Hortalizas forrajeras
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Nabo, arbia
En Carranza (B) cuando en una pieza solo crecían nabos, en los meses de octubre y noviembre se procedía a enralirlos, es decir, a arrancar los nabos más pequeños dejando tan solo los grandes y a cortarles a estos las hojas externas, que eran las que tenían tendencia a pudrirse las primeras. El conjunto de las pequeñas plantas y de las hojas cortadas recibía la denominación de nabiza y la operación de extraerla hacer nabiza. Se realizaba con la hoz y la nabiza se iba dejando en montones que después se sacaban a brazaos fuera de la pieza para cargarlos en el burro y llevarlos a la cuadra, ya que de lo contrario el animal pisoteaba las plantas que se dejaban para que creciesen. A veces la nabiza se amontonaba en los ralones de la pieza, es decir, en las zonas donde no hubiesen crecido los nabos.
Se obraba así a partir del mes de octubre porque para esos tiempos los prados normalmente ya no tenían pasto y las vacas de leche necesitaban alimento fresco. Sin embargo, la época más adecuada para este trabajo era noviembre, ya que al principio la hoja del nabo producía mucho picor y le costaba comerla a las vacas. Perduraba hasta diciembre. Cuando no había tiempo para hacer nabiza de este modo, se segaban los nabos a cierta altura. Pero cuando se actuaba así se corría el riesgo de que si caían varias heladas seguidas se maladasen o estropeasen. La práctica de hacer nabiza permitía conseguir el máximo aprovechamiento de este cultivo ya que de otro modo las hojas externas acabarían pudriéndose.
Una vez extraída la nabiza se procedía a recolectar los nabos, labor que se denominaba arrancar o limpiar nabos. Este trabajo se iniciaba en diciembre y los primeros en ser arrancados eran los de la paniciega por ser los más crecidos, es decir, los que se habían sembrado entre el maíz. Se llevaba a cabo cuando el tiempo acompañaba. Pero a consecuencia del frío de la noche, aunque los días viniesen soleados, estas plantas solían estar muy frías, por lo que para evitar que las manos doliesen algunos las protegían con calcitos o calcetines de lana a modo de guantes.
Los días que hacía buen tiempo se transportaban a la cuadra varios viajes de nabos con el burro utilizando para ello un aparejo conocido como las cestas o bien con el carro de los bueyes. De este modo se tenía suministro para cuando venían días lluviosos o caían nevadas.
Ya en la cuadra se elegían los nabos pequeños y a los grandes se les quitaba toda la rama y esto era lo que se les echaba a las vacas. Las cabezas se dejaban almacenadas para los días lluviosos o de nevadas en los cuales no se podían arrancar plantas frescas. Las cabezas de los nabos resistían bastante sin pudrirse, pero menos que las de remolacha.
Los nabos podían durar hasta mayo. Los últimos se arrancaban con flor e incluso con semilla. A veces se les llegaba a endurecer tanto los bulbos que las vacas no podían comerlos.
En Bedarona (B) a medida que se necesitaba el nabo, naboa, se iba con el carro y la yunta de vacas a la heredad, se sacaba con una mano tirando del tallo y las hojas, se limpiaba la cabeza con la hoz que se sujetaba con la otra mano y se llevaba a la cuadra para dar al ganado o se dejaba en el portal, etartea, y se iba cogiendo de allí.
Hoy en día también se siembran nabos y se efectúan las mismas operaciones, solo que se utiliza el tractor para transportarlos; para dárselos al ganado en la cuadra se parten con máquina, "nabo eta erremolatxa txikitzeko makina'; en lugar de con hoz.
En Ajangiz y Ajuria (B) el nabo se recolecta en los meses de diciembre-enero y la operación se prolonga hasta marzo en que empieza a florecer, loratu. De la huerta se acarrea directamente al pesebre del ganado.
Antaño se arrancaban los nabos de la tierra a mano. A continuación se limpiaban con la hoz, zerrie, y se acarreaban a casa en el aparejo de madera del burro, asto-sillek. Más tarde se pasó a transportarlos en el carro tirado por el burro y luego en el tractor.
Hoy día al haber quitado el ganado de las cuadras domésticas, en marzo o algo antes se pasa el tractor por la plantación de nabo, sin recogerlo, y se tritura, trillen, mezclándolo con la tierra. Dicen que mejora la calidad de esta para la futura siembra de la patata.
En Berastegi (G) el nabo troceado lo comían las vacas y el ganado caballar. A los cerdos se les daba a calderadas, bien cocidos y sazonados con salvado o remoyuelo, para engordarlos.
En Sara (L) los nabos constituían una de las comidas más importantes de las vacas durante el invierno. Había que arrancarlos a mano y luego limpiarlos con hoz. Se llevaban a casa en cesto o en carretilla, en cantidad suficiente para el día.
Remolacha
En Carranza (B) las remolachas no se arrancaban paulatinamente como los nabos sino que tras quitarles las hojas en la misma pieza, las cabezas se sacaban todas en unos pocos días y con la pareja de bueyes se trasladaban hasta la cuadra. Se almacenaban esparcidas en el suelo en algún lugar fresco para que se conservasen durante el invierno. Esta operación se llevaba a cabo antes de que cayesen las primeras heladas, ya que esta planta no tenía la cabeza completamente hundida en la tierra sino que sobresalía sobre la misma la mayor parte por lo que era muy sensible a las bajas temperaturas. Si se podía se arrancaba inicialmente una parte de la cosecha por el mes de noviembre y la restante se procuraba dejar en la pieza cuanto más tiempo, todo dependía de las condiciones atmosféricas de cada otoño. Una vez en casa se les iba dando poco a poco a los chones.
