Temporeros, jornaletorak

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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En Donoztiri (BN) algunas veces se contrataban peones, designados en euskera con los nombres de alokanta y pakanta, para efectuar ciertas labores agrícolas de urgencia. Se les daba un jornal y la manutención. En Uhartehiri (BN), para ciertos trabajos como el corte de árgoma, ota-epaitzea, se contrataban operarios, langileak, a cambio de un sueldo diario más la comida. A las mujeres se les pagaba algo menos que a los hombres.

En Liginaga (Z) en ciertas labores se empleaban peones, jornaletorak. Por ejemplo, para trabajar en hierbas, bedakan aitzeko; con ocasión de la siembra de maíz, arterika; siega de trigo, ogi-epaitia; arreglo del techo de la casa, etc. A los peones se les daba de comer y se les pagaba una cantidad en metálico. Ninguna ceremonia especial se hacía para confirmar su contratación.

En el Valle de Roncal (Ustárroz, Isaba y Urzainqui-N) para determinados trabajos intervenían las cuadrillas de segadores y de almadieros que trabajaban a jornal y comida.

En Luzaide/Valcarlos (N) se ha consignado que los peones y obreros eventuales, al contrario que los criados, eran considerados forasteros. Se sentaban a la mesa con los dueños y se tenía alguna deferencia con ellos; se solía hacer algún extraordinario en la comida.

En Zeanuri (B) los jornaleros que antaño se contrataban para la escarda del maíz, artajorrea, o para la siega del trigo, gari-ebatea, eran vecinos de la localidad a quienes además del jornal se les daba la merienda. Esta se tomaba en la misma heredad en la que se estaba trabajando, sentados sobre la hierba, munen jarrite. En Beasain (G), antiguamente, cuando se contrataba por unos días a temporeros para layar la tierra se les daba también la comida, de la misma forma que luego se hacía con el boyero, itzaie. En Andraka (B) hasta pocos años después de la Guerra Civil (1936) fue corriente contratar jornaleros en época de mucho trabajo, normalmente vecinos del lugar.

En Zerain (G) para ciertas tareas agrícolas se podía contratar gente de la propia localidad, en cuyo caso, además del precio convenido se les daba el almuerzo, hamarretakoa, o la merienda y la comida de la propia familia si el trabajo duraba toda la jornada. Durante el invierno fue costumbre contratar una cuadrilla de muchachos para limpiar, plantar o entresacar los bosques y se les pagaba lo convenido.

En Legazpi (G) se convenía un jornal con el peón o se le pagaba por horas. Solía contratarse alguno, por ejemplo, para hacer las plantaciones de pinos. En Hondarribia (G) con los peones u obreros que iban a realizar un trabajo, se ajustaba el precio y mientras duraba la obra comían y cenaban en la casa y, en algunos casos, se les habilitaba el pajar o un edificio anexo para que pudieran dormir. En Oñati (G) con los obreros se contrataba un jornal, y se les daba el almuerzo y la merienda.

En Apodaka (A) en los días de mucho trabajo, se cogían agosteros para la recolección de la mies, casi siempre gente de la zona. Para la escarda, aclareo y recolección de la remolacha se contrataban peones para unos días, solían comer con la familia y si eran foráneos dormían también en la casa. Los contrataban sobre todo si en la casa no tenían hijos mayores o hermanos. Lo mismo para la saca de patata. En Abezia (A) también hay constancia de las llamadas agosteras, mujeres que recogían lo que segaban los hombres a cambio de un jornal. Algunos hombres, como jornaleros, solían ir a segar en cuadrilla a la Llanada alavesa. En Pipaón (A) a los peones y obreros se les pagaba el correspondiente jornal y se les trataba bien como vecinos que eran de la localidad.

En Nanclares (A) recuerdan que contrataban vecinos de la propia localidad para la siega, les llamaban agosteros. Para la escarda de la remolacha contrataban personal de otros lugares: andaluces, extremeños, gitanos e incluso presos de la cárcel de Nanclares. También se contrataba gente para la siembra de la remolacha. Se ajustaba con ellos un tanto por fanega y se les daba de comer, si bien últimamente lo hacían por su cuenta. A veces dormían en casa de los dueños y otras lo hacían en chabolas.

En Obanos (N) en las épocas de la recolección del cereal y sobre todo de la vendimia se necesitaba contratar más peones de los tres o cuatro que se tuvieran, que podían ser del propio pueblo o de fuera o se ayudaban "a ordea", es decir, entre los labradores se "prestaban los peones" y caballerías. Las necesidades durante la siega solían cubrirse con personal de la propia localidad ya que la segadora y la trilladora aliviaban mucho la tarea. En la época de la vendimia era necesario incluso acudir a vendimiadores (dos o tres) de la Ribera de Navarra (Arguedas, Valtierra...), ya que la cosecha en la Ribera iba más adelantada. Solían dormir en el desván de la casa mientras duraba la campaña. Comían en el campo o en la cocina, a su hora, pero no con la familia. Además se les llevaba el taco o hamarretako y el almuerzo a la viña o a los lagos donde pisaban la uva. En Mezkiritz (N) las personas contratadas como peones, costureras o jornaleros comían a la mesa con los dueños. En San Martín de Unx (N) se ha recogido que todavía hoy día se contratan peones diarios que reciben buen trato.

