Venta directa. Salmentak
Además de acudir a las ferias y mercados agrícolas, ha sido y es frecuente contar con clientes fijos, bien individuales o bien empresarios y almacenistas a quienes se sirven directamente las mercancías o se canalizan a través de las cooperativas locales. Ya se han mencionado algunos casos en las descripciones anteriores, en este apartado se aportan algunos ejemplos más explícitos de este tipo de actuaciones.
En Amorebieta-Etxano (B) en los barrios más cercanos al centro de la localidad, había caseríos que cultivaban fresas u otras frutas delicadas, que vendían a restaurantes del núcleo urbano o incluso llevaban de mañana en el tranvía a determinados restaurantes de Bilbao.
En Abezia (A), en verano, es frecuente que los agricultores abastezcan a los veraneantes de artículos de primera necesidad como leche o huevos, llevándoles estos productos directamente a sus casas. Algunos informantes indican que determinados caseríos vendían toda la leche que producían sin dejar nada para consumo doméstico.
En Argandoña (A) hay agricultores y ganaderos que venden sus productos (patatas, verduras, legumbres, frutas, huevos, leche, pollos, gallinas, conejos, cerdos, etc.) de forma directa a clientes habituales. Hoy día la gran mayoría de los productores agropecuarios venden su producción a almacenistas intermediarios. El agricultor compromete la venta de la producción con su almacén cooperativa o con su intermediario habitual, al que entrega su producción en el momento de la cosecha. El compromiso puede llegar bajo un contrato de compra de la semilla por parte del agricultor, y de venta al almacenista por un precio más o menos estipulado.
Por el contrario, la patata la vende el agricultor en el momento que considera oportuno, mientras el mercado la demande. Es decir, que algunos agricultores extraen la patata temprana y la venden inmediatamente porque el producto fresco y escaso suele tener un buen precio inicial. Cuando la producción aumenta, el precio baja para terminar estabilizándose. Entonces los agricultores prefieren dedicarse a seleccionar y envasar las patatas en sacos, durante el invierno, para ir vendiendo la producción envasada de manera regular hasta que la patata empieza a perder propiedades cuatro o cinco meses más tarde. La patata envasada normalmente se vende al mismo intermediario que avisa al agricultor demandando un determinado número de kilos de una clase de patata para una fecha concreta. Ese día el agricultor dispone los sacos de 25 kg en palés de madera que son cargados con una carretilla hasta el camión, alguno de ellos de gran tonelaje. Hasta la generalización del uso de palés y jaulas que se cargan en bloque, los sacos se cargaban en los camiones mediante cintas transportadoras, volcando y apilando los sacos de patatas a mano. En la remolacha, el precio lo estipula el comprador del producto final, obligado por las leyes del mercado común europeo.
En Ribera Alta (A) recuerdan que en los años de la posguerra, obligatoriamente había que vender un cupo, es decir, un tanto por ciento de las fanegas sembradas de trigo, al Servicio Nacional del Trigo. El gobierno les permitía quedarse con una cantidad, denominada maquila, para consumo propio. Con esa cantidad hacían el pan que consumía la familia. La cebada y la avena se la vendían al almacenista que mejor pagara. Una vez pasada la posguerra, el trigo se vendía a almacenistas que pagaban más que el Servicio Nacional del Trigo. Había uno muy conocido en la zona con el que los agricultores acordaban el precio. Este enviaba sus camiones a recoger el cereal y les pagaba lo acordado. Hoy día el cereal se lleva directamente de la finca a los almacenes de la cooperativa, la cual se encarga de venderlo y de pagar a cada agricultor.
La patata se vendía a almacenistas. En los últimos diez años se ha sembrado menos patata para la comercialización porque su producción no es rentable. Hace años, casi la totalidad de la remolacha se vendía a la Azucarera de Miranda de Ebro (Burgos), el producto se cargaba en los vagones del tren que pasaba por Pobes. También se solía vender a la Azucarera de Vitoria, pero al haber desaparecido esta, el producto se lleva a Miranda de Ebro.
En Valderejo (A) los únicos productos agrícolas que se vendían eran patatas y trigo. De la cosecha de patatas se reservaba una parte para el consumo doméstico y para la siembra, el resto se vendía a la Caja de Ahorros Provincial de Álava. Del trigo una parte se destinaba a la elaboración doméstica de pan y otra a la siembra, lo demás se entregaba en Espejo o en Pobes a donde se transportaba en carro o en camiones. El trigo estuvo intervenido y sujeto a un control férreo por el Servicio Nacional del Trigo hasta 1952. Al productor se le permitía quedarse con una cantidad para la fabricación de pan, pero al ser escasa se ocultaba o falseaba la producción y se retenían cantidades mayores que las permitidas, exponiéndose a graves sanciones. Por ello se tomaban precauciones como llevar el trigo al molino de noche con la connivencia del molinero que obtenía su compensación. También a veces sacaban provecho los encargados de velar por el cumplimiento de la norma.
Los demás cereales (cebada, avena y centeno) y las menucias (alholva, yeros y pitos) se destinaban a la alimentación de los animales domésticos. Tampoco se vendían la hierba, la remolacha, el maíz, los nabos ni los productos hortícolas.
