Hortalizas forrajeras

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Nabo, arbia

En Bedarona (B) el nabo, naboa, se sembraba en agosto, después de recoger el trigo; hoy en el terreno en el que se ha recolectado la patata.

Se pasaba la grada para eliminar los restos de trigo, garionduak, que se recogían y se tiraban. Antes de sembrarlos se llevaba un carro de estiércol y se dejaba en montones por toda la heredad.

Se sembraban en hoyos que se abrían con la azada, se echaba un poco de estiércol, satsa, en cada uno de ellos, las semillas de nabo y se tapaban con tierra. En septiembre se espaciaba el cultivo dejando tres nabos en cada hoyo. Luego se escardaba con azada.

Cuando crecían se transportaban con el carro y la yunta de vacas a medida que se necesitaban. Se sacaba cada nabo con una mano tirando del tallo y las hojas y se limpiaba la cabeza con la hoz que se sujetaba con la otra mano. Se llevaban a la cuadra para dar al ganado o se dejaba en el portal, etartea, de donde se iban cogiendo a medida que se necesitaban.

Hoy en día también se siembra nabo y se efectúan las mismas operaciones, solo que se utiliza el tractor y en la cuadra a la hora de suministrárselo al ganado se parten con máquina en lugar de con hoz, "nabo eta erremolatxa txikitzeko makina.

En Abadiño (B) en las heredades que habían estado ocupadas por el trigo se sembraban nabos, nabue o arbije. La tierra tenía que estar dispuesta para la Virgen de agosto. Esta labor había que hacerla a fondo, ya que la tierra estaba muy dura después de permanecer nueve meses sin tocarla. En primer lugar se arañaba, azala urratu, con la rastra y se quemaban los rastrojos, erreturak egin. Luego se profundizaba un poco más con la grada, trikitrakie, y por último se ahondaba aún más con la rastra de hierro, burdinarie. Cada una de estas herramientas se pasaba tres veces durante dos o tres días. Para finalizar la labor se recurría a la narra, apero formado por tablas que se unían mediante varas de avellano entrelazadas y del que tiraba el ganado; encima llevaba peso y al pasar sobre la tierra arada deshacía los terrones. En estos quehaceres era algún niño el que guiaba al ganado y el hombre el que iba detrás dirigiendo el apero correspondiente.

Cuando la tierra estaba preparada, se echaba estiércol y cal. Luego, usando el marco, markue, se dibujaban las líneas y en ellas se sembraba. A veces se sembraba únicamente nabo pero en otras ocasiones se echaba también simiente de hierba llamada berdea o frantsesa. En los casos en los que solo había nabo, había que escardar la planta una vez hubiera crecido un poco.

En Ajangiz y Ajuria (B) el nabo se siembra a finales de agosto, por san Bartolomé (24 de agosto), en la huerta donde se ha recogido la patata. La semilla es de casa. El nabo que no se recoge, florece, loratu, y produce unas vainas, lekatxuek, que contienen la semilla, nabo-hazije. Un día soleado se ponen las vainas del nabo sobre una manta y pisándolas se desgranan, garandu.

Como siempre, para la siembra primero hay que preparar el terreno, pasar la grada para quitar las hierbas, gorrittu, etc. Se echa la simiente y de nuevo se pasa la grada, arfe.

Datos similares se han constatado en Gautegiz Arteaga (B), donde señalan que el nabo se sembraba alrededor de san Bartolomé (24 de agosto). Indican en esta localidad que hay dos formas de sembrarlos: Una de ellas "a voleo", que es una técnica que hay que dominar porque presenta sus dificultades y cualquiera no sabe hacerlo y la otra que consiste en depositar varias semillas en hoyos, sotuetara; con este último método, si luego se tapa bien el agujero poniendo encima un puñado de estiércol crecen unos nabos espectaculares.

En Nabarniz (B) señalan que el terreno donde se siembra nabo no hay que ararlo, "ez da goldatuten" Se hacen hoyos, potxijek, donde se depositan las semillas. Se cubren con estiércol fino, sats garan garana, y no se echa tierra encima. Cuando crece la planta hay que realizar las labores de entresaca, mihiztu, y escarda, jorratu.

