruiz han consignado también la denominación burrikoa y señalan que se fabricaban con lanas de colores a modo de cortinillas para que no les molestaran las moscas.
En Abadiño (B) al par de la frente de los animales se colocan unas piezas de cuero repujado llamadas zapak, terminadas en pompones de lana roja. En Bedarona (B) describen zapak como unas piezas de cuero grueso y acolchado que se colocan sobre la frente del ganado. De ella cuelgan unas flores de lana rojas que evitan que las moscas les molesten. Se sujetaban al yugo mediante una larga correa de cuero, ubela. En Zeanuri (B) para estas piezas de cuero se han recogido las denominaciones zapea o frontadea; y en Elosua (G) zamarra.
En Abezia (A) en la frente, entre los cuernos, los bueyes llevan unas piezas de cuero forradas llamadas fronteras, que sirven para evitar que sufran daño al tirar. Se fabrican con dos o tres cuerpos de cuero unidos entre sí y pueden tener algunos adornos en los extremos. A las ferias suelen llevar fronteras adornadas con borlitas rojas. En ocasiones, como sustituto de las fronteras utilizan trapos viejos. También en Ribera Alta y en Valdegovía (A) se ha recogido la denominación fronteras.
En Apodaka (A) dicen que las fronteras del ganado para acudir a las ferias tenían más adornos que las ordinarias, cascabeles y clavos dorados, algunos con las iniciales de la casa; les colgaban borlas de colores. En Bernedo (A) señalan que a los animales primero había que ponerles los frontales a fin de que las coyundas no les hicieran rozaduras.
En Urkabustaiz (A) dicen igualmente que las fronteras servían para proteger la piel del animal y evitar que las coyundas le provoquen heridas. Como adorno, a los bueyes se les colocaban campanillas en las fronteras. También era costumbre esquilarles las colas y lijarles o recortarles los cuernos; incluso había quien se los arreglaba cuando eran pequeños para que adoptaran la forma curva.
En Valderejo (A) para proteger la frente de los bueyes del roce de las coyundas se colocaban sendas piezas de cuero con dos orejeras, reforzadas con tachuelas, llamadas fronteras; de cuya parte inferior pendían unas líneas de borlas rojas a modo de adorno, que también servían para proteger los ojos de los bueyes de moscas y tábanos. En Urduliz (B) se ha recogido la denominación fronterak.
En el Valle de Carranza (B) bajo la coyunda, en la testuz del animal se colocaba elfrontil, fabricado con cuero, que estaba adornado en la parte inferior con una serie de borlas, tejidas con lana de color rojo. En las Encartaciones (B) se han recogido las denominaciones fronteras y frontiles.
En Agurain, Berganzo, Bernedo y Treviño (A) en la frente se les colocaba a los bueyes unas piezas de cuero llamadas melenas, adornadas con unas borlas rojas que servían también para ahuyentar las moscas. En Bernedo los bueyes solían llevar cada uno un collar de cuero con campanillas o un cencerro.
En Aoiz (N) para preparar los bueyes y uncirlos al yugo, se sacaban fuera de la cuadra. Una vez en el exterior, se les colocaban los atalajes (Meoz-N), es decir las melenas, el yugo y las juñideras. Con ellos “se les juñía”. Estas piezas, además de ayudar al animal a realizar mejor su faena, les protegían de las rozaduras. La melena (general), hipulco (Arrieta-N) o hipuluco (Lusarreta-N) se colocaba sobre la cabeza del animal, por delante de la frente, entre los ojos y entre los cuernos. Podía ser una manta de lana gruesa (Lusarreta) o una pieza de cuero o tela en su parte superior y una especie de almohadilla en la inferior (Meoz). Este objeto, “a modo de cama”, protegía la piel del animal del roce del yugo que se colocaba encima. Dicha pieza podía ir decorada (Villaveta) con pequeños clavos brillantes (Lusarreta) o de colores (Meoz) representando distintos motivos, con flecos (Aoiz, Nagore), o no llevar decoración (Murillo de Lónguida).
