Protección contra jabalíes, basurdeak, y tejones, azkonarrak
En Gautegiz Arteaga (B) dicen que los jabalíes, basurdeak, como plaga son de aparición relativamente reciente, desde los años 1980 a esta parte. Creen que la proliferación de los mismos es obra de los ecologistas. Antiguamente se limpiaban los montes y apenas había jabalíes. Se acercan a los maizales y a la vez que los destrozan, perjudican seriamente a la alubia que a menudo se siembra con el maíz como guía.
En toda la comarca de Gernikaldea (B) los jabalíes se matan haciendo batidas con perros y rifles. También se colocan jaulas para capturarlos. En ambos casos se necesita la autorización de la Diputación Foral de Bizkaia.
Los informantes de Bedarona (B) señalan que antaño había muchos animales de bosque, como los tejones, que entraban en los maizales y provocaban grandes daños. El ayuntamiento solía premiar con dinero a los que mataban estos animales, si era hembra el importe era mayor. Hoy en día son los jabalíes procedentes de la reserva de Urdaibai los que destrozan los maizales y la hierba de pasto. La Diputación Foral de Bizkaia organiza batidas de tiempo en tiempo.
En Apodaka (A) actualmente emplean para ahuyentar a los jabalíes y ciervos escopetas de butano que cada cierto tiempo hace una descarga como si fuese un disparo. En Moreda (A) se ponían espantapájaros en las piezas cercanas al monte sembradas de patatas para ahuyentar los jabalíes que las arrancaban con el hocico.
En Iruña de Oca, Treviño y La Puebla de Arganzón (A) el jabalí destroza los trigos de cabeza mocha y las patatas. Para espantarlos, ponen unos aparatos que cada cierto tiempo producen el ruido de unas explosiones como si fueran escopetas; funcionan con una bombona de butano y un dispositivo de descarga.
En San Martín de Unx (N) el jabalín (jabalí) se ha reproducido mucho en los últimos tiempos y su voracidad le lleva no solo a comer la uva, sino a engullir conejos y perdices si los atrapan en sus nidos, tumbando cepas y escarbando por doquier. Los combaten, por deporte, los cazadores “que bajan de Pamplona”, pues en el pueblo no saben cazarlos ni hay perros especiales para ello. En esta misma localidad el tajudo, o tejón, hace daño a los garbanzales, y cuando es sorprendido por el labrador, se defiende tripa arriba con sus garras. Los combaten los cazadores.
En Gautegiz Arteaga (B) el tejón, azkonarra, hace un pasillo en las heredades por donde transita y se le caza a lazo, lazuegaz. Se prepara un lazo corredizo hecho de alambre que se envuelve con ramas para engañarle. El extremo del lazo se ata a un árbol o se sujeta de alguna manera. Cuando se acerca el tejón, si atraviesa el lazo, queda atrapado en él. Hay que vigilar diariamente el lazo y el pasillo para comprobar que están en perfecto estado. Un informante dice que con este método del lazo se pueden cazar también jabalíes.
En Zamudio (B) antaño solían tocar un cuerno cuando rondaban los tejones, “azkonarrak egoten zirenean, adarra joten zan”.
En Liginaga (Z) contra el tejón, azkua, se golpeaba de noche en los campos con un palo un bote de hojalata para ahuyentarlo o se encendían fuegos.
En Donoztiri (BN) para ahuyentar de los maizales al tejón, azkona, se hace fuego en el campo durante la noche o se coloca un farol encendido en las piezas donde se teme que aquellos hagan perjuicios.
En Sara (L) los agricultores utilizaban para espantar a los tejones y a los raposos el eltzaor. Era un cilindro de madera, hueco, de 40 cm de largo y 23 de diámetro, generalmente hecho de un tronco de castaño o roble, abierto por un extremo y cerrado por el otro con una piel de tejón o de oveja muy tirante. En el centro de esta va sujeto un extremo de un bramante embadurnado con cera, el cual se prolonga por el interior del aparato. Frotando de dentro para afuera esta cuerda con la mano, produce un ruido ronco que asusta a los animales.
En Gautegiz Arteaga (B) se ha recogido que la comadreja, ogigaztaie, anda bajo tierra, tiene un veneno y se alimenta de ratones. Para ahuyentarla, se quemaba goma.
En Argandoña (A) señalan respecto a los animales salvajes que si son especies cinegéticas, la institución que mantiene el coto de caza al que pertenecen dichos animales, se hace cargo de los daños que puedan ocasionar al agricultor. El caso más común es el de los jabalíes. Esta especie ataca habitualmente a las plantas de girasol provocando daños que el agricultor reclama a los cazadores miembros del coto. En la mayoría de los casos, los pagos reclamados se efectúan con normalidad.