Sementando nabos. Carranza (B), 2012. Fuente: Luis Manuel Peña, Grupos Etniker Euskalerria.

En Urduliz (B) se sembraban en agosto en el lugar donde había estado el trigo. Se plantaban para el ganado y se recogían en febrero y marzo. Se arrancaban uno a uno y con la hoz o un cuchillo les quitaban las raíces y la tierra y luego los picaban con la hoz antes de dárselos a los animales.

En Zamudio (B) la semilla del nabo del año anterior se dejaba secar y se sembraba a finales de agosto (sanbartolomeetan) y primeros de septiembre (sandonietan). Se abonaba con estiércol del ganado. Cuando iban creciendo se hacía entresaca, dejando solo una planta. Se empleaban para comida del ganado y se arrancaban en invierno.

En Carranza (B) el principal cultivo invernal lo constituían los nabos. Para asegurarse de que los primeros creciesen temprano para disponer de comida suficiente "a la entrada del invierno", se sembraban antes de haber cosechado el cultivo previo que ocupaba la tierra. Los primeros nabos se sementaban en la pieza que estaba plantada a borona, entre las plantas de maíz, desde finales de junio hasta el diez o veinte de julio. Estos nabos se llamaban de la paniciega.

Los restantes se sembraban más tarde, en las piezas de patatas. Esta operación se realizaba en agosto, en concreto el mejor tiempo para ello era el que iba de san Roque a san Bartolomé, es decir, del 16 de este mes al 24 del mismo. Como a veces las patatas aún no se habían sacado se les pasaba el dallo, es decir, se segaba su parte aérea pero no a ras de tierra sino a unos treinta centímetros de altura. Una vez retirados los tallos se esparcía la semilla; después, al sacar las patatas, se mezclaba bien con la tierra. Los nabos también se sembraban en las piezas de patatas recién sacadas estas, es decir, a últimos de agosto. No se sementaban en septiembre porque se aseguraba que los nabos crecidos este mes eran peores que los de agosto.

A veces los nabos también crecían mezclados con el vallico. En algunas piezas se sembraba el vallico y "se echaban nabos muy ralos", esto es, se sementaban de tal modo que creciesen pocas plantas. Esta labor se realizaba por las mismas fechas aunque en esta ocasión no importaba que llegase septiembre porque el vallico necesita más humedad para crecer y agosto suele ser excesivamente seco. Cuando era tiempo de segar el vallico además del dallo o guadaña se llevaba la hoz. Las zonas donde abundaba el primero se segaban con el dallo y en los corros donde crecían nabos con la hoz. A estos se les cortaban las ramas externas, dejándoles solo las centrales. No se les cortaban todas para evitar que se maladasen o estropeasen si caían heladas. Si no se llevaba la hoz se pasaba el dallo un poco alto para cortar la parte superior a las hojas de las plantas ya que si se cortaban muy bajas se estropeaban.

Estos nabos se doblaban en poco tiempo y para cuando el vallico crecía casi para segarlo por segunda vez se podían arrancar. Para ello se aguardaba a que llegasen días de buen tiempo para así no aplastar demasiado el vallico al pisarlo.

En ocasiones nabos y vallico se sembraban juntos en la paniciega para asegurarse de que si fallaban los nabos al menos naciese el vallico. Cuando crecían ambos cultivos, una vez se retiraba el maíz se procedía con el vallico del modo descrito, dejando los nabos para arrancarlos antes de la segunda corta.

Cuando en una pieza solo crecían nabos, en los meses de octubre y noviembre se procedía a enralirlos, es decir, a arrancar los nabos más pequeños dejando tan solo los grandes y a cortarles a estos las hojas externas, que eran las que tenían tendencia a pudrirse las primeras. El conjunto de las pequeñas plantas y de las hojas cortadas recibía la denominación de nabiza y la operación de extraerla hacer nabiza. Se realizaba con la hoz y la nabiza se iba dejando en montones que después se sacaban a brazaos fuera de la pieza para cargarlos en el burro y llevarlos a la cuadra, ya que de lo contrario el animal pisoteaba las plantas que se dejaban para que creciesen. A veces la nabiza se amontonaba en los ralones de la pieza, es decir, en las zonas donde no hubiesen crecido los nabos.