En Izurdiaga (N) a los bueyes o vacas uncidos se les colocaban por delante unas almohadillas para que el yugo no les hiciera daño, que llevaban unos flecos de cuero, ikurokoak, para que las moscas no se les posasen en los ojos. En Eugi (N) y en Oñati (G) para los frontales se ha consignado la denominación burukoak, adornados con flecos y letras.
Coyunda, hedeak
En Sara (L) here (hede según algunos) es el nombre con que es designada la coyunda. Con ella se sujeta fuertemente el yugo a los cuernos y testuz del ganado. Es una tira de cuero, generalmente de una sola pieza, la cual se logra cortando en forma espiral una piel de vaca o ternera previamente depilada. La depilación se efectúa espolvoreando con ceniza del hogar la superficie pilosa y frotándola fuertemente a contrapelo con el borde del extremo de un palo.
Cortadas las tiras en la piel natural, larru gordina, se procede a curtirlas. Primero se arrollan las tiras en forma de ovillo y se introducen bajo tierra fresca. Allí han de estar durante un día. Después se descogen, se untan con sebo y se retuercen, de suerte que la superficie pilosa quede para dentro del tubo que se forma al retorcerse las tiras. A continuación estas son fuertemente golpeadas y majadas con maza. Después se las pasa en la estrecha hendidura del arrailua, que es un palo que tiene un extremo hendido. Con esto quedan enderezadas las tiras. Estas son arrolladas de nuevo en ovillo e introducidas debajo de tierra, donde han de estar durante otro día. Seguidamente se las vuelve a desarrollar, untarlas con sebo y retorcerlas. Pero esta vez deben ser retorcidas en sentido contrario al de la vez anterior, si bien procurando que también ahora la superficie pilosa quede del lado interior del tubo que la tira forma al retorcerse. Nuevamente son majadas con maza de madera y pasadas en la hendidura del arrailua. Con esto queda curtida la piel. Su consistencia y duración son mayores que las de la piel no curtida.
Los fabricantes locales de coyundas, frontiles, etc., no curtían generalmente la piel que les servía de materia prima: usaban, pues, el larru gordina o piel sin curtir. El procedimiento de curtido descrito arriba era todavía poco conocido en los años 1940: parece que fue introducido por el molinero de Olakoerrota que vivió en Sudamérica durante unos años.
En Uhartehiri (BN) los enganches que sirven para sujetar los cuernos se llaman adarren kokak, los que sirven para sujetar la coyunda uhalen kokak, los muñones de los extremos, uztarri-muturrak, y la gamella, garkoa.
En Bera (N) se ha consignado la denominación hedia para la coyunda con la que se uncen las dos vacas al yugo. A los enganches situados a los lados de las gamellas para sujetar los cuernos les denominan adarren krostak y a los que sirven para sujetar la coyunda hedien krostak>.
En Gautegiz Arteaga (B) la fabricación de las tiras de piel, hediek, tenía el siguiente proceso: Cuando se mataba ganado en casa, se extendía la piel en el camarote poniéndola bien tirante sujeta con clavos. Luego se cortaban tiras de unos tres cm de ancho y todo lo largo que diera. Las uniones de las tiras se hacían con trozos de piel suave y los orificios para coserlos con el punzón de agujerear abarcas, abarka-zirije. Para que se mantuvieran blandas estas tiras de cuero se les daba zilbegije (grasa almacenada donde tiene la verga el cerdo capado). A propósito de las correas, el informante recuerda el dicho: “zalaue zara hedien puntie baino” (eres más fuerte que el extremo de una correa).
En Telleriarte (G) el frontal se ata al yugo mediante correas, hedeak, de 20 metros de largo que se hacían con piel de buey o de vaca. Se cortaba la piel en espiral y se sacaba una única correa entera. Luego se completaba cosiendo las tiras de piel unas con otras.