En Valtierra (N) se contrataban peones que podían ser fijos o agosteros, estos últimos venían contratados para la recolección de verano y después se marchaban. En el último cuarto del siglo XX, al escasear la mano de obra de familiares o amigos, se ha introducido cada vez más la costumbre de contratar temporeros o jornaleros para las faenas de recolección del tomate, pimiento, fruta, espárrago, uva, aceituna, etc.

En Argandoña (A), en ocasiones, obreros contratados acuden puntualmente, en las épocas de más trabajo: en la siembra, en los tratamientos de los cultivos y, sobre todo, durante la cosecha. También se reclaman obreros de confianza para el envasado de la patata. El mayor esfuerzo llega con la cosecha, sobre todo con la patata, ya que esta requiere contratar cuadrillas de temporeros para la recolección a mano de dicho tubérculo. Otros cultivos especializados como las lechugas y escarolas en grandes superficies de cultivo requieren mano de obra cualificada tanto para la siembra como para la recogida.

En Bernedo (A) se ha ajustado, y hoy se sigue haciendo ajuste, a obreros temporeros durante el mes o mes y medio que duraba la recolección de la patata. La relación con estos jornaleros es menos familiar que con los criados, pues dura poco su estancia en la familia y vienen de tierras distanciadas y costumbres diferentes. En Berganzo (A) se ha recogido que también se contrataban temporeros, por ejemplo, durante la época de la vendimia.

En Moreda (A) estos obreros temporeros, jornaleros o braceros, eran conocidos como paneros y los ha habido siempre. Son necesarios para realizar determinadas labores en algunas épocas del año: poda de la viña y del olivo, cava, escarda, vendimia, recolección, etc. Antiguamente venían a la localidad el día de Candelas, 2 de febrero, en que se ajustaban, y permanecían hasta san Juan, 24 de junio. El jornal lo ajustaban con los dueños de viñas y olivares. Estos, además del jornal, tenían la obligación de darles la comida, conocida como "la olla", hecha de habas u otra legumbre con tropiezos de tocino y chorizo. Muchos de ellos se quedaban para la siega y trilla del cereal durante el verano. Solían ser de procedencia gallega.

Cuadrilla de vendimiadores marroquíes. Moreda (A), 2015. Fuente: José Ángel Chasco, Grupos Etniker Euskalerria.

En Ribera Alta (A) los temporeros u obreros como se les llamaba en la zona, acudían en grupo y procedían de Ávila o de Andalucía. Se les contrataba en épocas de mucha labor, normalmente hacia mayo y octubre. En mayo o junio había que aclarar o entresacar la remolacha, en octubre se iniciaba la recolección de la patata y en noviembre la de la remolacha. En los años ochenta del siglo XX se les pagaba una peseta por kilo de patata recogido. Estos temporeros pasaban mucho tiempo con la familia, conocían a todos sus miembros y como año tras año acudían los mismos, la relación con ellos llegaba a ser cordial pero tampoco tan estrecha como con los criados. La comida tenía lugar en la finca en la que se trabajaba para aprovechar al máximo el tiempo. Para las cenas se hacían dos grupos, en uno de ellos se juntaban los obreros que comían con los hombres de la familia y en otro turno comían las mujeres y los niños. Para dormir, a los obreros se les habilitaba el desván o se les alojaba en algún anexo. Una vez que los temporeros fueron sustituidos por los gitanos o, últimamente, por los moros, las relaciones pasaron a ser más distantes e incluso inexistentes.

En muchos pueblos del Condado de Treviño (A) solían contratar temporeros para la escarda y aclareo de la remolacha azucarera. Procedían en su mayoría de Andalucía y Extremadura y venían en cuadrillas. Se convenía con ellos a tanto la fanega. Traían su propia herramienta. Para la escarda de la patata se contrataban menos, solo en las casas que no dispusieran de mano de obra.

En este mismo condado han señalado que quienes venían a la recogida de la remolacha dejaron de hacerlo hace años, a raíz de la aparición de las máquinas cosechadoras. Era una labor dura y mala. Para la recogida de la patata siguen contratando temporeros portugueses a los que se les paga por kilogramo recogido. Los gitanos montan un campamento en Albaina y acuden con caravanas y furgonetas.

Los segadores venían a Treviño de Galicia, Soria, La Rioja y Burgos; traían sus hoces y zoquetas. La mayoría solían ir a los mismos pueblos, año tras año. Comían y dormían en la misma casa, a algunos se les consideraba como de la familia. El patrón les llevaba el almuerzo y la comida a la pieza. Trabajaban desde el amanecer hasta el anochecer. Segaban y ataban la mies a la vez; en esta labor les acompañaba la familia propietaria. Con la introducción de las máquinas atadoras han desaparecido los segadores. Los riojanos, durante la siega, disponían de un botijo de agua y el porrón. Cuando los segadores llegaban al ramo bendito de la pieza, lo cogían y decían: "Señor amo, dénos un trago que tengo el ramo bendito del cirio pascual". Volvían del tajo cantando jotas y recuerdan los informantes que lo hacían muy bien. La última noche solían cantar acompañados de la guitarra, despidiéndose hasta el año siguiente.

En Cárcar (N) los agricultores que contaban con mucha tierra de cereal contrataban para la recolección a peones gallegos. Además del salario convenido se les pagaba la comida y la bebida. Si un propietario disponía de muchos árboles frutales, para la poda contrataba podadores valencianos.