Se obraba así a partir del mes de octubre porque para esos tiempos los prados normalmente ya no tenían pasto y las vacas de leche necesitaban alimento fresco. Sin embargo, la época más adecuada para este trabajo era noviembre, ya que al principio la hoja del nabo producía mucho picor y le costaba comerla a las vacas. Perduraba hasta diciembre.

Cuando no había tiempo para hacer nabiza de este modo se segaban los nabos a cierta altura. Pero cuando se actuaba así se corría el riesgo de que si caían varias heladas seguidas se maladasen o estropeasen.

La práctica de hacer nabiza permitía conseguir el máximo aprovechamiento de este cultivo, ya que de otro modo las hojas externas acabarían pudriéndose.

Una vez extraída la nabiza se procedía a recolectar los nabos, labor que se denominaba arrancar o limpiar nabos. Este trabajo se iniciaba en diciembre y los primeros en ser arrancados eran los de la paniciega por ser los más crecidos. Se llevaba a cabo cuando el tiempo acompañaba. Pero a consecuencia del frío de la noche, aunque los días viniesen soleados, estas plantas solían estar muy frías, por lo que para evitar que las manos doliesen algunos las protegían con calcitos o calcetines de lana a modo de guantes.

Los días que hacía buen tiempo se transportaban a la cuadra varios viajes de nabos con el burro utilizando para ello un aparejo conocido como las cestas o bien con el carro de los bueyes. De este modo se tenía suministro para cuando venían días lluviosos o caían nevadas.

Ya en la cuadra se elegían los nabos pequeños y a los grandes se les quitaba toda la rama y esto era lo que se les echaba a las vacas. Las cabezas se dejaban almacenadas para los días lluviosos o de nevadas en los cuales no se podían arrancar plantas frescas. Las cabezas de los nabos resistían bastante sin pudrirse, pero menos que las de remolacha.

Los nabos duraban hasta mayo. Los últimos se arrancaban con flor e incluso con semilla. A veces se le llegaban a endurecer tanto los bulbos que las vacas no podían comerlos.

En Mendaro (G) en la mayor parte de los rastrojos del trigo se solían sembrar nabos. Por medio del arado de cinco dientes se hacían surcos, después se pasaba la rastra, se echaba el estiércol y de nuevo se pasaba la rastra.

En ocasiones a la vez que se producía la segunda escarda del maíz se sembraban algunos nabos con la intención de aprovechar al máximo la tierra.

El nabo se empleaba para la alimentación del ganado vacuno y porcino. Se usaba en sustitución del maíz, dejando este para la época invernal. A los animales se les daba como alimento las hojas del nabo junto con las cabezas, que a veces pesaban doce libras, a lo largo de todo el invierno. Los nabos se recogían durante toda esta estación siendo el mes de abril el último en que se recolectaban.

En Beasain (G) el nabo se siembra por san Lorenzo, 10 de agosto. Se solía cultivar donde se había segado el trigo. Se daba una primera pasada con crea para arrancar las raíces del trigo y la hierba, que se quemaban en el mismo campo; una segunda pasada para ahuecar la tierra y se esparcía la simiente y luego una tercera para taparla.

Si el día de san Lorenzo era el primero para sembrar el nabo, el último solía ser la víspera de la Virgen de la Asunción, 14 de agosto. Por tanto solo había cuatro días y los solían respetar por aquello de que era muy "mañoso". Dicen que si se sembraba posteriormente le entraba una enfermedad llamada zanbroa. Además había que sembrarlo en las horas centrales del día, cuando más calor hacía, no valía hacerlo a las cinco de la tarde, cuando había pasado la canícula.

