Cultivos industriales
Son cultivos industriales los que no admiten un consumo directo y su transformación resulta mucho más provechosa para los distribuidores comerciales. Es por eso que son cultivos que requieren parcelas de terreno de mayor superficie, normalmente de entre 1 y 15 hectáreas cada parcela. Son por lo tanto propios de la vertiente mediterránea de Vasconia, la de dedicación más netamente agrícola y por lo tanto en la que se han dado procesos de mecanización e intensificación de los cultivos.
El auge y el declive de los mismos obedece a las continuas oscilaciones de los mercados y a la vez están fuertemente condicionados por las políticas agrarias europeas. Por lo tanto, cualquiera de los recogidos en los apartados anteriores ha sido susceptible de intensificarse obedeciendo a puntuales necesidades de los mercados.
Por un lado están los cultivos industriales de secano y por otro los de regadío. Los primeros se siembran en rotación con los cereales habituales de trigo, cebada y avena (el centeno ya no se siembra en Álava). Los agricultores que hacen dicha rotación utilizan girasol o colza; también leguminosas, aunque algunas de ellas, como las alubias, se pueden servir del regadío para su crecimiento inicial.
Antes el sistema de rotación para los cultivos de secano, generalmente cereales, era el de año y vez, es decir, un año de cultivo y otro año de barbecho o de descanso. A partir de mediados del siglo XX se implantó la rotación de cultivos sin apenas años de barbecho, utilizando fertilizantes y cultivos alternativos como leguminosas, girasol o colza. Especialmente recomendables son todas las leguminosas (alubia, haba, guisante, garbanzo, lenteja, alfalfa, trébol, soja, arveja, etc.) porque tienen la particularidad de fijar nitrógeno atmosférico en sus raíces incorporándolo al suelo y ayudando a su fertilización natural. Por ejemplo, una explotación que dedica toda su superficie a cultivos de secano, alterna en una misma finca un año trigo, al siguiente cebada, al próximo avena y por último barbecho o cultivos alternativos.
Por otro lado se encuentran los cultivos de regadío. En la Llanada Alavesa, la Montaña Alavesa y los Valles Occidentales, entre los años 70 y 90 del siglo XX se construyó un entramado de pequeños embalses artificiales en las laderas de los montes y entre las zonas de cultivo, que inundaron de bocas de riego las fincas en las que se alternan los cultivos de secano con los cultivos que necesitan el riego por aspersión, es decir, la patata, la remolacha azucarera, el maíz, las alubias y algunas verduras como lechugas, berzas o brócoli. Por ejemplo, una explotación con derecho al uso de agua de balsas o pozos (está prohibido tomar agua de los cauces fluviales), alterna en una misma finca un año trigo, al siguiente cebada o avena, al siguiente patata o remolacha azucarera o cultivos alternativos.
En la zona límite de Álava con Navarra, es decir, en la parte más oriental de la Rioja Alavesa (Yécora, Oyón, Barriobusto, Moreda ...) y en la parte más occidental de la Merindad de Estella (Viana, Aras, Bargota, Mendavia ...) se produce de forma minoritaria en relación a otros cultivos predominantes (cereales, viñedo y olivares): colza, habas chiquis o habitas, girasol, maíz, plantas forrajeras como arvejana, alfalfa y alholva, espárrago de Navarra, champiñón, pimiento y tomate. Todos estos considerados como cultivos destinados a la industria alimentaria.
En líneas generales la remolacha azucarera se destina a la elaboración de azúcar (toda la producción de Álava se transforma en azúcar en la fábrica Azucarera Ebro sita en Miranda de Ebro (Burgos); la patata se destina a semilla de siembra o a consumo humano (las desechables van para consumo animal); a la industria conservera de enlatar y embotar van frutos o productos como espárragos, pimientos, tomates, habitas, champiñones y setas; el girasol, el maíz y la colza, a producción de aceites y grasas para consumo humano, aunque algunos de ellos ya se empiezan a destinar como agrocombustibles (bioetanol y biodiesel); a la industria de piensos y forrajes para el ganado se vende la alfalfa, la alholva o la arvejana; y parte de la cebada a la producción de malta para las fábricas de cerveza.
Al final del apartado también incluimos algún cultivo cuyo destino no ha sido el alimentario sino aplicaciones industriales.
En la vertiente atlántica la única posibilidad de intensificación ha estado ligada al cultivo bajo plástico, en invernaderos, pero no han ocupado nunca superficies lo suficientemente importantes, aunque la forma de producción que se lleva a cabo en los mismos obedece a parámetros similares a los aquí descritos; en estos casos la tecnificación no va tan asociada a la maquinaria agrícola como a las propias instalaciones del invernadero.