Cuando se generalizó su uso para las vacas, se llevaban de la pieza a la casa un viaje o dos en las cestas del burro y esa cantidad solía ser suficiente para tres o cuatro días, transcurridos los cuales se volvía a por más. Cuando se notaba que se acercaba un temporal de nieve o iba a comenzar a helar, se acarreaban las restantes, para lo cual se utilizaba la pareja de bueyes con el carro. Los que tenían una producción pequeña y carecían de animales para transportarlas las llevaban a casa al hombro en un carpancho o en un "cesto de camino real ".
Las remolachas no se limpiaban como los nabos, es decir, no se les retiraba la tierra adherida a la cabeza con la ayuda de un cuchillo ya que al hacerlo se le cortaban las barbas, las raicillas, que le nacen en la misma y si se iban a almacenar, que era lo común, se estropeaban por los cortes. Se arrancaban sin más y se transportaban hasta la cuadra. Los había que si hacía buen tiempo las dejaban extendidas en la pieza para que se les secase la tierra. Si acompañaban las condiciones atmosféricas, no solían llevar demasiada tierra pegada ya que los bulbos no estaban muy enterrados; además al permanecer almacenadas la tierra se secaba y después, antes de echárselas a los animales, se limpiaban con tela de saco. Cuando se arrancaban para ser consumidas ese día o en los siguientes sí que se les retiraba la tierra con un cuchillo. La anterior precaución era solo para almacenarlas.
La mayor parte de la hoja se aprovechaba previamente. A partir de julio ya tenía hoja suficiente, así que entonces se cortaban las más externas y junto con las plantas pequeñas que se arrancaban constituían el alimento para los chones. Se iba a la pieza con un carpancho o cesto grande, se cortaban progresivamente las hojas hasta "dejar la del ojo" y se acarreaban al hombro. Servían de alimento para los chones y también para los conejos. Esta práctica de arrancar paulatinamente las hojas externas suponía un intento de maximizar el aprovechamiento de este cultivo ya que eran las primeras en estropearse.
En Gernikaldea (B) a la remolacha se le pueden quitar las hojas en agosto y en octubre hay que arrancar la planta. En invierno se da al ganado; primero se le proporciona la remolacha y por encima hierba seca, bedar sikue. Preguntada una informante si para el ganado es mejor el nabo o la remolacha, advierte que esta última es más fría, hotzagoa, en tanto que el nabo es mejor para la producción de leche.
En Agurain (A) se recoge hacia el mes de diciembre. Se utiliza como forraje para los animales, preferentemente los cerdos, durante los meses de primavera. Su conservación se realiza tradicionalmente colocándola en montones al aire libre que se cubren con céspedes o tierra.
Calabaza
Las primeras calabazas se podían recoger en octubre y noviembre si bien lo común era hacerlo por diciembre. El tiempo apropiado para ello venía determinado por las primeras heladas fuertes. Se procuraba retirarlas de las piezas antes de que cayesen ya que "el hielo las quemaba por encima" y esto favorecía que se comenzasen a pudrir por la zona afectada. Para transportarlas hasta la cuadra se solía utilizar la pareja de bueyes con el carro.
Las calabazas formaban parte de la dieta de mantenimiento de las chonas que no iban a ser sacrificadas a lo largo de ese invierno. Constituían la primera cosecha en ser utilizada ya que se pudrían antes que las otras destinadas al mismo fin, como las remolachas. Era necesario ir vigilando cuál mostraba indicios de empezar a pudrirse, para ser consumida en primer lugar tras retirar la parte estropeada. Si se tenía una cosecha abundante, se le daban algunas a las vacas pero la mayoría eran para los cerdos (Carranza-B).
Patata
En el Valle de Carranza (B) en tiempos pasados la cosecha de patatas solía ser muy importante ya que estos tubérculos constituían una parte esencial de la dieta. Pero además de para consumo humano se empleaban para alimentar a algunos animales. Por ejemplo para engordar los chones o cerdos. Era necesario cocinarlas previamente y para ello se empleaban unos recipientes que recibían el nombre de petroleras. Se trataba de unas latas que se llamaban así porque servían para almacenar petróleo. Se colocaban sobre la chapa o en la cocina baja colgadas del llar. Al ser de paredes finas se calentaban rápidamente. En su interior se colocaba el agua y las patatas.
Los tubérculos empleados eran los más pequeños, los de formas irregulares, aquellos que se habían torrejado o cortado durante el proceso de extracción o bien los dañados por la acción de algún animal. De hecho mientras se estaban sacando las patatas en la pieza las menudas que iban a ser destinadas a estos animales recibían precisamente el nombre de gorrinambre. En general todas estas patatas que en vez de para consumo humano se empleaban para engordar los cerdos recibían el nombre de patatas del chon.
Una vez el agua hervía y las patatas se cocían, se vertían en dos o tres baldes para poderlas batir. Era un trabajo que se hacía a mano, así que había que aguardar a que se enfriasen algo para conseguir deshacerlas bien. Después se le añadía harina de borona y se vertía la mezcla en la cocina o comedero del cerdo.