En cuanto al escardado del nabo hay un refrán que dice: `Jorra bat, arbi bat; jorra bi, arbi bi; hiru jorra, nahi dan hainbat arbi" (Con una escarda se recolecta un nabo, con dos escardas dos nabos, y con tres escardas todo el nabo que se quiera). Las escardas del nabo se hacían en septiembre y octubre, pero en la misma época tocaba segar y acarrear el helecho, y los agricultores solían andar sin poder llegar a todo.

Aunque para las Navidades ya suelen contar con cabeza muchos nabos, tienen todavía poco alimento para las vacas, y por ello se saca diariamente la cantidad necesaria durante los meses de enero y febrero y en marzo antes de que florezcan. A las vacas se les da las hojas y la cabeza troceada con la hoz y a los cerdos la cabeza troceada y cocida.

En Telleriarte (G) consideran que la semilla de nabo conviene sembrarla en menguante, de otro modo no resulta. Para hacerlo las tierras se trabajan con la horca y con el karramarro. Se sembraban en agosto, entre san Lorenzo y la festividad de la Virgen; por san Bartolomé ya se consideraba tarde. Antes y después de la siembra se abonaban. Cuando las plantas brotaban se sallaban a azada para controlar las malas hierbas. La recolección de los mismos se iniciaba dos o tres semanas después que en la costa, ya que al estar a una altura de 480-500 m sobre el nivel del mar crecían más lentamente.

En Zerain (G) la siembra del nabo se realizaba entre san Roque y san Bartolomé (16 y 24 de agosto). La simiente se llevaba a la heredad en una bolsa de tela en la que se introducía una taza para cargarla de semilla; se iba cogiendo con la mano y con ella cerrada, ya que es una semilla muy fina que se escapa con facilidad, se esparcía con movimientos rápidos de la mano a la altura de la cintura.

La tierra solía estar ocupada hasta el último momento con patatas y maíz. Días antes se sacaba el estiércol, simaurra, de la cuadra y se dejaba en la heredad en pequeños montones que se extendían con la horca, sardea.

Primero se rompía la tierra, lurre mamita, después se golpeaban los terrones, zokorrak, con el mazo, se acarreaba el estiércol y se esparcía y se pasaba la grada, hesie, por encima de nuevo. Con el tiempo se pasó a usar el arado, goldea, con el tractor; después se recurría a la grada, crea o hesie, para deshacer los terrones, se esparcía la semilla y se pasaba de nuevo la grada.

En Elgoibar (G) se consideraba que el nabo forrajero, nabua, era un alimento de gran importancia para el ganado. En algunos sitios se mezclaba con la harina de maíz y se le daba como pienso. Se sembraba en el terreno que había estado ocupado por el trigo y su recolección se efectuaba a partir del mes de diciembre.

Se sembraba entre el 15 de agosto y la Exaltación de la Santa Cruz (14 de septiembre). Como la tierra que dejaba el trigo estaba bastante limpia, no necesitaba mucha labor. Teniendo además en cuenta que la raíz del trigo era beneficiosa para el terreno, no era necesario quitarla, con mover un poco la superficie era suficiente. Se pasaba la rastra, aria, al objeto de quitar las malas hierbas y para luego pasar bostortza. La siembra se realizaba al paso y no tenía mayores complicaciones. Sin embargo había que tener cuidado con el abono; el que se echaba se le llamaba susi simaurra. Si el abono de los animales no estaba bien hecho o era reciente, la orina del ganado quemaba la semilla y no brotaba; por eso se considera que el mejor abono para el nabo es el químico.

En Sara (L) tras la recolección del trigo se sembraba el nabo, arbia. Primero se esparcía el abono, ongarria hedatu; después se removía la tierra con el arado, se nivelaba con el rodillo, se sembraba echando la semilla a voleo, se tapaba pasando la grada, se allanaba de nuevo la tierra con rodillo y por septiembre se escardaba con azada, espaciando las plantas al mismo tiempo.

En Bera (N) el nabo, erbija, se sembraba del 7 al 20 de julio. La semilla se lanzaba a vuelo entre surco y surco. Se cultivaban las variedades: Azpeitiako erbija, de poco forraje; burugorrija, temprano, y erbibeltza o beranduko erbija, tardío; es decir, nabo de Azpeitia, nabo de cabeza roja y nabo negro[1].

