La rueca. Goruetan
La rueca, gorue, consistía en Zeanuri (B) en una vara de avellano de unos 80 centímetros que en su extremo superior tenía un abultamiento formado por unos flejes, zimintzek, que se obtenían mediante incisiones en la propia vara. Podía tener también algunos adornos tallados. En este extremo abultado se enrollaba cuidadosamente la madeja de hebras de lino. El extremo inferior de la rueca se apoyaba en la cintura, “gorua garrian”[1] quedando el copo de lino a la altura del hombro izquierdo. De esta manera la hilandera iba extrayendo con su mano izquierda pequeñas porciones de hebras que humedecidas con saliva las retorcía con los dedos pulgar e índice de la mano derecha. Enroscaba luego este incipiente hilo en la base del huso y le imprimía a este un movimiento de rotación. De esta manera se retorcían las hebras que quedaban convertidas en hilo.
En Ataun (G) a principios del siglo XIX la rueca, liñaie, consistía en una vara de 0.80 metros de largo que en su extremidad superior, liñaiburua, figuraba un abultamiento tejido con flejes, ordinariamente de raíz de árgoma. El liñai-buru servía para colocar en él el copo de lino, mullotadea: lo cubrían con un caparazón, liñai-zorroa, hecho con telas de colores. Las ruecas se hacían con varas de avellano, y las mujeres solían tener a gala poseer ruecas artísticamente adornadas. En el siglo XIX las labradas con adornos se vendían por un celemín de trigo y las lisas o sin adorno por tres reales. Las hilanderas mojaban con saliva el liñaburu, y colocaban sobre él el copo de lino, mullotadea, muy curiosamente, como quien va haciendo una pelota. Luego lo cubrían con el caparazón de tela, liñai-zorroa. Apoyando el extremo inferior de la rueca en la cintura y sujetándola al pecho con una cinta, con la mano derecha separaban del liñai-buru una tira de lino que, mojándola con la saliva, la trababan en la espiral del huso.
En Urdiain (N) la rueca, lilaia, era una vara larga rematada en una bola trenzada con guías de la misma rama. Introducían en ella granos de maíz o de legumbres que actuaban como sonajero. Solía ser una pieza muy decorativa por los adornos que llevaban. La parte inferior de la vara se apoyaba en la cintura de la hilandera; y sobre la bola se enrollaba la fibra. Dado el volumen de materia prima que a veces enrollaban sobre la rueca, la sujetaban por medio de un pequeño casquete cónico de tela de colores, xurruba. Servía para apretar la fibra a la rueca. Mulua era el manojo de fibra que se ajustaba a la rueca.
En Bernedo (A) para hilar se colocaban en la rueca, –palo de acebo terminado en su extremo superior en unas ramitas en forma de garra– los moños de lino. De allí lo iban sacando con los dedos de la mano izquierda mojándolos con saliva.
- ↑ Esta posición de la rueca se describe en el antiguo refrán vasco: Gorua garraian, gogua kirolan: la rueca en la cintura (pero) el pensamiento en la diversión.