En Bedarona (B) el yugo se apoya sobre la nuca y se sujeta a los cuernos mediante unas tiras de cuero, hedeak. El yugo dispone de unos canales para el paso de la coyunda, adarlekuak, y enganches para unirse a ella. En Ajangiz y en Ajuria (B) las tiras de cuero se llaman hedak, en Urduliz (B) y Zerain (G) hedeak. En Abadiño (B), Elgoibar, Elosua, Hondarribia y Oñati (G) se ha recogido la denominación heriak. En Astigarraga y en Getaria (G) esa larga correa de cuero recibía el nombre de kurteria o heria. En Elosua precisan que podía tener seis o más metros de largo y una anchura de unos cuatro centímetros, siendo más delgada la parte final. Agregan que dos veces al año había que engrasarlas, koipetu, y lo hacían con grasa de cerdo.
En Valderejo (A) en el cuerpo central del yugo, a ambos lados del sobeo, existían otras dos pequeñas aberturas en las que se fijaban las coyundas de cuero. El yugo tenía una serie de protuberancias y rebajes destinados a alojar las coyundas que lo sujetaban a la testuz de los animales a través de los cuernos. En los salientes presentaba unos rebajes lineales a modo de adorno.
En Abezia, Ribera Alta, Urkabustaiz y Valdegovía (A) las coyundas son las correas que se emplean para atar la cabeza del animal al yugo y las fronteras. En Bernedo y en Treviño (A) colocado en la cabeza el yugo, se amarraba a los cuernos con unas coyundas de cuero. En el Valle de Ayala (A) se ha recogido el término coyuntas. También en el Valle de Carranza (B) la coyunda es la larga tira de cuero con la que se sujetaba el yugo a los cuernos de los animales. En Apellániz (A) cornil es el trozo saliente que sirve para acomodar la coyunda al uncir la pareja. En las Encartaciones (B) los abultamientos del yugo donde se amarran las coyundas se denominan peras.
En Aoiz (N) una vez colocados el yugo y la melena sobre los bueyes, estos se juñían, es decir, se unían, atando primero la melena al yugo y posteriormente las dos a la cabeza y a los cuernos del animal. Para unirlas se empleaban correas o juñideras que podían ser totalmente de cuero o mixtas, es decir, las dos primeras vueltas, en contacto con la piel del animal, de cuero y las siguientes de cuerda o soga. Se han consignado también las denominaciones trascas (Améscoa-N) y juñideras (Lezaun-N).
En algunas investigaciones de campo se han recogido otros elementos que se describen a continuación:
En Gautegiz Arteaga (B) se ha indicado que al ganado se le ponía en el cuello un collar, samako troñue, que se fabricaba en casa con cuerda. El nudo de la lazada es del tipo ahorcaperro. Como antaño la gente no andaba sobrada de cuerdas, en ocasiones, previamente a haberle desprendido de él al animal, se utilizaba en el monte para atar o sujetar el carro. Todos los caseríos no acostumbraban poner este collar artístico a su ganado, solo las casas que presumían de tener buen ganado y que cuidaban todos sus aspectos ornamentales. Además quienes se lo colocaban, únicamente se lo colgaban a los bueyes o vacas que fueran a uncirse al carro, buzterriko ganaduek. Era un objeto más de embellecimiento juntamente con el yugo, los frontales, la melena... El animal lo tenía colocado todo el día, lo mismo en la cuadra que en las faenas agrícolas. También en Urduliz (B) se ha consignado que el último remate del ganado era el nudo al cuello, troñua.
En Izurdiaga (N) señalan que para transportar a los toros de un lado a otro se les colocaba una anilla de hierro en la nariz y de ahí se enganchaba una cuerda.
En el Valle de Ayala (A) se ha consignado que a los bueyes se les colocaba una collada o cinto que rodeaba el cuello de los animales al que se le colgaban unas pequeñas esquilas.
- ↑ Telesforo de ARANZADI. "Aperos de labranza" in Folklore y costumbres de España. Tomo I. Barcelona: 1946, p. 343.