En Abezia (A) los nabos se siembran en agosto, por la Virgen; también en torno al 10 de agosto, por san Lorenzo, si bien los consultados aseguran que si se siembran cinco días más tarde resultan de mejor calidad. Por el contrario, si se adelanta a principios de agosto, se aviéjan muy pronto. Si se cultivan junto con el maíz, la siembra puede adelantarse.

En Iruña de Oca (A) en el mes de agosto como los barbechos tenían la tierra muy suave le daban una pasada de rastra con un tablón enganchado y quedaban en perfectas condiciones para que con solo los rocíos de la noche nacieran los nabos. Cuando aquello constituían un alimento indispensable para el ganado vacuno y porcino, que cocido con las patatas pequeñas, aunque no engordaban "sostenían las carnes". Se sacaban en octubre-noviembre.

En Améscoa (N) el nabo resultaba muy incierto ya que tenía dificultades para nacer. Había que sembrarlo entre la Virgen de agosto y la de septiembre, de no hacerlo en este intervalo era tiempo perdido.

Remolacha

Se han cultivado dos tipos de remolachas, la azucarera, propia de la vertiente mediterránea y que se tratará más adelante en un apartado dedicado a los cultivos industriales, y la que aquí se describe, la forrajera, cuyo destino ha sido la alimentación del ganado y que se cultivó en ambas vertientes.

En Abezia (A) la remolacha forrajera se cultiva en fincas y se utiliza para alimentar al ganado.

En Apodaka (A) a los ocho o diez días de nacer la remolacha se aclaraba; primero se pasaba el cultivador de sallar y por detrás con una azada se quitaban las que sobraban dejándolas como a un pie de distancia unas de otras. Para esta operación venían temporeros. Hoy con las modernas máquinas no hay que hacer estas operaciones.

En Iruña de Oca (A) la remolacha forrajera se sembraba para pienso del ganado y había de dos clases: una de cuello amarillo y otra de cuello colorado. Estas remolachas son más grandes que las azucareras y sobresalen mucho de la tierra, apenas si se agarran a ella. Una vez las llevaban a casa las dejaban en la era en un montón y las tapaban con céspedes, de modo que la hierba de los mismos quedase hacia abajo. Cuando necesitaban unas cuantas para darle de comer alguna al ganado las sacaban del montón y las picaban, bien con el hacha o con el palo en cuyo extremo tenía dos cuchillas en forma de cruz; posteriormente se introdujo la máquina picadora.

En Treviño (A) la remolacha forrajera se sembraba para pienso del ganado. Unas eran de color amarillo, otras, blancas y rojas. Las forrajeras sobresalían mucho de la tierra y eran bastante más grandes que las azucareras, de hecho no se agarraban mucho a la tierra por lo que a veces con solo tocarlas con el pie se arrancaban. Apenas había que limpiarlas, solo quitarles las hojas. Se cargaban en el carro y se depositaban en un lado de la era en un montón bien apiladas, después las tapaban con césped de tal modo que la hierba del mismo quedase hacia abajo. Así las tenían hasta que se necesitasen para dárselas al ganado, entonces las picaban en una artesa con una picadora en forma de S, otros utilizaban para ello una máquina. La cantidad que sembraban era de una fanega más o menos. Este cultivo despareció hace años.

En Valderejo (A) se cultivó hasta mediados de la década de los sesenta del pasado siglo y tenía dos destinos: para semilla y para alimento del ganado. Para este segundo caso, cuando los bulbos se habían desarrollado se arrancaban con un bieldo y se depositaban en montones en las proximidades de la casa cubriéndolos de tepes para su conservación. A medida que se iban necesitando se retiraban y se cocían para proporcionárselos a los animales.

