Fabricación propia de aperos

De Atlas Etnográfico de Vasconia
Saltar a: navegación, buscar

En este apartado se describe la fabricación por parte de los propios agricultores o vecinos de la localidad de algunos instrumentos que se utilizan en las labores agrícolas.

En Bernedo (A) los propios vecinos se fabricaban muchos de los aperos, como escobas de biércol, brezo; también en Apodaka (A) había vecinos que se construían sus escobas con el berozo que cortaban en las larras. En Pipaón (A) y en el Valle de Roncal (Ustárroz, Isaba y Urzainqui) (N) se ha recogido que los pequeños aperos se fabricaban en casa.

En Aoiz (N) algunos de los útiles y herramientas empleados en las tareas agrícolas eran fabricados por los propios agricultores: carros, enmangues para herramientas de hierro, yugos y otros. En Abadiño (B) las piezas de madera como rastrillos o mangos para las azadas, las hachas... se hacían y se arreglaban en casa. Cuando se necesitaban cestos se acudía a los cesteros, zesteruek, locales. En Urduliz (B) los mangos de las herramientas se fabricaban en casa, para lo que se solía tener almacenada madera traída del monte para que estuviera bien seca.

En Amorebieta-Etxano (B) indican que como en los caseríos había personas que trabajaban en las fábricas del pueblo, era habitual que en los ratos libres hicieran púas y pequeñas piezas metálicas para los aperos de labranza.

En Beasain (G) en tiempos pasados los labradores solían ser bastante hábiles en los trabajos con la madera y disponían en sus caseríos de las herramientas básicas para fabricar piezas, reparar aperos, pesebres, ventanas, etc., o construir cochiqueras o conejeras. Antiguamente los cestos se fabricaban en el propio caserío, si bien hace tiempo que se compran en las ferias. En los caseríos se ha fabricado hilo hasta los años 1920, sobre todo de lino, liñarie. En algunas casas siempre tenían unas pocas ovejas y también fabricaban hilo con la lana, artillea. Ha habido quienes han hecho hilo con pelo o crin del rabo y del cogote de las vacas y de los caballos, para hacer cuerdas, zurdillea.

En Elgoibar (G) los caseríos disponían de bancos de carpintero donde se fabricaban algunas piezas de madera, como mazos, mangos de hachas, de azadas y de martillos. También se arreglaban algunos aperos y utensilios como las cardas de la lana y el huso, txabilla, con el que se hacía el hilo. Otros aperos se encargaban al carpintero. Algo parecido ocurría con los cestos, había quienes en invierno se dedicaban a fabricar algún cesto, pero generalmente se le encargaban al cestero. En el matadero se solía conseguir pelo del rabo de las vacas, se limpiaba, se pasaba por la carda y con el huso se sacaba hilo para hacer cordeles, que se utilizaban para atar el yugo a las vacas.

En Apodaka (A) todas las casas tenían, y algunas siguen teniendo, banco de carpintero con la herramienta completa. Eran de elaboración doméstica los mangos de las azadas, las varas para los bueyes, se cepillaban las tablas del carro y todas las maderas que llevaran las herramientas que no precisaban la intervención de un carpintero. Los trillos los reparaban trilleros que venían de Zamora. Los propios vecinos fabricaban angarillas con dos latas de fresno de dos metros de largo, dos palos travesaños clavados a un metro el uno del otro y de una anchura de sesenta centímetros. La panza se elaboraba de lianas de aján entrelazadas.

En tiempos pasados, en los días largos de invierno, se reunían varios vecinos para elaborar sogas para los carros y ramales para el ganado. Los fabricaban con las cuerdas de los haces de las atadoras, quitándoles los nudos. Las cestas de siembra las hacían con madera que pesara poco, como chopo o pino. Entre varios vecinos fabricaban los sogueros; la manta de los bueyes se hacía con una piel de oveja y las cadenas de los bueyes las arreglaba el herrero de la localidad.

En Valderejo (A) cada agricultor fabricaba las varas para dirigir y arrear a los bueyes. Eran varas de avellano de unos dos metros de largo, en cuyo extremo superior se fijaba un aguijón de acero para azuzar a los bueyes en trabajos que requerían mayor intensidad. También fabricaban las rejadas, varas del mismo material y longitud que las anteriores, pero no totalmente rectas ya que hacia su mitad formaban una curva para fijar en ella la mano. En su extremo inferior se anclaba una pieza de hierro en forma de media luna que se empleaba para librar a las rejas del arado o del brabán de la tierra y vegetales que se acumulaban en ellas. Se fabricaban asimismo lavijas, piezas consistentes en unos palos de madera de unos 25 cm de largo, con un agujero en uno de sus extremos en el que se alojaba una tira de cuero que servía para atarla al varal del carro o al cabecil, una delante del sobeo y otra detrás.

