Lindes naturales
Además de los mojones o con independencia de ellos es común que haya algún tipo de límite o separación entre fincas de distintos propietarios.
Así en Abezia (A) indican que en algunos casos los límites entre dos fincas están señalizados con surcos más profundos de lo habitual. Se hacen para desaguar pero sirven también como separación. Agregan que un buen sistema de separar propiedades consiste en la colocación de árboles, setos de espinos y/o matorrales. En ocasiones, también existe la paradera o cárcava, que es un muro fabricado a base de torrones y una barrera. En la parte inferior se formaba un arroyo debido al movimiento de la tierra.
En San Martín de Unx (N) el sistema de dividir y diferenciar las parcelas según la propiedad es señalar lintes (lindes), a base de trabajar la tierra “al rafe” (hasta el borde), y dejando entre pieza y pieza una diferencia de nivel.
En Moreda (A) los lindes entre distintas heredades suelen estar formados por la propia fisonomía de las fincas colindantes, siguiendo las curvas de nivel según la orografía del terreno. Cualquier accidente geográfico puede constituir un linde. Otras veces, si las piezas tienen cultivos diversos, es evidente la distinción. Un olivo u otro árbol puede servir de referencia, aunque existe el riesgo de que desaparezca.
En Argandoña (A) los límites de cada pieza vienen dados por la pieza contigua, las acequias, los arroyos, los ríos, las cunetas de los caminos o carreteras, las materas o líneas de matorrales, o los bosques. En Ribera Alta (A) los lindes que separaban una finca de otra eran generalmente árboles, un accidente geográfico o un camino. En Cárcar (N) muchas veces las referencias de las parcelas se hacían en base a la presencia de caminos, regaderas, etc.
En Valderejo (A) la separación entre las fincas estaba formada por lindes, consistentes en estrechos espacios cubiertos de hierba; en los casos de grandes desniveles, por ribazos de mayor superficie, cubiertos de hierba, arbustos, árboles frutales, chopos, fresnos, escarrios u olmos. Las que no disponían de estos acotamientos se delimitaban con mojones formados por una o varias piedras.
En Abadiño (B) en algunos bosques se realizaron zanjas, lubanak, en las que se dejaban crecer zarzas y que actuaban como cercas naturales que impedían el paso del ganado y separaban los terrenos correspondientes a distintos dueños. También ha habido épocas en las que se plantaban espinos en los márgenes de los pastizales para formar cercas. En la época estival las vacas solían estar sueltas en los bosques, y a veces se las visitaba para asegurarse de que estaban bien y no habían salido de la parcela que les correspondía. En Amorebieta-Etxano (B) se usan como límites los desmontes de tierra llamados palatuek.
En Ajangiz y en Ajuria (B) en los montes normalmente hay mojones para indicar la propiedad, pero en ocasiones las distintas piezas están separadas por una cárcava denominada luganie. Así se suele decir que pertenece a uno u otro con la expresión “luganatik gorakoa eta luganatik beherakoa”, de la cárcava arriba y de la cárcava abajo.
En Zamudio (B) también servían como referente de linde las munas, palatuek o alguna casa o un accidente natural como el río. En el caso de los montes los árboles podían indicar el linde (“haretxak be iten zeurien munarritzet”).
En Telleriarte (G) se conoce el método de separación de fincas consistente en una zanja denominada luebaia, que hacía de muga. Todas las heredades tienen derecho de paso al camino.
En Beasain (G), en los bosques, se han solido utilizar, además de los mojones, otro tipo de señales para limitar las parcelas. Una que aún puede verse en algunas es la plantación de largas hileras de abedules, urkiek, en el límite de dos bosques. Otra menos frecuente es el cortado de una gran zanja de, al menos, un metro de profundidad y uno y medio de ancho, que corre a todo lo largo del límite. Otro tanto indican en Berastegi (G) donde, a falta de mojones, se ha utilizado el abedul, que por su tronco de corteza alboplateada se ve a distancia y marca la divisoria de terrenos. También en Elgoibar (G) dicen que incluso los árboles se utilizan como mojón que delimita una propiedad.
En Sartaguda (N) se ha recogido que cualquier cosa sirve para delimitar las fincas. Los lindes o poyos son espacios de un metro y medio sin cultivar entre campos.
En los lugares donde ha tenido lugar la concentración parcelaria, esta también afectó al amojonamiento. Desaparecieron en muchos casos los antiguos mojones y se sustituyeron por unos nuevos homogéneos y estandarizados.
En Argandoña (A), tras la concentración parcelaria, practicada en la década de 1960, en lugar de los antiguos mojones aparecieron otros nuevos, de formas regulares e iguales para todos. Consistían en monolitos regulares de forma troncocónica alargada. En Pipaón (A) también quitaron los antiguos mojones y hoy día son iguales en todos los pueblos: blancos, de cemento y sobresalen del suelo unos 70 cm. En Apodaka, Treviño y La Puebla de Arganzón (A) ahora, colocados por la parcelaria, los mojones son de hormigón, de 80 cm de alto x 15 cm de ancho y las tres cuartas partes van incrustados en el suelo.
En Obanos (N) al hacer la concentración parcelaria se quitaron las mugas de piedra y pusieron unos mojones de cemento. Ahora se les da menos importancia que antes, porque tras la concentración todo está registrado en el catastro y cada cual tiene los planos donde se miden, exactamente, las piezas. Además –señala un informante– “el gobierno foral lo controla todo desde el aire”. También en Aoiz (N) han consignado que con la concentración parcelaria los mojones pasaron a ser de cemento.
En Abezia (A) hoy día los mojones suelen ser de cemento y están sellados. En Abadiño, en Amorebieta-Etxano y en Urduliz (B) dicen también que ahora son de hormigón, más fuertes y se pueden clavar a mayor profundidad.
En Sartaguda (N), antes había cañadas señaladas, que ahora apenas se respetan. Todavía pueden encontrarse mojones con el indicativo CDA de cañada, en la margen derecha del Ebro (perteneciente a Lodosa, término de la Badina).