En Ribera Alta (A) hacia mediados de mayo, una vez nacida la remolacha, se procedía a entresacar o aclarar. Para realizar esta labor se contrataban cuadrillas de obreros en Ávila o Andalucía y consistía en seleccionar una planta entre todas las nacidas, de tal modo que cada veinte centímetros se dejaba una y el resto se arrancaba. Posteriormente se procedía a pasar el cultivador para eliminar las malas hierbas que crecían entre los surcos de remolacha. La separación entre surcos venía a ser de unos cuarenta centímetros.

Desde mediados del siglo XX la remolacha se riega. Antes del primer riego había que echar nitrato. Una vez que comenzaban los riegos había que eliminar las malas hierbas que iban creciendo entre las hileras. Los labradores afirman que la remolacha daba y da mucho trabajo. Lo cierto es que exige pasarse todo el verano regándola y arrancando a continuación las plantas oportunistas, concretamente las lujardas y los cenizos.

En Berganzo (A) se sembraban remolacha azucarera y remolacha forrajera, y de esta: forrajera blanca, forrajera negra y forrajera colorada. Actualmente solo remolacha azucarera.

En Moreda (A) dicen haber conocido dos variedades: la remolacha azucarera y la forrajera. La primera para obtener azúcar y para consumo humano y la segunda para la alimentación de los animales, conejos y cerdos principalmente. Recuerdan bien poco, salvo que se sembraba en primavera y se recogía en la época invernal.

En Viana (N) se solía poner para consumo propio un corro de remolacha forrajera en la huerta; con el fruto picado se alimentaban los cerdos y caballerías y con las hojas las ovejas. En el Valle de Lónguida (N) se cultivó mucha remolacha para alimento de los ganados.

En Beasain (G) la remolacha para el ganado se sembraba poco más o menos en la misma época que el maíz. Tras preparar la tierra con bostortza se sembraba en hileras. En algunas las plantas solían salir muy juntas mientras que en otras quedaban calvas, por lo que al hacer la primera escarda se trasplantaban para que creciesen uniformemente.

En Zerain (G) la remolacha se sembraba en marzo en la tierra que había ocupado el nabo. Se araba, se preparaba con la grada, se hacían surcos con el arado de cinco púas, bostortza, se echaba la semilla siguiendo la fila y se tapaba con estiércol. Al de quince días o un mes, dependiendo de cuándo naciese, se escardaba; alrededor de agosto se recogía la hoja para dársela a los cerdos y en octubre o noviembre se sacaba y se utilizaba como alimento de los cerdos y las vacas. En su lugar se sembraba el trigo.

En Bedarona (B) la remolacha, erremolatxia, se sembraba en marzo. Se realizaban las mismas operaciones para sembrar, escardar, espaciar, recoger y dejar para simiente que con el nabo. Hoy también se siembra remolacha pero poca extensión; la semilla se compra en tiendas.

En Ajangiz (B) la semilla de remolacha, erremolatxie, se compra en la droguería o en la cooperativa y se siembra en una heredad junto al maíz o los pimientos hacia mayo. Es una semilla menuda, zehie, por lo que en cada hoyo hay que depositar cuatro o cinco granos. La parcela donde se siembra hay que escardarla, jorratu, y después hacer entresaca, miheztu, de las plantas.

En Nabarniz (B) la semilla de la remolacha se sembraba a voleo y dicen que esa heredad no la escardaban, "ez zan jorratuten ". Se utilizaba como comida para los cerdos y el ganado, sobre todo cocida porque si se les daba mucha estando cruda les perjudicaba a los dientes.

En Abadiño (B) la remolacha, erremalitxie, se sembraba en abril. Una vez preparado el terreno se trazaban las líneas con el marco y se hacían surcos con la azada para sembrarla. Cuando germinaba, se aclaraba y escardaba.

Se utilizaba como forraje para vacas y cerdos. En agosto se cortaban las hojas para dárselas al ganado. A partir de septiembre se recogían las remolachas y para finales de octubre se retiraban del huerto antes de que comenzasen las heladas que las estropeaban. Una vez recolectadas se apilaban junto a la fachada de la casa y se cubrían con helechos para tener alimento para los cerdos durante el invierno.