En Moreda (A) prácticamente toda la producción de cereal, cebada y trigo se vende a una empresa de la vecina ciudad navarra de Viana. Este almacenista compra almendrucos, habas y otros productos como los espárragos. Algunos agricultores venden la cosecha de cereal desde sus propios almacenes o pabellones a empresas privadas que transportan el trigo y la cebada en camiones.
En Agurain (A) la venta de productos agrícolas hasta hace unos años se realizaba a los almacenistas de la zona, hoy se vende a grandes superficies o supermercados en sacos de 25 kg que se transportan en grandes camiones o en el caso de los asociados de La Caja, hasta hace poco se distribuían según lo acordado con esta entidad, que se encargaba de proporcionar la patata de siembra. El cereal se guarda o se almacena en cooperativas o en los silos y se vende después, según el precio establecido. Los labradores y ganaderos de los caseríos y anejas distribuían la leche de las vacas por los domicilios, además de venderla a industrias lecheras, como en la vecina Araya donde existe también una industria quesera. Los vinateros distribuían el vino en pellejos y después en garrafones, hoy día se entrega en las casas en botellas de cristal.
En Telleriarte (G) se llevan pocos productos sobrantes al mercado, por ejemplo, queso, miel, cuajada y hoy día pan de trigo y maíz, para clientes con los que previamente se ha apalabrado la mercancía.
En Izurdiaga (N), según se recogió en los años 1970, la venta de los productos agrícolas se anunciaba en los periódicos provinciales y regionales, pero lo más corriente es funcionar por contrata, es decir, se planta una determinada cantidad de cultivos que cierta persona ha encargado previamente.
En Cárcar (N) los espárragos los compraban los Comisionados y las Conserveras. También se llevaban a vender a San Adrián. La figura del Comisionado fue muy importante para la agricultura. Se trataba de vecinos de la localidad que trabajaban como intermediarios para distintas empresas como Muerza, Chistu, Bajamar, Sola... Los Comisionados compraban los productos en los mismos campos o en corrales habilitados.
En Obanos (N) la mayor parte de la producción agrícola ha tenido salida regularmente establecida, como en la actualidad. Antaño la oliva se llevaba al trujal de Puente la Reina o al de Muruzabal; el trigo al Silo de Puente la Reina, más recientemente se canaliza la salida a través de la cooperativa Orvalaiz. La vid, salvo aquellos pequeños productores que elaboraban vino para su propio consumo, se comercializaba a través de la Bodega Cooperativa. Después de diversos avatares con algunas vinícolas y cooperativas, hoy día se comercializan los productos a través de las cooperativas correspondientes.
Algunos productos como huevos y miel tiene una venta al por menor o por la menuda. La Granja Avícola Las Flores, establecida en los años 1930, vendía la mayor parte de la producción a un comercio de Pamplona y unas cuantas docenas a la recadista del pueblo que revendía. Quienes produjeron en su día remolacha azucarera la llevaban a la fábrica de Eugui en Pamplona. La producción doméstica de champiñón la recogían y comercializaban unas familias obanesas que siguen produciendo de modo industrial.
En Sartaguda (N) una parte de su vida comercial pasaba por Lodosa, desde donde venían empresarios para comercializar los productos agrícolas. Algunas diferencias significativas entre la actividad comercial de antaño y la actual eran los precios fijos de la patata y otros productos, así como el trabajo en fresco, en lugar de embotado. La remolacha se enviaba a las azucareras y se ajustaban los precios con los comisionados, lo que se conocía como contratar. Los acuerdos eran verbales, tiempo después se harían por escrito y se formalizaban siempre antes de la cosecha.
Hubo una cooperativa conservera hace años. Ahora hay unos pocos almacenes de fruta en el pueblo. En épocas de abundancia llegan a coger la fruta sin precio, que quiere decir que se pagará posteriormente en función de las ventas. Los informantes se quejan de que hasta hace muy poco “siempre había un precio” y ahora ya no. La solución –apuntan los jóvenes– pasaría porque el agricultor tuviera acceso directo a los puntos de venta, ya que la mayor parte del encarecimiento del precio de la fruta se produce en la fase de comercialización. En la localidad hubo un molino para la producción del grano con que alimentar a las caballerías. Al desaparecer estas, siguió funcionando un tiempo más gracias a la fábrica de harinas de Lodosa.
En Muez (Guesálaz-N) los comerciantes solían ir a comprar trigo al valle para suministrar a las fábricas harineras, como la de Arizala (Yerri). El molino de Muez, situado junto al puente que cruza el río Ubagua, fue destruido tras la construcción del pantano de Alloz. También fue inundado el de Muzqui (Guesálaz). Estos molinos funcionaban como panadería y elaboraban y vendían pan, y en Riezu (Yerri) uno de ellos suministraba luz eléctrica a Guesálaz. Hasta el decenio de 1950 existió en Muez una posada donde se alojaban tanto personas como caballerías, ya que los transportes en carro y galera eran lentos y a menudo había que hacer noche.