En Aoiz (N) algunas piezas de madera eran elaboradas por cada agricultor en su casa y en la fragua hacían y les ponían los elementos de hierro que portasen. Otras piezas, como los timones de los arados, se compraban en el taller de reparación y fabricación de maquinaria agrícola de la localidad. En casa se hacían también las cuerdas necesarias para estos casos. Las había de diferentes materiales, si bien eran las cuerdas e hilos de sisal, que había que comprar, los preferidos por ser más fuertes, mientras que los de cáñamo se rompían con más facilidad.

El material se adquiría deshilachado y se iba trenzando cada vez que se necesitaba, gracias a una maquina de trenzar. Para atar la mies se emplearon finas cuerdas realizadas con material vegetal de esparto o extraídas de las fibras de centeno. Se diferenciaban por el grosor y largura, dependiendo de su utilidad: las más largas, sogas, eran las que debían sujetar la mies en el carro y las más gruesas servían para atar los animales mientras comían verde. Entre las cuerdas utilizadas para amarrar artefactos a los animales se encontraban las juñideras que eran muy gruesas, al igual que las cuillideras o cuideras, mientras que las empleadas para dominar las caballerías eran finas. Otras cuerdas eran las trincheras. Las que servían para atar los sacos llenos de forraje para su traslado del campo al pajar eran las cuerdas llamadas maromas. Para atar la mies se utilizaban los vencejos, de fabricación doméstica, elaborados con material vegetal, mediante el enroscado manual de la fibra ya secada.

En Viana (N) se ha recogido que siempre han existido en la localidad personas mañosas que, además de trabajar en el campo, han realizado algunas labores sobre todo de esparto, especialmente los capazos puntiagudos y las alforjas para las caballerías. Ha habido y hay personas que saben hilar el esparto. En otro tiempo hacían con esta cuerda los liajos, que servían para atar los fajos de mies y para remendar otras piezas de esparto. Algunos fabricaban los cañizos con las cañas nacidas espontáneamente en las orillas de los ríos. Se utilizaban, principalmente, para hacer abrigos y proteger a las plantas del aire norte y para tapar los poyos o semilleros. Sobre estos cañizos secaban algunas frutas, uvas, manzanas, higos, etc. en los altos o graneros, situados en las zonas más altas de las viviendas. Asimismo, se han utilizado los cañizos, clavados sobre las vigas, en los techos o cielos rasos de las casas pobres y sobre ellos colocaban la teja curva o árabe.

Algunos labradores mañosos hacían sus ablentones u horcas de madera con púas alargadas de tamariz, y otros fabricaban los saleros y aceiteras, para llevarlas al campo, en cuerno de vacuno con los orificios tapados con un corcho. Había quien sabía curtir pieles de cordero, de cabra y de zorro, y realizaba alfombras y otras piezas, como los espalderos para los pastores.

En San Martín de Unx (N) los propios labradores fabricaban los mangos de las herramientas agrícolas. Cortaban planzones de roble, es decir, estacas de rama, después de que hubieran estado secándose durante dos meses. El encaje en la herramienta lo hacía el carpintero.

En Donazaharre (BN) se ha recogido que en la casa se elaboraban toda clase de aperos, los objetos manufacturados se adquirían en el mercado o en el núcleo de San Juan.

En el Valle de Roncal (Ustárroz, Isaba y Urzainqui) (N) los aperos se podían fabricar y reparar en las casas. Los lugareños obtenían hilo y trabajaban tanto el lino como la lana las mujeres y los hombres. Los pastores, lejos de casa, y los carpinteros fabricaban cucharas con madera de boj o avellano, que tallaban con curiosos motivos decorativos. Los restantes objetos de madera, como yugos, barricas, puertas, etc. se dejaban en manos del carpintero de la localidad.

En Abezia (A) en todos los pueblos suele haber un cestero que vende piezas nuevas pero que también arregla cestos viejos con avellano o castaño. Otro tanto cabe decir del escobero. En la comarca hay además artesanos de la madera y del hierro que se encargan no sólo de fabricar piezas nuevas sino de arreglar las deterioradas.