En Urduliz (B) la remolacha se sembraba en julio y agosto, según las necesidades de la casa. Servía para darle de comer al cerdo, tanto cruda como cocida, y se estimaba que gracias a ella el animal proporcionaba una carne más compacta. Al igual que el nabo era comida de invierno, de diciembre y enero.

En Carranza (B) era otro de los cultivos invernales pero menos importante que los nabos. Formaba parte de la dieta de las vacas de leche aunque su principal destino era la alimentación de los cerdos.

Vicario de la Peña, hacia mediados de la década de los años treinta del siglo XX, escribía lo siguiente sobre estos cultivos:

"Es relativamente moderno, aunque antes había personas que conocían y cultivaban en pequeña escala este hermoso y productivo tubérculo, ni los labradores ni la generalidad de los carranzanos la conocían y cultivaban. Desde hace algunos años sucede todo lo contrario, la mayoría o casi totalidad conocen, cultivan y aprovechan la remolacha, que rinde un excelente producto y sirve de alimento para vacas, cerdos, gallinas, aprovechando la hoja en verano, en días de sequía, como buen forraje, cuando no hay otros verdes y la pulpa de la remolacha se beneficia en invierno, para alimento de las vacas lecheras, que con ella dan mucha y buena leche, para engorde de cerdos con economía de los piensos que son más caros"[2].

En cuanto a las variedades que se cultivaron, el propio Vicario aporta interesante información:

"Existen cuatro variedades principales de remolacha: la gigante, la de carne roja, la de carne amarilla, la azucarera y la semi azucarera. (...)

Pueden cultivarse ventajosamente cualquiera de las variedades de remolacha, la azucarera adquiere menos desarrollo, pero tiene buen precio en las fábricas de azúcar; ella sólo se cultivó dos o tres años en Carranza, porque las fábricas están situadas a mucha distancia.

La medio azucarera desarrolla menos que las otras dos variedades forrajeras, pero tiene más potencia alimenticia por la mayor cantidad de azúcar que contiene. Las otras dos variedades gigantescas pueden cultivarse indistintamente, porque ambas rinden mucho producto"[3].

Las variedades que recuerdan los informantes consultados son las dos gigantes. Precisan que de niños tenían dificultades para levantar algunas remolachas por el peso que alcanzaban, o que con cuatro llenaban un cesto que le costaba llevar al hombro a un adulto. En cuanto al color, era el mismo citado por Vicario, unas eran amarillas, es decir, con la pulpa amarilla y la rama amarillenta, y otras rojas o avinadas con el tallo también avinado. En cuanto a la forma las había de cabeza redondeada y otras, la mayoría, alargada.

En tiempos pasados se sembraba una pieza o dos a remolacha, en total tres o cuatro obreros de superficie, ya que solo se cultivaba para los cerdos por lo que la cantidad necesaria era menor. A medida que creció la cabaña de ganado vacuno de leche se incrementó el terreno dedicado a remolachas. Hoy en día su cultivo como planta forrajera se ha perdido.

Se sembraba en abril o mayo, al mismo tiempo que la borona o maíz. La tierra se preparaba de igual modo que para el maíz: se abonaba abundantemente, se maquinaba y se rastraba. Debía quedar muy fina ya que se trata de una simiente muy menuda.

Se sembraba en lombillos, es decir, en hileras un tanto prominentes pero mucho menos que los caballones hechos para las patatas. Para ello, con la azada se abría un surco poco profundo y se amontonaba la tierra a uno de los lados. Quedaba por lo tanto una hilera de tierra apilada, el lombillo, y un surco o callejón. Paralelamente se hacía la misma labor para obtener otro lombillo y junto a él un nuevo surco y así hasta preparar toda la superficie a sembrar. Después se tomaban varias semillas con las puntas de los dedos y se iban introduciendo en la parte alta de los lombillos hasta sembrar todo el terreno.

Se trataba de un cultivo que ocasionaba bastante trabajo, ya que crecían muchas plantas y había que ir enraliéndolas, entresacándolas, para que las que quedasen alcanzasen un tamaño adecuado. Como se habían introducido varias semillas en cada punto se arrancaban las que sobraban y se dejaba una sola, la más crecida. Las otras se iban echando en el surco, en montoncitos y con las cabezas para afuera. Eso permitía elegir posteriormente con comodidad las que iban a ser trasplantadas, por ejemplo, en la misma hilera o en otra en los tramos en los que no habían nacido y por lo general en las orillas o márgenes de las piezas o en cualquier lugar donde quedase algo de tierra libre. También se le daban a un vecino para que las trasplantase él, por ejemplo, cuando le había fallado la siembra que había efectuado. Si las que crecían eran demasiadas, las sobrantes se desechaban y servían como forraje para los cerdos.

Calabaza

En Carranza (B) las calabazas de tiempos pasados no presentaban la variedad que se puede apreciar hoy en día y se dedicaban fundamentalmente a la alimentación del ganado, sobre todo de los chones o cerdos. Como precisa uno de los informantes, este tipo de cultivo iba encaminado a disponer de comida durante el invierno para el mantenimiento y el engorde de estos animales. Si se tenía una cosecha abundante, se le daban algunas a las vacas pero la mayoría eran para los cerdos (durante este período las vacas se mantenían con hierba seca).

Las calabazas se sembraban directamente en la tierra en el mismo tiempo que se hacía la siembra del maíz o borona, es decir, en mayo. La simiente era la del año anterior, que tras la extracción de la calabaza, se ponía a secar para almacenarla bien seca. Se hacían pequeñas torcas u hoyos en las que se arrojaban unas cuantas semillas que se volvían a cubrir con tierra. Entre torca y torca se dejaba una distancia importante dado el crecimiento exuberante de esta especie. Las calabazas se sembraban en los márgenes de los terrenos cultivados, en las orillas de las piezas y en las lindes o terraplenes que se iban formando a medida que por acción de los repetidos laboreos se iba aterrizando el terreno. Cuando brotaban y comenzaban a echar guías se orientaban hacia la linde y si junto a la pieza había una campa, hacia esta; también se retiraban las que comenzaban a trepar por los tallos del maíz para que más adelante, al engrosar los frutos, no los tumbasen. No se sembraban en la mitad de la pieza de borona para evitar que derribasen las plantas de maíz. La calabaza no requería ningún trabajo posterior a su germinación, tan solo cuidar de conducir las guías hacia donde se quisiese.

Calabazas para el ganado. Lezama (B), 1990. Fuente: José Ignacio García Muñoz, Grupos Etniker Euskalerria.

En Ajangiz y Ajuria (B) siempre se han puesto calabazas para comida del ganado. Se siembran en mayo y en los meses de septiembre-octubre se recogen. Como ocupan mucho espacio se ponen en las esquinas de una heredad o en terreno inclinado que no se utilice para otras siembras.

En Urduliz (B) antaño la calabaza se sembraba entre el maíz, pero luego pasaron a sembrarla por separado. Se pone a finales de mayo y en junio, en hoyos, sotoak, dejando bastante distancia entre ellos ya que produce mucha hoja. Hay dos tipos de calabazas para el ganado, las redondas y las alargadas, se emplean tanto para los cerdos como para las vacas.

Zanahoria

En Abezia (A) se cultiva la zanahoria forrajera en las fincas para alimentar a los cerdos.

En Treviño (A) se ponía media fanega y una vez arrancada se almacenaba en el mismo montón que la remolacha. Su cultivo desapareció hace años.

En Iruña de Oca (A) se sembraba zanahoria forrajera, pero tanto este cultivo como el de la remolacha forrajera desaparecieron al dejar de haber ganado.


 
  1. Julio CARO BAROJA. "Un estudio de tecnología rural" in CEEN, I (1969) p. 220.
  2. Nicolás VICARIO DE LA PEÑA. El Noble y Leal Valle de Carranza. Bilbao: 1975, p. 162.
  3. Nicolás VICARIO DE LA PEÑA. El Noble y Leal Valle de Carranza. Bilbao: 1975, pp. 162-163.